Falete tiene todo para la grandeza Otro envase para la

de la vedette en la pieza de Copi no implica ninguna novedad: el envase es distinto, el producto es el mismo. Se pasea c
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Espectáculos

Página 4/LA NACION

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MUSICA POPULAR

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Lunes 26 de octubre de 2009

TEATRO

Otro envase para la misma Moria Regular

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Una visita inoportuna. De Copi. Versión en español de Georgina Botana de Damonte. Adaptación para la Argentina, de Melocotón Productions. Elenco: Moria Casán, JeanFrançois Casanovas, Sebastián Galeota, Iván González, Gustavo Monje y Gabriel Rovito. Vestuario: Renata Schussheim. Música original: Gregorio Vatenberg. Diseño escenográfico y de iluminación, dirección y puesta en escena: Stephan Druet. Funciones: de jueves a sábados, a las 21; los domingos, a las 20. En Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Duración: 100 minutos.

RODRIGO NESPOLO

Con un cancionero popular y un manejo escénico importante, el cantante fue ovacionado en el Gran Rex

Falete tiene todo para la grandeza Muy bueno

(((( Recital de Falete. Músicos: Eugenio Iglesias Jiménez, primera guitarra; Juan Carlos Berlanga, guitarra; Alejandro Cruz Benavídez, piano; Agustín Díaz Sera, percusión; Enrique Heredia, voz y palmas, y Juan Amaya, bailaor y palmas. Teatro Gran Rex.

Todavía no cantó ni una copla y Falete recibe una ovación consagratoria. Algo se intuye. El cantante irradia una personalidad magnética, como la reencarnación de una Lola Flores dotada de la gracia de Miguel de Molina. No se trata sólo del vestido blanco y brillante pegado a su voluminoso cuerpo ni de las mantillas, del maquillaje y de su estética de tonadillera sevillana. Lo de Falete va más allá de un travestismo artístico. Hay que verlo cantar con desgarro puro y apasio-

nado “dile a ese que hoy te ama, que para amarte nada más, para eso a él le falta, lo que yo tengo de más” y hacer un ademán rozándose el bajo vientre para entender por qué ese artista semidesconocido pone de inmediato a la platea de pie.

Como actriz lorquiana Falete lo tiene todo para la grandeza: la voz antigua de la copla y un amplio registro, un cancionero popular –que abarca desde tradicionales, como “Ojos verdes”, hasta canciones de Juan Gabriel y de Miguel Alejandro– y un manejo escénico envidiable. Falete se mueve como pluma, a pesar de su corpulencia, baila con una soltura increíble, gesticula con donaire, dramatiza como una actriz lorquiana cada copla y se pone en el centro de la escena con sus llamativos vestuarios de color blanco, celeste y rojo furioso.

El aire se corta cuando Falete va por las coplas tradicionales. Y todo le queda bien, desde la exageración de una letra pasional, como “¿Quién te crees tú?”, pasando por otras conocidas, como “Procuro olvidarte”, para dotar de energía y verdad a joyas de género, como “La bien pagá”. Todo lo lleva a su terreno con ese compás andaluz teñido por un montaje casi de telenovela y una profundidad conmovedora. Queda claro que sobre el escenario, Falete no es un personaje, aunque juega escénicamente con su sexualidad y esas canciones que hablan de la azarosa vida amorosa y el desengaño con los hombres. Mientras se rompe la camisa cantando, como dicen los gitanos, y su voz parte como trueno la tierra, Falete deja la sensación de que se asiste al nacimiento de una estrella.

Gabriel Plaza

Hace ya muchos años que Moria Casán –con inteligencia, simpatía, indudables dotes histriónicas y un físico exuberante (en parte, inventado)– recreó un personaje característico de la revista porteña: la vedette monumento, la diva colosal, una Gargantúa femenina, encarnación de los ensueños sexuales de sus admiradores. Su personalidad se ha instalado en el imaginario popular como la Mujer, con mayúscula, aunque no desprovista de cierta agresividad masculina. Además, a diferencia de la legendaria Nélida Roca, Moria sabe moverse. ¡Y cómo! No es la primera vez que la Casán aborda el teatro “en serio”: lo hizo con éxito, una década atrás, en la perdurable Brujas. Al transitar el género, no se despoja de las plumas y el strass. Anunciada como un acontecimiento, esta aparición de la vedette en la pieza de Copi no implica ninguna novedad: el envase es distinto, el producto es el mismo. Se pasea con desenvoltura por el escenario, dice sus parlamentos de frente al público y en todo momento,

El cuerpo de la vedette, demasiado presente, desequilibra la acción

propicio o no, se dedica a menear el trasero, rotar la pelvis y exhibir sus más notorios atributos, precursores de la actual 3D cinematográfica. Todo esto lo hace con gracia, pero ese cuerpo demasiado presente tiende a desequilibrar la acción y atenúa la eficacia de la obra.

Muerte con sarcasmo Porque Una visita inoportuna –estrenada en 1988 por Jorge Lavelli en su Théâtre de la Colline, en París, y en el San Martín porteño, en 1992, con puesta de Maricarmen Arnó– no describe la lucha del protagonista (Copi mismo) contra la muerte por sida, sino el supremo sarcasmo con que la recibe, encarnada en una delirante diva de ópera, Regina Mortis, empeñada en renovar promesas de amor que la homosexualidad de aquel desautoriza enfáticamente.

El cuarto del enfermo alberga a cantidad de visitantes estrafalarios y también al médico demente que lo atiende y que intenta practicar lobotomía en cualquiera que se le cruce. Todo es un gran disparate, lleno de humor irreverente, y también una tragedia en extremo conmovedora. El director francés Stephan Druet imprime un ritmo desaforado y no evita los desbordes de la Casán ni la dilación excesiva del final. El protagonista aparece algo diluido y monótono. Hay buenos trabajos del elenco de apoyo y un excelente, admirable Jean-François Casanovas, una Regina Mortis para la memoria: es el único afín al genio de Copi y el único contrapeso a la vedette dominante.

Ernesto Schoo

Un drama que llega destemplado Regular

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El príncipe de Homburg. De Heinrich von Kleist. Versión y dirección: Oscar Barney Finn. Intérpretes: María Comesaña, Daniel Dibiase, Jorge García Mariño, Pablo Mariuzzi, Mariano Mazzei, Claudio Messina, Esmeralda Mitre, César Repetto, Maximiliano Sarramone. Vestuario: Mini Zuccheri. Escenografía: Raúl Bongiorno. Iluminación: Eli Sirlin. Funciones: viernes y sábados, a las 20. En el Centro Cultural de la Cooperación. Duración: 100 minutos.

El honor, la patria, el deber, el valor son algunos de los enormes temas que toca esta obra de Heinrich von Kleist, de la que el director Oscar Barney Finn se hizo eco. Arthur es, además de príncipe de Homburg, un general de caballería que, frente a una batalla, debe obedecer las órdenes de su superior. El amor, la rebeldía y también una mirada lúcida sobre los acontecimientos lo hacen actuar contrariando esas órdenes, lo que, paradójicamente, convierte una segura derrota en una gran victoria, y a él, en héroe. Pero Arthur ha desobedecido al Gran Elector y merece un castigo: la pena de muerte. El fuerte contraste entre estos dos extremos ponen al joven Arthur en el dilema de implorar por su vida o respetar el cumplimiento de la ley. Mariano Mazzei, el protagonista, juega con convicción este dilema, pero hay algo en las palabras, en los textos, que lo supera –les suce-

Mariano Mazzei y Esmeralda Mitre consiguen organicidad en un texto difícil

de a él y a todo el elenco– ya que se perciben demasiado grandilocuentes e inalcanzables. Así y todo, Mazzei y Esmeralda Mitre son los que consiguen mayor organicidad en un texto difícil.

Solemne y lejano Ese es el principal problema de esta propuesta; el texto llega frío y destemplado, más allá de la música, que intenta acentuar el dramatismo. Los tonos que encuentran los actores –sin duda, a partir de la marcación del director– son extremadamente solemnes y lejanos. En muy pocas ocasiones, algo de lo que pasa sobre el escenario conmueve de verdad al

espectador, un problema si se tiene en cuenta que lo que sucede allí es un verdadero drama para esos personajes. En ese marco, Barney Finn trata de equilibrar toda la rimbombancia de las palabras con una puesta minimalista desde la escenografía, el vestuario y la iluminación. Una plataforma inclinada, ubicada en el centro del escenario, se transforma sucesivamente en patio del castillo, retaguardia del campo de batalla, celda, salón; lo que obliga a los actores a enfrentar innumerables cantidades de entradas y salidas, que se tornan innecesarias.

Verónica Pagés

(Tutti-frutti) Madonna, fan televisiva Glee, la serie sobre estudiantes del canto y del baile (que Fox estrenará aquí el jueves 5), es uno de los éxitos de la temporada norteamericana, gracias a la originalidad de sus números musicales. Tanto, que ha entusiasmado hasta a Madonna, que dio permiso para armar un capítulo especial de la serie sólo con sus éxitos luego de ver su cover de “Papa Don’t Preach”.

Singapur quiere a Paloma AFP

Un susto para Morrissey Anteanoche, Morrissey fue internado de urgencia luego de sufrir un colapso arriba del escenario en Swindon, a 160 kilómetros de Londres. El ex The Smiths recién había cantado el primer tema del concierto cuando cayó al suelo ante la mirada incrédula de sus compañeros y el público. Pero, finalmente, ayer, el cantante, de 50 años, fue dado de alta del hospital Great Western.

An Evening with Paloma Herrera se llama el espectáculo que hoy y mañana tendrá a la argentina como estrella de dos galas en Singapur. De la decena de pas de deux incluidos en el programa, la bailarina hará Sinatra Suite y Don Quijote, con su compañero del ABT Sascha Radetsky, además del solo de Raymonda que abrirá el telón en el Esplanade Theatre.

Un sortilegio en la pantalla de Canal 9 Hoy, a las 13, por Canal 9, se estrena la telenovela de Televisa Sortilegio. Adaptación de un melodrama de los años ochenta que había encabezado Lucía Méndez; esta historia tiene todos los elementos de las tiras clásicas. Un joven heredero perseguido por sus medios hermanos, una heroína engañada que termina enamorada de quien la odia y planea vengarse de ella, hasta que el amor vuelve a interferir. Un novelón como los de antes para la hora del almuerzo.