Los Elementales I La novia de fuego Dalia Clovers

Gaspar se hubiera visto arrodillado en medio de un bosque, seco por la falta de lluvia, pidiéndole a .... No – respondió
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Los Elementales I La novia de fuego

Dalia Clovers

Índice

Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas...........................................5 Una chica con mucha suerte..........................................................................................8 Un cumpleaños diferente.............................................................................................13 Contratos irrompibles..................................................................................................22 Objeto de deseo...........................................................................................................29 La marca de la alianza.................................................................................................37 Chismes.......................................................................................................................43 Ignorancia acordada....................................................................................................52 Bienvenida a Beltené...................................................................................................63 El palacio.....................................................................................................................74 La primera noche en Beltené.......................................................................................83 Las tinieblas del pasado...............................................................................................96 El Sabio Kenneth.......................................................................................................104 Un prodigio entre los prodigios.................................................................................113 Valentía improvisada.................................................................................................118 La nueva celebridad de Beltené.................................................................................125 Citas desconfiadas.....................................................................................................140 Un abismo de oscuridad infinita...............................................................................148 Bajo el yugo de la verdad.........................................................................................158 Las letras pequeñas de un contracto.........................................................................169 Sangre letal...............................................................................................................177

Fuera de contexto....................................................................................................188 Fuego y sangre........................................................................................................197 El verdadero Zaya...................................................................................................209 Desde cero...............................................................................................................216 Los rumores de un fantasma...................................................................................223 Regresando a la realidad.........................................................................................228 Epílogo....................................................................................................................233

Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas

-

Sabes que no hay marcha atrás ¿Verdad?

-

Sí, lo sé – respondió Gaspar sin levantar la vista.

La criatura sonrió de oreja a oreja. Hincado frente a él, Gaspar no se atrevía a mirarlo porque él era intimidante, peligroso y extremadamente fuerte, y sentía que si posaba su mirada en él, la entidad vería el miedo en sus ojos, se burlaría de él y se esfumaría sin consumar el trato. Era increíble hasta dónde había llegado su desesperación: ni en un millón de años Gaspar se hubiera visto arrodillado en medio de un bosque, seco por la falta de lluvia, pidiéndole a una criatura (que antes creía que sólo existía en mitos y leyendas) que salvara a la razón de su existencia. Su esposa, Lucinda, miraba temerosa lo que sucedía detrás de un árbol. Después de haber gastado todos sus recursos y haber perdido la fe en los doctores, Gaspar y Lucinda recurrieron a los libros, leyendas y registros sobrenaturales del lugar, donde circulaba el antiguo relato de una persona que había soportado una situación similar a la suya y que, haciendo el ritual adecuado, había recurrido a seres de otra dimensión en busca de ayuda. ¿Que si la persona del relato había tenido éxito? No había registros contundentes de ello, pero la pareja estaba desesperada, al punto de hacer cualquier cosa con tal de lograr su cometido. Era difícil respirar debido al intenso humo que se desprendía de las velas rojas y violetas, y la varita de incienso que descansaba sobre un pedazo de madera; pero Gaspar

tenía que soportarlo porque así era el ritual para invocar a la criatura que ardía en llamas delante de él. -

No pongas esa cara – lo consoló el ente – Hay más beneficios que prejuicios en todo

esto, por eso me llamaste. -

Lo hice por mi hija…

El negociante asintió complacido. -

Puedo prometerte que cumpliré mi parte del trato pero – levantó un dedo y con él

señaló a Gaspar – Tú debes cumplir la tuya. -

¿Tengo otra opción? – refunfuñó el hombre.

La criatura sonrió como un zorro. -

No, de hecho no.

-

¿Mi hija podrá vivir plenamente en cuanto cerremos el trato? ¿Me garantizas que

jamás tendremos que preocuparnos por su salud? -

De eso ni lo dudes. La salvaré.

Gaspar suspiró. -

¿Vivirá con nosotros hasta que…?

-

Cumpla los dieciocho.

-

¿Tan poquito?

-

Oye, para nosotros es más que suficiente – el ser de fuego se encogió de hombros –

Deberías ser más agradecido por haberte prestado nuestros servicios.

-

Perdón, es sólo que siento que estoy condenándola a una vida que no podría ser la

mejor para ella. -

Te aseguro que no te arrepentirás y que todos saldremos beneficiados.

-

Bien, entonces hazlo.

La criatura descendió su mirada y la posó sobre la bebé que dormía envuelta en una manta rosada a sus pies. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios cuando terminó de estudiarla desde su estatura.

Una chica con mucha suerte

La salud de Kisa Granate no fue buena en sus primeros meses de vida. Apenas había salido del cuerpo de su madre, cuando los doctores notaron que algo no andaba bien: múltiples moretones, del tamaño de una moneda, decoraba todos los rincones de su cuerpo rojo e hinchado, sangraba frecuente de la nariz y a veces resultaba imposible bajarle la fiebre que la hacía llorar hasta desmayarse. Kisa había nacido con leucemia y las probabilidades de que sobreviviera eran tantas como ganarse la lotería. Sin embargo, sus padres se aferraron a esa posibilidad y les suplicaron a los doctores que hicieran todo lo humanamente posible para la salvarla. Kisa fue el experimento de toda clase de medicamentos y hasta de la quimioterapia, pero su frágil cuerpo no resistió a los venenos que se esparcían por sus venas. Llegó un momento en que los doctores se dieron por vencidos y les dijeron a los Granate que no se podía hacer nada. Resignados, los Granate se llevaron a su hija y cada mañana rezaban para no encontrarla muerta en su cuna. Y entonces, la medicina fue testigo de un milagro: de la noche a la mañana, el cáncer desapareció y Kisa poco a poco recuperó su salud. Pasó de ser una bebé cubierta de moretones y que lloraba de dolor, a ser una bebé que sonreía y succionaba el biberón con avidez. Pasaron los años y la leucemia se convirtió en un problema de segundo plano. Sus padres, Gaspar y Lucinda Granate, veían orgullosos como poco a poco su hija se convertía en una adolescente fuerte y sana, llena de vitalidad.

Uno de los aspectos más llamativos de Kisa era su cabello rubio platinado (que siempre lo llevaba en dos coletas en lo alto de su cabeza), en contraste con sus ojos negros, sin mencionar su figura larguirucha, lo que le daba un aire de fragilidad que rápidamente desaparecía cuando las personas descubrían que fascinación por los deportes, en especial por la arquería. Al entrar a secundaria, su interés por la arquería fue intensificándose hasta que, una vez superado los nervios, decidió entrar al club de tiro al arco de la escuela. Su talento para lanzar flechas era tan notable que, cuando entró a la preparatoria, ya perfilaba para los Juegos Olímpicos. Kisa vivía en Cuneta del Sol, un pueblo que, a pesar de estar rodeado por un frondoso bosque de secoyas, sufría de una de las peores sequías de la historia, haciendo que en verano llegara hasta los cuarenta grados centígrados. Sin embargo, el calor no afectaba a Kisa en lo más mínimo. Incursionaba en el instituto “Sol y Luna” y se encontraba en su último año. En la escuela era vista como una atleta prodigio (aunque no podía decirse lo mismo en el ámbito académico) y todos tenían altas expectativas de ella, ya que sí lo lograba competir en las Olimpiadas, la universidad que tanto añoraba le otorgaría una beca completa. Compartía los recesos con un grupo de amigas, aunque ella sabía perfectamente que sólo se trataba de un grupo de pirañas hipócritas, sin embargo… siempre podía contar con Descireé Bonnet, una chica con piel morena, cabello castaño y ojos ámbar. Si bien era muy distinta a Kisa en muchos aspectos, eran amigas inseparables desde la infancia. Una tarde, mientras Kisa garabateaba en el pizarrón con un marcador rojo, esperando que el maestro llegara del almuerzo, alguien le cubrió los ojos por detrás.

Kisa sabía quién era sin necesidad de voltear, porque reconocía aquellos rizos que le cosquilleaban el cuello y las voluptuosas curvas que se aplastaban contra su espalda, sin mencionar que sólo había una chica que podía cubrirle los ojos sin necesidad de ponerse de puntillas. Sin embargo decidió fingir no saber quién era. -

¿Nora?

-

No – respondió Descireé engruesando la voz.

-

Humm… ¿Laurel?

-

No – dijo su mejor amiga frunciendo los labios para no reírse.

-

Entonces… ¿Clarissa?

-

¡Soy yo! – exclamó Descireé destapándole los ojos y recargándose contra el

pizarrón – Es increíble que después de tantos años de amistad todavía no reconozcas mi voz. -

Qué raro, ¿verdad? – respondió Kisa sin dejar de garabatear en el pizarrón.

Descireé frunció la boca y después sonrió como una niña traviesa: -

Adivina qué día es mañana.

-

Es mi cumpleaños, lo sé, lo sé…

-

Pero no es sólo tu cumpleaños – protestó su amiga levantando ocho dedos – ¡Es tu

cumpleaños número dieciocho! El cumpleaños más importante de cualquier mujer. -

¿Cualquier mujer? – preguntó Kisa sonriendo.

-

No te hagas la inocente – Descireé le un manotazo en el hombro – Es el día en que

una niña finalmente se convierte en mujer. -

Técnicamente eres mayor de edad a los veintiuno.

-

¿Quién dice eso?

-

Huh… las leyes mundiales.

-

Bueno, sabes a lo que me refiero. Pero… ¿No estás emocionada?

-

Francamente todos mis cumpleaños han sido iguales, así que… realmente espero

que este año sea diferente – Kisa sonrió esperanzada. -

Quien sabe y a lo mejor Christian te pide que seas novia.

El marcador se deslizó bruscamente hacia abajo, dibujando un largo trazo en la superficie blanca del pizarrón. -

¿P-por qué dices eso? – tartamudeó Kisa, mirando a su amiga.

-

Por favor, Kisa… - Descireé rodó los ojos – Eres la arquera estrella de la escuela y

él el quarterback estrella – empinó las cejas – Es obvio que están destinados a estar juntos. -

Eso no es cierto – murmuró la chica, poniéndose roja.

-

Pues todo el mundo dice que él te pedirá que seas su novia en cualquier momento –

sentenció su mejor amiga – Y yo creo que sí lo hará. Sí alguien sabía de chismes, ésa era Descireé Bonnet. A pesar de que le costaba admitirlo, Kisa había estado enamorada de Christian Galen desde el primer momento en que vio su lustroso cabello castaño, su piel bronceada, sus hombros anchos y su imponente altura. Y que su amiga dijera que él se le iba a declarar en cualquier momento, hacia que sus esperanzas de ya no ser ignorada por él (como había sucedido durante los últimos 3 años) aceleraran su corazón. Por suerte para ella, su cumpleaños cayó en sábado, y pudo darse el lujo de levantarse tarde, recibir un gran ramo de flores en su habitación y tomarse su tiempo para elegir el

guardarropa correcto para celebrar su aniversario de vida: una blusa rosa con listones de corsé en la espalda, pantalones de mezclilla y sus botines negros favoritos. Para celebrar sus dieciocho años de existencia, sus padres la llevaron a cenar en el restaurante italiano más caro de Cuneta del Sol y le regalaron un ostentoso arco de metal y flechas nuevas, el último modelo que había salido al mercado. Kisa casi se volvió loca cuando lo tuvo entre sus manos. Al regresar a casa, corrió al bosque para probar su nuevo armatoste, llevándose latas vacías consigo y toda la pasión de una atleta profesional. Casi nadie frecuentaba el bosque por la tardes, por lo que era el sitio ideal para practicar. Parados en el pórtico de su casa, Gaspar y Lucinda vieron como su hija se internaba en la rugosa maleza del bosque. Mirando el suelo, Lucinda tomó la mano de su marido y susurró: -

Llegó el día, ¿Sabes?

-

Sigo sin poder creerlo – Gaspar cerró los ojos con pesar - Es increíble lo rápido que

pasaron estos dieciocho años. -

¿Crees que... ? - su esposa tragó saliva y apretó su mano con más fuerza - ¿hoy

vendrá por ella? Si podía ser sincero, Gaspar no tenía idea, pero deseaba con todas sus fuerzas que, debido al pasar de los años, el negociante se hubiera olvidado de aquél asunto.