Ese oscuro objeto del deseo

en gladiador por las circunstancias. Inspirada estéticamente en la nove- la gráfica y la película 300, la serie se sumer
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Espectáculos

Página 2/LA NACION

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Sábado 24 de julio de 2010

Desvestidos para matar Los gladiadores de Spartacus: Blood and Sand, nunca usan más que un simple taparrabos; a la izquierda, el nuevo personaje de True Blood, Alcide (Joe Manganiello)

Ese oscuro objeto del deseo Continuación de la Pág. 1, Col. 6

Músculos en primer plano

en gladiador por las circunstancias. Inspirada estéticamente en la novela gráfica y la película 300, la serie se sumerge en un mundo lleno de intrigas palaciegas y lascivos encuentros en que cuerpos masculinos buscan estimular la libido de hombres y mujeres por igual. Tan importantes para la trama como las luchas cuerpo a cuerpo en el coliseo son los encuentros del mismo tipo pero en la cama, en los baños o en la cueva. Y siempre con el uniforme de trabajo: un taparrabos diminuto con la espada haciendo juego y no mucho más.

Malparida no escatima la exhibición de los cuerpos de sus protagonistas: Juana Viale y Gonzalo Heredia; Mariano Martínez, músculos trabajados de Campeones a Valientes; abajo, de la misma tira Luciano Castro y Julieta Díaz; Ezequiel Castaño, de Botineras

Eroticón Aunque el diccionario de la Real Academia Española no registre su uso local, y tan actual, el término chongo existe y es el que mejor describe a estos muchachos de cuerpos torneados y exagerados. Un chongo es un signo de exclamación hecho carne, son fantasías eróticas de algunos puestas en primer plano, en el prime time, en busca del rating multiorgásmico. Algo de eso ya insinuaba la presentación de Valientes con sus tres protagonistas, Luciano Castro, Mariano Martínez y Gonzalo Heredia, en rotación semidesnuda, tres galanes del siglo XXI con un nivel de exposición física que redituó en un éxito que no se detiene. En su segunda pasada por El Trece, esta vez por la tarde, la tira de Pol-ka mantiene en alto el rating y la atención del público mayormente femenino. Algo similar heredó Malparida aunque en este caso por cada escena sin ropa del personaje de Heredia –y de Castro, el artista musculoso invitado–, también se suma una de Juana Viale. Una protagonista con características de villana que

esconde todo menos su cuerpo. Por el lado de Botineras, cuando lo esperable era que las chicas en busca de futbolistas fueran las que le pusieran el pecho a las cámaras, resultó que la línea argumental más comentada, la más atrevida, estuvo protagonizada por dos hombres. Cristian Sancho, que suele aparecer en ropa interior en publicidades por toda la ciudad, le prestó su cuerpo trabajado a la historia del despertar homosexual de un futbolista enamorado de un joven colega,

encarnado por Ezequiel Castaño. Muchas de las ficciones que se ven en cable repiten la fórmula: mujeres hermosas aunque un poco neuróticas y desesperadas en busca de pareja admiran de cerca a jóvenes esbeltos que disfrutan de ser deseados. Sucede en Cougartown, en Accidentaly on Purpose y en Hung de HBO, donde el protagonista completa la vuelta: es un hombre común que gracias al tamaño de su pene consigue redondear su sueldo prostituyéndose. El hombre objeto, cuerpo sin alma, sin metáforas y en tono de comedia. Puede que sea casualidad, pero no lo parece, que el sucesor de Los Soprano en éxito de crítica y público sea True Blood. De los mafiosos obesos en camiseta a los vampiros y hombres lobo en cueros, el foco de

la creatividad televisiva se mudó de la fría Nueva Jersey al siempre caliente pueblo de Bon Temps y de las emociones desnudas de un criminal en terapia a los cuerpos desnudos de seres sobrenaturales.

Me gusta cuando callas Llamativos como pavos reales y con tanto peso dramático como tienen sus plumas, este año los guardaespaldas que trabajan para Ricardo Fort tomaron por asalto el programa más popular de la TV argentina. Si el empresario devenido en mediático instaló primero en sus repetidas apariciones la imagen de un grupo de modelos, estos cayeron rápidamente en desuso frente a la fascinación del público por los chicos del gimnasio.

Así, las esfinges anabolizadas desembarcaron primero en los márgenes de las cámaras de ShowMatch, hasta que Marcelo Tinelli, increíble descubridor de apetitos populares incipientes, los adelantó al primer plano. Tito, Luis Miguel, Daniel “la muerte” y sus colegas cobraron más importancia que los corpiños crónicamente defectuosos de las participantes de “Bailando por un sueño” y si una imagen quedó de esta primera mitad del año del programa es la de su conductor hablándole bien cerquita al ahora desterrado Tito. Otros años, hace no tanto, los momentos más comentados de ShowMatch tenían a un corte de pollera o un baile de caño exageradamente atrevido como protagonistas. La pregunta es, entonces, si el cuerpo masculino trabajado y aceitado ganó espacio en la televisión y en el cine (ver aparte) de aquí y del mundo quitándoselo al femenino. La respuesta no es sencilla. Las mujeres siguen apareciendo en distintos estados de desnudez, pero tal vez después de tanto tiempo de ser utilizadas como envases libres de contenido, su presencia haya creado una saturación de la que no era posible escapar. Así que llegó la hora de cambiar de objeto. De mostrarles a las mujeres lo que supuestamente quieren ver. Aparentemente, según los productores audiovisuales, lo que las mujeres queremos ver son hombres desfilando cual sementales de gimnasio. Ni más ni menos que chongos. Ojalá que se equivoquen.

En el cine también se consiguen Un par de pectorales y media docena de abdominales transformaron al desconocido actor de 28 años llamado Brad Pitt, en Brad Pitt, una de las estrellas de cine más exitosas de Hollywood. Si no hubiese sido por Thelma & Louise, y la escena del bello Brad compartiendo la cama con el personaje de Geena Davies es posible que su carrera no hubiese sido lo que es hoy. Claro que lo que en 1991, año de realización de aquella película, era la excepción –el bonito y joven objeto sexual de la madura protagonista–, en 2010 es la regla. Después de todo, cualquier oportunidad que se le presenta a los productores de sacarle la remera a Zac Efron, la aprovechan. El muchacho de 22 años que se hizo conocido a nivel global por interpretar al deportista cantante Troy en High School Musical se lamentaba hace unos días en una entrevista televisiva por el acoso de sus fanáticas maduras que rivalizan con las seguidoras adolescentes. Un síndrome que también “padece” Taylor Lautner desde que se transformó de simpático adolescente en bomba de testosterona para Luna nueva, la segunda parte de Crepúsculo. Fotografiado por cuanta revista de moda existe en sugerentes poses que en una chica de su edad, 18 años, hubieran despertado la ira de la puritana sociedad norteamericana, Lautner, es uno de los tantos actores jóvenes que entendieron que para triunfar en el Hollywood modelo siglo XXI hay que entregar la necesaria libra de carne frente a cámaras y recién salida del gimnasio.

Los cuerpos del delito Taylor Lautner en la saga Crepúsculo, Zac Efron, de High School Musical y Brad Pitt, en Thelma & Louise, tres actores que comenzaron sus carreras exhibiendo sus físicos privilegiados