Fricke, el gran melómano

(trompeta), Ramiro Delforte (trombón), David Mendoza. (violín).sala:Buenos Ayres Club.próximas funciones:el sábado y el
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espectáculos

| Jueves 14 de noviembre de 2013

Fricke, el gran melómano

Rolling sTone. Como parte de los festejos por los quince años de la revista

en la Argentina, uno de sus grandes cronistas dio cátedra en el Malba Daniel Flores

música

Cuando el baile está garantizado por la orquesta

LA NACION

Alan Cumming, travestido

Tres series renuevan la oferta del cable TV. Un melodrama

de Film&Arts y dos comedias de TBS Un romance joven ambientado entre Londres y Nueva York durante las décadas del sesenta y setenta, una banda para casamientos y una terapeuta online. Hoy, la oferta de series se renueva con un trío de ficciones tan diferentes entre sí como igualmente entretenidas. La primera se llama The Runaway, una miniserie de seis episodios que emitirá Film& Arts a partir de hoy a las 22. Basada en la novela de Martina Cole, la trama sigue la compleja y melodramática historia de amor de Cathy y Eamonn, criados como hermanos en los bajos fondos londinenses. Separados por la violencia de su ambiente, los jóvenes amantes se cruzarán con personajes siniestros que complicarán su reencuentro y otros que los ayudarán a conseguirlo, como la travesti que interpreta el actor escocés Alan Cumming, quien también forma parte del elenco de la nueva temporada de Web Therapy, la comedia de Lisa Kudrow que comienza hoy, a las 19.15, por TBS. En la misma señal dedicada a la comedia, también esta noche, pero a las 20.15, se estrenará Wedding Band. Allí, un grupo de amigos de la infancia encabezados por Brian Austin Green (Beverly Hills 90210) y Harold Perrineau (Lost) descubre que no hay mejor trabajo que ser la banda que toca en las bodas de otros.ß

Diga en voz alta los tres primeros nombres que le sugiera la expresión animal de rock. ¿Mick Jagger? ¿Iggy Pop? ¿Steven Tyler? OK, no está mal. Pero el término rock and roll animal puede ser más amplio. Le va muy bien, por ejemplo, a un personaje muy distinto a los mencionados, de modos suaves, hablar pausado y constantes señas corporales que denotan algún grado de introversión oculto detrás del kit de flequillo y anteojos sin glamour. Se llama David Fricke y en realidad ni siquiera es músico, pero eso no significa que no viva para, por y de la música, como buen animal rockero: pluma estrella de la revista Rolling Stone, con cuatro décadas de trayectoria en la prensa especializada norteamericana, es uno de los más importantes críticos de rock en la actualidad y estuvo esta semana en Buenos Aires. Fricke entrevistó a Kurt Cobain pocos días antes de su muerte. Siguió a los Stones hasta Marruecos. Perdió la cuenta de cuántas notas hizo con Lou Reed. Pero anteayer, en el auditorio del Malba, saltó por una vez de entrevistador a entrevistado para una entretenida charla pública coordinada por sus colegas locales Pablo Plotkin y Claudio Kleiman, en el marco de los festejos por los quince años de la edición argentina de Rolling Stone. Alto, delgado y desgarbado, con zapatillas blancas, jeans y chaleco sobre una camisa, Fricke recuerda físicamente un poco a Joey Ramone (voz del cuarteto neoyorquino del mismo apellido) y otro a los integrantes de bandas de San Francisco de los años sesenta, como Moby Grape. De hecho, admira a ambos artistas. Pero en este recorrido público de su carrera no sólo miró atrás, sino que, con sus 61 años, se reveló como un curioso y activo melómano, todavía pendiente de los últimos sonidos y ávido de capturar en alguna disquería porteña “el segundo disco de Almendra” (porque, obvio, el primero ya está en su descomunal discoteca). No en vano habló con entusiasmo tanto de sus experiencias con Bono, Bruce Springsteen y Frank Zappa como de los muy modernos canadienses Arcade Fire o de uno de sus últimos (y

los paquiTos . ★★★ bueno. músicos: Gustavo Martin (voz), Mathías Goyburu (percusiones y coros), Sebastián Gallinal Alzaibar (en bajo, guitarra, clarinete y coros), Juanchi Bidegaray (guitarra), Santiago Weisbek (güiro, bajo y coros), Simone Giovine (acordeón y piano). invitados :

Gonzalo Rujelman (percusión), Sergio Bazán

(accesorios), Hernán Casarini (saxo), Leandro Merli (trompeta), Ramiro Delforte (trombón), David Mendoza (violín). sala: Buenos Ayres Club. próximas funciones: el sábado y el 14 de diciembre.

E Fricke: cuatro décadas de periodismo muy rockero exóticos) descubrimientos: Cápsula, banda argentina radicada en España, a la que conoció por casualidad en un bar durante un festival donde tocaban otros cientos de artistas. Respuestas de un entrevistador “Los músicos son tipos raros, difíciles. Pero hay que recordar que, en el fondo, están en esto por la misma razón por la que yo escribo: porque aman la música. Así que en nueve de cada diez casos, si hablás de música, todo sale muy bien. La clave es que una entrevista no es un interrogatorio. Hasta con Cobain, que tenía fama de complicado, tuvimos una muy buena conversación”, reflexionó sobre el arte de encarar con un grabador y un cuestionario a estrellas de rock capaces de resolver las cosas lanzando un televisor por la ventana del hotel. Fricke lo puede decir porque en los últimos cuarenta años estuvo cara a cara con la mayoría de los socios del Rock and Roll Hall of Fame, y con muchísimos aspirantes también. Atesora, según confesó, el legendario disco “de la banana” de Velvet Underground, autografiado por sus cuatro responsables (Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker). “¡Eso viene conmigo a mi ataúd!”, avisó a la platea del Malba. Precisamente, el crítico firma la nota sobre Lou Reed de la última Rolling Stone a pocos días de la muerte del líder

Fernando dvoskin

de la Velvet. “Quizás haya sido mi nota más difícil –dijo con un registro levemente más frágil en la voz–. Hacer un obituario siempre es duro, pero más aún en este caso, porque conocí bien a Lou. Y, además, sentí que si no hacía un buen trabajo, Lou me perseguiría para siempre. Era ese tipo de persona, se tomaba su obra muy en serio.” Al fin y al cabo, Fricke es un fan, muy actualizado, pero de la vieja escuela. Todavía hoy se estremece al recordar su primer recital: Pink Floyd, en 1968, el mismo año en el que se suscribió a la Rolling Stone, revista para la que comenzaría a escribir una década después (en 1985 hizo su primera nota de tapa, sobre Mark Knopfler). Un hombre que todavía hoy graba sus entrevistas en casetes con un curtido walkman Sony (y que conserva cada una de ellas en su archivo personal), no sorprendió mucho al mostrarse poco impresionado por las últimas tecnologías. “La tecnología es sólo distribución, no creación –definió en el escenario del Malba–. Me encantan los discos; tenerlos, mirarlos, tocarlos, estar rodeado por ellos. ¡¿Qué demonios es la Nube?! Sitios como Spotify no representan una colección musical, son... un montón de cosas puestas ahí. Que encima suelen estar mal catalogadas. ¿Y realmente hace falta tuitear mientras ves un recital?”ß

l grupo Los Paquitos representa varios de los signos de la música de estos tiempos: banda numerosa, propuesta divertida que consigue que el público se ponga a bailar y una actitud rockera al momento de plantarse sobre el escenario. Porque tiene tanto de actitud como de música y sin duda surge de ese organismo multiinstrumental una pulsión rockera, aunque nada de lo que se escuche en uno de sus conciertos tenga que ver con ese género. Lo de Los Paquitos es más una cuestión de generación y actitud al encarar una escena que está musicalizada con cumbias, boleros, vallenatos y joropos. En su última presentación en Buenos Ayres Club, el grupo interpretó los temas de su disco El barco de Sococco, y otros de placas anteriores, en dos bloques bien diferenciados, separados por un intervalo. Si el primero fue tranquilo, en el segundo tramo el grupo desplegó su histrionismo y puso al público de pie y bien dispuesto para el baile. En las músicas de América latina, cuanto mejor se canta más se lucen muchas de esas exquisitas melodías del cancionero popular. Pero no sucede en este grupo, especialmente por la voz femenina, que interviene en un par de temas como solista. La masculina en cambio, lo que no consigue con recursos de la garganta lo resuelve bien con esa actitud que hace que tenga ganado su lugar al frente de la agrupación. La banda suena muy sólida y el repertorio es verdaderamente amplio, pero no variopinto, tiene líneas estéticas bien definidas. Quizás lo que le falte al grupo es una personalidad más definida: que cuando encare el repertorio vallisto colombiano no suene tanto a Carlos Vives; que cuando despliegue un jugoso bloque de cumbia no lleve a los oídos referencias directas de otros grupos. Sin embargo, es válido ese abanico de estéticas cumbieras y sus matices, que toman del estilo wawancó, de la cumbia mirla y amazónica o de la santafesina, entre otras vertientes. Las actuaciones de los Paquitos son fiestas muy disfrutadas por un público fiel. La banda cumple con un ritual, al menos una vez por mes en un local porteño, que es ideal para los que bailan sin ponerle nombre a los estilos de música, mientras que éstos hagan mover sus pies.ß mauro apicella