La prueba (el buen Simón Korach)

Mis padres re- solvieron empezar una nueva vida en Campo Grande [Mato Grosso du sur], trabajaron mucho y lograron accede
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ESPECTACULOS

I

Martes 7 de febrero de 2012

MUSICA sEN FORMOSA

CARISMA

PAULA GINGINS ENVIADA ESPECIAL HERRADURA, Formosa.– “Cuando la escuché, pensé que podía pasar algo diferente, aunque nunca imaginé que sería tanto”, reconoce, con una sonrisa amplia que mantiene casi todo el tiempo, Michel Teló, en una charla con LA NACION, antes de que lo vieran 70.000 personas. Habla de su “hitazo” del verano “Ai se eu te pego”, el tema de Sharon Acioly y Antonio Diggs, que escuchó por casualidad y le gustó “por su melodía pegadiza y su letra sencilla”. Pensó entonces que podía pasar algo con el público. No se equivocó: hoy “el pasito”, la coreografía que se baila en todos los espacios posibles, que cuenta qué le pasa a un chico tímido cuando teme hablar y no puede evitar que esa chica lo deje sin aire e imaginar un “ay, si te agarro” apasionado. Cada vez que puede, agradece a Cristiano Ronaldo y a Neymar, los futbolistas que comenzaron a festejar los goles con “el pasito” o a bailarlo en los vestuarios del club. Y eso, claro, multiplicó la coreo en Internet: lleva 82 millones de visitas en YouTube en el mundo, 150.000 descargas y lidera el ranking de ventas de iTunes en la Argentina, con disco de platino incluido. Cuenta que sus influencias son la música gaúcha, artistas como Camargo & Luciano y Bruno Mahoney, y los ritmos de su país: axé, choro, forró, pagode. “Siempre quise mezclar todos los géneros y hacer algo propio.” Entonces, ¿cómo se sigue después de un hit de alcance global? “Tengo 18 años de carrera y ya pasé por todas las etapas: de cargar cajas y andar en autos viejos, a tratar de tocar en lugares. Cuando empezó a acomodarse todo, montamos un estudio de grabación, pasamos a producir discos de otros. Sabemos que esto que pasa con «Ai se eu te pego» es difícil de lograr –señala–. Después de haber hecho Balada sartajena [2009] y Ao Vivo [2010], sabemos que nos sostiene una carrera sólida en Brasil, pero queremos aprovechar esto que pasa y dar continuidad a nuestro trabajo en otros lugares.” Ya está en eso: mañana sale el DVD Michel na Balada en toda América

Michel

Teló REY DE LA CANCION DEL VERANO El músico brasileño, cuyo hit “Ai se eu te pego” suena en todos lados y se adueñó de Internet, se presentó por primera vez en la Argentina, en un festival formoseño latina y, próximamente, en Europa. De hecho, ya suena la versión en inglés “If I Catch You” y llegará en castellano. Teló les da valor a los afectos (está casado), a la familia, a los orígenes. “Nací en Paraná [sur de Brasil] y mi casita de madera no tenía cuarto de baño adentro, había que salir. Era muy humilde. Mis padres resolvieron empezar una nueva vida en Campo Grande [Mato Grosso du sur], trabajaron mucho y lograron acceder a una buena vida.” Recuerda la infancia y aparecen temas como “Humilde residência”, que habla de un chico que no tiene dinero y quiere invitar a su chica a una casa a la que le faltan muchas cosas. En la nueva propuesta integra covers y lo explica así: “En este mo-

mento de tanto trabajo se hace difícil sentarme a componer. Lo hice mucho y sé que necesito estar concentrado para eso –reflexiona–. Ahora comparto canciones de otros músicos que a lo mejor no son tan conocidos y, de esta manera, los ayudo porque realmente son buenos. Tengo unos tres mil mails de músicos que me enviaron su trabajo”, sonríe.

Un recital de energía pura Lo que queda claro es que la energía de este treintañero, algo tímido, que se transforma sobre el escenario, parece inagotable. No para de dar recitales y se ve que realmente lo disfruta. En Formosa cautivó al público y lo tuvo siempre de su lado. Todos querían sacarse una foto con él: filas de niños y adolescentes lo esperaron

Con su ritmo contagioso y el abrazo a la bandera argentina, Teló se ganó al público

en el hotel, al ingreso del recital, a la salida. La caravana de autos sobre los 40 km que separan Herradura de Formosa era impactante: todos los autos casi pegados entre sí. Para quienes hicieron el esfuerzo de llegar hasta ahí, valió la pena la espera: la energía fue contagiosa y el público, heterogéneo, diverso, nunca hizo silencio, nunca se quedó quieto. Así pasaron “Fugidinha”, “Humilde residência”, “Eu te amo e Open bar”, esa música electrónica con giros de chamamé, (¿electrochamamé?) “Para ser perfeito”, “Coincidência”, “Ei, Psiu! Beijo me liga”, “Se intrometeu, una versión que arrancó saltos y manos arriba de “I’ve got a feeling” (Black Eyes Peas), hasta “Color esperanza”, de Diego Torres, “Panamericano” (Yolanda be Cool), cuando él mismo explotó cañones de serpentinas de colores frente al público y convirtió al estadio entero en un fiesta electrónica. Está bien: además arrancó suspiros y gritos de las más jovencitas, pero el carisma de este brasileño es innegable. Arriba del escenario parece otro, se conecta con la gente y les pide más. Y el público responde a cada juego, a cada ritmo. El artista también tocó la guitarra, saltó abrazado al acordeón –ejecutó “Km 11” y “Soy chamamé”–, y fascinó con su talento y agilidad para sacarle melodías. Por supuesto que los dos momentos en los que el público explotó fueron esas dos veces que regaló “Ai se eu te pego”. La primera vez, el tema comenzó acompañado con la proyección de un video en el que se ve a gente de distintos lugares del mundo, hasta niños que recién hablan, bailando el “Nossa, nossa…”. Enganchó con el tema en vivo y el predio entero fue feliz (el que no reconozca que bailó, miente). Todas las edades se engancharon con la coreografía y lo gritaron-cantaron con locura. Algo parecido (o tal vez más intenso) sucedió en el cierre. En esa noche cálida, al aire libre, todos juntos los 70.000, se movieron, cantaron, gritaron como si se tratara del último hit del verano de sus vidas. Nadie sabe qué pasará luego con este cantante, pero él dice, cada vez que tiene oportunidad, que en 2012 lo escucharemos mucho.

Una fiesta popular en el nombre de la corvina Fueron cientos. Fueron miles. Quienes compartieron el último fin de semana la XI Fiesta de la Corvina Rubia se fueron contentos, con la promesa de volver (aunque para la mayoría no fue la primera vez). El viernes pasado, para inaugurar este encuentro, al escenario que colmó la fiesta de música y folklore latinoamericano subió el Chaqueño Palavecino –lo vieron 40.000 personas–, mientras que la noche siguiente se presentó La Mosca para unas 50.000 personas que asistieron. Frente al numeroso público (muchos se llevaron la reposera para disfrutar con comodidad y tomaron mate durante horas), todos los artistas, incluidos Mario Bofil, el grupo Quorum y las demás formaciones folklóricas que compartieron el espacio, destacaron, con evidente emoción, la importancia de sostener las fiestas tradicionales de las provincias. Esta, como todas, tiene sus particularidades. Lo primero que recibe al visitante es la tranquilidad, el reposo, la cordialidad y la calidez del pueblo anfitrión. (¿Esto es subjetivo? Claro que sí. Se funda en la experiencia breve, recortada, si se quiere, de esta cronista.) Es que la villa turística Herradura, de unos 4000 habitantes, que creció alrededor de una laguna habitada por corvinas, pacúes, surubíes atigrados, dorados, manguruyúes,

carpinchos y yacarés, se presta para juntarse y disfrutar, porque además, ahí mismo, se levanta y se teje una vegetación abundante, de esa que fascina: desde 2002, pescadores de distintas localidades formoseñas, del norte santafecino, de Corrientes, Chaco, el sur de Brasil, Uruguay y Paraguay se juntan para participar de los concursos de pesca de corvina, a motor y a remo. Claro que no es todo lo que se puede hacer en este predio de más de diez hectáreas. Los jóvenes acampan en diferentes lugares habilitados para eso (suelen festejar allí el Día de la Primavera, por ejemplo) y una amplia feria de puestos diversos se monta durante los tres días que dura la feria. Así, los stands del sector comercial, industrial, artesanal (la oferta de mates y termos fue de lo más variada, lógicamente, si pensamos en la identidad cultural y en el vínculo con Paraguay, que está ahí nomás), las ofertas gastronómicas y de servicios turísticos esperaron la visita de los miles de turistas que recorrieron el predio. Este encuentro fue todo aplausos, risas, bromas, chicos corriendo y jugando con espuma –en los carnavales también se festeja así–, y tantas almas compartiendo expresiones culturales propias. Hasta el próximo año, entonces.

“Siempre quise mezclar todos los géneros y hacer algo propio”, confiesa el músico

FOTOS GTZA. MINISTERIO DE TURISMO FORMOSA

((((( BUENA

TEATRO DRAMA

La prueba (el buen Simón Korach) Una obra que habla sobre la fragilidad y el interés individualista de un hombre LA PRUEBA (EL BUEN SIMON KORACH) L AUTOR: LUKAS BARFUSS L TRADUCCION: BIRTE PEDERSEN LINTERPRETES: GUSTAVO CENATIEMPO, ALBERTO DOBISKY, KAREN KOCH, GRACIELA PEREYRA, ERNESTO ROWE LESCENOGRAFIA Y VESTUARIO: NOELIA GONZALEZ SVOBODA LILUMINACION: JULIO LOPEZ LASISTENCIA DE DIRECCION: JUAN PABLO CAPPELLOTTI, BRENDA KREIZERMAN LDIRECCION: SERGIO GRIMBLAT LDURACION: 80 MINUTOS LSALA: EL CAMARIN DE LAS MUSAS, MARIO BRAVO 960 LFUNCIONES: JUEVES A LAS 21:30 L

Peter Korach, un hombre orgulloso de su familia, confirma a partir de un examen de ADN que no es el padre biológico del chico de cinco años que considera su hijo. A partir de esta revelación se desarrolla la trama de La prueba (el buen Simón Korach), cuarta obra montada en Buenos Aires de Lukas Bärfuss, dramaturgo suizo, contemporáneo y de moda en Europa desde hace unos cuantos años. Todo se volverá cuesta arriba en su vida a partir de este hecho. La ciencia demuestra de manera irrefutable que ni él ni su mujer ni su hijo

son quienes él pensaba que eran, y aunque el mundo tal como lo conocía se está derrumbando, nadie estará demasiado dispuesto a ofrecerle contención. Simón, el padre de Peter y político de profesión, tiene asuntos más importantes en su cabeza que ayudar al hijo: ganar las próximas elecciones locales. La madre está de viaje, como casi siempre. La mujer de Peter, perturbada, sólo busca volver a ser amada por su marido: si la piedra para alcanzar ese objetivo es la presencia del niño, ella está dispuesta a abandonarlo para recuperar a su pareja. Esta es sólo

la punta del iceberg de una historia cuyo dramatismo va in crecendo en cada escena, pero cuyos sucesos, claro, no vale adelantar por acá. Lo que queda claro a golpe de ojo es que la vida familiar de Simón puede tener efectos impensados en su existencia profesional. ¿Cómo se inmiscuye lo privado en lo público? ¿Puede una desdicha familiar fortalecer una imagen política? Esa es, probablemente, una de las preguntas que resuenan más fuerte en la cabeza de los espectadores durante el transcurso de la obra y que se vinculan de manera intensa con nuestro presente. Un punto de conexión con la realidad argentina. Seductor y contundente en su inicio, el texto de Bärfuss va perdiendo fuerza con el correr de las escenas. La dirección de Sergio Grimblat no logra contrarrestar esa caída libre, sobre todo porque los registros de

los actores resultan desparejos en los momentos más dramáticos de la obra. Vale como ejemplo el cuadro de la llegada de la madre de Peter a casa después de un largo viaje por la India. Para reforzar la idea de que los sucesivos viajes a Oriente están cambiando su manera de pensar, ella enciende un sahumerio, se ocupa de dispersar su aroma por toda la casa, aconseja a su hijo que para resolver sus problemas personales siga “los dictados de su corazón” y deje de “comer salchichas” y regaña a su marido por haberse convertido en un hombre superficial y ambicioso. Lejos de coincidir con el tono general de la puesta (mucho más realista), el personaje de Graciela Pereyra se acerca a la caricatura. Por supuesto que Grimblat y Pereyra no llegan solos hasta a ese desfase. Buscando romper con el estereotipo de la mujer-madraza, el texto de Bärfuss termina siendo,

Lo privado y lo público, en el centro de la trama probablemente sin buscarlo, poco simpático con el género femenino: las mujeres de esta historia no sólo terminan desgarrando las familias que no están seguras de haber querido formar, sino que hacen gala de un individualismo a prueba de balas que puede terminar en neurastenia o en un discurso new age vacío de contenido. En definitiva, la dramaturgia se sostiene en algunas interesantes

ideas-guía sobre la familia y la transmisión de fracasos de generación en generación cuando las culpas no son saldadas a su debido tiempo, pero no se permite el uso de elipsis ni de metáforas y termina enredándose, por consiguiente, en un culebrón familiar que, lejos de permitir la reflexión, termina cayendo en el grotesco.

Natalia Laube