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Ordaz no llegó pero su jefe de prensa se encargó del asedio al hablar de subversión, deslealtad, desorden, caos, patria,
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LOS PRESIDENTES

POR JULIO SHERER GARCIA

Equipo 4 Irma Rosa Martínez Arellano Pedro Hugo Montero Vázquez Elvira Yáñez Oropeza Soren Aabye Lozada 1

“Al príncipe ha de mirársele de lejos, si de juzgarlo se trata. No te acerques demasiado al fuego del poder, que no es fuego que purifique”. OCTAVIO PAZ

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• La anterior es una cita, que quiso ser consejo, de Octavio Paz para Julio Sherer García, entonces director de Excélsior. Como se verá a lo largo de “Los Presidentes”, Julio Sherer siguió enjuiciando a los príncipes pero también quiso estar permanentemente cerca del fuego del poder. » Los enigmas de la política había que descifrarlos en Palacio y no aceptaba mi exclusión de sus salones embrujados”, reconoce el mismo periodista.

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Con “Los Presidentes”, Julio Sherer nos comparte un largo anecdotario que da cuenta de su relación con cuatro mandatarios de esta Nación. Mejor dicho, su relación con tres jefes del Estado mexicano, y su no-relación con otro más, el presidente en turno al momento de escribir el libro. Y particularmente en la parte que corresponde a este último es donde se percibe con más énfasis la inclinación del ex director de Excélsior por caminar por los pasillos y las alcobas del palacio del Príncipe.

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• “Los Presidentes” no es una obra para conocer a fondo el golpe a Excélsior (Vicente Leñero lo platica con mucha mayor amplitud y detalle en el libro “Los Periodistas”). • Es muy rico en detalles para conocer el tipo de convivencia que existía entre un medio de comunicación que se distinguió por mantener una línea editorial mucho más independiente que el resto de los medios de comunicación, y el poder representado en su máxima expresión por el Presidente de la República. 5

Y gracias a la honestidad del autor es posible ver como ni siquiera Excélsior – y posteriormente Proceso -estuvieron al margen de las presiones, del control y las amenazas que desde una presidencia todopoderosa se quería imponer a los periodistas. Tampoco rechazaron del todo los coqueteos e intentos de seducción desde el poder y de aquellos que podían representar una fuente importante de información 6

• La obra de Sherer está estructurada a partir de una no-estructura. • Las anécdotas se suceden interminables y en ocasiones sin un orden lógico, cronológico o temático, lo que a veces dificulta la lectura y la comprensión. • De cualquier modo, es un recuento muy rico en información y revelador del poder que también un periodista es capaz de alcanzar al frente de un medio de comunicación. 7

• Sherer tuvo un inicio intenso al frente de Excélsior. Electo director de la cooperativa el 31 de agosto de 1968, dos meses después enfrentó la decisión de publicar lo que había sucedido el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

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“Fueron jornadas de prueba, el principio de una larga batalla entre el sometimiento y la libertad”, dice Sherer.

Las ocho columnas del diario fueron: “Recio combate al dispersar el ejército un mitin de huelguistas”. 9

El tratamiento que el periódico dio al tema fue considerado “traición al presidente”. Emilio Martínez Manatou, jefe de prensa de la Presidencia, así se lo hizo saber. “A nadie como a ti ha distinguido con su amistad”, le reclamaba.

Y es que el presidente no sólo lo recibía para conversar periódicamente sino que le hacía regalos exquisitos, como las 12 camisas que le mandó traer de Londres, hechas en fina seda, con sus iniciales en los puños. El presidente las usaba igual.

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Sherer mismo platica del apoyo que solicitó y recibió del presidente para hacer una serie de entrevistas con siete jefes de Estado de América Latina. Díaz Ordaz dio instrucciones para que el canciller Antonio Carrillo Flores se encargara de todo. Una de esas entrevistas incluso provocó un diferendo diplomático importante con Francois Duvalier Papá Doc . Antes de iniciar su periplo latinoamericano, Sherer recibió, y rechazó, un sobre con billetes de cien dólares, de parte del mandatario. “Ofenderás al presidente, tu amigo”, le espetó.

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En momentos de fuerte tensión (septiembre de 1968) Díaz Ordaz buscaba formas de presentar una cara más amable ante el público. A través de Martínez Manatou, Sherer recibió la instrucción presidencial de publicar una entrevista que tuvo Díaz Ordaz con el torero Manolo Martínez. No queda claro si Sherer lo hizo. Afirma que la entrevista “tuvo el despliegue de un suceso” y en otro párrafo cuenta cómo lo publicó el periódico “Esto”. Y cuando Elena Poniatovska le pidió fotografías para ilustrar su libro “La noche de Tlatelolco”, Sherer le pidió que no divulgara el origen de las fotos. Era parte de un sistema de equilibrios que era difícil romper. 12

• El periodista relata el ambiente de acoso que se generó tras el 2 de octubre y menciona una comida a la que convocó el presidente a representantes de los medios de comunicación 3 días después. Finalmente Díaz Ordaz no llegó pero su jefe de prensa se encargó del asedio al hablar de subversión, deslealtad, desorden, caos, patria, libertad, lealtad, patriotismo y razón de Estado.

• “No hay brutalidad que ampare la razón de Estado-le dije o le grité quizá”, refiere Sherer. 13

A partir de ese momento, Julio Sherer ya no fue recibido en los salones embrujados de Palacio por varios meses, a pesar de su insistencia de entrevistarse con el presidente. Al fin llegó la noticia de que sería recibido por 5 minutos. Fue un encuentro frío y protocolario. De ninguna manera quiso abordar el tema del 2 de octubre; fue el presidente el que le hizo 2 preguntas a Sherer:

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“¿Continuará con su actitud, que tanto lesiona a México? ¿Continuará en su línea de traición a las instituciones, al país?”

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Sherer hace una autocrítica a su propio trabajo relacionado con los momentos posteriores al 2 de octubre. Si bien Excélsior había informado con honradez y veracidad sobre los sucesos del 2 de octubre, reconoce que escamotearon a los lectores capítulos enteros de la historia de esos días.

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• “Poco sabíamos de la vida pública de los presos políticos, menos aún de su intimidad, y habíamos evitado entrevistas con ellos. Habíamos permanecido en la calle, presos nosotros frente a su cárcel. Sabía bien que en nuestras manos había estado la decisión de cumplir o no con ese trabajo pero también sabía que el presidente no había propiciado el mejor clima para el desarrollo de una información irrestricta”.

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Luis Echeverría, ya en calidad de candidato presidencial, no quería dar entrevistas a Sherer y éste fue el último de los directores de periódico que lo acompañó en su campaña. Se lo reclamó a Echeverría. “Tengo que guardarlas formas, tú conoces al presidente”. Le pidió paciencia; las cosas ya cambiarían.

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Luis Echeverría fue un político capaz de decir que Excélsior se convertiría en un factor para enfrentar los retos que le esperaban como presidente y no se cansó de repetir que sería absolutamente respetuoso de la libertad de expresión. 19

Julio Sherer muestra a un político que si bien no era intelectual, emanaba de él una fuerza que entusiasmaba a muchos.

Se conocía de su fama de servil, cuando fue secretario de Gobernación de Díaz Ordaz, pues trabajaba larguísimas jornadas y siempre estaba pendiente de los deseos de su jefe. “Casi no duerme ni orina, si no quiere”, se decía.

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Juntos, Echeverría y Díaz Ordaz ya habían buscado la forma de crear problemas a la directiva de Excélsior en 1969, apoyados en un grupo de cooperativistas que había sido expulsado con anterioridad. Uno de los protagonistas se lo relató a Sherer muchos años después

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Ya como presidente, a Echeverría le tocó enfrentar un nuevo movimiento estudiantil. Una manifestación de jóvenes fue brutalmente reprimida el 10 de junio de 1971 por un grupo paramilitar llamado “Halcones”. Estudiantes en las calles

francotirador

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El presidente ofreció justicia y cesó al regente y al jefe de la policía.

Excélsior participó de la indignación y la esperanza de que Echeverría no sería otro Díaz Ordaz. Le pidió a Octavio Paz un artículo sobre el tema y fue entonces que éste le aconsejó aplazar cualquier opinión definitiva y mantener distancia del Príncipe. 23

El trabajo de Excélsior se mantuvo independiente y crítico. Y fue cada vez menos aceptado en el gobierno. Desde ahí se organizó lo que sería el fin de la era de oro de Excélsior. --Primero a través de un grupo de campesinos, que invadió unos terrenos propiedad del periódico, en Paseos de Taxqueña --A través del boicot publicitario que realizaron los empresarios contra Excélsior, sugerido por el mismo Echeverría. --El tiro de gracia lo dieron cooperativistas del diario, encabezados por Regino Díaz Redondo, quienes acusaron a Sherer y al gerente del periódico de un fraude por 14 millones de pesos. 24

El 8 de julio de 1976, siete directivos fueron expulsados de la cooperativa y tuvieron que abandonar el periódico. En su exilio fueron acompañados por un grupo grande de reporteros, editores y editorialistas. Momento en que Julio Sherer y un grupo de periodistas abandonan las instalaciones de Excélsior, poco después de ser expulsados de la cooperativa

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Echeverría pasará a la historia como el presidente que descabezó y desarticuló al periódico más influyente e independiente del país de ese momento El ex secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, en su lecho de muerte dijo a Sherer que Echeverría defendió lo que combatió, y combatió lo que defendió. “No fue un hombre leal”, le dijo.

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• El periodista da cuenta de una estrecha relación con el presidente López Portillo, con quien además tenía parentesco, eran primos. El mandatario lo llamaba Juliao, y pronunciaba la J con un sonido de sh susurrante. 27

• Sus problemas con el primo habían empezado antes de que fuera nominado candidato presidencial. Sherer encabezaba ya la revista Proceso, la cual empezó a editar en noviembre de 1976. Proceso conoció que se tenía en mente la implementación de nuevos impuestos (el iva y un gravamen sobre el patrimonio), lo cual quedaba en el campo de acción de López Portillo, entonces secretario de Hacienda. “La actitud de ese diario me parece una actitud irresponsable”, dijo el funcionario.

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• En los días previos al destape, tanto Echeverría como López Portillo tuvieron para Sherer “pruebas de confianza extrema”. Le confió Echeverría que el candidato sería su amigo de la infancia y le pidió se Excélsior publicara artículos y caricaturas dando a entender quien sería “el tapado” y hablando de sus propuestas. Excélsior lo hizo a través de Ricardo Garibay y de Marino.

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• Garibay diría después que nadie se lo agradeció. Y meses después Echeverría hacía pedazos a Excélsior. (En la víspera del destape, Garibay supo por voz de Carlos Gálvez Betancourt que el presidente ya le había dicho que él sería el candidato)

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• Ya con JLP presidente, la historia se repetía. El secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, le decía a Sherer y a Leñero que Proceso no podía manejarse como le viniera en gana, más allá de las reglas del sistema. Y los amenazaba con retirarles la publicidad. Ante las argumentaciones de los periodistas, el funcionario reviraba: 31

• “Hagan lo que quieran pero sin dinero del gobierno”. Los acusaba de confundir una revista con un instrumento de oposición.

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• Proceso contaba la historia completa del uso de recursos públicos para la construcción de las mansiones de López Portillo en Cuajimalpa; lo mismo, respecto de Durazo y de Carlos Hank González a quien se le atribuía una residencia en Estados Unidos.

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• Sherer afirma que López Portillo había perdido el rumbo. “Al cuarto año de gobierno había perdido las formas y se pensó dueño del poder y dueño de una vida ilimitada”.

• El periodista hace mención del papel que jugó Luis Javier Solana en ese momento. Era el jefe de prensa del presidente y a través de insinuaciones, advertencias, amenazas “de buen estilo” quiso intimidar hasta que asestó el golpe: el gobierno retiraba la publicidad a Proceso”. Fue famosa la frase de López Portillo en una comida del día de la libertad de prensa: “no pago para que me peguen”. 34

Proceso tuvo que cerrar CISA, su agencia de noticias. Despidió personal. • Miguel Godínez, jefe de Estado Mayor Presidencial, sugirió a Sherer que buscara al presidente. “¿Para qué soy bueno?”, le preguntó López Portillo al recibirlo. Sherer se desconcertó y no pidió nada. Sherer lo volvió a buscar después para felicitarlo por la expropiación de la banca.

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• Como parte de las relaciones que estableció José López Portillo y su gabinete con la prensa, Sherer menciona el caso de Arturo Durazo Moreno, amigo de la juventud del presidente y su director de la Policía capitalina. • Para Sherer, el policía era el prototipo de la corrupción pues eran conocidos sus abusos como encargado de combatir el narcotráfico en el aeropuerto, las propiedades que tenía tanto en la ciudad como en Zihuatanejo y su relación con los reporteros, entre quienes incluso repartía droga.

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• Sherer tuvo un encuentro con él en la casa de Ángel Trinidad Ferreyra, su compadre. El momento fue de tal forma tenso y agresivo que terminó con el siguiente diálogo: • --No se enoje, general, disculpe. • --No me enojo, al contrario. Usted me gusta pa´puto y me lo voy a coger un día. • -- Si es por la fuerza, usted me va a coger. Pero si es por la inteligencia, yo me lo voy a coger a usted.

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• El presidente que sucedió a JLP no entendía mejor el papel de la prensa. Miguel de la Madrid decía que Proceso izaba la pobre bandera del catastrofismo. Les decía que todavía estaban a tiempo de apartarse del callejón sin salida que de manera irresistible parecía atraerlos

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De igual forma, los problemas con De la Madrid comenzaron antes de su sexenio.



La revista publicó un reportaje sobre desórdenes y corrupción en PEMEX, cuyo titular era Jorge Díaz Serrano, amigo entrañable de López Portillo. La información se basaba en un estudio realizado por la Secretaría de Programación y Presupuesto, a cargo de De la Madrid y. en particular, elaborado por el área que encabezaba José Ramón López Portillo, hijo del Mandatario. 39

• La relación con Miguel de la Madrid cayó a cero. “Nunca más crucé palabra con el secretario de Programación, con el precandidato a la Presidencia, con el candidato, con el presidente electo, con el presidente constitucional”. Nunca más.

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• Sherer insistía en que le dieran una entrevista con el presidente. Manuel Alonso, jefe de prensa experto en relaciones públicas, aseguraba que lo intentaba pero el propio Sherer no ayudaba mucho. • Mientras Alonso gestionaba la entrevista, Naranjo publicaba caricaturas adversas al presidente.

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• De paso, Sherer refiere su relación con personajes como el director de la Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla, con quien se emborrachaba con whisky, y quien prácticamente lo obligó a no publicar un reportaje sobre “el rescate” de la familia de la hermana del secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, algunos de cuyos miembros se habían integrado a un grupo religioso en Venezuela. • Haciendo uso de su poder, Bartlett había movilizado a dos gobiernos para allanar las instalaciones de ese grupo y traer de regreso a sus sobrinos. Ellos habían denunciado el hecho a Proceso

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• También relata la relación de varios periodistas de Proceso con Héctor García Hernández, el Trampas, compañero de todas las confianzas de Joaquín Hernández Galicia, la Quina, y Salvador Barragán Camacho, dirigentes máximos del sindicato petrolero. • El Trampas estaba en la cárcel acusado de fraude al sindicato, como parte de un ardid de la Quina para dar la impresión de que la renovación moral de De la Madrid también había llegado a los petroleros. • El Trampas había estado de acuerdo en la acusación pero el plan era que huiría a Estados Unidos y ahí quedaría a salvo. La Quina no honró el acuerdo y el Trampas cayó pr 43

• Sherer, Vicente Leñero, Francisco Ortiz Pinchetti y Carlos Marín llegaron a participar de los banquetes que les ofrecía el Trampas en el Reclusorio Sur, quien les daba entrevistas y les pasaba fotos comprometedoras para los dirigentes. Los periodistas sabían de los privilegios de que gozaba el Trampas en la cárcel. Era una fuente importante de información.

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La política es también la vida en el burdel. Y nadie, que yo sepa, busca la castidad en una casa de citas. Jesús Reyes Heroles

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Difícil la tienen los profesionales del periodismo para mantener la castidad cuando se entremezclan

tantos factores que determinan su relación con el poder. Pero muchos siguen luchando.

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