Igor, un genio escondido

3 dic. 2009 - Con John Cusack, Amanda Peet, Chiwetel. Ejiofor, Thandie Newton, Oliver Platt, Thomas. McCarthy, Woody Har
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Espectáculos

Jueves 3 de diciembre de 2009

LA NACION/Página 5

CINE

Trágico y brutal film sobre vampiros Un género clásico revisitado con lo mejor de lo actual Excelente ((((( Criatura de la noche: Vampiros (Let the Right One In/Låt den rätte komma in, Suecia/ 2008). Dirección: Tomas Alfredson. Con Kåre Hedebrant, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg e Ika Nord. Guión: John Ajvide Lindqvist, basado en su novela. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Música: Johan Söderqvist. Edición: Tomas Alfredson y Dino Jonsäter. Diseño de producción: Eva Norén. Presentada por Doble E. Duración: 115 minutos. Apta para mayores de 16 años.

Entre tanta película reciente sobre vampiros concebida con adolescentes carilindos, fórmulas prefabricadas y mucha astucia de marketing, la demorada llegada a la cartelera local con copias en fílmico de esta joya sueca que reinventa el género con las herramientas más nobles y genuinas del cine resulta un acontecimiento digno de ser celebrado.

Este film de Tomas Alfredson (que ya ha sido contratado por Hollywood para dirigir a Nicole Kidman y Gwyneth Paltrow) está basado en un guión que John Ajvide Lindqvist escribió a partir de su propio best-seller. Los protagonistas son Oskar (Kare Hedebrant), un chico de 12 años, inteligente y retraído, que es objeto de las burlas más crueles por parte de sus compañeros de escuela en un suburbio de Estocolmo; y Eli (Lina Leandersson), una nueva vecina de su misma edad y tan solitaria como él, pero con una gran diferencia: bebe sangre. Entre ellos surgirá una relación de amistad, comprensión mutua y un incipiente amor preadolescente. El tándem Lindqvist-Alfredson, con la invalorable ayuda de los dos intérpretes, concibe una extraña y fascinante combinación entre el cine de terror (hay escenas muy sangrientas), una conmovedora épica romántica y un implacable retrato sobre la violencia, los

DOBLE E

La película de Tomas Alfredson relata la relación entre dos preadolescentes

excesos y las contradicciones dentro del universo escolar y sobre el patetismo del mundo adulto con sus miserias de pueblo chico-infierno grande (abusos, paranoia, alcoholismo). Bella y melancólica, trágica y bru-

tal, lírica y fatalista, digna de Nosferatu pero también del cine de Ingmar Bergman, Criatura de la noche está muy lejos de ser un producto efímero y demagógico sustentado en el impacto fácil (de hecho, el uso de los efectos

Regular (( 2012 (Estados Unidos/2009). Dirección: Roland Emmerich. Con John Cusack, Amanda Peet, Chiwetel Ejiofor, Thandie Newton, Oliver Platt, Thomas McCarthy, Woody Harrelson y Danny Glover. Guión: Roland Emmerich y Harald Kloser. Fotografía: Dean Semler. Música: Harald Kloser y Thomas Wander. Edición: David Brenner y Peter S. Elliot. Diseño de producción: Barry Chusid. Presentada por Sony Pictures. Duración: 158 minutos. Apta para mayores de 13 años.

DISTRIBUTION COMPANY

Buena ((( Igor (Igor, hablada en castellano, EE.UU./Francia, 2008). Dirección: Anthony Leondis.Guión: Chris McKenna, John Hoffman, Anthony Leondis y Dimitri Toscas. Edición: Hervé Schneid. Producción: John D. Eraklis y Max Howard. Música: Patrick Doyle. Dirección de Arte: Olivier Besson. Diseño de Producción: Loic Rastout. Presentada por Distribution Company. Duración:87 minutos. Apta para todo público.

Hay personajes que nacieron para protagonizar y otros creados para acompañar. Claro que como premisa para un relato resulta muy divertido pensar en lo que pasaría si la criatura

Una cita insoslayable para aquellos que disfrutan de los géneros clásicos cuando son revisitados con los mejores recursos del cine moderno.

Diego Batlle

La llegada del final

Igor, un genio escondido

en las sombras tomara un lugar en el centro del escenario. Esta es la historia que impulsa a Igor. El film animado transcurre en el reino de Malaria, una tierra que luego de una supuesta tragedia que oscureció el sol encontró que la más lucrativa forma de sobrevivir era exportar maldades. Así, sus mayores productores son un grupo de científicos locos que fabrican extraños aparatos con gran capacidad para hacer el mal. Todos con nombres de sonoridad germánica, los inventores siempre tienen intenciones nefastas y un ayudante a mano, Igor, para bajar la palanca y darle vida al monstruo. Las referencias a Frankenstein dan el puntapié inicial de una catarata de guiños a la cultura popular –especialmente la norteameri-

visuales es mínimo y siempre funcional a las búsquedas narrativas). Se trata de una película para analizar, admirar y “degustar” incluso más de una vez. Una de esas sorpresas que aparecen muy de vez en cuando.

cana–, muy graciosos para los padres jóvenes pero que probablemente excedan los conocimientos y los intereses de los chicos a los que supuestamente está dirigido el film. Si en Shrek la idea de invertir los roles del héroe y el villano típico de los cuentos de hadas fue acompañado por un guión inspirado, aquí la intención de subvertir los papeles al imaginar al científico como un mediocre y a su ayudante como el verdadero genio desesperado por crear vida no va más allá de la buena idea inicial. Con una estética que le debe mucho al imaginario de Tim Burton (especialmente a El extraño mundo de Jack y El cadáver de la novia), Igor intenta abarcar, con ironía, muchos

aspectos de la vida moderna. Especialmente de la vida según Hollywood. Así, el monstruo creado por Igor resulta ser una mujer que por una serie de malentendidos cree ser una actriz a punto de triunfar. La criatura llamada Eva canta canciones del musical Annie y tiene en su lista de cosas para hacer tomar clases de yoga y adoptar chicos del mundo entero. Por momentos muy graciosa, en un estilo irónico y sorprendentemente incorrecto políticamente, la película funciona mejor como homenaje –merecidísimo– a El joven Frankenstein de Mel Brooks que como film para que disfrute el público infantil.

Natalia Trzenko

Edificios que se derrumban como castillos de naipes, autopistas que se quiebran como si fueran de arcilla, cruceros que se hunden por las olas de un tsunami… El fuego sale de las entrañas de la Tierra y las aguas todo lo inundan en esta nueva película de un obsesivo y consecuente cultor del Apocalipsis como el alemán Roland Emmerich. El cine del director de Día de la Independencia, Godzilla, El patriota, El día después de mañana y 10.000 A.C. suele convocar multitudes ávidas de emociones fuertes. Sus historias –construidas gracias a un enorme presupuesto (en este caso, 260 millones de dólares) y a un bombardeo de imágenes diseñadas con efectos visuales generados en computadoras– apela al impacto y al morbo que provoca el género catástrofe. Así, a partir de unas profecías (las milenarias predicciones de los mayas para el año 2012) y de una supuesta justificación científica (las reacciones físicas que generan las erupcio-

nes solares terminan calentando el centro de la Tierra y desatando luego explosiones dignas de partículas nucleares), Emmerich nos llevará al fin del mundo y a una posterior resurrección con connotaciones bíblicas. Es indudable que cierto sector del público se siente atraído hacia un espectáculo que nos describe cómo las ciudades se desmoronan y millones de personas mueren aplastadas, pero entre destrucción y destrucción Emmerich es incapaz de construir un solo personaje, un diálogo, una situación dramática que trascienda el clisé, el estereotipo, la fórmula, el lugar común. La acción salta de la Casa Blanca al parque nacional de Yellowstone, del Tíbet a Londres, de París a la India y los personajes van desde el presidente estadounidense (Danny Glover) y su hija (Thandie Newton) hasta un geólogo (Chiwetel Ejiofor), pasando por un padre (John Cusack) que intenta reivindicarse ante sus dos hijos y su ex esposa (Amanda Peet), y un desquiciado profeta y conductor radial que viene anticipando el fin de los tiempos (Woody Harrelson), pero en ningún caso el film alcanza un mínimo de carnardura humana, de rigor psicológico, de empatía y, así, los 158 minutos se hacen cada vez más difíciles de sobrellevar. Por lo tanto, entre tanta explosión y muerte, sólo sobreviven el vértigo y el impacto, mientras la emoción genuina y la sensibilidad brillan por su ausencia.

Diego Batlle