La intolerancia hacia la población extranjera en ... - El Siglo de Europa

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los dossieres de

Xenofobia en España

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los dossieres

POLÍTICA

La intolerancia hacia la población extranjera en España disminuye lentamente

Xenófobos, pero no tanto

Un estudio elaborado por la Fundación Alternativas en un trabajo en equipo con la Fundación Fundipax-Iniciativas para la Paz Centro Unesco que acaba de publicarse muestra una evolución positiva, aunque todavía insuficiente, en la percepción de la población española del fenómeno migratorio en nuestro país. Nos presenta una ciudadanía algo más tolerante que hace unos pocos años, aunque todavía quedan muchas reticencias vivas, como lo demuestran los preocupantes posicionamientos en asuntos como la escolarización junto a inmigrantes o la opinión sobre las ayudas públicas a este colectivo. análisis junto a encuestas anteriores realizadas por el Centro de Investigaciones Socioecientemente se hacían públi- lógicas (CIS) sobre la materia y la última oleacos los resultados de un infor- da de la Encuesta Social Europea. Los resultados señalan un paulatino creme elaborado por la Fundación Alternativas junto con la Fun- cimiento de la aceptación de la convivencia dación Fundipax-Iniciativas para la Paz Cen- con ciudadanos extranjeros y, por tanto de tro Unesco en el que se presenta la evolu- las actitudes tolerantes entre la población esción durante los últimos años de la percep- pañola. En nuestro país, la ciudadanía reveción del fenómeno migratorio por parte de la actitudes menos reticentes hacia la inmigración que en la mayoría de países de nuesla ciudadanía. Con el título de ‘¿Ha podido más la crisis tro entorno. La valoración global de la inmigración o la convivencia? Sobre las actitudes de los españoles ante la inmigración’, este trabajo es bastante positiva, con niveles de acepdirigido por Héctor Cebolla –doctor en So- tación similares a los países escandinavos, ciología y profesor de Estructura Social en la pero más en su dimensión cultural que en UNED–y Amparo González Ferrer –cientí- la económica. Tras casi dos décadas recibiendo flujos de fica titular adscrita al Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de población procedente del exterior, los esInvestigaciones Científicas (CSIC)–realiza pañoles siguen presentando un perfil relatiuna radiografía del modo en que nuestros vamente positivo en relación con sus acticompatriotas afrontan la presencia y la con- tudes hacia la inmigración, en especial cuanvivencia con la población inmigrante en do se les compara con países del entorno. nuestro país. Los españoles se muestran en general favoEn la Encuesta Fundipax/Alternativas, rea- rables a la inmigración y no rechazan malizada en noviembre de 2015 a una mues- yoritariamente el contacto personal con los tra representativa (1.014 personas) de la po- inmigrantes. España se sitúa en los indicadores de actiblación residente en España se incluye un

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Por Pedro Antonio Navarro

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La actitud de la ciudadanía española hacia los inmigrantes sigue una

tudes ante la inmigración más cerca de los países escandinavos que de los países de su entorno más inmediato, muy alejada en cualquier caso de países como Italia o Grecia que se incorporaron al mercado inmigratorio mundial en un momento similar a España. Durante el periodo 2000-2007 España fue, junto con Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, uno de los principales receptores de inmigración, tanto en términos brutos (cantidad total de inmigrantes recibidos) como netos (en relación con el tamaño de la población de estos países). Este fenómeno sociodemográfico ha perdido visibilidad en estos años recientes, y pocos partidos llevan ahora en sus programas reformas de las leyes de inmigración como bandera electoral, frente a lo que ocurrió durante el periodo anterior a la crisis y a lo que ha ocurrido en otros países de nuestro entorno. España sigue recibiendo inmigrantes en la actualidad, si bien la maduración de los flujos hace que los recién llegados lo hagan más frecuentemente en el marco de la reagrupación migración familiar estricta que atraídos por una fuerte demanda laboral en España.

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evolución positiva. Cada vez los aceptamos más, y también mejor que en otros países de nuestro entorno.

La serie histórica del Centro de Investigaciones Sociológicas que recoge el porcentaje de encuestados que identifican la inmigración como un problema muestra un extraordinario descenso desde los tiempos de la bonanza económica hasta la actualidad. La máxima preocupación (declarada) coincidió con la llamada crisis de las pateras, en torno al año 2006. España se encuentra entre los países que muestran actitudes más favorables a la inmigración por parte de su población autóctona en su contexto europeo. La respuesta mayoritaria a la pregunta de si la inmigración es negativa o positiva nos coloca como el país más receptivo de Europa solo después de Suecia y de Dinamarca, y antes de Noruega y Finlandia. España está en la tercera posición en la Unión Europea, por detrás de Finlandia y Suecia, y por delante de Alemania y Holanda, cuando se pregunta a los ciudadanos por lo que consideran que representa la inmigración para la vida cultural del país. Si en la valoración cultural de la inmigración para España, nuestra nación queda en tan buena posición, la que ocupa cuando se pregunta sobre el efecto que tiene la inmigra-

F. MORENO

ción sobre la economía es menos favorable, aunque nos sitúa claramente por encima de la media de la UE. Gasto público. Aunque la valoración global e incluso la tendencia temporal parecen positivas por los resultados de la investigación, existen ámbitos que parecen concentrar dinámicas más conflictivas, entre los que destaca el sistema educativo y las ayudas sociales. Aquí se detecta un primer indicio de que existe un potencial mayor recelo al gasto público que se destina para facilitar la incorporación de los inmigrantes en España y la reducción de la desventaja que pueda correr en contra de este colectivo en comparación con los resultados que obtienen los autóctonos en distintos aspectos. Ya se conoce a través de diversos trabajos científicos que el gasto imputable a los inmigrantes en materia de sanidad es menos que proporcional a su peso en la población y que se concentra solo en algunas Comunidades Autónomas. La crisis ha hecho las actitudes menos reacias a la participación de inmigrantes en el sistema nacional de salud. Desde que se

aprobara la exclusión del sistema de los inmigrantes en situación irregular con Real Decreto 16/2012, en septiembre de 2012, el asunto ha ido apareciendo periódicamente en los medios y ha sido objeto de múltiples debates en el transcurso de la campaña electoral previa a las elecciones autonómicas y generales que han tenido lugar en 2015. A raíz de los estudios demoscópicos analizados en este estudio de la Fundación Alternativas, los españoles creen que extranjeros en general, y procedentes de países ricos en general, tienen el mismo efecto sobre la calidad de la asistencia sanitaria, y reciben más ayudas que los españoles, pero sin diferencias relevantes entre ellos. Sin embargo, si los inmigrantes proceden de países ricos o pobres sí parece tener efecto en otros indicadores. Sorprendentemente, los españoles están más de acuerdo con la idea de que los que abusan son los que proceden de países ricos de la UE y son también más proclives a opinar que los españoles deben tener preferencia en el acceso a la sanidad sobre ellos, que si se les pregunta por los inmigrantes en general. Por lo tanto, se infiere que el recelo por el impacto que los inmigrantes podrían tener sobre el sistema de salud es más intenso en relación a los ciudadanos extranjeros procedentes de países más ricos, que en relación a los que suelen identificarse como inmigrantes en general. La educación es otro asunto en el que el Estado realiza uno de los mayores gastos, pese a los recortes que se han ido produciendo en el transcurso de la crisis económica. Según esta investigación, la mayoría de los españoles cree que la calidad de la educación se reduce cuando hay más inmigrantes en un entorno escolar. Los resultados lo muestran de forma muy clara. De hecho, la mitad de los encuestados opina que los españoles deberían tener preferencia frente a los extranjeros en la elección de centro educativo para sus hijos. Este miedo a la concentración de inmigrantes en las escuelas, que los españoles comparten con otros europeos, se basa en el deterioro del rendimiento medio de los alumnos en centros que concentran más inmigrantes, no porque los encuestados consideren que abusan del sistema. Los españoles tampoco son mayoritarianº 1148. 28 de marzo–3 de abril de 2016

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POLÍTICA

Solidaridad y reparto

Las respuestas de los encuestados sobre si creen que son muchas o pocas las ayudas que el Estado español concede a los extranjeros residentes en nuestro país dice mucho sobre la tolerancia a su presencia en la sociedad española.

Percepción de las ayudas públicas para personas mayores Mucha 1,23%

Bastante 7,62%

Poca 72,54%

Ninguna 15,12%

Percepción de las ayudas públicas para desempleados Mucha 1,33%

Bastante 12,72%

Poca 71,49%

Ninguna 14,75%

Percepción de las ayudas públicas para pensionistas Mucha 1,14%

Bastante 15,32%

Poca 75,36%

Ninguna 8,18%

Percepción de las ayudas públicas para inmigrantes Mucha 18,26%

Bastante 34,13%

Poca 37,15%

La inmigración reduce calidad de la enseñanza Muy de acuerdo 18,37%

Más bien de acuerdo 47,72%

Más bien desacuerdo 23,75%

Preferencia para españoles en educación Muy de acuerdo 23,01%

Más bien de acuerdo 26,06%

Más bien desacuerdo 29,55%

Ninguna 10,28%

Muy en desacuerdo 9,55%

Muy en desacuerdo 21,37% *Fuente: Fundación Alternativas

mente partidarios de la preferencia nacional en el acceso a la educación, aunque en este asunto los resultados han quedado bastante ajustados. La evidencia deja claro que es cierto que los colegios en los que los inmigrantes se concentran suelen tener peores resultados medios, pero no es verdad que esto suceda por la presencia de inmigrantes en los centros. La causa hay que buscarla en la concentración de desventaja socioeconómica en los hogares de los que proceden los alumnos que asisten a este tipo de centros. Según las encuestas publicadas, más del 50 por ciento de los consultados considera también que los inmigrantes reciben mucha ayuda por parte del Estado en comparación con otros grupos desfavorecidos, algo más fácil de entender en un contexto de crisis económica que ha sido afrontada des34

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de el Gobierno con importantes recortes en las partidas de gasto social, pero también en el contexto más general del Estado de Bienestar español caracterizado por la escasez en número y cantidad de las transferencias sociales. Estos resultados preocupantes coexisten con otros más positivos cuando se pregunta a la población sobre el impacto percibido de la inmigración en el sistema sanitario o sobre la reacción que nos genera el contacto con inmigrantes En relación con la sanidad, el acceso de los inmigrantes al sistema público de salud es visto con cierta normalidad por parte de la opinión pública mayoritaria. Los españoles han creído mayoritariamente desde el inicio de la crisis que los inmigrantes ocupan los puestos de trabajo que los nacionales no quieren. Sin embargo, al ser el empleo un bien cada vez más escaso, el por-

centaje de los que piensan así se ha reducido a lo largo del tiempo. Existe en la literatura especializada en actitudes ante la inmigración la idea, formulada como hipótesis recurrente, de que el contacto con los inmigrantes media positivamente entre la población mayoritaria haciéndola menos reacia hacia la inmigración o las minorías étnicas. A tenor de los resultados de la investigación, los españoles son ambiguos a la hora de tratar residencialmente con los inmigrantes. La población aparece dividida entre quienes están a favor de vivir en un barrio o edificio con más inmigrantes y quienes expresan sus preferencias por lo contrario. El comportamiento de la población es similar cuando nos planteamos la posibilidad de alquilar un piso a un inmigrante. Sin embargo, no parecen rechazar mayoritariamente el contacto directo en otros aspectos tales como tener un jefe inmigrante o aceptarlos en la familia. Aunque la inmigración en España es relativamente reciente y los niveles de concentración territorial de la población inmigrante son menores que los que se detectan en otros países europeos, se dan notables diferencias entre grupos nacionales. Así, los europeos están menos concentrados, mientras que los latinoamericanos se ubican en niveles intermedios, siendo la población de origen magrebí y subsahariana la que registra una mayor concentración. España fue en décadas pasadas un país de emigración –una circunstancia que ha comenzado a repuntar en los últimos años–, pero recientemente ha recibido intensísimos flujos de inmigración durante el boom económico de la primera mitad de la década de los 2000, y en la actualidad continúa recibiendo un número relativamente importante de inmigrantes anualmente. Del mismo modo, nos encontramos una fuerte segregación ocupacional entre inmigrantes y autóctonos en nuestro mercado de trabajo, lo que explica que haya más contacto residencial con los inmigrantes que laboral. Muchos encuestados declaran trabajar aún en entornos con pocos o ningún inmigrante –así es para el 40 y 36 por ciento, respectivamente–. Además, en los países receptores de in-

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migración y, en especial en los del sur de Europa, los cuidados personales son un clarísimo nicho de oportunidades laborales para los inmigrantes que se ha desarrollado con intensidad en las últimas décadas; y ello representa una fuente adicional de contacto con la diversidad derivada de la inmigración, de efectos potencialmente distintos por la cercanía del contacto que implican en el ámbito doméstico. La ideología, determinante. El trabajo demoscópico de la Fundación Alternativas pone de manifiesto que la ideología resulta un factor determinante en la percepción del fenómeno migratorio por parte de la población. Es mucho más importante que su edad, su sexo o incluso su nivel educativo. Las personas situadas a la derecha del eje ideológico, como las menos expuestas a la diversidad son más reacias a la inmigración. La edad de los encuestados también es relevante, aunque en menor medida. Los jóvenes presentan actitudes más favorables hacia la inmigración, mientras que el contacto y la exposición a la convivencia con ciudadanos extranjeros facilitan el entendimiento y la comprensión. Las actitudes discriminatorias de los españoles se vuelven mucho más moderadas entre aquellos sectores de población que conviven con inmigrantes y están más expuestos a la diversidad. Junto a la ideología, el otro gran predictor de las actitudes parece ser el contacto o, de modo más general, la exposición a la diversidad. Interactuar con inmigrantes o con miembros de grupos minoritarios de forma frecuente y cotidiana normaliza la visión que de ellos se tiene y reduce los prejuicios y los estereotipos. Según los datos de las encuestas, son los españoles que declaran tener más contacto con personas de origen inmigrante los que menos recelo demuestran en las encuestas. Esta última dimensión es la que más reduce los prejuicios y los recelos ante los inmigrantes. Curiosamente, el cosmopolitismo que se presupone en aquellas personas que viajan más o viven fuera no moldea de forma determinante sus actitudes hacia la inmigración como podría parecer lógico a priori, y las diferencias son escasas en los resultados de la encuesta en este campo. Las conclusiones de este trabajo de la Fun-

Aceptamos su inclusión en el sistema nacional de salud aunque somos más reticentes a los procedentes de países ricos.

dación Alternativas parecen invitar a un moderado optimismo, dado que ponen de manifiesto que la percepción del fenómeno de la inmigración en España está evolucionando de forma clara hacia un horizonte de mayor tolerancia y comprensión. Ni siquiera una crisis económica de la magnitud como la sufrida en los últimos siete años ha acen-

tuado el rechazo hacia la inmigración. Los investigadores creen que parte de esta evolución podría deberse al simple hecho de que el paso del tiempo ha normalizado la inmigración en España y los ciudadanos ven con mayor normalidad convivir en el espacio público con una población más diversa.

La calidad educativa no se resiente por la presencia de extranjeros, sino por la extracción socioeconómica de los estudiantes. nº 1148. 28 de marzo–3 de abril de 2016

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POLÍTICA

Españoles en el extranjero

núa aumentando de modo constante y con una tendencia creciente. El número de españoles residentes en el extranjero ha crecido en el último año un 5,6 por ciento, según los datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE). Ya hay 2.305.030 españoles por el mundo, el número de expatriados más alto desde 2008. Esta cifra supone un incremento de as cifras publicadas la semana 121.987 personas respecto a los datos de hapasada por el Instituto Nacional ce un año. de Estadística (INE) con respecDesde el inicio de la crisis, el número de to al número de españoles resi- españoles en el extranjero se ha incremendiendo actualmente en un país extranjero tado en un 56 por ciento. Antes sumaban han puesto de manifiesto que los españo- 1,4 millones y ahora son 2,3 millones. Esles expatriados no sólo no regresan a nues- te registro ha aumentado en 833.339 pertro país, sino que el flujo de salida conti- sonas entre 2008 y 2015. Aunque la ma-

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Salarios y colegios, perjudicados La evolución de la percepción de la inmigración en la sociedad española durante los últimos años queda retratada de un modo fiel a través de algunos indicadores y comparando los porcentajes actuales con los de tiempo atrás en el posicionamiento de los españoles acerca de varias cuestiones más concretas. Por ejemplo, ahora, el 63 por ciento está muy o bastante de acuerdo con la idea de que los inmigrantes hacen caer los salarios. Sin embargo, y a pesar del elevado nivel de desempleo generalizado durante la crisis, se ha reducido al 35 por ciento la proporción de quienes están muy o bastante de acuerdo con la idea de que los inmigrantes quitan el trabajo a los españoles. Con respecto a 2008, se ha reducido en 10 puntos el porcentaje de quienes piensan que la inmigración empeora la calidad de la enseñanza en el sistema educativo. Una reducción casi en la misma proporción 36

se ha producido entre quienes defienden la preferencia de los nacionales en la elección de colegio. Sin embargo, el 37 por ciento de los españoles evitaría un colegio para sus hijos en el que hubiera muchos hijos de inmigrantes. En el caso de la sanidad, los resultados son aún más llamativos: quienes están muy o bastante de acuerdo con que la inmigración daña la calidad del sistema sanitario se reduce desde el 52 por ciento en 2008 al 35 por ciento en 2015, y quienes defienden la preferencia de los españoles en el acceso han pasado del 41 al 31 por ciento en el mismo periodo. En esta encuesta auspiciada por la Fundación Alternativas se ha preguntado por primera vez cómo creen los españoles que afecta al sistema sanitario no solo los inmigrantes en general, sino también los extranjeros de países europeos ricos, en particular. Y los resultados son elocuentes: un 55 por ciento piensa que estos últimos abusan de la sanidad, frente al 45 por ciento que lo piensa respecto de los inmigrantes en general; y un 52 por ciento defiende la preferencia de los españoles frente a ellos, mientras que el porcentaje correspon-

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yoría de esos 2,3 millones de españoles –el 59,5 por ciento–son personas de origen inmigrante que han retornado a su país natal o han marchado a terceros países. También son descendientes de españoles que consiguieron la nacionalidad gracias a la Ley de Nietos. Los españoles nacidos en España que viven fuera representan el 33,3 por ciento, lo que equivale a 766.996 personas, una cifra récord. En 2008 eran 633.750. El campo que más ha crecido –en un 20 por ciento–es el de las nuevas inscripciones en el extranjero de los nacidos en España. En 2015 han sido 70.135, como se ha dicho, casi un 20 por ciento más que el año anterior y el doble de lo que se registró en 2008.

diente cuando se habla de inmigrantes (pobres) en general cae hasta el 32 por ciento. Un 16 por ciento de los españoles declara tener ayuda en casa para las tareas domésticas por parte de personas nacidas fuera del país, un 9 por ciento tiene una ayuda similar para el cuidado de las personas mayores y un 4 por ciento para el cuidado de los menores. De este modo, uno de cada cinco españoles cuenta con ayuda personal por parte de personas inmigrantes, es decir, un 20 por ciento de la población española. Ante la pregunta de que si se cree que cada uno de los siguientes grupos reciben mucha, bastante, poca o ninguna protección por parte del Estado, la mayoría de los españoles considera que los tres grupos de mayores y parados reciben poca ayuda -un porcentaje que en todos los casos supera el 70 por ciento-. La imagen es radicalmente diferente para los inmigrantes. Mientras que solo un 37 por ciento creen que reciben poca, un 34 cree que reciben bastante y un 18 por ciento mucha ayuda. Aproximadamente un 36 por ciento se manifestó de acuerdo o más bien de acuerdo con la idea de que

empeoran la calidad de la atención sanitaria y que abusan del sistema; el 40 por ciento está de acuerdo o más bien de acuerdo con la idea de que se les dan más ayudas sanitarias que a los españoles, incluso aunque tengan los mismos ingresos y, sin embargo, los que están de acuerdo o más bien de acuerdo con que los nacionales deberían tener preferencia en el acceso a la sani-

Mayoritariamente opinamos que los inmigrantes cogen los

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Una sangría que no cesa Emigrantes españoles 2010 1.702.778

2011 1.816.835

2012 1.931.248

2013 2.058.048

2014 2.183.043

2015 2.305.030 *Fuente: INE

Argentina, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia son los países con mayor incremento de población de nacionalidad española en términos absolutos, mientras que en términos relativos son Bolivia, Colombia y Ecuador. Por otro lado, Argentina, Francia, Venezuela y Alemania son los países extranjeros en donde más españoles residen. dad se quedan en el 32 por ciento. Ante el planteamiento de si consideran los encuestados que la calidad de la atención sanitaria disminuye como consecuencia de la presencia de inmigrantes en el sistema de salud, de los más de un 50 por ciento que decían estar de acuerdo o muy de acuerdo con esta idea, en tiempos más recientes, el porcentaje se ha reducido. En 2015,

gen los trabajos que los españoles no queremos.

El PERE recoge la estadística de las personas de nacionalidad española, sea o no ésta su única nacionalidad, inscritas como residentes habituales en el Registro de Matrícula de la Oficina Consular correspondiente a su país de residencia. La inscripción se comunica al INE a través del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los datos son orientativos porque no to-

solo el 36 por ciento de los españoles se alineaba con esta posición. Ni siquiera en 2008 la mayoría de los encuestados pensaba que los españoles tuvieran que tener preferencia en el acceso a la atención sanitaria. Entonces, el 42 por ciento se expresaba a favor de esta idea y, con el tiempo, las posiciones en este indicador también se han moderado. Ahora, algo más de un 32 por ciento responde a favor de la preferencia nacional. Los entrevistados perciben efectos bien diferenciados sobre la sanidad de uno y otro tipo de inmigración: mientras que el 45 por ciento consideraba que los inmigrantes -sin distinguir en función de su origen- abusan de la sanidad, cuando se les preguntó explícitamente por los europeos procedentes de países ricos, el 55 por ciento respondieron que abusan. Y cuando se les preguntó si los españoles deberían tener preferencia en el acceso, el 32 por ciento estaban muy o bastante de acuerdo con la idea si se trata de inmigrantes en general, frente al 52 por ciento si se especifica expresamente europeos procedentes de paí ses ricos. Mientras que en 2008 casi un 50 por ciento estaba bastante o muy

dos los españoles residentes en el extranjero se inscriben. De hecho, no hay ningún incentivo por hacerlo y pierden su derecho a estar empadronados en España. Así que los expertos calculan que solo se apuntan al PERE los que llevan ya varios años viviendo fuera. Las elecciones autonómicas y generales que tuvieron lugar el año pasado han dejado una huella  en esta estadística, porque los españoles que hayan ido a apuntarse en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERE) pueden haber aprovechado para hacer ambos trámites. También han aumentado los inscritos menores de 16 años, lo que implica que hay más familias en el exterior. El PERE se está

de acuerdo con que la inmigración reduce la calidad de la enseñanza, en 2015 este porcentaje ha descendido de forma notoria hasta el 40 por ciento. Pocos cambios a lo largo del tiempo ha habido en el porcentaje de españoles que creen que los inmigrantes contribuyen al crecimiento económico de España. En 2015 son más del 56 por ciento, mientras que en 2008 eran el 62 por ciento. Es muy habitual también creer que los inmigrantes, al aceptar salarios más bajos que los españoles, acaban por reducir los salarios en general que se ofrecen en el mercado laboral. Desde el comienzo de la crisis hasta 2014, el porcentaje de quienes piensan así no hizo sino crecer, del 71 al 76,5 por ciento. En cambio, los datos para 2015 reflejados en la Encuesta Fundipax/Alternativas 2015 sugieren una cierta inflexión, pues el porcentaje que cree que los inmigrantes hacen caer los salarios desciende hasta el 63 por ciento. Acerca de la cuestión de si se cree que los inmigrantes quitan trabajo a los españoles, la población española ha manifestado tradicionalmente niveles de acuerdo con esta afirmación en torno al 55-60 por

ciento. Sin embargo, la Encuesta de 2015 muestra un brusco cambio de tendencia con una caída desde el 57 por ciento que estaba muy de acuerdo o más bien de acuerdo con dicha afirmación (los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los españoles) hasta el 35 por ciento. Según la investigación de Héctor Cebolla y Amparo López, tan solo un 26 por ciento de la población española no ha visitado nunca otro país, mientras que un 20 por cioento de los encuestados declara haber vivido alguna vez fuera de España por un periodo superior a 3 meses. Solo un 38 por ciento de los españoles afrima tener familiares viviendo en otros países. Paralelamente, un 16 por ciento de los españoles declara tener ayuda en casa para las tareas domésticas por parte de personas nacidas fuera del país, un 9 por ciento tiene una ayuda similar para el cuidado de las personas mayores y un 4 por ciento para el cuidado de los menores. Otro dato clarificador: el 71 por ciento de los nacionales aceptaría de buen grado tener un jefe inmigrante y un 66 por ciento que sus hijos se casaran con personas nacidas fuera de España.

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POLÍTICA

Nos mostramos divididos a la hora de responder si alquilaríamos una vivienda a un inmigrante.

nutriendo de dos fuentes distintas de modo mayoritario: familias de latinoamericanos de origen que tienen la nacionalidad española y jóvenes nacidos en España que se van a países como Francia, Reino Unido o Alemania, fundamentalmente, en busca de un puesto de trabajo. Los incrementos de inscritos respecto a los datos del año anterior –1 de enero de 2015– se concentraron en América (70.798 más) y Europa (44.946 más). Del total de españoles residentes en el extranjero, el 33,3 por ciento

(766.996) nacieron en España; el 59,5 por ciento (1.371.734) en su actual país de residencia y el 6,9 por ciento (158.530) en otros países. Las nuevas inscripciones realizadas durante 2015 de españoles de origen se elevaron hasta las 70.135, de los que más de la mitad residían en Europa (un 53,9 por ciento del total), seguido de los que residían en América (un 35,6 por ciento). Los países extranjeros en los que residían más personas de nacionalidad española a 1 de enero de 2016 eran Argentina (439.236),

Los españoles expatriados no sólo no regresan, sino que el flujo de salida continúa aumentando.

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Francia (232.693), Venezuela (188.025) y Alemania (139.555). En términos absolutos los mayores incrementos se registraron en Argentina (16.230 más), Estados Unidos de América (11.628) y Reino Unido (11.182); y términos relativos, en países con más de 10.000 residentes, Ecuador (un 21,3 por ciento más), Bolivia (20,0) y Colombia (14,7 por ciento). De las nuevas inscripciones realizadas durante 2015 (188.512) el mayor número correspondió a personas de 16 a 64 años, hasta las 118.361 personas (un 62,8 por ciento del total), seguido de los menores de 16 años (59.958 personas; y los mayores de 65 (10.193). Del total de los españoles residentes en el extranjero (2.305.030), el 15,3 por ciento de los inscritos en el PERE, a 1 de enero de 2016, tenía menos de 16 años; el 62,9 tenía de 16 a 64; y el 21,7 por ciento 65 o más años. El 54,1por ciento de los menores de 16 años residía en América y el 40,4 por ciento en Europa. En el grupo de edad de 16 a 64 años, un 61,7 por ciento residía en América y un 35,1 por ciento en Europa; y en el de los mayores de 65 años, el 73,6 por ciento tenía fijada su residencia en América y un 24,6 por ciento en Europa. La odisea del voto. Los expatriados se encuentran con muchas trabas burocráticas para poder votar a distancia. Según los datos que maneja el colectivo Marea Granate, poco más de 100.000 personas consiguió completar todo el proceso de voto en las pasadas elecciones generales, lo que representa sólo un 6 por ciento del Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERE). Los censos de los países de origen, como Reino Unido, Francia o Alemania, dan cifras significativamente mayores. La causa está en que los expatriados se apuntan en los censos de estos países porque se les exige, pero el PERE es voluntario y suele obligar a los solicitantes a ir a un consulado a varios kilómetros de distancia y soportar largas colas. Con el caso de las recientes elecciones generales, y también con las autonómicas, tampoco ha funcionado bien el envío de las papeletas de voto, que en miles de casos llegaron a sus destinatarios con posterioridad a la celebración de esos comicios. l