Los 90 La década negada

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domingo 21 de diciembre de 2014

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Los 90 La década negada ¿Fue un mal experimento político o diez años de estabilidad? ¿Fue sólo frivolidad o una fiesta de consumo para casi todos? Ante un nuevo fin de ciclo, la época menemista se sigue revelando ambigua y vergonzante en nuestra memoria colectiva Walter Curia PARA LA NACioN

E

l diálogo transcurre en un despacho de la Casa Rosada, en la segunda mitad de los 90. Un periodista joven dialoga off the record con un ministro influyente de aquella época. El periodista lo interpela por el impacto social de las reformas económicas practicadas por el gobierno durante aquella década. Entusiasta, cree haber encontrado un punto vulnerable del discurso oficial cuando el ministro lo interrumpe, con señales de aburrimiento: “Todo lo que decís suena muy bien. Pero ¿vos con qué gobierno te compraste la casa?”. Hablar hoy de los 90 requiere, antes que nada, una buena cuota de honestidad. Fueron los años de la reforma y la desaparición del Estado, las desregulaciones, la reconversión de una economía de base industrial a una de servicios, la apertura al mundo y la estabilidad política y monetaria. Un nuevo relato, un nuevo contrato social y un contexto global favorable trajeron la modernidad de regreso a la periferia. Durante ese largo proceso hubo perdedores y ganadores. A riesgo de una simplificación, puede decirse que los sectores populares largamente perdieron: desigualdad, desempleo y pérdida de la cultura del trabajo; pérdida de identidad y descenso social, exclusión del sistema y marginación.

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martín balcala

puENTE AéREO

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La directora de la Fundación Proa defiende la creación de un “liderazgo cultural profesional”, la descentralización y la articulación de las iniciativas públicas y privadas

Diana Fernández Irusta LA NACioN

Al frente de Fundación Proa desde 1996, Adriana Rosenberg –que en su momento estudió y trabajó junto a Jorge Romero Brest (con quien fundó la Editorial Rosenberg-Rita Editores)– se mueve en la gestión cultural como pez en el agua. No sólo es la encargada del programa de exhibiciones, las actividades culturales y el fondo editorial del sofisticado espacio cultural anclado a metros de la Vuelta de Rocha, sino que también sabe del delicado equilibrio entre iniciativa privada y políticas estatales que tantos proyectos cultu-

rales requieren. “Está comenzando a aparecer una amistad, un vínculo más gentil, entre la sociedad civil y la esfera política”, apunta. Pero también señala lo que, a su criterio, es una tendencia que excede al oficialismo: “El poder político no quiere la democratización de las instituciones culturales; quiere tener allí al militante”. Por estos días, Rosenberg está abocada a la exposición del artista chino Cai Guo-Qiang, quien el 21 de enero realizará en La Boca uno de los monumentales espectáculos con fuegos artificiales que lo hicieron conocido a nivel internacional. Sobre ese otro difícil equilibrio, la masividad y

la calidad, sostiene que el objetivo de toda gestión debe ser garantizar la diversidad de registros. Y, en cuanto a la asociación entre políticas culturales y personalidades del espectáculo o los medios, dice con vehemencia: “La misión del Estado es ordenar. No mezclar y confundir”. –¿Cómo percibe la articulación entre política cultural e iniciativa privada en la actualidad? –Son dos esferas que siempre, de alguna manera, van en paralelo. Además, la sociedad civil por un lado y la sociedad política por el otro no sólo en cultura, sino en muchos otros aspectos están muy divididas. Continúa en la página 3