¿No sería bueno un scoring cultural a Macri?

Culminó La rotativa del Maipo. La taquilla no acompañó a Lanata. Anoche, La rotativa del Maipo se detuvo. Fueron dos tem
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Espectáculos

Domingo 15 de febrero de 2009

LA NACION/Sección 4/Página 3

(Entrelíneas) Por Pablo Sirvén

¿No sería bueno un scoring cultural a Macri? Lo incentivaría, tal vez, a involucrarse más intensamente, en sus constantes irrupciones mediáticas, con ese ámbito tan vital que suele desatender “Macri se fue a diciembre”, titulábamos esta columna el 4 de noviembre de 2007 por la patente desatención que el entonces inminente jefe de gobierno porteño le prestaba a la cultura. Tras un año y dos meses de gestión, aplazado sin discusión en la materia Teatro Colón, ya se la había llevado también a marzo y, al filo de un nuevo bochazo y que le quedara previa, se le vino otra vez a la cabeza el nombre salvador de Pedro Pablo García Caffi, un justicialista bien temperado (como el clave, de Bach), músico y administrador, ducho en nadar por las turbulentas aguas oficiales (atravesó la peor crisis de nuestra historia al frente del Teatro Argentino de La Plata), a quien ya en la nota citada se lo señalaba, junto con Hernán Lombardi, como posible ministro de Cultura, cargo que finalmente ocupó este último. Mauricio Macri, que se jacta de tocar en público, le salga como le salga, cualquier clase de instrumento –policía metropolitana, scoring, bacheo de calles, cambio de manos en avenidas, rechazo al blanqueo de capitales, aumento de impuestos, registro de cartoneros, auspicio de una alianza electoral con Solá y De Narváez, y varios etcéteras más–, le rehúye a los temas culturales de manera más que manifiesta. Tan imposible como encontrar una sola ponderación del matrimonio presidencial hacia la prensa, es descubrir al pope de la ciudad dedicando algunas de sus múltiples y llamativas irrupciones mediáticas a acciones culturales. * * * Sin ir más lejos, en la semana que pasó, cuando la interna del Teatro Colón era una llaga en ardiente carne viva –sus empleados manifestaban por la calle, se adeudaban haberes a los jubilables, algunos contratados temían lo peor, nada se sabía de la temporada 2009 tras la intempestiva renuncia sin explicaciones y a la distancia de Horacio Sanguinetti, y seguía pendiente el nombramiento de un nuevo director–, Macri prefirió hacerse ver en dos actividades por lo menos discutibles y un tanto su-

perfluas en tan delicada coyuntura. En la primera elevó a la consideración masiva un acto de estricta privacidad, cual es el festejo de su cumpleaños Nº 50. Lo que pudo, seguramente, haber sido muy divertido en rueda de amigos se torna en el ágora pública una triste confirmación de su nula empatía con el mundo de la música. No conforme con habernos asestado, CQC mediante, una ruinosa versión de “We Will Rock You”, hit de Queen, ahora nos descerraja “Somebody to Love”, con tan desafinadas vibraciones que no es posible que algo no haya crujido dentro de la tumba de Freddie

Rodríguez Larreta y Macri pelotean, en tanto el Colón está en llamas Mercury, al que pretende clonar, al menos en atuendo y bigote. Eso no es todo: la oficina de Prensa y Comunicación repartió oficialmen-

Culminó La rotativa del Maipo

La taquilla no acompañó a Lanata Anoche, La rotativa del Maipo se detuvo. Fueron dos temporadas de ocho semanas, en 2008, y de cinco semanas, en 2009, con una propuesta que generó una inmensa expectativa en torno al debut teatral de la cabeza de compañía, Jorge Lanata, pero que no recibió la misma repercusión en la boletería. El periodista, creador de Página/ 12 y director de Crítica de la Argentina, recibió misiles de varios flancos. Secundado siempre por Ximena Capristo, en un inicio por Miranda! y luego por Cecilia Milone y Jean François Casanovas, sus detractores lo acusaron de haber caído en la banalización contra la que disparó en la década de los noventa en la que se hizo famoso por su gran talento como periodista. Además, sus colegas consideraron que desde allí tendría una postura más punzante hacia el Gobierno, no tan superficial, justamente, como el

Lanata, sin brillos y con plumero SOLEDAD AZNAREZ

maquillaje de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al cual se refería en su monólogo. Lino Patalano, dueño del Maipo, en diálogo con LA NACION, celebró ayer el comienzo de la armoniosa era de Acuario, según él, la noticia más destacada de los últimos días. “La obra cumplió con todas las expectativas, quizá no con las económicas, pero sí con las humanas. Lo inverso a lo que ocurrió con la obra anterior [Maipo

siempre Maipo, con Antonio Gasalla]. Brindo con alegría en esta última función; en la obra anterior, esa despedida fue un parto”, deslizó en lejana sintonía con el cambio lunar. Además, Patalano no descartó que vuelva a convocar a Lanata (“hoy parte de mi familia”) para otra producción. “Aunque nunca se sabe bien qué quiere el espectador”, dice este productor con décadas de trayectoria, y atribuyó la baja taquilla de La rotativa... a la crisis económica mundial, que, opinó, afecta al teatro en general. Por otra parte, Cash –que se presenta en esa misma sala–, tampoco es un éxito de espectadores, pero Patalano confía que la situación mejorará con el nuevo horario de la pieza de José María Muscari y se alista para “la nueva artillería”, con la llegada de Midachi, en abril, y de Adrián Suar y Julieta Díaz, en julio.

Laura Ventura

te el jueves al mediodía dos fotos (una de las cuales ilustra esta nota) donde se ve a Macri y a su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, jugando al fútbol tenis (sic). Es un muy simpático aporte que el máximo dirigente del Pro se muestre tan inclinado hacia lo deportivo. Lo desacartona y lo humaniza por un lado y, por el otro, induce casi subliminalmente, por el ejemplo tácito, a lo saludable que es hacer ejercicio físico. Acostumbrado tantos años a ser figurita habitual de las frívolas revistas de actualidad, tal vez ahora, que es importantísimo hombre público con tantas proyecciones,

le haga falta todavía ajustar un poco más el sentido de la oportunidad. * * * Sea por algún desconocido trauma infantil, porque alguien lo convenció de que no es redituable o por mero prejuicio, Macri parece sentirse tan ajeno al mundo de la cultura que le rehuye lo más que puede a ese barrio mágico donde residen la imaginación y los pensamientos y sensaciones laterales. Es una verdadera pena que así como fue lúcido y rápido de reflejos para mostrarse como el único dirigente político argentino presente en el reciente Foro

Económico Mundial de Davos, y eso repercutió mediáticamente bien, no tome de una vez la posta en lo cultural para regalarse a él y a la comunidad un nuevo beneficio mutuo. Además, se recortaría en soledad ya que, lamentablemente, el resto de los políticos argentinos, al igual que él, no se interesan públicamente por ese tema. La automarginación culposa que hace de ese estimulante ámbito –es muy raro verlo en algún estreno teatral, el año pasado no participó en ninguna de las múltiples actividades públicas programadas por el deslucido centenario del Teatro Colón y su oficina de prensa no manda, consecuentemente, casi ninguna foto de ese estilo– evidencia una incomprensible incomodidad e indiferencia hacia el mundo de la creación y lo desestructurado de los lenguajes del arte y del espectáculo. Ingeniero al fin, el mundo de los números y de “lo concreto” le resultan más tranquilizantes. Sólo así se entiende el año y dos meses que se perdieron con tanta inacción y marcha atrás con las obras de remodelación y restauración del Teatro Colón, las indecisiones artísticas en materia de programación y las incertidumbres en torno del personal y el patrimonio. El altísimo (e imprescindible) valor emblemático que irradia el Teatro Colón sobre toda la cultura argentina (no únicamente sobre quienes lo frecuentan) exige de la más alta autoridad de la ciudad (máxime si pretende ser presidenciable) un mayor y permanente compromiso público con esa institución. No hace falta para eso que le guste la ópera ni que deba aprenderse un aria (¡líbrenos Dios!) pero cuanto antes debe meterse, sí o sí, a su manera, con humildad, sincero interés, con ganas de aprender y absoluto convencimiento, en esa tarea tan vital que nutre al mismo tiempo las neuronas y el corazón. Si eso sucede, a García Caffi le será un poco más fácil afrontar la ímproba misión que tiene por delante, y Macri se convertirá en un ser humano más completo y sensible, acaso hasta en un estadista de verdad. [email protected]