Gené reflexiona sobre el teatro y la política

lli y Gabriel Chamé Buendía en plena movida de los ochenta. Gené, a secas. El que no va a las entregas de premios porque
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Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

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Jueves 18 de octubre de 2007

Todo verde y un árbol lila: su nuevo montaje

Gené reflexiona sobre el teatro y la política “El Estado nunca supo qué hacer con el Cervantes”, dice el director, que debería haber estrenado allí hace más de seis meses Por Alejandro Cruz De la Redacción de LA NACION Juan Carlos Gené, a secas. O Juan, “como me llama la mayoría de la gente que me conoce. O Juan Carlos, como me dicen los que me conocieron en otros tiempos”, como se presenta a sí mismo en Todo verde y un árbol lila, la obra que estrenará a fin de mes en el Teatro Nacional Cervantes. Gené, a secas. El autor de El herrero y el diablo. El que, a fines de lo sesenta, junto a Bárbara Mujica, Emilio Alfaro, David Stivel y Marilina Ross, hizo Cosa juzgada en TV. El mismo que se recibió de bachiller el día en que estalló la bomba en Hiroshima y el que, a los 47 años, de un día para el otro, tuvo que partir al exilio. El que en los años oscuros vivió en Venezuela. El que, antes de su vuelta definitiva, que recién se produjo en 1993, tendía lazos con Batato Barea, Guillermo Angelelli y Gabriel Chamé Buendía en plena movida de los ochenta. Gené, a secas. El que no va a las entregas de premios porque “ponen en competencia a gente que no lo ha pedido”. El que cuando asumió como director de Canal 7, en los años setenta, decía que “no puede comunicarse verdad si, al hacerlo, se quieren vender con esa verdad productos comerciales”. El admirador de Lorca y Valle Inclán. El que en el reciente conflicto que tuvo cerrado al Cervantes durante tanto tiempo salió fuertemente a enfrentar a los responsables políticos de esa crisis terminal. Esa actitud tan enérgica lo reubicó en los medios como hombre de opinión, de militancia. “No lo había pensado en esos términos, pero puede ser –dice en un bar cerca del Cervantes apenas escucha el comentario–. Ahora bien, todo esto no lo hubiera podido hacer sin la solidaridad y la pasión de los actores, eso es lo que me permitió mantenerme en esa línea que vos señalás.” –Debe de haber sido el montaje que más te costó parir. –Absolutamente. Con decirte que hice nueve versiones y que la tercera me la tragó la computadora. Ya a partir de la primera versión se dio cuenta de que la obra era sobre el tema de la discriminación y la inmigración. “Esos son temas sobre los que hay muchos lugares comunes. Porque en este mito de ser un país hospitalario y de ser un crisol de ra-

zas hay muchas falsedades”, apunta. Habla con tono pausado. En ese mismo tono cuenta que en noviembre se cumplirá un año del comienzo de los ensayos de Todo verde y un árbol lila. “El proceso es complicado porque un espectáculo llega a un punto en el cual, si seguís ensayando, la cosa se derrumba, y si no estrenás, también”, reconoce. –¿A qué tuviste que apelar para mantener viva la energía? –Ante todo, este espectáculo es una especie de hecho de amor en el cual contamos la historia de la familia de una de las actrices. Eso da al proyecto un tono muy especial. –¿Como si fuera una obra del ciclo Biodrama? –Claro. Si antes de presentar el proyecto al Cervantes se lo había ofrecido al Complejo Teatral, pero Kive Staiff [su director] me dijo que ni el año pasado ni el actual podía hacerlo. Volviendo a tu pregunta, los actores han tomado todo esto como algo muy personal y las dificultades, en vez de desalentarnos, nos fortalecieron. Permitime que te cuente otra cosa: el 5 de noviembre cumplo 79 años. Sería posible, ¿por qué no?, que éste sea mi último espectáculo. Entonces, fue complejo concebir que existieran tantas dificultades para un montaje en el cual vengo trabajando obsesivamente desde hace tres años. –¿No te enojaste con el país, con vos mismo, con el medio? –Mirá, el primer gesto de enojo lo experimenté recién hace unos días. Antes estaba deprimido o estresado, pero no enojado. A lo sumo pensé que esto le podía pasar a cualquiera. Sobre todo cuando pienso que desde 1936 [año en el cual se creó la escena oficial] el Estado nunca supo qué hacer con el Cervantes, nunca pudo convertirlo en un instrumento de expresión de lo nacional. Meticuloso con su trabajo y con la charla, Gené no es de las personas que dejan puntos sueltos. Por eso mismo, acota: “Te dejé colgado con algo del principio de la entrevista, con eso que decías que toda esta situación me había puesto –una vez más– en un primer plano. Yo diría que eso forma parte de mi estilo. A veces, opto por un exage-

Gené, con Marilina Ross y Emilio Alfaro, en TV

En la década del 80, junto a El Clú del Claun (sic) FOTOS ARCHIVO

Lastiri, Isabel Perón y Menem. Notable.

La vida por Perón

Junto a Federico Luppi, en cine rado bajo perfil. Claro que tengo mi dosis de autoestima como para estar arriba de un escenario”. –Ahora bien, cuando volvés al plano de la opinión pública lo hacés con los tapones de punta. –Parecería, ¿no? Y larga una risotada como si se tratara de una picardía de un estudiante. Sigue. “Pero en lo que decís hay otra cosa que me lleva a otra reflexión: creo que todo esto forma parte de la lucha del poder, cosa que me deprime soberanamente –reconoce–. Cuando comienza la lucha por el poder, yo me rajo. Claro que si el poder me cae en las manos, es distinto. Porque cuando las circunstancias me colocan en la posibilidad de ejercer el poder, lo hago.” –Tu historia misma lo demuestra. Estuviste durante once años en la conducción de la Asociación Argentina de Actores, fuiste por 53 días director de Canal 7 en la época de Cámpora, dirigiste durante dos años el San Martín y hasta fuiste uno de los elegidos para subir a aquel emblemático

En el Cervantes FABIAN MARELLI

avión que trajo de vuelta a Perón. –¿Cómo te podés acordar de lo del avión? Pero cómo pasar por alto aquel vuelo que el 17 de noviembre de 1972 trajo al general Perón luego de 17 años de ausencia. Como si fuera un extracto de la argentinidad (o “cierta” argentinidad, dirán algunos), junto a Gené hicieron el trayecto Roma-Ezeiza Hugo del Carril, Antonio Cafiero, Chunchuna Villafañe, Jorge Taiana, Leonardo Favio, José Sanfilippo y Marilina Ross, entre otros 190 notables. Es más: en ese vuelo de Alitalia estuvieron todos los presidentes peronistas del siglo pasado: el mismo Perón, Cámpora,

Continúa Gené: “Esa idea del chárter simbolizaba como una custodia civil, porque, de verdad, nadie sabía qué podía pasar. Cuando el avión aterrizó en Ezeiza, a Perón, con quien habíamos tenido un contacto muy ligero en Roma, se lo llevaron al hotel. A nosotros nos hicieron bajar, nos subieron a un micro y a las dos horas yo estaba en casa, solo, preguntándome: «¿Qué fue todo eso?»”. Y sin encontrar respuesta, en medio de esa mañana de lluvia, Juan Carlos Gené encendió la televisión. Con suma intensidad, recuerda otra postal de aquel momento. Cuenta que como Perón no pudo hacer la recepción de agradecimiento a todos lo que lo acompañaron en el chárter lo hizo en Buenos Aires, en la confitería Nino, de Vicente López. “Hubo un dato que me pareció muy curioso –rememora–. En ese acto hubo sólo dos oradores: Perón y el padre Mugica. Mugica llegó tarde con un montón de libros bajo el brazo. Cuando Perón lo vio le pidió a López Rega que se levantara y lo sentó a su lado. Mirá lo que son las cosas...” Un año y medio después, el padre Mugica era asesinado por la Triple A lopezreguista. –En diversos momentos históricos el peronismo te convocó para ocupar espacios concretos de po-

der. Actualmente, otro gobierno peronista fue el responsable político de la reciente crisis del Cervantes. ¿Cómo te sienta esa situación? –Es una pregunta compleja. Primero, habría que rever la difícil relación que siempre tuvo el peronismo con la cultura. Segundo, la difícil relación que el Estado tiene con la cultura (porque en el Estado argentino siempre hay cultura oficial). Y, luego, habría que pensar qué significa hoy el peronismo. Quiero aclarar otra cosa: como me caracterizo como un converso de los años sesenta de clase media y origen universitario, de esos que encontraron en el peronismo un camino que ninguna otra expresión política les había ofrecido, a veces me cuido de opinar de cosas del peronismo histórico. Pero también creo que el peronismo, y lo creo desde la muerte de Perón, no existe más. Entre otras cosas, hay que tener en cuenta que el presidente actual, a quien apoyo críticamente, subió al poder sin el aparato del peronismo. Esa es una de las respuestas que te puedo dar. –En otro orden, ¿qué esperás de tu obra? –Es una pregunta rara. Ultimamente he comprobado que en más de medio siglo de profesión uno aprende cosas, pero cada vez sabe menos de otras. Por ejemplo, uno no sabe desentrañar el motivo de un éxito. –Si lo supieras, estarías trabajando para una empresa privada. –Seguramente. Por supuesto que como todos los que nos dedicamos a esto esperamos que el público se sienta modificado por el trabajo, que la obra lo afecte. En este caso, me gustaría que la historia creara la condición para pensar la responsabilidad colectiva en ciertos hechos históricos. En el caso de nuestra inmigración, que siempre estuvo rodeada de una halo de maravilla, nunca se tiene en cuenta que más de la mitad de los inmigrantes que llegaron al país se fueron. Y que en el caso de la gente que buscó refugio en alguna parte del mundo en los años en los en que en Europa reinó la locura, de la Argentina recibió un rechazo escandaloso y oficial, cosa que no circula. La charla continúa unos minutos hasta que Gené parte a juntarse con su elenco, formado por Daniela Catz, Esteban Pérez, Francisco Cocuzza, Livia Fernán y Mario Petrosini. Y ahí va él, el herrero y el diablo de sus propias obsesiones cargando su figura patriarcal.

Miradas muy femeninas Buena

✩✩✩ Busco al hombre de mi vida (marido ya tuve). De Daniela Di Segni. Adaptación teatral: Andrés Tulipano. Puesta en escena y dirección: Pedro Utrera. Con Mónica Buscaglia, Judith Gabbani y Viviana Sáez. Reemplazos: Andrea Mango. Voces en off: Julián Cavero y Andrea Mango. Vestuario: Blanca Martínez. Luces: Fernández-Utrera. Stage manager: Javier Maruccio. Producción general: Ovidio García. Producción ejecutiva: Juanjo Ubiría. En el Petit Tabarís, Corrientes 829. De jueves a domingos, a las 20.30. Duración: 70 minutos.

Obras de mujeres que hablan sobre mujeres hay y hubo a montones. Por lo tanto, no sería novedad una propuesta teatral de esta temática. Lo que haría la diferencia es el enfoque, la forma y, lógicamente, la interpretación. Eso vuelve a Busco al hombre de mi vida (marido ya tuve) una idea teatral muy divertida e ideal para pasar un buen rato. Andrés Tulipano hilvanó hábilmente la estructura de estos relatos sueltos extraídos del libro de Daniela Di Segni. Son tres mujeres separadas de sus esposos que, alternadamente (o no), despliegan experiencias, anécdotas y comentarios que inevitablemente encuentran complicidad en la platea (sobre todo femenina). Pedro Utrera hizo una puesta prolija y funcional para que las tres actrices se adueñaran del amable escenario del Petit Tabarís, con movimientos sincronizados y una

Viviana Sáez, Judith Gabbani y Mónica Buscaglia

alternancia que les da el mismo protagonismo a cada una. Dispuso los diálogos desde la inmovilidad hasta el movimiento cuasi coreográfico. Y logró situaciones desopilantes, como la del relato en off. Las tres, sentadas una al lado de la otra, expresan con gestos lo que dicen sus pensamientos. No es algo fácil de lograr y se vuelve uno de los momentos más festejados por el público. Así, durante toda la obra, estas mujeres no sólo descuartizan a los hombres, sino que muestran situaciones reales y, en definitiva, sus ansias de amar. Una característica interesante de los textos de Di Segni es la visión sarcástica, pero realista del matrimonio y las relaciones de pareja.

Asimismo, cabe destacar que no es una obra con una visión feminista, sino femenina. Judith Gabbani demuestra aquí las cátedras de comedia que recibió durante su carrera artística junto a capocómicos. Su momento en el que se obsesiona con llamar a un hombre que nunca le atiende el teléfono es graciosísimo. Asimismo, Mónica Buscaglia vuelve a demostrar que es una actriz de fuste, que maneja con artesanía la sutileza, impone presencia y sabe cómo saborear cada segundo en escena. También tiene momentos memorables. Entretanto, Viviana Sáez se desempeña con corrección, aunque le falta un poco de seguridad y convencimiento.

Pablo Gorlero

Los Tramontinas cumplen años El dúo humorístico lo celebra con una función en El Vesuvio Mañana el dúo cómico Los Tramontinas celebra su aniversario con el espectáculo 12 años, ¿está mal? Fernando Gonet y Evert Romero interpretan variados personajes en una serie de sketches. El humor del dúo está creado a partir de una superposición de estéticas, donde se representan diferentes personajes de la vida cotidiana, desde las máximas saturaciones gestuales hasta la sutileza y las metáforas. PARA AGENDAR

■ 12 años, ¿está mal?, de Los Tramontinas. El Vesuvio, Corrientes 1187, a las 23. Sólo hoy. Reservas: 15-4414-3470. $ 15.

Los Tramontinas, en acción