LA MODERNIZACIÓN EN LOS ESPACIOS AGRARIOS En el transcurso de la historia de la humanidad se han realizado constantes esfuerzos para incrementar la disponibilidad de alimentos y materias primas agrarias, por ejemplo a través de la incorporación de nuevas áreas productivas y del mejoramiento de los instrumentos de labranza. Pero recién a mediados de este siglo se desarrolla un proceso de transformación y modernización de la actividad con dimensiones y alcances muchos mayores. En un primer momento, este proceso de modernización implicó la mecanización de gran parte de las tareas agrícolas, fundamentalmente a partir del uso del tractor y de una serie de maquinarias para tareas específicas, como cosechadoras, o sembradoras. También involucró la difusión de tecnología entre los productores. A tales efectos se crearon en diversos países instituciones, como en Argentina el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), encargados de asesorar y ayudar a los productores en el uso de maquinarias y en el manejo administrativo de sus explotaciones. Desde mediados de la década del sesenta dicho proceso adquiere un nuevo e importante impulso, a partir del desarrollo y difusión de la denominada revolución verde. Proceso por el cual se incorpora tecnología a la actividad agraria, sobre todo de ciertas variedades vegetales y animales de alto rendimiento, por ejemplo, trigo, arroz y ganado vacuno. Para lograr sus altos rendimientos potenciales, las nuevas variedades vegetales requieren condiciones de cultivo muy especiales que implican el uso de una serie de insumos, como fertilizantes inorgánicos, insecticidas, herbicidas y agua por riego. Por esto a la revolución verde, también se la conoce como la revolución semilla-fertilizante.