La magia del canto en el Ulises de BAL

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Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

TEATRO

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Domingo 19 de julio de 2009

MUSICA CLASICA

La magia del canto en el Ulises de BAL Gran trabajo del director Juan Manuel Quintana y de un elenco de cantantes bien liderado por Víctor Torres Muy bueno (((( Il ritorno d’Ulisse in patria. De Monteverdi. Con: Víctor Torres, Evelyn Ramírez, Franco Fagioli, María Cristina Kiehr, Jaime Caicompai, Pilar Aguilera, Carlos Ullán y elenco. Ensamble I Febiarmonici. Régie: Alejandro Bonatto. Dirección: Juan Manuel Quintana. Buenos Aires Lírica. Teatro Avenida. Nueva función: hoy, a las 18.

El elenco que dirigió Diego Brienza lleva adelante momentos de extrema belleza

Colores que viven y brillan dentro de la nieve Muy buena (((( Una familia dentro de la nieve. De Guillermo Arengo. Dirección: Diego Brienza. Con: Mar Cabrera, Adriana Ferrer, Lucrecia Gelardi, Horacio Marassi, Vicky Massa, Gabriel Urbani y Carla Vidal. Escenografía y vestuario: Cecilia Zuvialde. Coreografías: Bárbara Hang. Luces: Mariano Arrigoni. Abasto Social Club. Duración: 40 minutos.

Damián es el hijo varón –e inteligente– de una familia de mujeres. La madre es la mucama del hotel de la avenida y sus cuatro hermanas parecen haber salido de la minuciosa y detallista maqueta de la ciudad de Leningrado que ellas mismas armaron, y con la que juegan persistentemente. Hay un padre que –convertido en muñeco Kent, la legendaria pareja de las Barbies– habita en esa ciudad rusa, adónde fue en busca de alguna revolución, y en la imaginación de sus hijas. Una familia rara, con hábitos mecánicos en donde el único elemento orgánico que muestra el drama de la ausencia paterna parece surgir en esa madre sufrida que relee larguísimas cartas. Las cuatro chicas viven el drama a su manera: somatizan y vuelven eccemas y broncoes-

pasmos su desazón y su dolor, pero eso sí siempre con una sonrisa, con una canción, con un par de pasos de baile que las convierten en pequeñas muñecas de cajitas de música. Esos dos mundos –el mecánico y el orgánico– no chocan sino que se funden con naturalidad en esta prolija puesta de Diego Brienza, en la que ese hijo varón con inteligencia suprema aparece como un observador lejano, pero no tanto. La obra de Guillermo Arengo está repleta de aristas jugosas y atractivas que el director convierte en bellas imágenes, la mayoría repletas de una ternura inconmensurable. No es ajeno a este resultado un elenco muy bien buscado y dirigido. Cada uno de los actores tiene su gran momento –individual o en conjunto–, por eso es difícil destacar a uno sobre otro. Sólo por capricho se puede remarcar el trabajo de “las hijas” o el del padre (Horacio Marassi) que finalmente vuelve tapado de fracasos y contradicciones. Pequeña en sus proporciones y enorme en aspiraciones y posibilidades (todas expuestas), Una familia dentro de la nieve es una sorpresa luminosa dentro de la cartelera teatral.

Verónica Pagés

Las expectativas no eran pocas. Después de todo, se trataba del estreno en la Argentina de El retorno de Ulises, la penúltima ópera de Monteverdi, de 1640. Hay que recordar que con Ulises, y con La coronación de Popea, llegaba a su final aquella ópera temprana, surgida hacia 1600. A paso redoblado, venía avanzando una nueva ópera en la cual lo teatral iba a sucumbir ante una búsqueda que apuntaba a la belleza musical, al lucimiento de los cantantes. Sin embargo, en esta presentación de Ulises, todo una paradoja, lo mejor, sin lugar a dudas, estuvo en el canto y en la concreción musical, por sobre una opinable elección escénica. La propuesta escenográfica de Alejandro Bonatto fue tan simple y atractiva como efectiva. Sobre el escenario se dispuso una amplia tarima rectangular que ocupaba casi todo el espacio y, en su centro, dos gigantescas puertas tubulares. Por fuera de las puertas, el exterior. En el interior, cada vez que las puertas se abrían, el palacio donde Penélope espera el regreso de Ulises. Pero el acierto escenográfico no tuvo un correlato en las marcaciones actorales, en el vestuario ni, lo más espinoso, en un planteo teatral que denotara alguna coherencia discernible. En el Prólogo, los personajes aparecieron de etiqueta, pertinente si lo que se buscaba era establecer diferencias con la ópera concreta que venía a continuación. Pero después Telémaco, un guerrero en pollera, recordaba a ciertos personajes de dibujos animados, Ulises lucía una solera casi tropical, Minerva, una verdadera diosa, cam-

Víctor Torres (Ulises) y Franco Fagioli (Telémaco), dos grandes intérpretes de la ópera de Monteverdi

bió frecuentemente de aspecto. Y así sucesivamente, cada personaje vestía sin ajustarse a algún patrón. Por momentos, las luces determinaban espacios y situaciones y, en otros, cierta escenografía naif, si no absurda, se asomaba sin que hubiera alguna justificación. Y si el erotismo que rodeó al dúo de Eurimaco y Melanto fue apropiado para una escena de amor, los jugueteos y ciertas actitudes orgiásticas hetero u homosexuales del segundo acto parecieron ser un recurso tan extemporáneo como prescindible. De todos modos, por suerte, hubo música y hubo canto.

Determinante De lo general a lo particular, la mano de Juan Manuel Quintana en la creación de esta partitura y en su conducción fue determinante. Sobre el esqueleto primitivo y los faltantes que campean en el original de Mon-

teverdi, se pueden realizar muchas versiones. Esta de Quintana se ajusta maravillosamente bien a las propuestas discursivas y estéticas de Monteverdi. Y el ensamble I Febiarmonici sonó estupendamente bien. Pero lo determinante para que la música flotara, mágica, vino de unos cantantes en estado de excelencia que pasearon sus habilidades muy ajustados a una única y muy compartible idea de canto, esa que distingue a Monteverdi y al barroco temprano de cualquier otra experiencia posterior. Expresividades intensas sin voluptuosidades inapropiadas y afinaciones que esquivaron una a una todas las dificultades que plantea una línea melódica no tonal, con diseños ariscos y desvíos inesperados para sorprender al más prevenido. Víctor Torres, siempre magnífico, no sólo venció a sus adversarios en el segundo acto por habilidad y fortaleza sino porque,

esencialmente –y con el mayor respeto por sus contrincantes–, era mejor cantante. María Cristina Kiehr (Minerva) guió a Ulises por la senda del triunfo. Si esta Minerva, se apareciera ante cualquier mortal, con la voz y las certezas de Kiehr, pues a no dudarlo: hay que seguirla. Franco Fagioli, demasiado duro en su actuación, canta maravillosamente bien, potente, afinadísimo y con fraseos exquisitos. Evelyn Ramírez abrió la ópera llorando la ausencia de su marido, con un inolvidable lamento de intensa musicalidad. Y en general, esa coherencia que en lo escénico lució esquiva, gozó de muchísima salud en el plano vocal. Cada uno de los cantantes se ajustó a un planteo general incuestionable, con seguridad y holgura. Las suficientes como para gener una intensa ovación final, largamente merecida.

Pablo Kohan

Lo que vendrá Invierno frío. Entre la gripe y las vacaciones de los chicos, los clásicos parecen estar reservando fuerzas para más adelante. Por suerte, no todos Hoy NA las 18, El retorno de Ulises, de Monteverdi, por BAL (ver aparte). Teatro Avenida, Avenida de Mayo 1222. Repite martes, jueves y sábado, a las 20. Informes, 4812-6369. NA las 19, concierto de Tocarás Sola (Trío), ensamble que integran Gabriela Galván (flauta traversa barroca), Alicia Morán (violín barroco) y Paula Sadovnik (chelo barroco). Músico invitado, Mariano Irschik (espineta). Museo Fernández Blanco, Suipacha 1422. Entradas: $ 1. NA las 19.30, fragmentos destacados de Capuletos y Montescos, de Vincenzo Bellini, con régie de Cecilia Layseca (también interpreta a Giulietta). Espacio Colette, Paseo La Plaza, Corrientes 1660. Entradas: $ 30 (con consumición).

Martes NA las 17.30, versión pa-

La flauta mágica, para chicos ra niños (en títeres) de La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart, con dirección y adaptación de Gabriela Marges, al frente del grupo Babelteatro. Teatro Andamio 90, Paraná 660. Entradas: $ 15 y $ 25. Durante las vacaciones de invierno, de martes a domingos, a la misma hora.

Jueves NA las 15, El maestro de

música, de Giovanni Batistpa Pegolesi, con adaptación y traducción de Rosa-

na Santoro. La Manufactura Papelera, Bolívar 1582. Entradas: $ 25 (con consumición). Repite sábado, a la misma hora. NA las 20.30, Tonalidades

de lo amoroso a la música, selección de arias y canciones de cámara de Brahms, Grieg, Bach, Wolf, Schubert y Haendel, a cargo de Agustina Schedden (mezzo) y Juliana Fernández (piano). Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín. Entradas desde 35 pesos.