Laura Noetinger. “El sombrero es más recordado que

el tocado a una especialista: Laura. Noetinger, una argentina que vivió varios años en Londres y que en. 2006 decidió ab
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SÁBADO | 5

| Sábado 27 de octubre de 2012

Trabajó varios años en Londres con diseñadores top y volvió al país para empezar de cero. En ella confían las argentinas cuando necesitan lucir algo elegante en la cabeza

sino que lo acompañe armoniosamente. A muchos diseñadores les encantan los sombreros y otros se resisten a incorporarlos por miedo a que opaque su diseño. Yo nunca opaco el vestido, lo completo. Si un sombrero llama demasiado la atención genera un desequilibrio y eso no es bueno. –¿El principal miedo de las mujeres es que le quede ridículo? –Sí. Pero después se relajan y confían. Yo no les voy a hacer nunca nada que les quede mal. Siempre van a lucir elegantes. Trato de tranquilizarlas porque muchas veces en las pruebas que les hago quieren dar marcha atrás porque no se animan. Un sombrero hay que saber llevar-

Laura Noetinger. “El sombrero es más recordado que un vestido”

“La mujer argentina no se pone ni loca un sombrero de color. Quiere algo neutro que permita un reciclado; invertir en un sombrero es como comprarse un par de muy buenos zapatos”

Por Laura Reina | Foto Gustavo Bosco

E

l jueves que viene, cuando se corra el Gran Prix Baron B en el Hipódromo de San Isidro, la vista seguramente no estará puesta en la pista, sino en las cabezas. Con un estricto dress code que indica que las mujeres deben lucir fascinators –esas piezas adornadas con flores y plumas, que van atadas al peinado y dan un toque de distinción–, el show seguramente estará concentrado en la parte superior del cuerpo. Un solo apellido será el animador principal de la velada. Porque aunque las damas allí presentes lucirán vestidos de diversos diseñadores de alta costura, casi todas confiarán el tocado a una especialista: Laura Noetinger, una argentina que vivió varios años en Londres y que en 2006 decidió abandonar su apacible vida en el barrio de Chelsea, con una exclusiva y fiel clientela, y empezar de cero en Buenos Aires, ciudad de la que extrañaba, sobre todo, la gente y el sol. Aunque se resiste a decirlo porque prefiere mantener el anonimato de sus selectas clientas, Noetinger es responsable de muchos de los modelos que la princesa Máxima luce en su cabeza. Y, también de varias celebridades locales que confían en ella cada vez que tienen que lucir un sombrero elegante en algún evento.

“Nadie en la Argentina hacía esto. Fue empezar de cero. Pero me liberó. Me encontré con limitaciones que me hicieron bien. Que me sacaron del lugar de comodidad en el que estaba –recuerda Noetinger en su taller de Palermo–. Cuando estás segura de lo que hacés, mal no te puede ir. Pero hubo un camino que tuve que hacer, les mostré mi trabajo a diseñadores que me gustan mucho como Fabián Zitta, Laurencio Adot, Pablo Ramírez... Y ahí se me fueron abriendo puertas”, dice esta madre de tres hijos que volvió para que ellos pudieran crecer con sus afectos cerca. –¿Por qué sombreros? –Los descubrí en Londres, ahí hice un montón de cursos de diseño hasta que conseguí un trabajo con Bruce Oldfield, un diseñador increíble que vistió a muchísimas personalidades como Lady Di, y ahí descubrí los sombreros. Fue impactante, un mundo nuevo para mí porque este tipo de sombreros son realmente ajenos a nuestra cultura. –¿En qué situaciones se usan? –En general se usan en ocasiones muy especiales, para ir a las carreras o a casamientos que se hacen en Europa, donde los sombreros son casi obligatorios. En Buenos Aires he hecho para madrinas que están acostumbradas a usarlos, e incluso hubo un casamiento que se hizo acá donde la novia quería que todas sus

invitadas llevaran sombreros y yo se los diseñé a todas. –¿Se puede repetir un sombrero? –Depende. No importa repetirlo si la gente que asiste a ese evento es distinta. El sombrero es recordado, más incluso que el vestido. No sólo complementa la ropa, la realza. Y marca una diferencia. Ves una mujer que lleva sombrero y la mirás. Algunas me dicen “mirá que no quiero llamar mucho la atención”. Y eso es imposible, con un sombrero siempre vas a llamar la atención. –Y vos, ¿cómo hacés para no repetirte? Porque imagino que el círculo de clientas es realmente muy acotado… –El secreto está en identificar la

personalidad de cada una. Que el sombrero que yo le haga vaya con su personalidad. Algunas son más clásicas, otras más modernas, otras vanguardistas… La variedad de clientas es enorme. Y como todas son distintas, los sombreros inevitablemente van a ser distintos. Lo que sí hay es un sello personal que es lo que te identifica. Me ha pasado de tener clientas que no se conocen entre ellas, se encuentran en un evento, se miran las cabezas y dicen “ese sombrero es de Laura Noetinger”. Eso sí está bueno. –El mejor sombrero es el que acompaña o el que resalta? –Tiene que acompañar y mejorar la imagen. Yo nunca voy a hacer un sombrero que opaque un vestido,

lo, hay que ir con la cabeza bien alta y decir “acá estoy yo”. La actitud es muy importante. Si vas con un sombrero divino y sentís vergüenza, todo el trabajo se arruina. –Se puede hacer un sombrero de excelencia exclusivamente con materiales que hay acá? –Yo me he adaptado muchísimo a la Argentina. En Londres ibas a la tienda y comprabas todo lo que necesitabas en un mismo lugar. Acá no pasa eso y hay que tener mucho ingenio. Me ha pasado de hacer tocados realmente muy lindos con materiales que he comprado solamente acá. Pero los realmente elegantes algo importado siempre tienen. Trato de aprovechar el viaje de algún conocido para hacerme de algunos materiales. Al ser un mercado muy acotado tampoco es tanto lo que necesito. Igual trato de arreglarme con lo que hay acá. Hay unas rafias lindas, plumas que con los tratamientos que les hago quedan muy bien… Siempre sale algo. Incluso probé con el cuero, algo que en Londres no se me hubiera ocurrido nunca. Me encanta jugar.

–¿Qué es lo que se usa en Europa que la argentinas no se lo ponen ni locas? –El color. La argentina no se pone un sombrero fucsia ni loca. Le tienen miedo al color. Quiere algo neutro. Pero esto tiene su lógica porque invertir en un sombrero es como comprarse un par de zapatos de los muy, muy buenos. Y muchas me dicen “¿qué hago después con el sombrero?” El natural, el gris perla, permiten algún tipo de reciclado. El fucsia es más complicado. –¿El sombrero grande dejó de usarse? –En parte sí, aunque en el último Ascot la norma era que los sombreros tenían que cubrir al menos 10 cm de la cabeza justamente porque las mujeres últimamente iban con una plumita y ese no es el espíritu de Ascot. He tenido clientas que han ido y hemos tenido en cuenta esa regla. Pero en general se ha dejado de usar el sombrero grande, la gente usa algo más chico, más canchero. –¿Este retroceso es culpa del fascinator? –No necesariamente, el fascinator en general se usa de noche y el sombrero más grande es para el día. Pero sí hay un boom de estas piezas por la boda real de Kate y William. Después de ese casamiento vinieron un montón de clientas pidiéndome que les haga un fascinator. El boom en parte tiene que ver con que es fácil de poner y de llevar, son prácticos, se pueden volver a usar… –El sombrero siempre fue un símbolo de status… ¿también es un símbolo de frivolidad? –No, un sombrero no es nada frívolo siempre que se use en el contexto adecuado. En muchas culturas no llevarlos es faltar el respeto. Y muchos de ellos son como pequeñas obras de arte. –¿A quién te gustaría hacerle un sombrero? –A Kate Middelton. Tiene mucha onda. Con mis colegas ingleses, con los que sigo en contacto, siempre decimos que lo máximo que te puede pasar es tener a un royal de cliente. La máxima aspiración es vestir a una princesa. Sentís que llegaste. Y yo estoy muy satisfecha con lo que logré. –¿Qué sombrero diseñarías para Cristina? –Sin dudas le haría algo clásico, con mucho nivel y que haga quedar bien a los argentinos. Ella tiene que llevar la personalidad del país. Y si bien haría algo sofisticado, trataría de imprimir el sello argentino.ß