Ensamble Instrumental

–sigue Maritano describiendo su propia luna–. Es una luna impoluta, una donde el hombre puede encontrar su verda- dero c
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ESPECTACULOS

I

Viernes 15 de julio de 2011

CLASICA s ENTREVISTA CON PABLO MARITANO

MUSICA s ADELANTO

Continuación de la Pág. 1, Col. 2 La relación Haydn/Goldoni (el libro es del dramaturgo veneciano) con Woody Allen ya suena exótica, pero es el mismo Maritano el que tira más puntas que abonan su teoría de “tener entre manos una ópera rara”, lo que lo pone especialmente feliz. “Por empezar, está la posición de Haydn como compositor de ópera, cuando él escribía eminentemente música instrumental y su única relación con lo lírico estaba dada por su rol como director musical de obras de otros. Además, y haciendo eco de esta cuestión lunar, es una obra doble, con dos caras, dos vertientes dramatúrgicas desde el punto de vista argumental. Por un lado, es una ópera bufa en el sentido tradicional, con todos los ingredientes de la comicidad italiana, y por el otro –en un costado también satírico– versa sobre el supuesto viaje del idiota [Bonafede] a la luna”, sigue verborrágico, feroz, el joven régisseur. Pensar en un viaje a la luna en pleno siglo XVIII no se puede hacer de otro modo que con una mirada poética, onírica, metafórica. Y a ese juego se prestaron a entrar Maritano y compañía (su trabajo incluye a la escenógrafa Andrea Mercado, la vestuarista Sofía Di Nunzio, el iluminador José Luis Fiorruccio y el coreógrafo Carlos Trunsky). “Tener entre manos una luna inventada es muy inspirador. Para nosotros esta luna está directamente asociada a la noche, al mundo de los sueños, y de ahí que el piso esté hecho a base de camas y colchones y todos anden en pijamas. Es que nuestro hábito lunar es de carácter regresivo; de hecho, la aceptación de lo fantástico tiene un carácter regresivo, ¿no? –sigue Maritano describiendo su propia luna–. Es una luna impoluta, una donde el hombre puede encontrar su verdadero carácter, su paz del alma; una luna donde todo suena gluckiano, un mundo ideal que se contrapone a éste, donde todos los órdenes están invertidos.” Así, Maritano y su gente construyeron una luna cercana a Julio Verne y más cercana aún a Georges Méliès, a la que decidieron ambientar en la época de las revoluciones que atacaron a la burguesía. En este territorio lunar aparecen elementos culturales muy diversos, casi

PARA AGENDAR

Il mondo della luna, de Haydn, con puesta de Pablo Maritano. Teatro Avenida, Av. de Mayo 1222. Hoy, a las 20; domingo, a las 18, y martes, jueves y sábados, a las 20.

surrealistas, como indios, policías, romanos, ninfas y pastores. “Se podría decir también que es una luna pornográfica”, se ríe Maritano, divertido de poder jugar con universos tan disímiles que le permiten combinar comunismo, psicoanálisis y feminismo en una época en la que la moda del progreso fue furor.

EL LADO BUFO DE JOSEPH HAYDN

Orígenes Pablo Maritano tiene 34 años y hace cinco que empezó a asumir la responsabilidad total de una puesta en escena, y no le ha ido mal; cada uno de sus trabajos ha sido nominado a distintos premios y lo siguen llamando para tener su mirada en escena. Antes de eso fue alumno y colaborador de directores a los que admira y con los que comparte “cierta manera de ver la ópera”, como Marcelo Lombardero, Rubén Szuchmacher y el suizo George Delnon. –Es una mirada más bien vanguardista..., ¿no? –¡¡¡¡¡Noooo!!!!!, vanguardia es una palabra gigantesca que para mí está más asociada al mundo de Julio Verne o al de Méliès que al nuestro. Creo que soy absolutamente clásico, clasiquísimo; acá a lo moderno se le dice rupturista, y yo creo que con Marcelo, con Rubén, somos gente muy clásica; acá se confunde clásico con malo, y eso es un pecado. –Y esa mirada que ustedes comparten ¿cómo la recibe la gente?, ¿la crítica? –Tanto el público como la crítica me han tratado muy bien. Además creo que los críticos están empezando a hacer su trabajo de otra manera; se están dando cuenta de que su tarea es acercar al público a otro lenguaje y no distanciarlo. Para mí el cenit de esa situación fue el Giulio Cesare de Gustavo Tambascio en el Teatro Argentino de La Plata, que fue extraordinario, y me parece que dividió la crítica entre los que pudieron entenderla y acercar al público y los que no. De allí en más, nada fue recibido de la misma manera. Afortunadamente.

Pablo Maritano, el joven régisseur a cargo de la puesta producida por Buenos Aires Lírica

La estrella mexicana

Julieta Venegas, por la ruta mapuche Se editará un DVD documental GABRIEL PLAZA LA NACION

PATRICIO PIDAL/AFV

DANZA s FINALIZO EL FESTIVAL ROJASDANZA 2011

((((( EXCELENTE

CLASICA

El cuerpo, eje de dos propuestas El hombre en relación con su cuerpo y el cuerpo expuesto, observado, analizado; también violentado. Esas señales aparecieron en el programa que, dentro del Festival RojasDanza, compartieron los coreógrafos Joel Inzunza Leal (Hold. Dejar que suceda) y Sofía Crespo, Federico Fontán y Germán Farias (El momento distinto). En el primer trabajo, el chileno Inzunza Leal se propone realizar una profunda investigación. Parte de ciertas formas de movimiento hasta posibilitar que la palabra comience a definir cualidades de unas corporalidades (las de los bailarines Ignacio Monna y Javier Sintiolo) que irán proyectando diversas sensaciones en la platea. El trabajo irá progresando hasta que esos físicos comiencen a relacionarse y a encontrar que hasta pueden llegar a confundirse en uno. Pero no como una masa amorfa, sino como un bello entramado de miembros que se articulan y desarticulan mientras la emoción de uno complementa o se proyecta y engrandece la del otro. Propuesta muy calificada, Hold. Dejar que suceda, demuestra un riguroso proceso de búsqueda que va mucho más allá de lo formal, para

El chileno Joel Inzunza Leal propuso un bello entramado de cuerpos que se articulan

abrevar en la sensibilidad profunda de intérpretes y espectadores. Dejar que suceda: dejar que el movimiento se extienda y encuentre en la piel del otro una posibilidad de ingreso a su segura personalidad. Muy buena la música de Jorge Grela. El momento distinto resulta una creación de cruce entre el teatro y el movimiento. Aquí una pequeña historia se impone. Dos hombres y una mujer en un espacio casi deshabitado. El deseo se convierte en un valor esencial que las tres criaturas deben desafiar. Una búsqueda hacia el otro que promueve rechazos se va violentando. En ese marco, los cuerpos desnudos de ellos, en fricción, definirán algo del destino: el ansiado, o, apenas, el que pueden vivir mientras escapan, por un momento, de esas conflictivas relaciones interpersonales. Potentes intérpretes, Crespo, Fontán y Farías, bajo una iluminación que los esconde o descubre en instantes muy claves, aportan profundidad a esa tríada de seres para quienes algo de lo perverso se convierte en un juego fundamental a la hora de encontrar un camino para ser, tal vez definitivamente.

Carlos Pacheco

MARCELO GOMEZ

Ambos montajes propusieron una reflexión sobre los físicos en pleno movimiento

Pablo Saraví, Silvana Alvarez, Myriam Santucci y Oscar Carnero EN AMIJAI

Ensamble Instrumental El noneto porteño brilló con obras de Rheinberger y Brahms L CONCIERTO DEL ENSAMBLE INSTRUMENTAL BUENOS AIRES L PROGRAMA: NONETO OP. 139, DE JOSEF RHEINBERGER Y CUARTETO N 3, OP. 60, PARA CUERDAS Y PIANO DE JOHANNES BRAHMS. AMIJAI

El segundo concierto del ciclo de música íntima, llevado a cabo en el templo de la comunidad Amijai, se ha caracterizado por el detalle de incluir en primer término una composición para nueve instrumentos, o sea un Noneto, de los que hay muy pocos en el catálogo de obras, y a vuelo de pájaro se recuerdan dos: uno del compositor Bohslav Martinú y otro del germano Ludwig Spohr. A ello se sumó el atractivo de escuchar una obra cumbre de la música íntima de Johannes Brahms, su Cuarteto para piano y cuerdas Op. 60, aquel que dio motivo al propio compositor para opinar sobre su composición como producto de su dolor profundo por un amor imposible, al modo del Werther de Goethe. En primer término, el caracterizado conjunto integrado por un ramillete de los más destacados músicos de Buenos Aires –Pablo Saraví (violín), Silvina Alvarez (viola), Myriam Santucci (violonchelo), Oscar Carnero (contrabajo), Claudio Barile (flauta), Néstor Garrote (oboe), Mariano Rey (clarinete), Fernando Chiappero (corno) y Gabriel La Rocca (fagot)– ofreció

una impecable ejecución del Noneto de Josef Rheinberger, compositor alemán que estuvo en boga durante el siglo XIX; para su interpretación, el conjunto respetó la delicadeza, el refinamiento y el candor de las agradables ideas musicales que surgen de sus páginas. Luego del intervalo, con la segunda y última obra del programa, se escuchó el Cuarteto Nº 3 con piano de Brahms. Desde el primer momento del allegro, el contraste fue inevitable, simplemente porque se estaba gozando de una joya de la música íntima. Después del pasaje de índole rítmica, surgió el desarrollo, magnífico y electrizante, con el tema melódico más inspirado, calmo y casi confidencial, pero a la vez cargado de cierta solemnidad bien austera. El canto de las cuerdas y los fragmentos complejos del piano provocaron a la vez placer y emoción. Y ni qué decir del andante, que casi parece un tema de un lied con su poesía, momento que provoca un fraseo del violonchelo que es puro canto, con un sabio acompañamiento de acordes sincopados. La magnífica versión fue posible gracias a la solvencia de Pablo

Saraví en el violín y a que Silvina Alvarez, con su bello sonido de viola, lograra mantener un perfecto equilibrio sonoro. Por su parte, Myriam Santucci, con su bello sonido de violonchelo, dejó escuchar momentos de cautivantes y matizados fraseos. Sin embargo, en la visión de la obra de Brahms, nada podría lucir y tener sentido estético-musical si el piano no actuara de modo criterioso para aportar algo así como el armazón de una construcción imponente que debe sustentarse sobre una buena base. Y ahí, en esas intervenciones entre intrincadas y sutiles, estuvo presente el destacado pianista y pedagogo Fernando Pérez, quien como es habitual en él cada vez que se tiene la oportunidad de escucharlo, ofreció acierto estilístico, matices variados y adecuadas sonoridades para mantener un total y sobrio equilibrio. El público presente ofreció su generoso aplauso y los ausentes se perdieron un concierto sumamente valioso que ha de quedar entre lo mejor de la actual temporada.

Juan Carlos Montero

Hace más de un año, un combinado de músicos mexicanos, españoles y brasileños, entre los que se encontraban Natalia Lafourcade y El Canto del Loco, viajaba a la región litoraleña para ponerse en contacto con la cultural guaraní. La inédita experiencia, bautizada En busca del sonido del viento, quedó registrada en un documental de Nahuel Lerena, producido por Sony-Music, que ahora tiene su segunda entrega, rodada en la Patagonia: En busca del sonido del viento II: Eres para mí. El proyecto volvió a reunir a un combinado de artistas iberoamericanos, esta vez con la cantante mexicana Julieta Venegas a la cabeza, en un viaje iniciático por la cultura mapuche. “Sabía muy poco de ellos, sólo que era un pueblo que había luchado por su tierra”, cuenta la artista en el documental, que será editado en un DVD por Sony-Music. El adelanto del proyecto audiovisual –que se editaría en los próximos meses en nuestro país y ya se presentó oficialmente en la Casa de las Américas de Madrid– registra el viaje que protagoniza Julieta Venegas junto con noveles figuras de la música española como “El Pescao” David Otero, Marc Ros de Sidonie, la flamenca India Martínez (una de las sorpresas del documental) y Jesús Antúnez, del grupo Dover. Fueron cinco días de rodaje por el sur del país, donde los músicos fueron sacados de su contexto cotidiano para confrontar con otra cultura y entrar en un viaje interno, donde la música y la naturaleza forman parte de la vida cotidiana de los originarios del Sur. “La música es usada por los mapuches para darle un valor especial a cada uno de sus eventos. Es uno de los aspectos que más me impresionaron del viaje”, resaltó Julieta Venegas sobre la experiencia que comenzó en Neuquén, continuó en Junín de los Andes y terminó en las orillas del río Aluminé. El documental ofrece buenos momentos musicales rodeados por ese clima bucólico del paisaje patagónico. Las versiones acústicas de los temas y los encuentros informales entre artistas de distintos estilos transitan en una atmósfera muy natural. Pero los momentos de mayor profundidad aparecen a medida que los cinco músicos se empiezan a impregnar de la filosofía mapuche. Entonces aparecen los cuestionamientos a las propias creencias y cierto sentimiento de culpa por el choque cultural: “Es una mezcla de tristeza porque piensas que tienes que sentir pena por ellos, pero luego sientes pena por ti, porque te gustaría vivir como ellos, entonces a mí me produjo grandes conflictos”, dice uno de los viajeros. Así la música de inocencia pop da paso a una experiencia más reflexiva: “¿De dónde viene esa distancia de los seres humanos que no debería existir? Debería ser todo más natural. Y no lo es”, se cuestiona otro de los músicos en el camino: ése es el comienzo del verdadero viaje.