Los teléfonos públicos, en la cuenta regresiva hacia su desaparición

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BUENOS AIRES | 29

| Domingo 6 De octubre De 2013

BUENOS AIRES Edición de hoy a cargo de Luis Moreiro | www.lanacion.com/buenosaires

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Los teléfonos públicos, en la cuenta regresiva hacia su desaparición

Una tendencia hacia la baja En América latina, cada vez menos teléfonos públicos

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desmantelados. En los últimos diez años la cantidad de aparatos colocados en la vía pública cayó

teléfonos en Brasil Esta cifra lo convierte en el país latinoamericano con mayor cantidad de cabinas; aunque el número cayó un 31% respecto de 2005. En Río de Janeiro, con una población de más de 6 millones de habitantes, hoy hay 25.575 equipos

más del 80%; una batalla que parece perdida frente al incontenible avance de los celulares

María Pagano LA NACION

El viejo hábito de levantar el tubo de un teléfono público, esperar la señal de tono, introducir una moneda en la ranura y marcar un número se convirtió, desde hace años, en una práctica del pasado. Jaqueados por el vandalismo y el avance de los celulares, los teléfonos públicos de Buenos Aires constituyen hoy un raro espécimen del mobiliario urbano, camino a una lenta extinción. Según datos del gobierno de la ciudad, el número de puestos telefónicos en la vía pública se redujo en más de un 80% en los últimos 10 años. Mientras que en 2004 había 10.000 en todo Buenos Aires, en 2009 se contaban 4800 y, actualmente, sólo quedan 1700. En una recorrida de la nacion por la avenida Corrientes entre Pueyrredón y 9 de Julio, sólo se encontraron cuatro cabinas y cinco teléfonos, de los cuales sólo funcionaba uno. A la altura de Junín apareció el primer puesto. Una capa de restos de papel encolado seco cubría el tubo y el panel de uno de los teléfonos, y un grafiti en líquido corrector impedía leer las instrucciones. La ranura para poner las monedas estaba trabada. El teléfono de al lado no tenía tono y, después de empujar con cierta insistencia, la cajetilla liberó la moneda. A las dos cuadras, por Corrientes y Riobamba, se encontraba el tercer teléfono, que devolvía todas las monedas. Un panfleto de Unidos y Organizados cubría la bandeja debajo del teléfono y la tapa abierta de la base dejaba al descubierto un manojo de cables. A la altura de Ayacucho, otra pieza de mobiliario urbano en

desuso reinaba la esquina: un buzón rojo. Finalmente, en Corrientes y Paraná apareció el cuarto teléfono, que sí funcionaba. Además de estar cubierto en pegatinas de oferta sexual, servía de respaldo al asiento de un vendedor ambulante de mates grabados a mano. Sólo tomaba monedas de 25 centavos, lo que bastó para hacer una llamada local de 2 minutos. A doce segundos de que se terminara el crédito, en la pantalla se activó una cuenta regresiva. La llamada costó 20 centavos, pero el teléfono no dio vuelto. Un joven que pasaba por ahí, extrañado de que alguien usara un teléfono público, le sacó una foto con su celular a la mujer que hacía malabares en la cabina para iniciar la llamada, con el tubo en una mano y el monedero y la agenda del celular en la otra. Sobre el final del recorrido, la pantalla del último teléfono, en Corrientes y Libertad, indicó: “Sólo puede efectuar llamadas de emergencia”. Alguien había usado la cabina como lugar de almuerzo y dejó allí una bandeja con restos de comida y un vaso plástico. Por la zona del microcentro tampoco se ven más teléfonos públicos. Según explicó el subsecretario de Uso del Espacio Público porteño, Patricio Di Stéfano, el año pasado comenzó un operativo para retirarlas, con el objetivo de dejar sólo 400 en 2012. “En su mayoría, las cabinas se encuentran vandalizadas o cubiertas de pegatina ilegal. En ese estado de abandono y desuso generan un perjuicio para los vecinos, además de un obstáculo en las veredas”, dijo Di Stefano. Por este motivo, el gobierno porteño hizo un convenio

con las empresas Telefónica y Telecom para quitarlas. En lo que va del año se retiraron más de 700 –lo que representa más de 240 toneladas de hierro, vidrios y metal–, principalmente en los barrios de Palermo, el microcentro y avenidas como Corrientes, Cabildo o Rivadavia. Di Stefano explicó que las cabinas son propiedad de las empresas y que, hasta el momento, no han mostrado interés en retirarlas del depósito. Ante la consulta de la nacion, Telefónica no respondió a la pregunta sobre el destino de las cabinas retiradas, aunque se precisó que el uso de los teléfonos públicos cayó “un 80 % en las horas pico” y que por las noches es “nulo”. Remarcaron que los equipos son “blancos de vandalismo” y que, no obstante, el servicio se presta con normalidad en instituciones públicas. Por medio de una gacetilla, Telecom remarcó también la “vandalización indiscriminada” contra los equipos y destacó que “el negocio de telefonía pública se encuentra en un periodo de madurez”. Por su parte, el profesor Marcelo Celani, director de las carreras de Administración de Empresas y Economía Empresarial de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó que “con el advenimiento de la telefonía celular, el acceso ya no solamente de los hogares, sino también de los individuos, a la comunicación se solucionó”, con lo cual el teléfono público dejó de ser un modelo viable de negocios. Según datos de la Comisión Nacional de Comunicaciones difundidas por el Indec, en julio de 2013 había 47.100 teléfonos públicos en todo el país, contra 59.763.200 celulares en servicio.ß

Cabinas modernizadas En México, desde los teléfonos públicos, además de hacer llamadas, se pueden enviar mensajes de texto o pagar recibos telefónicos. Sin embargo, el número de equipos cayó de 845.000 en 2006 a 625.000 en 2013

En 1979, Entel estrenaba cabinas en Plaza de Mayo

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“Venta de minutos” Frente al deterioro del servicio público de telefonía en Venezuela, los vendedores informales ofrecen “minutos” o “alquiler de llamadas” desde celulares o fijos inalámbricos. Hoy en todo el país hay 135.531 cabinas y 31.732.781 líneas de celular Cabinas para descansar En Chile, las líneas de teléfonos públicos cayeron un 70% en los últimos 10 años, y hoy hay 21.110 en todo el país. En Santiago es común ver que la gente se reúna a conversar o guarecerse del sol bajo las “casetas”, que ya casi no se utilizan para hacer llamadas

Una rareza, encontrar uno y que funcione

ricardo pristupluk