Los petroglifos de Tamgaly, el tesoro tallado de Kazakhstán ...

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8 | TURISMO

| Domingo 24 De agosto De 2014

Los petroglifos de Tamgaly, el tesoro tallado de Kazakhstán

gua de todas, la que está tallada más profunda, o la que tiene un dibujo sobre el cual no se han puesto de acuerdo los arqueólogos. ¡Cuántas generaciones han dejado su impronta sobre estas piedras! ¿A que obedecía esa pasión de los habitantes de la Era de Bronce por comunicarse y plasmar lo que veían a su alrededor? Las figuras humanas coronadas por un disco solar son la mayor atracción del lugar y a las que apunta el guía al dirigirse hacia el último promontorio. Son más grandes, tienen más preeminencia, son menos figurativas que el resto. Seguramente encierran un carácter sagrado porque allí muy cerca del promontorio sobre el que se erigen, los arqueólogos hallaron algunos enterratorios y ningún rastro de vivienda humana. Pero no se sabe qué nos quisieron transmitir aquellos pastores nómadas de la estepa en este locuaz mensaje de 5000 dibujos que llegó hasta el presente atravesando tres milenios. Los enterratorios son pocos para tantos años de historia. Al menos los aún descubiertos. Se ven rectangulares o cuadrados, se ubican muy cerca uno del otro, rodeados o recubiertos por el mismo tipo de piedra negra que unos metros más allá está tapada de petroglifos. Los excavaron en el llano, al pie de las colinas de Chu-lli, alejados de la majestuosa cadena de Tienshan que divide Kazakhstán de Uzbekistán. Termina el recorrido y el paisaje solitario y silencioso bruscamente se transformó. Las piedras talladas cobraron vida y todos sus mensajes milenarios comenzaron a brotar y ordenarse, a convertirse en una historia de la prehistoria que busca a los gritos atravesar las geografías. No quieren quedarse aislados y solos en la estepa kazaka.ß

asia central. Al alcance de la mano o a varios metros de altura, estas piedras negras, esculpidas con arte y precisión 1500 años antes de Cristo, cubren cuatro colinas y 900 hectáreas de este país de paisajes solitarios y silenciosos

Élida Bustos

KAZAKHSTÁN

PArA LA NACiON

A la mañana, no muy temprano, vamos rumbo a Tamgaly, unos 170 kilómetros al noroeste de Almaty, la antigua capital de Kazakhstán. Hay sólo una ruta que lleva hasta allá. Cruzamos la ciudad en una enorme combi con chofer y guía. En pocos minutos dejamos atrás los amplios bulevares de Almaty y tomamos avenidas con mucho tránsito y desorden. La salida es como la de cualquier ciudad, semiindustrial, con talleres de cualquier cosa a ambos lados de la carretera y aspecto desprolijo. En pocos kilómetros, ciudad y vegetación comienzan a desaparecer. Ondulada y beige, sin quiebres bruscos ni construcciones, la estepa muestra su costado amable y tentador. Supongo que otra será la realidad en invierno, con la nieve anulando todo. Kazakhstán es el noveno país en extensión del planeta. Apenas 63.000 kilómetros más chico que la Argentina. Pero aquí lo generoso es el subsuelo, no la superficie. El 44% del país es desierto, el 26 estepa, el 14 semidesierto, el 10 montañas y el 4%, bosques. La poca superficie dedicada a la agricultura alcanza para alimentar a una población de apenas 17 millones de personas. Las divisas que procura el petróleo hacen el resto. Por allí, hacia el Sudoeste, la guía señala un pueblo donde nació Nusurltán Nazervayeb. No hay relato turístico en Kazakhstán que no incluya al presidente del país en algún pasaje. Nacido de una familia pobre, sin instrucción formal, el hombre que rige los destinos de Kazakhstán aun desde los tiempos de la Unión Soviética es mucho más que un presidente. Es el padre de la patria y de los kazakos, que no se imaginan cómo es vivir bajo un esquema político de rotación del poder como el de Occidente. Antes de torcer hacia el Norte, un cartel en la ruta señala Bishkek y no puedo creer que este momento esté a tan sólo 200 kilómetros de la capital

RUSIA

Astaná Tamgaly

UZBEKISTÁN

KIRGUIZISTÁN

1000 km

de Kirguistán. Lugares tan remotos desde Buenos Aires de pronto están al alcance de la mano y uno quiere desviarse e incorporar un nuevo punto en su recorrido. Pero no hay más días libres para intentar nuevos destinos. A pesar de llegar desde un país con grandes extensiones vacías, aquí igualmente me sorprenden. A 40 kilómetros de Almaty se está en medio de la estepa, desierta. Y veo el mismo paisaje límpido y original que vieron hace 500 o 700 años los mercaderes que lo atravesaban en camello con sus cargas preciosas hacia Occidente. No hay alambrados ni edificaciones, sólo águilas que sobrevuelan majestuosas con las montañas de Tienshan de fondo, reconociéndose dueñas de la estepa. “Es una tierra libre”, dice la guía cuando la sorprendo con una pregunta: cuántas hectáreas necesita una vaca para alimentarse en este territorio árido. Ella no sabe de alambrados que dividen campos. Los animales van adonde los lleva la falta de alimento, sea por invierno o por sequía. ¿Qué otros límites pueden tener? La propiedad privada existe en Kazakhstán desde su independencia, pero el concepto todavía no está totalmente asimilado. Lo de los alambrados ya me había sorprendido en Uzbekistán. Un país sin alambrado es una imagen rara para nosotros, argentinos. En esta parte del mundo, las rutas parecen infinitamente abiertas debido a la ausencia de los alambrados.

Alma de valija Horacio de Dios

Clase turista: lo típico reafirma su encanto

E

s un buen mes para viajar a París. Teóricamente es temporada baja porque los parisienses se van a Marbella y dejan la ciudad para los turistas. Afloja el calor mientras se va el verano y cierra la playa artificial sobre el Sena. También es conveniente quedarse en Buenos Aires. Especialmente para los extranjeros que llegan con dólares y ganan en el cambio, mientras la temperatura es más amigable al dejar atrás el invierno.

Allá y aquí hay novedades, pero suele atraer más lo típico. En el muelle de Austerlitz, muy cerca del extremo del Barrio Latino, están Les Docks como abrevian para referirse a la flamante Cité de la Mode et du Design. Es una terraza ondulada sobre el Sena, ideal para almorzar al sol o comer románticamente. Más ahora que en el Puente de los Suspiros ya no usan candados, sino cámaras para selfies de enamorados.

¡Y olvídese de los camellos y las yurtas! Hay que meterse por caminos rurales y llegar a lugares muy remotos para ver una yurta en la que realmente viva una familia. Tal vez esta urbanización también sea parte del legado soviético, que civilizó a los habitantes de la estepa y les hizo abandonar su vida nómada. Sólo en Turkmenistán existen todavía poblaciones nómadas. Y algunas familias que se adentraron en Uzbekistán y quedan dispersas en el oeste del país, casi como curiosidad antropológica y turística del Asia Central. Llegamos a Tamgaly (Tanbali, en ruso) después de unos cuantos corcoveos por el asfalto kazako, pero en una combi con aroma a nuevo. Nurajan nos espera para mostrarnos el predio. Más bien bajo, con boina, campera y rostro curtido, este hombre de mediana edad perfectamente podría confundirse con un peón de campo de cualquier rincón de nuestra pampa húmeda. Pero habla ruso y kazako, y estoy a más de 16.000 kilometros de Buenos Aires. Nos entendemos bastante en mi ruso de salón, aunque la guía de Almaty, rimma, acompaña todo el tiempo para traducir al inglés. Son cuatro las colinas que albergan el tesoro de Tamgaly, más sus piedemontes que esconden algunos enterratorios. Pero durante los 500 metros de caminata bajo el tórrido sol estival, desde el acceso al predio hacia la primera elevación, me pregunto si el viaje valió la pena. Del tesoro, ni noticias; sólo veo la amplia estepa amarillenta, con unas ondulaciones bajas cubiertas de rocas desperdigadas, y el sol castigando a pleno. De pronto, como si se hubiera descorrido un velo, me doy cuenta de que esas piedras negras partidas, desparramadas por las colinas bajas en aparente desorden, son el tesoro mismo. Son ellas las que llevan tallados los dibujos de casi 3500 años que cuentan la historia de los asentamientos humanos que se establecieron en la zona. Y la turista escéptica se transforma en un niño

Las piedras talladas son Patrimonio de la Humanidad desde 2004

◗ Datos útiles

curioso que quiere treparse a cada saliente para ver un dibujo más y sacar otra foto. Los primitivos kazakos escribieron por todos lados en Tamgaly; desplegaron su mensaje en una superficie de 900 hectáreas, concentrado en estas cuatro colinas. Hay piedras talladas de todo tamaño. No hay que adivinar, las imágenes están perfectamente delineadas y muestran animales, escenas de la vida cotidiana, familias cazando, mujeres pariendo.

Se estima que son 5000 los petroglifos aquí dispersos, descubiertos por la rusa Ana Maksimova en la década del 50. Constituyen una riqueza colosal para los arqueólogos que pueden interpretarlos. Fueron tallados con herramientas de metal o piedra y no están pintados. Nuraján es un apasionado de estas piedras talladas. Y trepa con entusiasmo por las irregularidades de la colina para mostrar un dibujo más, un rasgo diferente, una imagen que se cree más moderna o la más anti-

cómo llegar

A pesar de esta nueva atracción, el barrio de Montmartre, en la orilla derecha, sigue siendo el más concurrido por extranjeros. Aunque Amélie se estrenó en 2001 hay varios tours que siguen las locaciones de la película, comenzando por el café del 15 de la rue, Lepic donde trabajaba la protagonista. Donde antes había una verdulería, ahora el dueño vende franquicias para abrir negocios que lo imiten. En Buenos Aires pasa algo parecido con el Bus Turístico. En el ranking de paradas La Boca gana por goleada, con perdón de la otra mitad más uno que se fue a Núñez. El stop de la Vuelta de rocha, al lado de Caminito, es el preferido para bajar y volver a subir porque allí se desocupan los asientos y uno puede conseguir mejor ubicación. La muchedumbre multilingüe se extiende como una mancha de aceite en la calle Magallanes para comer en la vereda y ver bailar tangos. Y lo mismo que en París, la mayoría no está seducida por lo que no es un conventillo. Con el agregado

que, contrariamente a Montmartre, no tiene vida nocturna. Apenas se va el sol la calle queda vacía, aunque la siga patrullando la Prefectura. No se trata de inseguridad porque en el barrio no pasa nada, sino que la gente busca a la gente. A nadie le gusta caminar solo. Por eso, incluso los porteños no aprovechan al máximo de todo lo que se puede disfrutar. Por ejemplo, las exposiciones de la Fundación Proa, que son extraordinarias ni el bar y comedor que está en el segundo piso, con una vista al riachuelo. No es un hecho nuevo. A una cuadra de allí, Francis Mallmann intentó una versión de su exitoso Patagonia y lo cerró. A cinco minutos está el Museo Quinquela Martín donde vivía y pintaba el fabuloso pintor, el huérfano más generoso que tuvo la Argentina. En el segundo piso, lo mismo que en Proa, los ventanales miran al agua y estamos rodeados de sus mascarones de proa, y en el primer piso, la formidable muestra permanente de la Escuela de La Bo-

ca. Con su propia obra junto a la de sus colegas Lazzari, Victorica, Daneri, Diomede, Tiglio y el increíble cuadro desde su estudio de Fortunato Lacámera, en una guía muy breve. París, como Buenos Aires, es inagotable para recorrerla. El turista es sólo una primera capa, al que le falta un up-grade para llegar a viajero. Y La Boca termina con ventaja sobre Montmartre en este paralelo al paso porque tiene una Usina del Arte excepcional en lo que fue la vieja compañía eléctrica italo. En el barroco edificio reciclado hay un auditórium para más de mil personas. En estos días para escuchar tangos y recordar que Aníbal Troilo nacía hace un siglo, igual que Julio Cortázar. Con una diferencia notable. La entrada es gratuita, mientras en las calles de Amélie lo único que no tiene precio es una passeggiata, una caminata dicho en italiano porque sigue siendo un retazo de Génova.ß

◗ En avión: se puede tomar un vuelo Buenos Aires-Londres-Almaty (Kazakhstán), por British Airways. Desde Almaty hay que viajar 170 km al noroeste en auto.

Visa y vacunas ◗ No se necesitan vacunas. Hay que tramitar con bastante antelación la visa para Kazakhstán y se la retira en el aeropuerto de llegada porque no hay embajadas ni consulados de ese país en América latina.