LUGARES VACÍOS

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EN LA TRASTIENDA

L Mirando al Sur. Rumbo

a Puerto Madryn viajan en estos ddos obras presentadas en arteBA ‘09: la que realizó Clorindo Testa para el Ecocentro con residuos y neumáticos viejos, para llamar la atención sobre el problema de la basura en el mar, y la enorme ballena de cartón que realizó Rosario Zorraquín para el Premio arteBA-Petrobras. En la misma ciudad se exhibe

ARTE | MUESTRAS

LUGARES VACÍOS En dos exposiciones paralelas, Jorge Miño presenta imágenes ambiguas de ambientes desiertos que transmiten un profundo silencio y de estructuras arquitectónicas que se revelan como composiciones abstractas

Facundo Gómez Minujín y Alfonso Prat-Gay, con la creación de Testa

JORGE MIÑO. Sin título, de la serie Puesta en escena (2009)

POR DELFINA HELGUERA Para La Nacion - Buenos Aires, 2009

la muestra itinerante del Premio Nacional de Pintura Banco Central 2008, con obras de Silvana Lacarra y Juan Astica, entre otros. L De exportación. El Museo

de Arte de Lima (MALI) compró en arteBA cinco fotografías de la serie El Siluetazo, de Eduardo Gil, que documentan la acción artístico-política que se realizó en Buenos Aires en septiembre de 1983. Y Gabriel Pérez Barreiro, director de la venezolana Colección Patricia Phelps de Cisneros, le sacó fotos a dos obras de Sebastián Gordín, ganador del Premio arteBA-Petrobras ‘04. L Con honores. Decenas de

personas colmaron en la feria el stand dedicado al artista Carlos Gallardo, fallecido hace pocos meses, para rendirle un merecido homenaje. La fundación arteBA también reconoció a Nelly Craveri con el Premio x arteBA, por la donación que realizó en 2008 al Museo Nacional de Bellas Artes, y el Hotel Panamericano premió a Carlos Herrera, artista y director del museo Castagnino + Macro de Rosario.

24 | adn | Sábado 6 de junio de 2009

E

l arquitecto Frank Lloyd Wright, al concebir el edificio del museo Guggenheim, pensó en una espiral ascendente, como un camino esforzado para el espectador. Y esforzada es la escalera infinita de la galería Ernesto Catena que asoma desde la puerta en la calle Honduras, aunque el ascenso tiene su recompensa: la muestra del fotógrafo Jorge Miño, que también tiene que ver con espacios arquitectónicos. Miño es un artista que utiliza la fotografía como medio de expresión, o sea que construye una imagen a través de la lente y trabaja con los instrumentos que le brinda la tecnología. Sus fotos suelen ser vastas e inmensamente atractivas, porque se acercan a lo pictórico. En esta muestra, sus imágenes exploran dos tipos de espacios que se contraponen: los aeropuertos y los salones de embajadas. En ellos no hay nadie, sólo lugares vacíos. La arquitectura de los aeropuertos con el acero y las líneas netas y, por otro lado, el barroco de los salones, las alfombras, los cortinados y los adornos. En todos, el silencio. “Quiero que la gente descubra que hay otras posibilidades en la foto, que tenga una lectura personal”, dice el artista. El espectador se siente invitado a investigar, a detenerse en cada una porque los lugares le parecen familiares, pero hay ciertos elementos que lo descolocan. Los mostradores, las escaleras mecánicas, los claroscuros de los livings nos invitan a imaginar los ruidos, los que sucede en esos sitios públi-

adnMIÑO Nació en Corrientes en 1973 y pronto se afincó en Buenos Aires. Se formó en el taller de Ahuva Szlimowicz, y en fotografía con Alejandro Kuropatwa, Martin Weber, Alberto Godenstein, Fabiana Barreda y Nacho Iasparra. Comenzó a exponer en 2004 en la fotogalería del Centro Cultural Ricardo Rojas y desde entonces participó de premios y exposiciones colectivas e individuales

cos donde se cruzan personajes. El contrapunto entre lo mullido y lo duro, lo general y lo particular, lo íntimo y lo multitudinario es donde Miño se siente cómodo. Para marcarnos la diferencia experimenta sobre las imágenes sacando referencias, velando, cambiando la luz, jugando a ser un fotógrafo alquímico como lo fueron Man Ray y sus huestes modernistas. Antes captó instantes en iglesias, estaciones de trenes, salones del Correo; siempre

buscando líneas, directrices. Ahora, Miño nos regala estas imágenes ambiguas en donde cada uno puede imaginar, como dice el título, diferentes futuros. En la sala contigua expone Christian Bordes (Buenos Aires, 1972), invitado por Miño. Sus fotos son también interiores vacíos de gente, aunque se adivina la huella de sus moradores. Sillones, salitas, comedores destinados a la intimidad, tomados por un ojo obsesivo que registra hasta el último detalle. Miño no abandona sus orígenes como pintor y dibujante. Tiene una serie de fotos, Consecuencia de puntos, que simulan ser dibujos en los que busca reducir los objetos a líneas, y los diferentes grises son como trazos de grafito. Las superficies dejan de ser lisas y relucientes porque los papeles en los que copia la toma son de algodón. En la misma línea que estos trabajos, anteayer presentó en el Museo de Arquitectura (Marq) Formas propias, otra serie de fotos con imágenes de edificios en remodelación de distintas ciudades del mundo, como Buenos Aires y Roma, en los que las estructuras de andamios, caños y paneles se revelan como composiciones abstractas, “un conjunto de elementos en cuyo equilibrio interior se sostiene todo en unidad”. © LA NACION

FICHA. Diferentes futuros, de Jorge Miño, en Ernesto Catena Fotografía Contemporánea (Honduras 4882, 1er piso), hasta el 4 de julio. Y Formas propias, en el Marq (Av. del Libertador 999), hasta el 28 de junio.