Encuentro del mundo en la Arquidiócesis de Los ... AWS

Heritage por 30 años, fomentando la edu- cación religiosa y preparación sacramen- tal de los niños. “Nos sentimos muy be
6MB Größe 11 Downloads 72 Ansichten
13

Vida Nueva | Octubre de 2016

Encuentro del mundo en la Arquidiócesis de Los Ángeles Por MARÍA LUISA TORRES

L

a Arquidiócesis de Los Ángeles es la más numerosa del país y es donde convive la mayor diversidad de culturas, dice María Guadalupe Aguilar, Presidenta del Ministerio Multicultural de la Arquidiócesis de Los Ángeles. “Existen alrededor de 50 culturas diferentes y la Santa Misa de los domingos se celebra en más de 48 idiomas”, agrega. De acuerdo con Marija S. Newsom, de ascendencia lituana, que labora para la Oficina Arquidiocesana de Ministerios Étnicos, “la fe católica y la cultura lituana siempre han ido de la mano”. Y así ocurre en su propia vida, a pesar de haber llegado a Estados Unidos como refugiada con tan sólo dos semanas de vida. “Mis padres siempre estuvieron agradecidos de estar en un país libre en el que sus tres hijos se convirtieron en miembros productivos de la sociedad con estudios universitarios. “Hablamos de Lituania en casa; adorábamos a nuestra Iglesia de allí; nuestras primeras oraciones fueron en nuestro idioma nativo. ¡Pensábamos que Dios sólo entendía lituano!”, bromeó. “Nos enseñaron a amar nuestras raíces culturales y recordar los sufrimientos de nuestro pueblo, el que dejamos atrás”. Newsom continuó la tradición bicultural con sus tres hijos, que ahora son adultos. Desde hace mucho tiempo ella y su marido han sido feligreses de la Iglesia St. Casimir, donde además fungió de directora de la Escuela parroquial Lithuanian Heritage por 30 años, fomentando la educación religiosa y preparación sacramental de los niños. “Nos sentimos muy bendecidos de tener una parroquia en Los Ángeles donde podamos orar, enriquecernos culturalmente y aportar nuestros propios dones a la Arquidiócesis. Nuestros sacerdotes han podido promover la fe utilizando tanto el lituano como el inglés”, dijo Newsom de su parroquia, que está celebrando 75 años de jubileo.

‘…es importante celebrar la Liturgia en nuestra propia cultura e idioma…’

Paul Amuchie, de la etnia igbo de Nigeria, forma parte de la universalidad católica. Llegó a Estados Unidos en 1977 para asistir a la UCLA. Tenía 30 años. Obtuvo un doctorado en psicología, se casó y tuvo cuatro hijos (ya adultos) y un nieto. Ahora jubilado dedica el tiempo libre a promover su cultura y fe católica, participando en el Congreso Eucarístico Nacional Africano, y es un miembro activo en su parroquia St. Eugene de Los Ángeles, que cuenta con cerca de mil familias igbonigerianas. “Venimos de una cultura muy fuerte”, y Amuchie explicó que su cultura se adhiere a un código moral fuerte, mucho antes de la llegada de los misioneros irlandeses que convirtieron a su pueblo al catolicismo. “Ese fundamento moral ya estaba allí antes de la introducción al Cristianismo”, anotó. “Es por eso que fue muy fácil para los irlandeses convertirnos al Catolicismo, porque ya compartíamos los mismos valores morales en nuestra cultura”, dijo Amuchie. Y todavía lo hacen.

Marija S. Newsom (lituana)

Miriam López (mexicana)

Paul Amuchie (nigeriano)

Surya Hartini (indonesia)

“Para nosotros es importante celebrar la Liturgia en nuestra propia cultura e idioma, y también para que nuestros hijos aprendan la cultura a través de la religión”, explicó. “Un sentido de familia, un sentido de comunidad son fundamental para nosotros. Vamos a la Iglesia con nuestros hijos para ayudar a construir una comunidad católica muy fuerte dentro de la Arquidiócesis”. Además de recibir los Sacramentos, animan a los menores a participar activamente en la parroquia a través de grupos de jóvenes y otros ministerios.

‘La mitad de mi cultura está enraizada a la religión católica’

Miriam López, que nació y se crió en Oaxaca, México, dijo que se siente conectada al Catolicismo, a las Celebraciones Marianas y todas las denominaciones cristianas debido a su diversa formación cultural en Oaxaca. Allí celebró con igual fervor costumbres precolombinas, como el Día de los Muertos, y celebraciones Católicas, como la Fiesta de la Virgen de Guadalupe.

“Vivíamos estas celebraciones vibrantes todos los años, sin pensar en sus orígenes. Todas eran parte de nuestro compartido patrimonio cultural”, explicó. “La mitad de mi cultura está enraizada a la religión católica. Sería imposible separar a las dos”. Incluso los bailes tienen aspectos religiosos, acotó López. La cultura moderna de Oaxaca es una fusión de diversas influencias católicas e indígenas. López visitó por primera vez Estados Unidos en 1992 como parte de un grupo itinerante de danza cultural, regresando al año siguiente para residir aquí. Hoy en día continúa enseñando y realizando la danza regional oaxaqueña en Los Ángeles, y asiste a la Iglesia de Santa Cecilia, que presenta una misa en español al estilo de Oaxaca una vez al mes. “Todo esto sale impecable, y nos conecta”, dijo López.

nidad parroquial, sino también la ayudó a soportar un largo distanciamiento de su única hija Eileen. “Después de que mi marido se fue, ella [hija] me dejó de hablar, pero me quedé con mi fe y me entregué a Dios”, recordó. “Durante casi 10 años, cada vez que iba a la Iglesia oraba por ella”.

Y casi todas las mañanas, Hartini le enviaba a su hija por fax o correo electrónico un verso diferente de las Escrituras, “pero ella nunca contestaba”, dijo. Hasta que finalmente sus oraciones fueron respondidas. Después de casi 10 años de silencio, Hartini sabía que era un “tiempo de reconciliación”, relató con voz quebrada y lágrimas de felicidad. “En su cumpleaños la llamé y atendió el teléfono. Nos reunimos de nuevo y fuimos juntas a una reflexión espiritual de varias semanas”, dijo. La fe que la había mantenido en pie ‘…me quedé con mi fe y me entregué a Dios’ Para Surya Hartini, originaria de Indo- durante todos esos años, unida a su culnesia y feligresa de St. Stephen Martyr en tura de Indonesia, sirvieron para ayudar a reparar su distanciamiento. “Para mí”, Monterey Park, su fe católica no sólo la dijo Hartini, “fue un milagro”. VN unió a sus raíces indonesias y a su comu-