Lucila Gandolfo, rara avis de la escena porteña

24 jun. 2014 - rio:Camila Castro.coreografía:Omar Saravia.arreglos musicales y .... media musical en el Boston Con- ...
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espectáculos | 3

| Martes 24 de junio de 2014

Gustavo Pardi y Maia Francia

teatro “Vivo de lo que amo”, dice la actriz

Un momento de pura felicidad

martín felipe/afv

Lucila Gandolfo, rara avis de la escena porteña teatro. Actualmente, esta personal intérprete tiene dos obras en

cartel que llevan la firma del director y autor Gonzalo Demaría

como les guste. ★★★★ autor:

muy buena. versión y dirección: Jorge Azurmendi.

William Shakespeare. intérpretes: Maia Francia, Gustavo Pardi, Ana

María Castel, Florencia Otero, Mariano Mazzei, Julián Pucheta, Livia Ferrán, Anahí Gadda, Ariel Pérez de María, Daniel Toppino, Mike Zubi, Francisco Donovan, Divina Gloria, Ignacio De Santis. diseño espacial: Pablo Calmet. vestuario: Camila Castro. coreografía: Omar Saravia. arreglos musicales y guitarra:

Yago Escriva. violín: Ernestina Invenenato. sala: La Comedia, Rodríguez Peña 1062. funciones: miércoles, a las 21. duración: 110 minutos.

Laura Ventura PARA LA NACiON

Hay una elegancia natural en cada movimiento y palabra que pronuncia Lucila Gandolfo. Hay en ella también una dulzura y espontaneidad que oculta de modo magistral en los personajes que compone los fines de semana en el díptico creado por Gonzalo Demaría, integrado por La ogresa de Barracas y La maestra serial. No es sólo una gran intérprete, es también una cantante fabulosa y además la dueña de una dicción perfecta, rara avis en estos tiempos que corren. El poder del “boca en boca” fue eficaz para que la temporada pasada se hablara de su labor en el unipersonal La maestra serial, dirigida por Martín Blanco, donde interpreta a una maestra descendiente de aquellas que trajo Domingo Faustino Sarmiento. Si ese trabajo mereció todos los elogios, en La ogresa de Barracas, a modo de precuela de la historia anterior, arremete con un desafío más complejo aún: componer a una docente bostoniana que se expresa enteramente en inglés, un inglés perfecto [la puesta tiene subtítulos en español], además de cantar. Lucila se divierte al escuchar una interpretación del final abierto de La ogresa…, dirigida por Demaría, quien además es el autor del texto, y donde comparte escenario con Nahuel Bazán. Severa, hasta macabra, su criatura desamparada no tiene ni un ápice de vulnerabilidad: “Pasé por muchos estados para hacer a esta mujer. Miré muchos personajes maléficos del cine. Cuando esta maestra llega a la Argentina es una persona diferente a la que terminará siendo cuando comienza la obra. Ve en el país imágenes de El Bosco y ahí surge esta idea casi nazi de higienizar, de rescatar a aquellos que van a vivir una vida miserable. Yo, Lucía, no pienso como ella ni la justifico, pero me divierte mucho hacerla, y

Dragones en primer lugar Se necesitó un batallón de dragones para sacar a Angelina Jolie y su Maléfica del primer puesto de la taquilla después de tres semanas de reinado. A pesar de que Cómo entrenar a tu dragón 2 logró destronarlo, el film de Jolie consiguió un cercano segundo lugar. ß

Las más vistas Espectadores por película de jueves a domingo Cómo entrenar a tu dragón 2 239.979 1 semana en cartel: 239.979 espectadores

Maléfica 215.647 4 semanas en cartel: 1.319.770 espectadores

Buenos vecinos 79.723 1 semana en cartel: 79.723 espectadores

Luna de miel en familia 59.799 3 semanas en cartel: 188.489 espectadores

X-men días del futuro pasado 46.552 5 semanas en cartel: 771.563 espectadores

Total espectadores: 764.547 Fuente: Ultracine / LA NACION

más aún hacerla en inglés”. Bisnieta de un compositor de tango y ópera y de una actriz y cantante, de sangre británica por parte de su madre, con quien habla en spanglish, Lucila estudió en un colegio escocés que estimuló su vocación. A los 10 años, Peter MacFarlane, advirtió su talento y la eligió para el protagónico de A Christmas Carol, como Scrooge. Con el realizador hizo varias producciones amateurs con el colegio San Andrés hasta que la convocó para un espectáculo que se llamó Broadway II, en plena calle Corrientes. En ese momento comenzó su carrera profesional. Agustín Alezzo la eligió para acompañar a Norma Aleandro, en 1996, para la primera puesta de Master Class: “Me tomaron por osada. Para mi audición preparé el aria de Lady Macbeth. Frente a Norma me pasaba algo parecido que a la soprano delante de María Callas, esa admiración”. Luego volvería a trabajar con ella en la reposición de la obra, y también en Cinco mujeres con el mismo vestido, dirigida por Aleandro. Además de haber estudiado comedia musical en el Boston Conservatory, fue becada por el Fondo Nacional de las Artes para realizar un posgrado en la Royal Academy of Music de Londres, un exigente y prestigioso programa donde ingresar en la escuela constituye un mérito en sí mismo. El día de su graduación fue elegida para integrar el elenco de la gira de la versión inglesa de Master Class, pero por cuestiones de la burocracia, no pudo ser parte de este proyecto. Lucila quería recorrer el mundo, trabajar en escenarios internacionales y lo logró. Fue elegida para incorporarse al elenco de un crucero que recorría mares orientales. “Ahorré dinero y en 2001 volví a Buenos Aires…, pero todo lo que había ahorrado se quedó atrapado en el corralito”. Lucila volvió a

irse del país, a subirse a cruceros, trabajó en películas inglesas e incluso en el castillo de una baronesa en Dijon. Su voz recorrió millas de océanos, países, escenarios y públicos, pero algo interno se produjo en ella. “En 2006 dije: «Basta. Ya es hora de echar raíces». Y volví”. Además de haber actuado en Nine, Pericom.com.ar, Te quiero, sos perfecto, cambiá, fue Mme. Giry en El fantasma de la ópera, trabajo que recuerda con especial ternura porque durante los ensayos amamantaba a su hijo Francisco. Lucila también colaboró con su amiga Elena Roger para las audiciones de Evita. “La ayudé con el acento. Nos sentábamos en un bar y ella llegaba con el guión todo escrito, anotado. Es una bestia en todo lo que hace y tiene un sentido del humor único. Tuve la suerte de verla en su debut en Broadway, sentada en la cuarta fila, un viaje que me regalé para mis 40 años. Al verla sentí una alegría muy inmensa, hasta de auto realización. Pude ver a alguien que quiero triunfar en el exterior”. Docente de canto y de dicción inglesa, además de artista completa, Lucila protagoniza dos espectáculos y quienes aún no la conocen, pronto comenzarán a hacerlo. “Tardé en admitir públicamente que esto era lo que me gustaba. Era muy tímida. Ahora las chicas empiezan más chicas. Hoy me siento muy satisfecha. Arranco la semana feliz, con los aplausos del fin de semana. Vivo de lo que amo. Quizá tardó en llegar, pero al fin de cuentas, todo lo que deseé en la vida se terminó dando”. ß Laura Ventura

Díptico

La ogresa de Barracas, sábados, a las 20, en Hasta Trilce (Maza 177) La maestra serial, domingos, a las 20, en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960)



Necesitamos saborear más intensamente cada momento de la vida”, decía recientemente el maestro Peter Brook, en una entrevista concedida al Financial Times. “Creo que el teatro puede ayudar. Mi único objetivo es que la gente, después de la experiencia de haberse reunido durante una o dos horas, se vaya, de alguna forma, con más confianza en la vida de la que tenían antes de entrar.” Palabras estas que bien podrían aplicarse a esta afortunada puesta de la que acaso sea la comedia más perfecta –en su fineza y su complejidad, en sus simetrías y su chispa constante– de William Shakespeare. Tal el estado de júbilo, no exento de reflexiones, con que se sale de ver esta nueva representación de Como les guste, apta para conocedores y también para público de cualquier edad que se acerque por primera vez al magno dramaturgo. Entre otras cosas se trata de una obra de aprendizaje sobre la identidad que puede fluctuar, las diversas formas del amor, la posibilidad de

reparar los daños cometidos… Ese camino de conocimiento lo hace una mujer joven, Rosalinda, hija de un duque de Francia despojado de su territorio por su hermano menor, padre de Celia. Ambas primas conviven en la corte y se profesan gran cariño, pero el usurpador decide desterrar a Rosalinda, quien huye vestida de varón al bosque –donde ha recalado el noble desposeído con un grupo de buenos amigos– junto con la leal Celia y un bufón. Pero antes de partir, la protagonista ha sido flechada por Orlando, guerrero oprimido por su resentido hermano mayor. Todos convergen en el mágico bosque de Arden, espacio igualitario de comunión con la naturaleza, enclave de realización de deseos y de redención, que remite a la mítica Arcadia de la Edad de Oro (no por el azar, el bufón filosóficamente cínico cita a Ovidio). En una exuberante galería de personajes sobresale como heroína absoluta, la magníficamente interpretada por Maia Francia: inteligente, contestataria, aventurera, sensible,

valiente. Ella se traviste de varón para no ser acosada por los hombres y con ese disfraz pone al descubierto los códigos sociales impuestos de la masculinidad y la femineidad, al tiempo que aprovecha ese rol para conocer mejor a Orlando y darle una clase práctica –un tanto perturbadora– de educación amorosa. Al ardid de Rosalinda de vestirse y conducirse como varón se suma la caracterización de pastora que asume Celia en esta obra donde se exalta la teatralización: desde estos personajes, desde el rol de Jacques, el melancólico que dice su famoso discurso (“El mundo es un teatro y todos, hombres y mujeres, somos sus actores”). En la puesta de Azurmendi –quien en 2012 brindó una deliciosa versión de Noche de reyes– se subraya abiertamente la escenificación: en el comienzo, con espaciados paneles verticales evocativos del bosque como telón de fondo, sobre varias sillas de madera, de línea isabelina, está parte del vestuario que los actores se ponen a medida que van ingresando. El director avanza, entonces, en su búsqueda lúdica y, a la vez, seria de los alcances del travestismo –de mujer a varón– en una época, al borde del siglo XVii, en que los personajes femeninos eran actuados por hombres. En consecuencia, los actores se desdoblaban en roles de mujeres que a su vez se hacían pasar por varones. En la actualidad, el director elige a la gran actriz Ana María Castel para que haga estupendamente tres papeles masculinos: los dos duques y un clérigo borrachín. Con un timing de comedia que no decae un segundo, funcionales coreografías y un elenco que entra felizmente en estos juegos del deseo y el amor, la política y la contemplación, Azurmendi suma a tanto deleite la inclusión de varias canciones muy apropiadas, que van de Good Morning a Meglio Stasera, sin dejar de lado el toque francés (Ah, dis bonjour, de Trenet) y en un momento de alta poesía... ¡la Canción para bañar la luna, de nuestra María Elena Walsh! Para mejor se canta con voz natural, sin micrófonos. Como les guste propone un recreo festivo pero no frívolo, nos habla sabiamente de las relaciones humanas, de la utopía de un mundo pacífico y justo. Pero, sobre todo, nos recuerda la comedia de la vida que jugamos los humanos, criaturas de Shakespeare, según Harold Bloom.ß Moira Soto