8 | TURISMO
| Domingo 12 De enero De 2014
Alma de valija Por Horacio de Dios
Una caminata por Barcelona trazada por Picasso
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Guillermo Roux. “No viajo sin dibujar” ¿Cómo se define como viajero? –Según los momentos de mi vida he sido ansioso, impaciente, tranquilo, curioso, placentero y en algún raro momento me pregunté: ¿para qué estoy aquí? ¿Los viajes sirvieron de inspiración para su obra? –Cuando viajo siempre llevo mis cuadernos y lápices. No concibo viajar sin dibujar lo que me llama la atención, lo que no dibujo, no conozco. Mi mujer maneja el auto y lo hace muy bien, aún en lugares desconocidos para nosotros. Si algo nos atrae, paramos, yo dibujo, ella lee. Por eso la duración de nuestros viajes no se rige por pautas estrictas. Improvisamos sobre la marcha. ¿Cuál es su ciudad favorita? –Roma. ¿El museo preferido? –El Prado, en Madrid. ¿Considera que Buenos Aires es una ciudad generosa con sus artistas plásticos? –Sí. Buenos Aires, la Argentina, es generosa. A pesar de las dificultades naturales del momento que nos toca, hay en la gente una disposición, un entusiasmo, que no se ve
Berlín de noche “Tomamos un ómnibus para hacer todo el recorrido, sin saber adónde nos llevaría. Mirábamos por las grandes ventanas cómo se iba transformando Berlín. Quedamos los últimos. El ómnibus paró en un refugio y el chofer nos indicó que ésa era la terminal. Bajamos sin saber dónde estábamos. El ómnibus se fue resoplando, iluminado como un transatlántico. Quedamos allí solos, un banco largo y una luz muy blanca. A nuestro alrededor, la silueta negra de un
en otras partes. Quizá Buenos Aires hasta puede ser demasiado generosa con lo que nos viene de afuera. ¿El destino más exótico que haya visitado en su vida? –Quizá la Isla de Pascua. Lo recuerdo como algo bueno y bello. Esa soledad en medio del Pacífico es una experiencia espiritualmente intensa. El paisaje tiene algo de eternidad. ¿Qué es lo primero que pone en su valija antes de partir? –No me gusta hacer la valija. Hay que saber cómo. Pienso en el bolso que llevo para dibujar. ¿Qué hace apenas desembarca en una ciudad desconocida? –Tomo un taxi y me voy al hotel. ¿Aquello que más lo haya sorprendido en medio de un viaje? –Estoy abierto a todas las sorpresas. Nada me resulta sin importancia. Todo, lo aparentemente intrascendente o lo monumental, me habla del lugar donde estoy. ¿Si pudiera visitar algún artista plástico de todos los tiempos, a quien iría a ver? ¿Qué le diría? –Picasso. No le diría nada. Trataría de observar para aprender.ß
arcelona está a sólo dos horas de Madrid y seis de París en tren ultrarrápido. Y lucha por atraer turistas en una competencia cada vez más dura, no sólo en España y Europa, sino en todo el mundo. Contrariamente a lo que solemos repetir, no viajamos para desenchufarnos, sino para vivir con más intensidad. Por eso lo primero que preguntamos al llegar a un lugar es ¿qué hay de nuevo? A veces, revisar el pasado ayuda tanto como imaginar el futuro. He conocido varios museos en el mundo dedicados a Picasso (1881-1973) pero ninguno tan interesante como el de Barcelona, en la calle Montcada, donde ahora hay una muestra sobre su deslumbrante período azul. Su creación fue decidida por el propio artista en 1963. Picasso donó no sólo obras, sino documentos de esos años de formación antes de emigrar a París en 1904, que entonces estaba a mucho más de seis horas de tren. A partir de esta orientación, con este espejo retrovisor para no perder el rumbo, me puse a caminar por una ciudad bellamente peatonal. Y usé el itinerario virtual de Picasso de Josep María Carandell que compré en la librería del museo, sorprendente por los libros y las posta-
g
les eróticas del maestro, que no era tímido ni con el pincel ni en la vida. Así seguí su trayectoria desde que entró a los 13 años en la Escuela de Arte que todavía sigue en pie en la calle Consolat de Mar. Poco antes, la familia se había instalado en una pensión en el Paseo Isabel II, frente a Barceloneta, donde estaba desde 1836 el restaurante 7 Portes. Es uno de los más famosos y me senté a comer un arroz con mariscos de novela mientras pensaba cómo continuar. A todo esto podía haber llegado hasta Horta del Ebro (actual Horta de Sant Joan) para seguir al joven de 17 años que se había enfermado de escarlatina y repuso su salud en la Masia (construcción rural) de los padres de su gran amigo Manuel Pallares en plena montaña, en Tarragona, entre viñedos y olivares. No lo hice, pero vale la pena hacerlo y visitar el actual hotel Miralles, que tiene un centro cultural en este lugar de privilegio en el turismo rural. Sigo en el barrio Gótico de Barcelona, en su museo, a pocas cuadras de la vía Laietana, donde están sus cuadernos escolares y en lugar de fotos digitales nos dejó dibujos y pinturas. Alguna desde los ventanales a las terrazas de Barcelona y otras de paisajes que han cambiado muy poco. Por ejemplo con la Esta-
tua de Colón cerca de las Ramblas donde vivía con la bailarina rusa Olga Khokhlova, quien fue una de sus primeras esposas. Els Quatre Gats Pienso que es hora de tomar una cerveza y para seguir con Picasso lo hago en Els Quatre Gats que mantiene el mismo afiche que él hizo en 1899. Lo que me atrae en esta reconstrucción a pie, con la ayuda de Internet, son las huellas en esta etapa germinal del artista. También fue en Cataluña, donde cambió su firma, aunque se llevaba bien con su padre. Hasta 1898 firmaba Pablo Ruiz Picasso, luego Pablo R. Picasso y desde 1901 sólo Picasso. Él mismo lo cuenta: “Mis amigos de Barcelona me decían siempre Picasso porque era un nombre más original y más sonoro que Ruiz, sin duda por eso yo lo adopté. ¿Sabe usted lo que más me atraía? Seguramente la doble s, caso bastante inusitado en España. Picasso es un apellido de origen italiano, como usted sabe. Claro que tiene su importancia el nombre que uno tenga o adopte… ¿Me imagina usted a mí llamándome Ruiz? ¿Pablo Ruiz? ¿Diego Ruiz? ¿O Nepomuceno Ruiz? Me pusieron yo no sé cuántos nombres… ¿Se ha fijado usted en la doble s de los apellidos de Ma-
tisse, de Poussin, de Rousseau?”. Me resulta difícil cambiar de tema porque la mirada del pintor es un faro que encandila. Y para hacerla corta me mantengo en el vecindario con el Palacio de la Música, que es otra maravilla del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner. En esa sala espléndida hay que oír un concierto, como el que tuve la suerte, con guitarras flamencas. Y comer en el hall un par de tapas con una copa de vino. Estamos a un paso del Portal del Ángel, que me gusta más que las Ramblas, aunque no tenga los puestos del mercado de La Boqueria. Es el sueño del peatón con la brújula caprichosa porque desde allí, a metros de plaza Cataluña, nace el Paseo de Gracia y la Casa Fuster, hoy hotel cinco estrellas donde filmó Woody Allen. Es la avenida más elegante donde las catalanas, que suelen usar tacos bajos, lucen las piernas más lindas que he visto en espardenyes, como les llaman a las alpargatas cosidas a mano y con yute, nada de goma. Y así ya estamos en el universo de Antonio Gaudi, el Santo de la Arquitectura y nos preparamos para entrar a La Sagrada Familia, que se inició el siglo pasado y posiblemente se terminará completando sus 18 torres dentro de 30 años.ß
caymán sin reservas
bosque. Era el anochecer, quizá la noche, con ese azul luminoso congelado y profundo. Todo era silencio. Hasta que el canto fuerte y corto de un solo pájaro llenó el espacio. Después, de nuevo el silencio sin tiempo. Otra vez llegó bufando la enorme nave iluminada y volvimos al lugar del que quizás, muchos años antes, habíamos partido.” ◗ para más datos Guillermo Roux es artista plástico. Hasta el 2 de marzo expone “Nocturnos”, 100 dibujos en carbón y pastel, en el Museo Nacional de Arte Decorativo.
El cocinero, escritor, viajero y conductor de televisión norteamericano Anthony Bourdain será uno de los animadores de la sexta edición del Cayman Cookout, el gran festival gastronómico del jueves al domingo próximos en las Is-
las Caymán, al sur de Cuba y al oeste de Jamaica. El neoyorquino, actualmente con programa en la cadena CNN, será uno de los quince chefs de Estados Unidos, Francia, España y Suiza que participarán del programa con comidas,
degustaciones y charlas en restaurantes de la isla Gran Caymán, uno de los principales polos culinarios del Caribe, coordinado por el francés Eric Ripert (de Le Bernardin, tres estrellas Michelin, en Nueva York).ß