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24 dic. 2014 - con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología ..... Australia, Costa de Marfil,
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Trazos No. 34

oficina de información de la

prelatura del opus dei en colombia

27 09 / 2014

issn 1900-3234

Beatificación Álvaro del Portillo

Su fiesta se celebrará el 12 de mayo de cada año, día en el que en 1921 hizo su Primera Comunión, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.

Panorámica Valdebebas 27/09/14

Trazos

Carta del Papa Francisco sobre el beato Álvaro del Portillo

Tomado de www.opusdei.org

Carta del Papa Francisco a Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo.

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Querido hermano: La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos. Su beatificación tendrá lugar en Madrid, la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su infancia y juventud, con una existencia forjada en la sencillez de la vida familiar, en la amistad y el servicio a los demás, como cuando iba a los barrios para ayudar en la formación humana y cristiana de tantas personas necesitadas. Y allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida. Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: «¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana. En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con

Trazos “¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor”. mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás. Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera. Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar. Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás. ¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aún experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.

Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad. Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica. Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide. Fraternalmente, Franciscus

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27 de septiembre: homilía de la Misa de beatificación Ofrecemos el texto de la homilía pronunciada por el cardenal Angelo Amato durante ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo Tomado de www.opusdei.org

Trazos 1. «Pastor según el corazón de Cristo, celoso ministro de la Iglesia»[1]. Este es el retrato que el Papa Francisco ofrece del beato Álvaro del Portillo, pastor bueno, que, como Jesús, conoce y ama a sus ovejas, conduce al redil las que se han perdido, venda las heridas de las enfermas y ofrece la vida por ellas[2]. El nuevo beato fue llamado desde joven a seguir a Cristo, para ser después un diligente ministro de la Iglesia y proclamar en todo el mundo la gloriosa riqueza de su misterio salvífico: «Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo. Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí»[3]. Y este anuncio de Cristo Salvador lo realizó con absoluta fidelidad a la cruz y, al mismo tiempo, con una ejemplar alegría evangélica en las dificultades. Por eso, la Liturgia le aplica hoy las palabras del Apóstol: «Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia»[4].

La serena felicidad ante el dolor y el sufrimiento, es una característica de los Santos. Por lo demás, las bienaventuranzas –también aquellas más arduas como las persecuciones– no son sino un himno a la alegría. 2. Son muchas las virtudes –como la fe, la esperanza y la caridad– que el beato Álvaro vivió de modo heroico. Practicó estos hábitos virtuosos a la luz de las bienaventuranzas de la mansedumbre, de la misericordia, de la pureza de corazón. Los testimonios son unánimes. Además de destacar por la total sintonía espiritual y apostólica con el santo Fundador, se distinguió también como una figura de gran humanidad. Los testigos afirman que, desde niño, Álvaro era un «un chico de carácter muy alegre y muy estudioso, que nunca dio problemas»; «era cariñoso, sencillo, alegre, responsable, bueno...»[5]. Heredó de su madre, doña Clementina, una serenidad proverbial, la delicadeza, la sonrisa, la comprensión, el hablar bien de los demás y la ponderación al juzgar. Era un auténtico caballero. No

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Trazos era locuaz. Su formación como ingeniero le confirió secundaba sus peticiones de oración y ayuno por la paz, rigor mental, concisión y precisión para ir en seguida por la unidad de los cristianos, por la evangelización de al núcleo de los problemas y resolverlos. Inspiraba Europa. respeto y admiración. Destacaba por la prudencia y rectitud al valorar 3. Su delicadeza en el trato iba unida a una los sucesos y las personas; la justicia para respetar riqueza espiritual excepcional, en la que destacaba la el honor y la libertad de los demás; la fortaleza gracia de la unidad entre vida interior y afán apostólico para resistir las contrariedades físicas o morales; la infatigable. El escritor Salvador Bernal afirma que templanza, vivida como sobriedad, mortificación transformó en poesía la prosa humilde del trabajo interior y exterior. El beato Álvaro transmitía el buen diario. olor de Cristo –bonus odor Christi–[6], que es el aroma Era un ejemplo vivo de fidelidad al Evangelio, a de la auténtica santidad. la Iglesia, al Magisterio del Papa. Siempre que acudía a 5. Sin embargo, hay una virtud que Monseñor la basílica de San Pedro en Roma, solía recitar el Credo Álvaro del Portillo vivió de modo especialmente ante la tumba del Apóstol y una Salve ante la imagen de extraordinario, considerándola un instrumento Santa María, Mater Ecclesiae. indispensable para la santidad y el apostolado: la virtud Huía de todo personalismo, porque transmitía de la humildad, que es imitación e identificación con la verdad del Evangelio y la integridad de la Cristo, manso y humilde de corazón[7]. Amaba tradición, no sus propias opiniones. La la vida oculta de Jesús y no despreciaba los piedad eucarística, la devoción mariana gestos sencillos de devoción popular, y la veneración por los Santos nutrían como, por ejemplo, subir de rodillas su vida espiritual. Mantenía viva la la Scala Santa en Roma. A un fiel de presencia de Dios con frecuentes la Prelatura, que había visitado ese jaculatorias y oraciones vocales. mismo lugar pero que había subido Entre las más habituales estaban: a pie la Scala Santa, porque –así Cor Iesu Sacratissimum et se lo comentó– se consideraba un “Tenemos que luchar toda la vida Misericors, dona nobis pacem!, cristiano maduro y bien formado, para llegar a ser humildes”. y Cor Mariae Dulcissimum, iter el beato Álvaro le respondió con para tutum; así como la invocación una sonrisa, y añadió que él la mariana: Santa María, Esperanza había subido de rodillas, a pesar de nuestra, Esclava del Señor, Asiento de la que el ambiente estaba algo cargado Sabiduría. por la multitud de personas y la escasa 4. Un momento decisivo de su vida fue la ventilación[8]. Fue una gran lección de sencillez llamada al Opus Dei. A los 21 (veintiún) años, en 1935 y de piedad. (mil novecientos treinta y cinco), después de encontrar Monseñor del Portillo estaba, de hecho, a San Josemaría Escrivá de Balaguer –que entonces beneficiosamente “contagiado” por el comportamiento era un joven sacerdote de 33 (treinta y tres) años–, de Nuestro Señor Jesucristo, que no vino a ser respondió generosamente a la llamada del Señor a la servido, sino a servir[9]. Por eso, rezaba y meditaba santidad y al apostolado. con frecuencia el himno eucarístico Adoro Te devote, Tenía un profundo sentido de comunión filial, latens deitas. Del mismo modo, consideraba la vida de afectiva y efectiva con el Santo Padre. Acogía su María, la humilde esclava del Señor. A veces recordaba magisterio con gratitud y lo daba a conocer a todos una frase de Cervantes, de las Novelas Ejemplares: «sin los fieles del Opus Dei. En los últimos años de su vida, humildad, no hay virtud que lo sea»[10]. Y a menudo besaba a menudo el anillo de Prelado que le había recitaba una jaculatoria frecuente entre los fieles de regalado el Papa para reafirmarse en su plena adhesión la Obra: «Cor contritum et humiliatum, Deus, non a los deseos del Romano Pontífice. En particular,

Humildad

“Este es el mensaje que nos entrega hoy el beato Álvaro del Portillo, (..). Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde”. Trazos | 8

Trazos despicies»[11]; no despreciarás, oh Dios, un corazón contrito y humillado. Para él, como para San Agustín, la humildad era el hogar de la caridad[12]. Repetía un consejo que solía dar el Fundador del Opus Dei, citando unas palabras de San José de Calasanz: «Si quieres ser santo, sé humilde; si quieres ser más santo, sé más humilde; si quieres ser muy santo, sé muy humilde»[13]. Tampoco olvidaba que un burro fue el trono de Jesús en la entrada a Jerusalén. Incluso sus compañeros de estudios, además de destacar su extraordinaria inteligencia, subrayan su sencillez, la inocencia serena de quien no se considera mejor que los demás. Pensaba que su peor enemigo era la soberbia. Un testigo asegura que era “la humildad en persona”[14]. Su humildad no era áspera, llamativa, exasperada; sino cariñosa, alegre. Su alegría derivaba de la convicción de su escasa valía personal. A principios de 1994, el último año de su vida en la tierra, en una reunión con sus hijas, dijo: «os lo digo a vosotras, y me lo digo a mí mismo. Tenemos que luchar toda la vida para llegar a ser humildes. Tenemos la escuela maravillosa de humildad del Señor, de la Santísima Virgen y de San José. Vamos a aprender. Vamos a luchar contra el propio yo que está costantemente alzándose como una víbora, para morder. Pero estamos seguros si estamos cerca de Jesús, que es del linaje de María, y es el que aplastará la cabeza de la serpiente»[15]. Para don Álvaro, la humildad era «la llave que abre la puerta para entrar en la casa de la santidad», mientras que la soberbia constituía el mayor obstáculo para ver y amar a Dios. Decía: «la humildad nos arranca la careta de cartón, ridícula, que llevan las personas presuntuosas, pagadas de sí mismas»[16]. La humildad es el reconocimiento de nuestras limitaciones, pero también de nuestra dignidad de hijos de Dios. El mejor elogio de su humildad lo expresó una mujer del Opus Dei, después del fallecimiento del Fundador: «el que ha muerto ha sido don Álvaro, porque nuestro Padre sigue vivo en su sucesor»[17]. Un cardenal atestigua que cuando leyó sobre la humildad en la Regla de San Benito o en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, le parecía contemplar un ideal altísimo, pero inalcanzable para el ser humano. Pero cuando conoció y trató al beato Álvaro entendió que era posible vivir la humildad de modo total. 6. Se pueden aplicar al beato las palabras que el Cardenal Ratzinger pronunció en 2002, con ocasión de la canonización del Fundador del Opus Dei. Hablando de la virtud heroica, el entonces Prefecto de

la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo: «Virtud heroica no significa exactamente que uno ha llevado a cabo grandes cosas por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él se ha mostrado transparente y disponible para que Dios actuara [...]. Esto es la santidad»[18]. Este es el mensaje que nos entrega hoy el beato Álvaro del Portillo, «pastor según el corazón de Jesús, celoso ministro de la Iglesia»[19]. Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde. La Iglesia y el mundo necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra. Que María Auxiliadora de los Cristianos y Madre de los Santos, nos ayude y nos proteja. Beato Álvaro del Portillo,ruega por nosotros. Amén. [1]

Francisco, Breve Apostólico de Beatificación del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo, Obispo, Prelado del Opus Dei, 27-IX2014.

[2] Cfr. Ez 34, 11-16; Jn 10,11-16. [3]

Col 1, 28-29.

[4]

Ibid., 24.

[5]

Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 27.

[6] 2 Cor 2,15. [7]

Mt 11, 29.

[8] Cfr. Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 662. [9]

Mt 20, 28; Mc 10, 45.

[10]

Miguel de Cervantes, Novelas Ejemplares: “El coloquio de los perros”. Cfr. Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 663.

[11]

Sal 51 [50], 19.

[12]

San Agustín, De sancta virginitate, 51.

[13]

San Josemaría Escrivá, palabras recogidas en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, vol. I, Rialp, Madrid 1997, p. 18.

[14] Positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, 2010, vol. I, p. 668. [15]

Ibid., p. 675.

[16] Ibid. [17]

Ibid., p. 705.

[18] Ibid., p. 908. [19]

Francisco, Breve Apostólico de Beatificación del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo, Obispo, Prelado del Opus Dei, 27-IX-2014.

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28 de septiembre: homilía de Mons. Javier Echevarría Tomado de www.opusdei.org

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Homilía de Mons. Javier Echevarría en la Misa de acción de gracias por la beatificación de Álvaro del Portillo.

Trazos “Este es mi mandamiento, que os ameis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,12) Estas palabras del Evangelio resuenan hoy en mi alma con una alegría nueva, al considerar que la muchedumbre presente ayer en este lugar, muy en comunión con el Papa Francisco y con todos los que nos acompañaban desde los cuatro puntos cardinales, no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del Opus Dei.

1. El Señor, al instituir la Eucaristía, dio gracias a Dios Padre por su bondad eterna, por la creación salida de sus manos, por su misterioso designo de salvación. Agradecemos ese amor infinito manifestado en la Cruz y anticipado en el Cenáculo. Y le preguntamos al Señor: ¿cómo hemos de proceder para amar como Tú nos has amado?; para amar como amaste a Pedro y a Juan, a cada uno de nosotros, y también a san Josemaría y al beato Álvaro. Mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma. E incorporamos a nuestra alma esa oración de san Josemaría que tantas veces ha repetido el nuevo beato: «Dame, Señor, el Amor con que quieres que te ame»[1], y así sabré amar a los demás con tu Amor, y con mi pobre esfuerzo. Los demás descubrirán en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados. Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios pidiéndole más amor. En la madurez de la juventud, cuando tenía 25 años, don Álvaro era «saxum», roca, para san Josemaría. Desde su humildad, contestó por carta al fundador del Opus Dei con estas palabras: «Yo aspiro a que, a pesar de todo, pueda Ud. tener confianza en el que, más que roca, es barro sin consistencia alguna. Pero ¡es tan bueno el Señor!»[2]. Esa seguridad en la bondad divina puede empapar toda nuestra existencia. «Daré gracias a tu nombre,

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Trazos por tu misericordia y tu lealtad», hemos rezado en el Salmo responsorial (Sal 137 [138], 2). Y se alza nuestra gratitud a la Trinidad Santísima porque permanece con nosotros, con su Palabra, Jesucristo mismo (cfr. Col 3, 16) y con su Espíritu, que nos llena de alegría (cfr. Jn 15, 11; Lc 11, 13) y hace posible que nos dirijamos a Dios llamándole, llenos de confianza, «Abba, Pater»: ¡Padre! ¡papá!». 2. «La trinidad de la tierra nos llevará a la Trinidad del Cielo»[3], repetía don Álvaro según la enseñanza y la experiencia del Fundador del Opus Dei. Jesús, María y José nos conducen al Padre y al Espíritu Santo; en la humanidad santa de Jesús descubrimos, inseparablemente unida, la divinidad[4]. ¡La Sagrada Familia! Con palabras de la primera lectura, bendecimos al Señor «que enaltece nuestra vida desde el seno materno y nos trata según su misericordia» (Eclo50, 24). El texto sagrado nos menciona que ya antes de nacer nos amaba Dios. Viene a mi memoria aquel poema que Virgilio dirige a un niño recién nacido: «Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem»[5]: «Pequeño niño, Dios, que «hace cosas grandes» comienza a reconocer a tu madre (Eclo 50, 24), y que contó con él “Santa María, Esperanza nuestra, Esclava del Señor, por su sonrisa». El niño que nace para servir a la Iglesia extendiendo Asiento de la Sabiduría”. va descubriendo el universo; en el el Opus Dei, como fiel hijo de san rostro de su madre, lleno de amor: Josemaría. en esa sonrisa que le acoge, el nuevo Recemos para que haya muchas ser apenas venido al mundo descubre un familias que sean «hogares... luminosos reflejo de la bondad de Dios. y alegres... como fue el de la Sagrada En este día que el Santo Padre Francisco Familia»[9], en palabras de san Josemaría. dedica a la oración por la familia, nos unimos a Nuestra gratitud a Dios se alza por el don de la familia, las súplicas de toda la Iglesia por esa «communio reflejo del eterno amor trinitario, lugar donde cada uno dilectiónis», esa «comunión de amor», esa «escuela»[6] se sabe amado por sí mismo, tal como es. Ahora, damos del Evangelio que es la familia, como decía Pablo VI gracias también a todos los padres y madres de familia en Nazaret. La familia, con el «dinamismo interior y que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de profundo del amor»[7], tiene una gran «fecundidad los niños, de los ancianos, de los enfermos. espiritual»[8], abierta siempre a la vida, como enseñó Familias: el Señor os ama, el Señor se halla san Juan Pablo II, a quien el beato Álvaro estuvo unido presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de por una filial amistad. Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os Al dar gracias a don Álvaro, damos gracias a dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios sus padres que le han acogido y educado, que han en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros preparado en él un corazón sencillo y generoso para hogares a ir adelante en un contexto social muchas recibir el amor de Dios, y responder a su llamada. Así veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de fue don Álvaro: un hombre cuya sonrisa bendecía a testimonio y de evangelización es necesario para el

Piedad

“Este es el mensaje que nos entrega hoy el beato Álvaro del Portillo, (..). Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde”. Trazos | 12

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mundo entero. Acordaos de que, como dijo el querido Benedicto XVI, «la fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor»[10]. 3. «Sed agradecidos», nos exhorta san Pablo (Col 3, 15). El beato Álvaro, pensando en lo que debía a san Josemaría, afirmaba que «la mejor muestra de agradecimiento consiste en hacer buen uso de los dones recibidos»[11]. En su predicación, en tertulias, en encuentros personales, en todas partes, nunca dejaba de hablar de apostolado y de evangelización. Para permanecer en ese amor de Dios que hemos recibido, debemos compartirlo con los demás; la bondad de Dios tiende a difundirse. El Papa Francisco decía que «en la oración, el Señor nos hace sentir este amor, pero también a través de numerosos signos que podemos leer en nuestra vida, a través de numerosas personas que pone en nuestro camino»[12]. «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido» (Jn 15, 16). Después de haber insistido el Señor en que la iniciativa es siempre suya, en la primacía de su amor, nos envía a difundir su Amor a todas las criaturas: «Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca» (ibid). Permanecer en el Señor es necesario para dar un fruto que a su vez eche raíces profundas. Jesús lo acaba de decir a sus discípulos: «Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí» (Jn 15, 4).

La estupenda muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro. Os invito, hermanas y hermanos, a estar, a desenvolveros en el amor del Señor: en la oración, en la Misa y la Comunión frecuente, en la confesión sacramental, para que, con esa fuerza de la predilección divina, sepamos transmitir lo que hemos recibido, y llevarlo a cabo mediante un auténtico apostolado de amistad y confidencia. En la carta que me escribió el querido Papa Francisco con ocasión de la beatificación de ayer, nos decía que «no podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás»[13]; y añadía que el beato Álvaro «nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir para anunciar el Evangelio», y también que «nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad»[14]. En este camino, con muchos ángeles, nos acompaña la Santísima Virgen. María es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa y Templo de Dios Espíritu Santo. Es Madre de Dios y Madre nuestra, la Reina de la familia, la Reina de los apóstoles. Que Ella nos ayude, como lo hizo con el beato Álvaro, a seguir la invitación del Sucesor de Pedro: «Dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea Él quien guíe nuestra vida»[15], como tantas veces san Josemaría pidió a la Virgen de la Almudena, muy querida y venerada en esta Archidiócesis. Así sea.

[1]

San Josemaría, Forja, n. 270.

[2]

Beato Álvaro del Portillo, Carta a san Josemaría, Olot, 13-VII-1939.

[3]

Beato Álvaro del Portillo, Carta pastoral, 30-IX-1975, n. 26.

[4]

Cfr. beato Álvaro del Portillo, Carta pastoral con ocasión de las Bodas de Oro de la fundación del Opus Dei, 24-IX-1978, n.51

[5]

Virgilio, Égloga IV, 60.

[6]

Venerable Pablo VI, Alocución en Nazaret, 5-I-1964.

[7]

San Juan Pablo II, Exhort. apost postsinodal Familiaris consortio, 22-XI-1981, n. 41.

[8]

Ibid.

[9]

San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 22.

[10]

Benedicto XVI, Homilía en Fátima, 12-V-2010.

[11]

Beato Álvaro del Portillo, Carta pastoral, 1-VII-1985.

[12]

Papa Francisco, Discurso, 6-VII-2013.

[13]

Papa Francisco, Carta a Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, con ocasión de la beatificación de Álvaro del Portillo, 26-VI-2014, fiesta litúrgica de san Josemaría.

[14] Ibid. [15]

Ibid.

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Beato Álvaro del Portillo

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Más de 100.000 personas asistieron a la ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, que se celebró en Madrid en un acto al que acudieron representaciones oficiales de numerosos países. La ceremonia estuvo oficiada por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, Monseñor Angelo Amato, a quien acompañó el prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, y el obispo emérito de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela.

Trazos ABC de Madrid. 01/10/2014

El Papa pide que el ejemplo del nuevo beato Álvaro del Portillo extienda «la santidad en la vida ordinaria» Juan Vicente Boo / Corresponsal en el Vaticano

En su segunda invocación al beato Álvaro del Portillo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco pidió que su ejemplo «ayude a responder con generosidad al llamado de Dios a la santidad y al apostolado en la vida diaria, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera». Ante más de setenta mil fieles que participaban en la audiencia general del miércoles, el Papa manifestó su «alegría» por saludar «al prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, así como a tantos fieles de la Prelatura aquí presentes para dar gracias a Dios por la beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo». Se trataba de varios millares de personas -sobre todo de América, África y Asia- que, después de haber participado en la ceremonia del pasado domingo en Madrid, continuaron viaje a Roma para ver también al Santo Padre. El Papa se sorprendió del entusiasmo de los peregrinos y, viendo las banderas, comento muy satisfecho: «¡Venís de tantos países!». Al final de la audiencia felicitó de nuevo personalmente al prelado del Opus Dei, visiblemente emocionado por el encuentro y agradecido por la larga carta que el Papa le envió y que fue leída en la ceremonia de beatificación en Madrid.

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Imagenes. Suplemento del Diario La Opinión de Cúcuta. 10/2014 Monseñor Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei de 1975 a 1994, nació en Madrid (España) en 1914, tercero de ocho hermanos, en una familia cristiana. Era ingeniero de Caminos y doctor en Filosofía y en Derecho Canónico. Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII lo nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio (1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue presidente de la Comisión para el Laicado. Ya en el curso del Concilio (1962-65) fue secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano. Terminado este evento eclesial, Pablo VI lo nombró consultor de la comisión postconciliar sobrelos obispos y el Régimen de las Diócesis (1966). Fue también, durante muchos años, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Congregación del Clero, de la Congregación de las Causas de los Santos y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente unida a la del fundador del Opus Dei. Permaneció siempre a su lado hasta el mismo momento de su muerte, el 26 de junio de 1975, colaborando con san Josemaría en las tareas de evangelización y de gobierno pastoral. Lo acompañó en sus numerosos viajes a países de Europa y de América para disponer y orientar los diversos apostolados del Opus Dei. El 15 de septiembre de 1975, tras el fallecimiento del fundador, el venerable Álvaro del Portillo fue elegido para sucederlo al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando san Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, lo designó Prelado de la nueva prelatura. Ocho años después, el 7 de diciembre de 1990, lo nombró obispo y, el 6 de enero de 1991, le confirió la ordenación episcopal en la basílica de San Pedro. Mons. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. La víspera, el 22 de marzo, había celebrado su última misa en la iglesia del Cenáculo de Jerusalén. Tras su muerte, miles de personas han testimoniado el recuerdo de su bondad, el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior que su palabra comunicaba. Estuvo en Colombia, en Bogotá, Silvania y Medellín en mayo de 1983. El 5 de julio de 2013, el Papa Francisco ordena que se publique el Decreto de la Congregación de las Causas de los Santos por el que se declara que la curación de José Ignacio Ureta Wilson es un milagro obtenido a través de la intercesión del Venerable

Trazos Beatificación de monseñor Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei

Un nuevo intercesor en el cielo

Monseñor Álvaro del Portillo con Su Santidad Juan Pablo II.

Siervo de Dios Álvaro del Portillo. Posteriormente, la Santa Sede fija la fecha de la beatificación para el 27 de septiembre de 2014, en Madrid. Desde 1997, el postulador de la causa de canonización de Álvaro del Portillo fue Mons. Flavio Capucci, que falleció el 7 de agosto de 2013, pocos días después de que se reconociera un milagro atribuido a la intercesión del venerable Álvaro del Portillo. Le sucedió en el cargo de postulador el Rev. D. Javier Medina Bayo, autor del libro Álvaro del Portillo. Un hombre fiel, que ha hecho propias varias respuestas de Mons. Capucci y ha contestado a preguntas que se le formularon posteriormente. El Santo Padre aprobó un milagro atribuido a la intercesión de Mons. Álvaro del Portillo. ¿Podría decirnos en qué consiste? Consiste en la recuperación de un bebé chileno, con daños cerebrales y otras patologías que, tras sufrir un paro cardiaco de más de media hora y una hemorragia masiva, no solo continuó viviendo, sino que experimentó una mejoría de su estado general, hasta el grado de poder llevar la vida normal de

cualquier niño. Los hechos sucedieron el 2 de agosto de 2003. Sus padres rezaron con gran fe a través de la intercesión de Mons. Álvaro del Portillo y, cuando los médicos pensaban que el bebé estaba muerto, de modo totalmente inesperado, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, hasta alcanzar el ritmo de 130 pulsaciones por minuto. Quizá lo más sorprendente del caso es que, a pesar de la gravedad del cuadro clínico, el niño hoy, diez años después, desarrolla su vida con absoluta normalidad. ¿Por qué Mons. Álvaro del Portillo es candidato a la beatificación? ¿Qué ha hecho? Su vida se nos presenta como un sí constante a los requerimientos del Señor. Mons. del Portillo se ha entregado heroicamente al servicio de la Iglesia y de las almas, fiel al ejemplo de san Josemaría Escrivá. Ha acercado a Dios a muchas personas. Para abrir una causa de canonización, el elemento determinante es la existencia de una sólida fama de santidad, espontánea y difundida entre una parte significativa del pueblo de Dios. Se dio inicio a la causa de Mons. del Portillo porque, desde el día de su

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Trazos muerte, había demostraciones evidentes de esta fama. enriquecer de modo singular con su competencia y Mucha gente en todo el mundo estaba convencida de experiencia”. que era una persona santa e invocaba su intercesión con el objeto de obtener favores del Cielo. La función ¿La devoción a Mons. Álvaro del Portillo de la causa es verificar si esa fama de santidad tiene un se vive solo en el Opus Dei? fundamento real. El decreto sobre las virtudes heroicas No, su fama de santidad es un verdadero promulgado por la Congregación para las Causas de los fenómeno eclesial. Hasta 2012 nos habían llegado Santos el 28 de junio de 2012 nos dice que la Iglesia ha 12.000 relaciones firmadas de favores obtenidos por llegado a un juicio positivo sobre su santidad de vida. su intercesión, muchas veces de países en los que Además de su personal empeño de santidad, el Opus Dei ni siquiera está presente. Actualmente hay que considerar también el impulso decisivo que son ya 13.300 relaciones. Se trata de una cifra dio a la creación de instituciones destinadas al bien enorme, sobre todo si se tiene en cuenta que, de del prójimo, como por ejemplo el Hospital Monkole, entre las personas que reciben favores, solo unas en Kinshasa, el hospital de la Niger Foundation en pocas se deciden a ponerlos por escrito y enviarlos al Enugu (Nigeria), la Universidad Campus Biomédico, postulador de la causa. en Roma, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz El boletín sobre su causa de canonización ha y el Colegio Eclesiástico Internacional Sedes alcanzado los cinco millones de ejemplares; las Sapientiae, también en Roma, donde miles estampas para la devoción privada que se de seminaristas y sacerdotes reciben han impreso en todo el mundo suman una cuidada formación doctrinal y diez millones. Sin duda se puede decir espiritual. que Mons. del Portillo es un don de la ¿Cuál es su principal Iglesia y para la Iglesia. mensaje? En las enseñanzas de Álvaro del Portillo encontramos ¿Nos puede facilitar algunos datos acentos específicamente sobre el proceso que concluyó con la “No despreciarás, oh Dios, un corazón doctrinales, como el papel de los declaración de virtudes heroicas? contrito y humillado”. laicos en la Iglesia, los fundamentos ¿Quiénes han sido los testigos? del ministerio sacerdotal o la unidad De acuerdo con las normas de con el Sumo Pontífice y la jerarquía. la Iglesia, puedo comunicar los datos Pero yo subrayaría, como característica que son públicos. Hubo dos procesos general de su figura, la virtud de la fidelidad: paralelos. Uno se desarrolló ante el tribunal fue un ejemplo de fidelidad a la Iglesia (primero de la Prelatura del Opus Dei, pues el prelado fue como ingeniero, luego como sacerdote, finalmente reconocido como el obispo competente en esta causa. Sin como obispo), de fidelidad a los Papas con los que embargo, como su nombre figuraba en el elenco de los estuvo en contacto, de fidelidad a la vocación y, en fin, testigos, consideró preferible no ser interrogado por su de fidelidad al fundador del Opus Dei. La fidelidad es propio tribunal, sino por un tribunal externo, con el fin una virtud creativa, que exige una continua renovación de garantizar más escrupulosamente la neutralidad en la interior y exterior. No consiste solo en “conservar”, instrucción del proceso. En consecuencia, pidió al Cardenal sino en extraer siempre nuevas virtualidades del tesoro Vicario de Roma que encargara al tribunal del Vicariato la recibido. La fidelidad es la otra cara de la moneda tarea de interrogar a los principales colaboradores de Mons. de la felicidad. Y Álvaro del Portillo fue un hombre del Portillo en el gobierno del Opus Dei, y entre ellos a él verdaderamente feliz. mismo, así como a varios eclesiásticos residentes en Roma. A su muerte, san Juan Pablo II quiso recordar Además, dado el elevado número de testigos que viven lejos “su celosa vida sacerdotal y episcopal, el ejemplo de Roma, se celebraron otros ocho procesos en régimen de que siempre dio de fortaleza y de confianza en la comisión rogatoria en Madrid, Pamplona, Fátima-Leiria, providencia divina y su fidelidad a la sede de Pedro”. Montréal, Washington, Varsovia, Quito y Sidney. El entonces cardenal Ratzinger evocó “la modestia En total se interrogó a 133 testigos (todos de visu, y la disponibilidad en cualquier circunstancia” que salvo dos que contaron dos milagros atribuidos al Siervo caracterizaron el servicio prestado por Mons. del de Dios). Entre ellos hay 19 cardenales y 12 obispos o Portillo durante tantos años en la Congregación para arzobispos. 62 testigos pertenecen a la Prelatura; los que no la Doctrina de la Fe, “institución que contribuyó a pertenecen son 71.

Fidelidad

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Trazos www.caracol.com.co 27/09/2014

Más de 100.000 personas asisten a la beatificación de Álvaro del Portillo Madrid, 27 sep (EFE).- Más de 100.000 personas asisten hoy a la ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, que se celebra en Madrid en un acto al que acuden representaciones oficiales de numerosos países. La ceremonia estará oficiada por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, Angelo Amato, a quien acompañará el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, y el obispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Ademas, unos 1.200 de sacerdotes impartirán los sacramentos del perdón y de la comunión y también

concelebrarán más de 150 obispos de todo el mundo y 17 cardenales. Fieles de 80 países han acudido en Madrid a la beatificación de Álvaro del Portillo, sucesor de Josemaría Escrivá de Balaguer al frente del Opus Dei, y muchos de ellos han llegado en alguno de los 1.600 autobuses acreditados por la organización. Cerca de 40.000 jóvenes, miles de familias y 3.500 voluntarios se reúnen esta mañana en el madrileño barrio de Valdebebas para la ceremonia de beatificación. La representación oficial española la encabezan los ministros de Economía, Luis de Guindos, y del Interior, Jorge

Fernández Díaz, y se espera la presencia del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce; la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina; o el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa. Han confirmado asimismo su presencia el embajador de Colombia, Fernando Carrillo; de Polonia, Tomasz Arabski; El Salvador, José Atilio Benítez; y de la Misión Diplomática de Palestina, Musa Amer Odeh. Países como Argentina, Australia, Costa de Marfil, Filipinas, Guatemala, Honduras, Irlanda, Kenia, México, Nigeria, Panamá, Uruguay y la República Democrática del Congo han enviado también una representación oficial a esta ceremonia.

El Colombiano. 28/09/2014 FOTO OPINIÓN

COnfesiones al aire libre en madrid en vísperas de la misa por la Beatificación de Álvaro del Portillo, antiguo líder del Opus Dei, en una demostración de la viGencia del grupo laico católico.

Foto AFP

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Trazos Revista Iglesia sin Fronteras. 10/2014

Beato Álvaro del Portillo

Monseñor Álvaro del Portillo nació en Madrid (España) el 11 de marzo de 1914, tercero de ocho hermanos, en una familia cristiana. Era Doctor Ingeniero de Caminos y Doctor en Filosofía y en Derecho Canónico. En 1935 se incorporó al Opus Dei, fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer el 2 de octubre de 1928. Muy pronto se convirtió en la ayuda más firme de San Josemaría, y permaneció a su lado durante casi cuarenta años, como su colaborador más próximo. El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote. Desde entonces se dedicó enteramente al ministerio pastoral, en servicio de los miembros del Opus Dei y de todas las almas. En 1946 fijó su residencia en Roma, junto a San Josemaría. Su servicio infatigable a la Iglesia se manifestó, además, en la dedicación a los encargos que le confirió la Santa Sede como consultor de varios Dicasterios de la Curia Romana y, especialmente, mediante su activa participación en los trabajos del Concilio Vaticano II. Primer sucesor de San Josemaría El 15 de septiembre de 1975 fue elegido primer sucesor de San Josemaría. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura Personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal. Su entrega al cumplimiento de la misión recibida, siguiendo las enseñanzas de San Josemaría, hundía sus raíces en un hondo sentido de la filiación divina, fruto de la acción del Espíritu Santo, que le llevaba a buscar la identificación con Cristo en un abandono confiado a la voluntad de Dios Padre, constantemente alimentado por la oración, la Eucaristía y una tierna devoción a la Santísima Virgen. Su amor a la Iglesia se manifestaba por su profunda comunión con el Papa y los Obispos. Su caridad con todos, la solicitud infatigable por sus hijas e hijos en el Opus Dei, la humildad, la prudencia y la fortaleza, la alegría y la sencillez, el olvido de sí y el ardiente afán de ganar almas para Cristo, reflejado también en el lema episcopal –regnare Christum volumus!–, junto con la bondad, la serenidad y el buen humor que irradiaba su persona, son rasgos que componen el retrato de su alma. En la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, donde había seguido con intensa piedad los pasos terrenos de Jesús, desde Nazaret al Santo Sepulcro, el Señor llamó a Sí a este siervo suyo bueno y fiel. La mañana precedente había celebrado su última Misa en el Cenáculo de Jerusalén. Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, dijo a la revista Palabra de España sobre la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo: “Su beatificación nos recuerda −y aquí reside el significado de este acto de la Iglesia− que la santidad es efectivamente asequible a todos los bautizados, si corresponden con total generosidad a la vocación cristiana. Esta llamada impulsa a la identificación con Cristo, cada uno en las circunstancias propias de su estado y condición…”.

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Monseñor Álvaro del Portillo, quien fuera prelado del Opus Dei y sucesor de San Josemaría Escrivá al frente de la prelatura, fue beatificado en Madrid el pasado 27 de septiembre.

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Trazos RS, Responsabilidad Sostenibilidad. 10/2014

Encuentro Internacional Álvaro del Portillo

40 Iniciativas contra la Pobreza

El pasado 25 de septiembre del 2014 en Madrid, España, se realizó el ‘Encuentro Internacional Álvaro del Portillo, 40 Iniciativas contra la Pobreza’, organizado por la Fundación Promoción Social de la Cultura, cuyo objetivo fue el de analizar la planeación, desarrollo e impactos positivos generados por los proyectos de índole social y educativa que dirigió Álvaro del Portillo en vida, y que siguen en curso aún después de su fallecimiento en 1994.

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Del Portillo, Obispo, quien fue beatificado en Valdebebas, Madrid, dos días después del encuentro, en una ceremonia presidida por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, fue una persona que dedicó su vida entera al servicio de los demás, enfatizando en los temas sociales que generaran la mayor inclusión posible y propendieran hacia el bienestar de los más necesitados a nivel mundial. Al evento conmemorativo de las iniciativas sociales del beato, quien el 15 de septiembre de 1975 fue elegido primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer, el 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura Personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal, asistieron ponentes como Angela Reckart, Voluntaria de Rosedale Center for Girls en Estados Unidos; Celine Tendobi, Médico Especialista del Centre Hospitalier Monkole en la República democrática del Congo; Alfredo Velásquez,

Trazos Director de la Corporación Monte Verde en Colombia, y Armand Simeon L. Millan III, Director del Departamento de Desarrollo de CITE Technical Institute Inc. en Filipinas, entre otros. También hicieron presencia personas beneficiarias con el fin de dar su testimonio en relación con los proyectos que los han impactado de manera positiva, a nivel personal y colectivo. Dentro de estos asistentes estuvieron Edin Roberto, Estudiante de Ingeniería que recibió una beca para estudiar en Kinal, Guatemala; Ignacio, Voluntario de ONAY España en Monkole, y Máxima, Licenciada del Bachillerato para Adultos en el Instituto Técnico CEFIM en Bolivia, entre otros. A lo largo del evento se trataron cinco ejes centrales, que fueron la Génesis de las Iniciativas Sociales: Las iniciativas sociales en el norte, las iniciativas sociales en el campo de la salud, las iniciativas sociales para la promoción de los derechos humanos y las iniciativas sociales para la lucha contra la pobreza.

El encuentro concluyó con la presentación del Documental “A trabajar por los demás, con Álvaro del Portillo”, cuya producción estuvo a cargo de Guillermo Canova. Algunas de las iniciativas generadas o apoyadas por Álvaro del Portillo: Centre Hospitalier Monkole en Kinshasa, República Democrática del Congo Surge en 1989 durante una visita de Monseñor del Portillo a esta nación, en la que el beato propuso la creación de una institución de salud, que hoy cuenta con consultas especializadas y hospitalización. Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa, Pamplona, España Es un seminario internacional a cargo de la Prelatura del Opus Dei, creado por el Vaticano en respuesta a la solicitud de Álvaro del Portillo. Colegio Lamatepec, San Salvador, El Salvador Se crea en 1981 y durante sus primeros años Monseñor Álvaro del Portillo siguió atentamente su evolución, debido a la crisis que enfrentaba el país como consecuencia de la guerra civil que acaecía. Centro Educacional e Assistencial Profissionalizante Pedreira (CEAP), San Pablo, Brasil Surge del ideal social de varios profesionales, profesores y estudiantes, de crear un centro educativo para solventar las necesidades académicas de un sector vulnerable, como el barrio Pedreira, situado a 30 kilómetros del centro de la ciudad.

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Trazos www.wradio.com.co 01/10/2014

El papa saludó a fieles del Opus Dei que acuden a venerar a beato Del Portillo Ciudad del Vaticano, 1 oct.- El papa Francisco saludó hoy durante la audiencia habitual de los miércoles a los fieles de la prelatura del Opus Dei que han llegado a Roma para agradecer la beatificación de Álvaro del Portillo y venerar sus restos mortales. Durante los mensajes en español, Francisco saludó al prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, presente en la Plaza de San Pedro durante la audiencia general, así como a los fieles que han llegado a Roma para “dar gracias a Dios por la beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo”. Francisco pidió que “la intercesión y el ejemplo del nuevo beato les ayude a responder con generosidad al llamado de Dios a la santidad y al apostolado en la vida ordinaria, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera”. A los fieles italianos de la Prelatura también les instó a que, inspirados en el beato, “persigan la meta de la santidad en su vida con fidelidad a Cristo y al Evangelio”. El pasado domingo durante el rezo del Angelus el papa argentino pidió que el “ejemplar testimonio cristiano y sacerdotal” de Del Portillo suscitase “en muchos el deseo de unirse cada vez más a Jesús y al Evangelio”. El pontífice también envió una carta al prelado del Opus Dei, que se leyó durante la ceremonia de beatificación, y en la que destacó cómo Del Portillo recorrió muchos países “fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos”. Hasta mañana, los fieles que lleguen a Roma podrán acudir a la basílica de San Eugenio, donde han sido colocados provisionalmente los restos mortales del nuevo beato, para facilitar la afluencia de fieles. Los restos mortales se encuentran en la cripta de la iglesia de Santa María de la Paz en Roma, la ciudad donde Del Portillo vivió desde 1946 hasta su fallecimiento en 1994.

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El Pilón de Valledupar. 15/10/2014

Un hombre bueno, fiel y servidor La fama de hombre bueno, fiel y servidor del beato Álvaro del Portillo es patrimonio espiritual y apreciadísimo del Opus Dei, dentro de cuya prelatura amó y sirvió tanto a la iglesia, y rogó porque siempre fuese amada por todos sus hijos. Rodrigo López Barros Escribo como testigo presencial – acompañado por algunos familiares– de los actos ceremoniales religiosos dentro de los cuales el Papa Francisco proclamó beato de la Iglesia católica al obispo madrileño Álvaro del Portillo, quien fuera fidelísimo sucesor de San Josemaría Escrivá, fundador de la Prelatura personal del Opus Dei. Por tanto, ya sabemos que su nombre está inscrito en el cielo, lo cual es creído por las gentes sencillas y piadosas, dichosas porque ven lo que muchos no ven. A la fecha que hace de título ocurrieron los actos que tuvieron lugar en la ciudad de Madrid, España, en la amplia explanada llamada Valdebebas, antiguas barracas norteñas de las afueras de la ciudad en las que, en un pasado ya lejano, vivieron gentes muy pobres y, hoy día, por lo contrario, se proyectan y edifican hermosas urbanizaciones, próximas al flamante Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez, Barajas. El sitio seleccionado seguramente encuentra su fundamento –pienso–, porque allí tuvo inicio, entre otros blancos, el apostolado evangélico y de socorro a los miserables y desposeídos de toda fortuna material, flagelados por las más diversas enfermedades físicas y psíquicas, por parte del entonces jóven sacerdote español, ya elevado a los altares, Josemaría Escrivá de Balaguer. En su trabajo apostólico, hacia finales de los años 20 y siguientes del siglo XX, precisamente

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era secundado por el laico –y un puñado de jóvenes más– ingeniero de caminos Álvaro del Portillo. Eran como los primerizos del Opus Dei, cuya estructura jurídica-canónica no estaba más que en la cabeza y el corazón del fundador. Parafraseando al Papa Francisco, podemos decir que estaban “primeriando”. Y cuántos los imitan hoy día, miles de miles en el mundo entero. Lo que allí comenzó como un grano de mostaza, hoy es un robustísimo arbol de dimensiones universales. A los actos celebrativos asistieron unas trescientas mil personas, llegadas de las más lejanas naciones del mundo. La grandiosa asamblea estuvo presidida por el cardenal Ángelo Amato, delegado especial del Papa Francisco, quien leyó una sentida carta del Papa dirigida al actual prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, en la que con afecto pone de presente las virtudes heroicas vividas en la tierra por el nuevo beato, que si bien cultivadas dentro del espíritu del Opus Dei –santificación del trabajo y de todas las realidades humanas–, lo son de toda la iglesia y ejemplo de todo hombre de buena voluntad.

Igualmente, el señor cardenal se ocupó en su homilía de la personalidad heroica, esclarecida y humilde del beato. Monseñor Echevarría agradeció al Papa y al cardenal sus múltiples deferencias con motivo de los actos consagratorios. Y los tres pastores eclesiásticos propusieron a la cristiandad y al mundo el ejemplo de santidad y servicio de quien santificó su vida, y ayudó a santificar la de miles, en las actividades ordinarias de cada día, primero como ingeniero civil y luego como sacerdote de Dios. Su fama de hombre bueno, fiel y servidor es patrimonio espiritual y apreciadísimo del Opus Dei, dentro de cuya prelatura amó y sirvió tanto a la iglesia, y rogó porque siempre fuese amada por todos sus hijos. De ahí que, al unísono, los tres personajes mencionados propusieran a los fieles la jaculatoria de lucha espiritual del beato, dirigida al Padre Creador: “Gracias, perdón, ayúdame más”. [email protected]

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21 de octubre: Misa de Acción de Gracias por la Beatificación Publicamos la Homilía pronunciada el 21 de octubre de 2014, por Monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo, Arzobispo de Manizales, en la Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de Mons. Álvaro del Portillo Tomado de www.opusdei.org

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Trazos El beato Álvaro del Portillo nos reveló el secreto del Opus Dei, aquello que Dios le mostró a san Josemaría para que nos diese luces a nosotros: en cualquier lugar, trabajo u ocupación: que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo. Queridos hermanos: Estamos reunidos para celebrar la Santa Misa en acción de gracias por la Beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo, Obispo y Prelado del Opus Dei. En la carta del Papa Francisco con este motivo, nos decía que debemos buscar en todo momento enamorarnos de Dios (ser santos) y llevar a Dios a todos, allí donde ellos estén. En el Evangelio de hoy vemos que precisamente Jesús nos dice: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Miremos que Jesús no afirma que hagamos las cosas como esclavos, sino que las hagamos como hijos. Francisco lo expresaba en la carta del día de la Beatificación de Álvaro del Portillo. Nos decía que en Madrid “tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló

definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida.” Es el camino que el nuevo beato nos propone, que Francisco nos revela y que yo les planteo y me planteo: que la santidad consiste en “enamorarse de Jesucristo”. Aprovechemos esta Santa Misa para pedir a Jesús que nos demos cuenta de esto y que actuemos en consecuencia: pidamos el descubrir que nuestra vida no consiste en hacer cosas imposibles, sino en buscar enamorarse de Cristo. De hecho, el beato Álvaro del Portillo nos reveló el secreto del Opus Dei, aquello que Dios le mostró a san Josemaría para que nos diese luces a nosotros: en cualquier lugar, trabajo u ocupación, que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo. (Palabras de San Josemaría) El Evangelio de hoy también nos recuerda que hemos sido llamados a ayudar a los demás a encontrar este camino de felicidad. Porque enamorarse de Cristo produce la única alegría que puede llenar el corazón del hombre y no es lógico que nos quedemos con ella para nosotros solos. Eso tenemos que hacer: “enamorarnos de Cristo y procurar que otros se enamoren de Él” (en esto consiste el apostolado). Su Santidad el Papa Francisco lo decía en su carta: “En

el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos”. El Nuncio Apostólico en Colombia, Mons. Ettore Ballestrero, explicaba en una homilía el 24 de marzo pasado, celebrando el centenario del nacimiento del beato Álvaro con personas de la Obra y sus amigos: “ustedes, fieles corrientes, se esfuerzan por buscar la santidad y ejercitar el apostolado “persona a persona” ―como le gusta decir al Santo Padre― en medio de esta ciudad y a favor de la nueva evangelización de esta sociedad concreta que nuestro Padre Dios nos ha encomendado”. Por eso concluía el Nuncio, siguiendo el decreto de la Santa Sede sobre las virtudes de don Álvaro, que “al promover este impulso evangelizador, buscó siempre que las actividades apostólicas de la Prelatura se ejerciesen al servicio de las diferentes Iglesias particulares”. Pidamos a Nuestra Señora del Rosario, patrona de esta Arquidiócesis y al nuevo beato que nosotros procuremos hacer estas dos ideas que el nuevo beato y el Opus Dei, que es una partecita de la Iglesia (como le gustaba decir a don Álvaro), nos proponen hoy: buscar a Cristo para enamorarnos de Él y procurar que otros también se enamoren de Él.

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Álvaro del Portillo, el otro santo que el Opus Dei aspira tener El obispo, beatificado en septiembre, fue el primer sucesor del fundador de la institución católica. Tomado de www.eltiempo.com 2/11/2014 ANDREA OSPINA DÍAZ Especial para EL TIEMPO

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Trazos Se le podría calificar como el beato de la fidelidad. Mientras estuvo a la cabeza del Opus Dei, institución de la Iglesia católica, esta se extendió a 20 nuevos países y nacieron iniciativas sociales sobre todo en América y África. Álvaro del Portillo fue el primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Quedó a cargo de la Obra de Dios desde el año 1975 hasta el año 1994, cuando murió tras visitar Tierra Santa. Quienes lo conocieron explican que desde muy niño tenía claro que la clave del cristianismo era la caridad. Era un hombre bondadoso y tenía un afán de concordia entre las gentes de unir y de saltar barreras. También estuvo convencido de que lo que Dios le pedía era ayudar al fundador del Opus Dei, y nunca le dijo que no, consciente de que así le decía que sí a Dios mismo. San Josemaría lo llamaba Saxum, que significa ‘roca’. Esta traducción del latín hace referencia a que constituía un apoyo firme para todo, que no lo había escogido él sino que se lo había puesto Dios, explicaba Escrivá. La época que le tocó vivir estuvo marcada por guerras. Primero en la España de los años treinta, un periodo en el que el país se caracterizaba por la preocupación y la desesperanza con dramáticos escenarios de guerra en Asturias y Cataluña. Posteriormente España vivió la guerra civil, de 1936 a 1939, y atravesó momentos difíciles con su familia cuando murió su padre. Por circunstancias de los tiempos, su madre y hermanos debieron huir precisamente por ser cristianos. Luego, después de

ser ordenado sacerdote, sobrevino la Segunda Guerra Mundial. Del Portillo se incorporó al Opus Dei en 1935. Esta institución católica había sido fundada siete años antes, y recibió de su creador todo el espíritu propio de este camino en la iglesia. Se dice que Álvaro del Portillo nunca anhelaba ser la cabeza de la Obra de Dios, pero su fidelidad no pasaba inadvertida y quienes estaban cerca de san Josemaría siempre le preguntaban cómo podían ser tan fieles como él. Durante su tiempo como prelado (la más alta dignidad en el Opus Dei), esta institución se extendió a 20 países. Así mismo dedicó mucho de su trabajo a dar impulso a las facultades eclesiásticas, a colegios y residencias sacerdotales en todo el mundo, buscando contribuir a la mejor formación del clero. Se mostró siempre muy preocupado por el papel del sacerdote en el mundo actual como lo evidencian estas palabras suyas de 1986: “El sacerdocio no es una carrera, sino una entrega generosa, plena, sin cálculos ni limitaciones para ser sembradores de paz y de alegría en el mundo, y para abrir las puertas del cielo a quienes se beneficien de ese servicio y ministerio”. En lo espiritual y en lo humano Ha sido descrito sobre todo como un hombre humilde y fiel al espíritu que le transmitió san Josemaría Escrivá por el papa Francisco y personalidades del momento. Por su parte, Juan Pablo II lo caracterizó como un hombre que fue un ejemplo de fortaleza y confianza en la providencia divina, así como un hijo muy fiel a la Iglesia. Según el monseñor Javier Echevarría, actual prelado del

Opus Dei, del Portillo era un hombre que comunicaba paz interior con sus palabras. Igualmente dice que su figura estuvo marcada siempre por un fuerte amor a Dios y a los demás, y por el fuerte deseo de cumplir siempre y en todo la voluntad divina con un gran celo apostólico. “No paséis nunca indiferentes ante el dolor”, repetía con frecuencia a sus hijos del Opus Dei en sus encuentros. En su corazón ocupaba un lugar preferente el más pobre, el necesitado el que está solo y enfermo. Esto se evidencia en el impulso que dio a numerosas iniciativas sociales que benefician a cientos de miles de personas en este momento en los cinco continentes. Ingeniero de caminos, canales y puertos Era un hombre que reaccionaba con mesura frente a las polémicas que surgieron contra el Opus Dei en la segunda mitad del siglo XX. Fue así como lo des-

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cribió la diputada en el parlamento italiano Ombretta Fumagalli Carulli. Nacido en Madrid el 11 de marzo de 1914, fue el tercero en una familia de ocho hermanos. Sus estudios lo convirtieron en doctor ingeniero de caminos, doctor en filosofía y en Derecho Canónico. Trabajó en diversas entidades estatales y desarrolló una amplia labor de evangelización entre sus compañeros de estudio y trabajo. En 1948 san Josemaría lo nombró el primer rector del recién fundado Collegio Romano della Santa Croce, centro internacional de formación, donde fue también fue profesor de teología moral hasta 1953. ¿Cómo era y qué hacía? Álvaro del Portillo heredó de su madre algunos de sus rasgos humanos, como la afabilidad y la delicadeza, la sonrisa que acompañaba sus decisiones, el

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acendrado espíritu de comprensión, su devoción por la virgen y el rezo del Santo Rosario, como narra una de las primeras biografías sobre él, escrita por Salvador Bernal. Pero, además, se parecía a su madre, una mujer mexicana, en su gusto por las comidas más picantes, como el chile chipotle mexicano. Gustaba también mucho de los plátanos, que mal llamaba ‘palátanos’ cuando era pequeño. A lo largo de su vida, para identificarse y amar más la cruz de Cristo, realizó prácticas penitenciales de la iglesia como el uso del cilicio y las disciplinas, pero sobre todo vivía ese espíritu penitencial mediante las pequeñas mortificaciones a lo largo del día. Así dejo de echar sal a los huevos, tomar fruta en vez de postre, tomaba vino solo de vez en cuando y no tomaba otras bebidas alcohólicas. Luchaba para no picar entre horas y comer me-

nos de lo que le gustaba más y más de lo que le gustaba menos… Para él, Dios era un padre amoroso y misericordioso. Amó mucho a su familia y, a pesar de tantos encargos que tuvo, siempre estuvo al pendiente de todos sus hermanos y sobrinos. Pilar del Portillo, una de sus sobrinas, cuenta que toda la formación cristiana que tiene se la debe a don Álvaro, que en su época de adolescencia le enviaba constantemente cartas animándola a crecer en su relación y trato con Dios. Su obra Fue ordenado sacerdote en 1944 junto con José María Hernández Garnica y José Luis Músquiz, los tres primeros sacerdotes del Opus Dei después del fundador. A partir de 1946, con su trabajo intelectual al lado de san Josemaría y su trabajo en la santa sede, realizó una honda reflexión acerca del papel y responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la

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Iglesia a través del trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. Durante su estancia en Roma, los papas desde Pío XII hasta Juan Pablo II lo llamaron a desempeñar numerosos encargos como miembro consultor de 13 organismos de la Santa Sede. Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII lo nombró consultor de la Sagrada congregación del Concilio. En las etapas previas al Vaticano II fue presidente de la Comisión para el laicado y en curso del concilio fue secretario de la disciplina del clero y del pueblo cristiano. Después, Pablo VI, beatificado también el 19 de octubre pasado, lo nombró consultor de la comisión posconciliar sobre los obispos y el régimen de las diócesis. Fue designado obispo por el mismo Juan Pablo II, el 7 de diciembre de 1990. Se desempeñó

como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Congregación del Clero, de la Congregación de las Causas de los Santos y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Para conocer más sobre el beato Álvaro del Portillo o acerca del Opus Dei, o encontrar textos de preparación espiritual puede ingresar al sitio www.opusdei.org Así fue la beatificación Cientos de jóvenes provenientes de países como Croacia, Hungría, Reino Unido, Nicaragua, Portugal, Brasil, España, Rusia, Nigeria y Colombia participaron del solemne acto de beatificación de Álvaro del Portillo, en Madrid, en septiembre pasado. Hubo 453 voluntarios ayudaron en el sitio del evento ritual. De ellos, 241 mujeres contribuyeron a la preparación de la ceremonia. Fue una verdadera cadena de voluntariado.

Un milagro divino obró en José Ignacio, un niño en Chile, quien vive ahora gracias a la intercesión del ahora beato Álvaro del Portillo. Según Monseñor Javier Cremades, organizador de la beatificación de don Álvaro del Portillo y de la Jornada mundial de la Juventud de Madrid en 2011, se esperaban mínimo 150.000 personas como asistentes; sin embargo, llegaron más de 200.000. También se previó la participación de 1.400 sacerdotes de todo el mundo, cifra que fue sobrepasada. El encuentro tuvo un carácter multicultural: se congregaron unos 2.000 chilenos, más de 1.000 colombianos y un sinnúmero de católicos llegaron de toda España. *Para conocer más sobre el beato Álvaro del Portillo o acerca del Opus Dei, o encontrar textos de preparación espiritual puede ingresar al sitio www. opusdei.org

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Un granito de arena para la construcción de Saxum En el Club Juvenil Timonel, ubicado en Medellín, Colombia, quisimos aportar nuestro granito de arena para la construcción de Saxum. Nuestros principales donantes son los jovenes que frecuentan las actividades formativas del Club. Nos entusiasmó mucho el proyecto y toda la información que está en la web www.saxum.org/lat Un día, comprando algunos artículos para la casa, vimos una pequeña alcancía roja con forma de caja fuerte y consideramos que sería la adecuada para recibir y conservar con seguridad las sumas de dinero que aspirábamos recoger. Quizás no serían cantidades enormes, pero sí donadas con gran generosidad por nuestros niños y jóvenes, producto de pequeños ahorros del dinero que les dan sus padres. Después decidimos sugerir una cifra de donación. Haciendo unos cálculos llegamos a la conclusión de que un (1) euro era una cantidad apropiada para colaborar con un buen ladrillo en Tierra Santa. A su vez, conseguimos unos ladrillos en miniatura para que todo el que contribuyera se llevara un ladrillito de recuerdo; así podrían coleccionarlos y mostrarlos a sus

amigos animándolos a unirse a este valioso proyecto. Poco a poco hemos ido llenando nuestra caja fuerte. Un día, un niño –que no estaba en el Club– estaba tratando de explicarle a otro sobre Saxum, y me preguntó por WhatsApp: «¿Cierto que el dinero que se pone en la alcancía es para construir “un Timonel” en Tierra Santa?» Me quedé pensativo unos segundos y respondí: «Sí», considerando que el niño, hacía referencia –en sentido amplio– a la labor formativa que se realiza en este Club y que, con mucha semejanza, se realizará en Saxum, enseñando en los lugares donde estuvo Jesús a hacer vida el Evangelio, imitando a Nuestro Señor en medio la vida ordinaria del estudio y del trabajo. Todos los muchachos que han donado tienen la ilusión de visitar Saxum cuando esté listo para acogernos… ¡Estamos seguros que cumplirán ese sueño que han ayudado a construir!

En 1994, El beato Álvaro del Portillo, el más estrecho colaborador de San Josemaría y su primer sucesor, hizo la peregrinación a Tierra Santa en acción de gracias. El 23 de marzo de 1994, tan sólo unas pocas horas después de haber regresado a Roma desde su peregrinación, Dios llamó a Mons. Álvaro del Portillo a su presencia. Había celebrado su última Misa en la tierra en la Iglesia del Cenáculo (ad Coenaculum) en Jerusalén. En 1994 año del fallecimiento y del viaje del beato Álvaro del Portillo a Tierra Santa, inspirados por el deseo de San Josemaría y en memoria de Mons. Álvaro del Portillo, fieles del Opus Dei, junto con algunos cooperadores y amigos, comenzaron la búsqueda y planificación de la futura Casa de Retiros y del Centro de Recursos Multimedia en la Tierra Santa. En 1939 San Josemaría había comenzado a llamar a Mons. Álvaro del Portillo Saxum —roca en latín— por su fidelidad y fortaleza. Al dar este nombre a la Casa de Retiros, los promotores desean manifestar su agradecimiento a Mons. Álvaro del Portillo por su vida de servicio a la Iglesia. Desde Quiriat-Yearim (que significa “la aldea del bosque”) la vista desde Saxum hacia el oeste se abre sobre un valle lleno de olivos y el Mar Mediterráneo en el horizonte, creando un ambiente que invita a la oración y meditación. Saxum, localizado a sólo 18 kms de Jerusalén, brindará a los huéspedes y peregrinos un fácil acceso a los principales lugares santos en Jerusalén y sus alrededores. Más información www.saxum.org

Tomado de www.opusdei.org

Oficina de Información de la Prelatura del Opus Dei en Colombia. Carrera 18 No. 88-17 • Oficina 205, Bogotá • Teléfonos 621 3612 - 691 40 75 E-mail: [email protected] - www.opusdei.org.co Trazos | 32