El pensador de la sociedad de riesgo

9 ene. 2015 - filósofo Immanuel Kant unos doscientos años antes. Beck disfrutaba de contar la historia, ba- jándose del
6MB Größe 8 Downloads 99 Ansichten
8 | ADN CULTURA | Viernes 9 de enero de 2015

Para Ulrich Beck, la tecnología da y la tecnología quita: los bienes y los males se producen de manera simultánea, inevitablemente unidos unos y otros AFP

and Risk Society (Ulrich Beck: pionero en sociología cosmopolita y sociedad del riesgo), publicado en 2014 y todavía no traducido al español. Mientras caminaba por la ciudad de Freiberg, un joven y poco leído Beck llegó a la conclusión de que no era la realidad aquello sobre lo que podía pensar, sino que tenía en su cabeza apenas una visión de la realidad. Pronto un compañero de estudios le explicó que su idea no era original: algo similar había dicho el filósofo Immanuel Kant unos doscientos años antes. Beck disfrutaba de contar la historia, bajándose del pedestal y, a la vez, compartiendo con sus interlocutores un momento crucial en su búsqueda intelectual.

El pensador de la sociedad de riesgo Adiós a Ulrich Beck. El sociólogo alemán, uno de los intelectuales más importantes de las últimas décadas, falleció el primer día del año. Aquí, el perfil de sus contribuciones, que incluyen reflexiones clave sobre la riqueza, la tecnología y el cosmopolitismo Ana María Vara | para la nacion

E

l primero de enero murió de un infarto el sociólogo alemán Ulrich Beck. Inesperadamente, porque se encontraba en un momento de gran actividad académica y pública: escribiendo, dando conferencias, formando discípulos, discutiendo la política europea y mundial. Con una agenda que alcanzaba a 2016 y 2017, por los muchos requerimientos que le llegaban de todo el mundo. Beck se prodigaba: era un intelectual integral, de esos que no pueden dejar de pensar el presente y de imaginar –y contribuir a construir– el futuro. Pero ¿quién era Ulrich Beck? Nació en 1944

en la ciudad alemana de Stolp, que es actualmente la ciudad polaca de Slupsk. No hablaba de la Segunda Guerra Mundial y puede decirse que, en general, su pensamiento es el resultado de la Europa integrada, reindustrializada y próspera, que debe lidiar con las complicaciones derivadas de la abundancia, antes que con las de la carencia. Y sin embargo, alguno de los fantasmas de esa tragedia todavía debía de azuzarlo como para inducirlo a alertar recientemente sobre los peligros de una “Europa alemana”, sobre esa Alemania que se convirtió en un “imperio accidental” como consecuencia de la crisis económica

iniciada en 2008. Y a defender con fervor la continuidad de la Unión Europea, una institución que convirtió en vecinos a los antaño enemigos. “En el contexto de la historia de Europa, esto constituye en realidad una suerte de milagro”, reflexionaba. Comenzó estudiando derecho y después pasó a la filosofía y de allí a la sociología. El cambio se originó en un momento de iluminación, un insight, como dice cierta vulgata psicológica. La anécdota la recuerdan Mads P. Sørensen y Allan Christiansen en un capítulo del volumen conmemorativo de la editorial Springer, Ulrich Beck. Pioneer in Cosmopolitan Sociology

Progreso y apocalipsis Aunque sus aportes al estudio del presente fueron diversos, su nombre está asociado sobre todo a un concepto, el de “sociedad del riesgo”, que captura el dilema de las sociedades industrializadas. La ciencia y la tecnología traen beneficios y desgracias: multiplican el trigo, pero también el veneno. Como resultado, vivimos en una suerte de vaivén, o mejor, de ambivalencia: los problemas provienen de los triunfos. Controlamos el átomo y podemos extraer su energía infinita, pero también exponernos a accidentes como los de Three Mile Island, Chernobyl o Fukushima. Y si el auto es nuestra libertad y el petróleo nuestro impulsor, el cambio climático puede convertirse en nuestro apocalipsis. Así comienza la obra clave de Beck, La sociedad del riesgo, publicada en alemán en 1986 y traducida al inglés en 1992, cuando ya había vendido en su idioma 60.000 ejemplares: En la modernidad avanzada, la producción social de riqueza es sistemáticamente acompañada de la producción social de riesgos. Como consecuencia, los problemas y conflictos relacionados con la distribución en una sociedad de escasez se superponen con los problemas y conflictos que surgen de la producción, definición y distribución de los riesgos producidos por la tecnociencia.

Los bienes y los males se producen de manera simultánea, inevitablemente unidos unos y otros. La tecnología da y la tecnología quita: eso es la sociedad del riesgo. Una sociedad que, por lo tanto, está condenada a la deliberación constante, a ponderar beneficios y riesgos de cada avance: una modernidad “reflexiva”, otro concepto central en Beck, que compartía con autores como Anthony Giddens. No es posible resolver los dilemas de hoy de forma simple. Por un lado, no podemos volver a las cavernas, abandonar las tecnologías que nos trajeron hasta aquí, desde la producción de energía hasta las vacunas, la potabilización del agua, los antibióticos, las computadoras. Por el otro, no es honesto acusar a los ecologistas de retrógrados, habida cuenta de que los impactos negativos de muchas tecnologías son patentes, y cuando nuevos desarrollos se proponen como alter-