El secreto de reinventarse oportunamente

28 mar. 2010 - TELEVISION. “bombero” de las ficciones de Telefé. En sus inicios fue productor (Gran hermano, Operación T
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Espectáculos

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Domingo 28 de marzo de 2010

TELEVISION El giro al policial de Botineras: una decisión que lo convirtió en el programa más visto

El secreto de reinventarse oportunamente Continuación de la Pág. 1, Col. 2 “bombero” de las ficciones de Telefé. En sus inicios fue productor (Gran hermano, Operación Triunfo, etc.) hasta que comenzó a escribir los libros de ciclos como Humanos en el camino, y luego Vidas robadas y Televisión por la identidad (ganadora de un Emmy). La productora Underground había convocado para Botineras a un equipo sólido con los guionistas de Los exitosos Pells, Ester Feldman y Alejandro Maci, y un elenco encabezado por Nicolás Cabré, Romina Gaetani, Damián De Santo, Florencia Peña, Roberto Carnaghi e Isabel Macedo. Las grandes expectativas de Telefé no se traducían en rating. Entonces, Salmerón redactó un diagnóstico crítico que el productor Sebastián Ortega supo interpretar a tiempo. “El programa no tenía una dirección bien definida. Intenté imaginarme cuál era el público de Botineras y no pude identificar un target preciso. Había algunos temas que se abordaban de modo adolescente”, dice Salmerón. Entonces (allá a mediados de enero), Botineras dio un giro de 180 grados. La comedia dio un paso al costado y le cedió su lugar al policial. Pablo Culell, productor general de Botineras, y socio de Sebastián Ortega en Underground opina: “Lo más importante en una ficción es la historia que se cuenta y cómo se la cuenta. El guión es fundamental, además de un elenco sólido y atractivo, bien seleccionado para los roles,

     

Gaetani, Carnaghi, Berthet y Peña

así como una realización acorde a las expectativas del programa, según su horario, el público al que se dirige, y el canal por el que se emitirá”. “Buscamos, rescatar esta historia policial, ponerla en primer plano; en segundo, lo que ocurre en el mundo

     

      

del fútbol, y en tercer plano, la historia de amor entre Mía y el Chiqui. Se fueron dosificando los cambios, de modo tal que no se perdieran los espectadores del primer día”, explica Salmerón, y, de este modo, la continuidad de Botineras, al menos

  



 

 

  



  

   

 

  

  

  

 

 

 

Cambios exitosos Toda ficción está pendiente de la sensación térmica que marca el espectador. En el libro de pases y

Por Marcelo Stiletano

Riveiro (Christian Sancho).

Regresó de Europa para jugar en el Cristal. Está casado y tiene dos hijos, pero es una pantalla para ocultar su homosexualidad. Está enamorado del personaje de Ezequiel Castaño, y juntos encarnan una de las historias más atractivas de la trama.

Las razones del cambio

N Lili Riveiro (Guillermina Valdés). Es la esposa de Manuel, una ex modelo que encarna el sueño de toda aspirante a botinera. Sospecha que su marido le es infiel y le reclama la poca atención que le presta. . N Salgado (Pablo Rago). Este abogado y detective trabaja para la policía y supervisa el trabajo de Humberto Arregui (Carnaghi). Debe encontrar al asesino de Giselle (Florencia Peña) y en este camino se irá enamorando de Mía (Gaetani).

Christian Sancho y Damián De Santo

  

Historia en dos Oscar Pablo Rago tuvo un auspicioso debut en el cine. En una conmovedora escena de La historia oficial, la primera película argentina ganadora del Oscar, replicaba el clima de violencia de la Dictadura cuando el niño Rago, con un arma de juguete simulaba una ejecución. También se lució en El secreto de sus ojos, la segunda cinta merecedora de la estatuilla de Hollywood, como el artífice y guardián del secreto del título. “Estoy feliz con este premio. Cuando dije que me aburrían los Oscars, me refería a la ceremonia. La vi haciendo zapping con Iron Man. El premio, ojalá, se traduzca en nuevas oportunidades de trabajo”, opina. Rago no pudo asistir al acto que ofició Cristina Fernández de Kirchner en la Rosada, al que sí concurrieron Juan José Campanella, Ricardo Darín, Guillermo Francella y Soledad Villamil. “Grabo en Martínez y tuve inconvenientes para atravesar la ciudad en medio del caos, pero le voy a a escribir a la Presidenta para agradecerle. Coincido con su lectura del film como un alegato contra la pena de muerte”, opina. Rago niega categóricamente una posible interpretación del film que lo ubica como el verdadero asesino de la víctima. “La película tiene

Pablo Rago en El secreto de sus ojos

muchos detalles. Ojalá el público entienda que mi personaje no era el culpable. Hay un detalle importante, que se repite a modo de espejo. Cuando violan al personaje de mi mujer ella ruega «Por favor». Estas mismas palabras repite el asesino detrás de la reja cuando se descubre el secreto”, explica. Si hubo peleas entre miembros del elenco y el director, Rago asegura desconocerlas. “Aunque suene presumido, tengo la sensación de que alguna vez me va a pasar, que en el futuro voy a estar en otra ceremonia de los Oscars”, confía este artista argentino que en su curriculum atesora un hito: ser el único actor vernáculo dos veces merecedor de la codiciada estatuilla.

Avalos y Antonopoulos en Herencia de amor

Otros que supieron transformarse El libretista Salmerón admite que la trama de Vidas robadas tenía algunos inconvenientes antes de salir al aire. “Había personajes que no estaban bien perfilados e historias que no cerraban. Ese trabajo fue muy arduo y muchas veces se veía a la noche lo que se escribía y grababa ese mismo día”, recuerda. Botineras cambió su rumbo sobre la marcha y lo mismo ocurrió recientemente con Consentidos, la tira de la tarde del Trece, que incursionó en un terreno fantástico, con el personaje de Fabio Di Tomaso. Fue

amor pocas veces narrada en la TV argentina aportó un costado más adulto, que es el que buscaban los realizadores. “Quiero crear personajes con contradicciones, ni buenos ni malos, y que quizás el villano se encierre en el baño y se largue a llorar”, dice Salmerón. “Yo sé quién fue el asesino de Giselle y prometo que va a ser una sorpresa, pero siempre en el marco de la lógica”, dice Salmerón. En cambio Pablo Rago, quien interpreta al inspector que investiga el caso, no sabe quién mató a Giselle. “Tengo mi propia teoría, pero no sé mucho más que el espectador. Mi mamá me pregunta todo el tiempo, pero no sé qué decirle”, afirma el actor, otra de las incorporaciones recientes (ver recuadro). Rago, además, es la nueva contrafigura de Cabré y los personajes de ambos competirán por el amor de la heroína (Gaetani), una policía infiltrada en el mundo corrupto de Tato Marín. “Me encanta mi personaje, pero igualmente quiero que Mía se quede con el chico Cabré y no conmigo”, bromea. Botineras se dio a conocer como una ficción inspirada notablemente en el mundillo del fútbol local. Universos diferentes, el de la ficción y el deporte, que se tocan en muchísimos puntos. En un partido que todos quieren ganar y que tiene al público como árbitro, Botineras fue ágil y aprendió que para meter un gol no es suficiente una ofensiva voraz y llamativa, sino un director técnico que aporte su mirada crítica y brinde tácticas precisas.

Opinión

Los pases recientes N Manuel



hasta el Mundial de Sudáfrica, quedó garantizada.

adquisiciones suelen aparecer novedades (como la de Leonora Balcarce, como la directora del Club Cristal, o la de Mónica Ayos, la supuesta madre de un hijo no reconocido del Chiqui). Pero la novedad más llamativa fue la despedida de Florencia Peña, quien aportaba la veta cómica de la ficción en el rol de una suerte de madama de las botineras llamada Giselle López. Este universo también lo integraban el carisma de Diego Reinhold (hoy en Nico trasnochado, por el Trece) y Lola Berthet. Peña no se sintió a gusta con el giro de la trama y se marchó. “[A su partida] la tomamos con tristeza ya que es una gran actriz a quien queremos mucho, y una gran profesional. Debíamos respetar su decisión. A partir de allí, surgió la idea del homicidio de su personaje que ingresaba de manera orgánica a la trama y generaba la posibilidad del enigma sobre el verdadero asesino. Eso cautivó a la audiencia”, opina Culell. Así emergieron tres sospechosos: Tato Marín (Damián De Santo), Nino Paredes (Gonzalo Valenzuela) y Lalo Roldán (Ezequiel Castaño). En este trío resulta llamativa la interpretación de Valenzuela, quien explora cada vez más a menudo el costado perverso de su criatura, que goza con el sadomasoquismo y se mancha con sangre en nombre de Tato Marín. También Castaño tiene a cargo una composición compleja. Su personaje comienza a descubrir su sexualidad cuando irrumpe en el plantel un seductor compañero, en la piel de Christian Sancho. Esta historia de

este actor quien debió cargar sobre sus hombros la segunda temporada de Floricienta (2005), como galán principal, luego de que, también con un giro sobrenatural, el personaje de Juan Gil Navarro, falleciera y reencarnara en él. La tira costumbrista en tono de comedia Son de Fierro apeló incluso a criaturas celestiales para urdir el futuro de sus personajes. Cuando la tira se estrenó en 2007, Eleonora Wexler interpretaba a Rita, una cándida docente enamorada de su colega, Mariano Martínez, hasta

que devino en una desquiciada. Así emergió el drama (que siguó de cerca la operación y tratamiento de la heroína adulta, María Valenzuela). Hasta que la familia perfecta se disolvió y los Fierro (Osvaldo Laport y Valenzuela) formaron una nueva pareja. En diciembre, cuando Herencia de amor atravesaba la mitad de su recorrido en pantalla, ingresaron Mónica Ayos y Diego Ramos, y más tarde Coraje Avalos y Mónica Antonopoulos. Con ellos, la historia central cambió de protagonistas.

A partir de una razón propia y otra ajena –bien aprovechada, por cierto–, podría explicarse el asombroso repunte de Botineras. Cuando la historia parecía desahuciada por sus propias contradicciones y la errática búsqueda de continuidad con otros productos mucho más exitosos generados por Sebastián Ortega y Pablo Culell –Lalola, Los exitosos Pells–, el final de Valientes funcionó al mismo tiempo como un salvavidas para Botineras. De hecho, buena parte del público que siguió con fervor la tira de Pol-ka se volcó hacia Telefé y encontró allí reflejos de lo que se había perdido: intriga, suspenso y una referencia generacional –aunque la historia se desarrolla en otro contexto–, en línea con las andanzas de los hermanos Sosa. Cabré, Macedo, Gaetani y compañía responden a ese denominador común. En cuanto a la trama, todavía salta a la vista la hilacha de los cambios abruptos impuestos por la necesidad. Los actores se ven obligados a dar explicaciones excesivas de ese cambio de rumbo en escenas que en muchos casos parecen elaboradas con apuro y a último momento. El nuevo perfil trajo personajes interesantes (el inspector Salgado que encarna Pablo Rago) y también algunas subtramas por ahora más cargadas de efectismo que de auténtica consistencia, como el acercamiento amoroso entre los personajes de Christian Sancho y Ezequiel Castaño, un consuelo demasiado módico para el ánimo provocador de Ortega, que seguramente imaginaba en el arranque de Botineras otra manera de escapar de las rutinas. La mudanza, es cierto, aportó mayor solidez en la trama. Pero no puede hablarse aún de un ciclo con genuina identidad.