El mundo del tenis, desde las tripas

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| Jueves 26 de septiembre de 2013

el escenario

Roman Prokes, histórico encordador de Agassi y de McEnroe, entre otros cracks; Federer utiliza el servicio de Priority 1

El mundo del tenis, desde las tripas Los jugadores intentan optimizar cada detalle e invierten mucho dinero en los encordados sintéticos y naturales; Federer es el que más gasta: unos US$ 150.000 al año Sebastián Torok

E LA NACION

l tenista es, a mayor o menor escala, un deportista que intenta optimizar cada detalle, cada acción. Que busca, en pequeñas decisiones, soluciones que contribuyan y reduzcan el margen de error en el momento más severo de la competencia, cuando los límites en el court son exiguos. Hay matices físicos, psicológicos, técnicos y también vinculados con el equipamiento: con la raqueta, principalmente. En la preparación y el mantenimiento del instrumento, que es como la continuidad del brazo del tenista, existen secretos en la personalización (en el peso, tamaño del aro, forma del grip, balance…) y también en los encordados. Porque no todas las cuerdas son del mismo material, no todas responden de la misma forma ante los golpes y no todos los jugadores invierten el mismo dinero en ellas. Están los de elite, que gastan miles de dólares al año, y los más austeros, que viajan por el circuito con sus propias máquinas portátiles para encordar y ahorrar todos los billetes que puedan. Es, sin dudas, un mundo poco trillado para el público del tenis, pese a ser un universo en sí para los profesionales. Mientras mejor ranking tiene el tenista,

por lo general, más dinero invierte en las cuerdas y en la personalización de sus raquetas. Roger Federer es, por ejemplo, el que más gasta en el rubro: aproximadamente 150.000 dólares por temporada. Si bien los torneos cuentan con sus equipos de encordadores, el suizo viaja con un especialista personal. Tiene contrato con Priority 1, una empresa con origen en Tampa, en la Florida, cuyo creador es Nate Ferguson, toda una celebridad en el tema, que en su momento se encargaba de las raquetas de Pete Sampras. Esta empresa brinda distintos servicios –Oro, Plata y Bronce– y Roger es su cliente estrella desde hace años. Son celosos con la difusión de la tensión o el peso de la raqueta del ganador de 17 Grand Slam, aunque se conoce que el ex N° 1 utiliza dos tipos de cuerdas en la misma raqueta: sintética de monofilamento (se fabrican por rollos de 200 metros) y de tripa natural (se necesita el intestino de aproximadamente dos vacas y media para un solo encordado). A Federer no le encuerdan en el club; se “las preparan” en el hotel. Puede ser en el día anterior a los partidos o a los entrenamientos, o en las mismas mañanas cuando compite en sesión nocturna. Y las raquetas se guardan en bolsos térmicos, para que las cuerdas se conserven y no pierdan la tensión. Hay distintos tipos de cuerdas. Como ya quedó apuntado, existen las de monofilamento, una suerte de tanza rígida, adoptada

por el 80% de los tenistas; y las de tripa natural, que son más costosas porque precisan más dos meses de trabajo (se le saca la grasa, se secan, se les hace un baño de poliuretano y por último se embasan). Las cuerdas de tripa natural por lo general se usan combinadas con las sintéticas, lo que toma una denominación de encordado “híbrido”, según explica Luis Pianelli, ex encordador del equipo argentino de Copa Davis y con experiencia en 14 torneos de Grand Slam. Esta mezcla es elegida por Federer, pero también por el serbio Novak Djokovic, el escocés Andy Murray y las hermanas Williams. El español Rafael Nadal, por su parte, utiliza únicamente cuerdas de monofilamento y muy gruesas (1,35mm), porque con el efecto que les imprime a sus golpes cortaría muy rápido. Mientras hay tenistas que prefieren encordar sus raquetas la noche anterior a la competencia, el mallorquín (suele utilizar el servicio del torneo) lo hace un rato antes y durante los partidos. Puede llegar a emplear siete u ocho raquetas en un desafío al mejor de cinco sets. Federer, en un Grand Slam, encuerda aproximadamente 12 por día, con diferentes tensiones, dependiendo del clima, la humedad y el rival que tendrá enfrente. Por ejemplo, si tiene que medirse ante un potente sacador como John Isner guardará algunas raquetas con mucha tensión, para controlar mejor la potencia del saque rival. Juan Martín del Potro, por ejemplo, también utiliza un encordado sintético y encuerda antes de los partidos, porque además conserva pocas raquetas del modelo que sigue empleando desde hace años. Muchos jugadores compran las cuerdas que utilizan. A otros se las proveen los sponsors. Head, por ejemplo, es una de las firmas que más dinero gastan en ese aspecto, porque tres de sus “clientes”, Djokovic, Maria Sharapova y Tomas Berdych, juegan con cuerdas de Wilson (modelo Luxilon) y no pueden pintarle la “W”. Con Priority 1, asimismo, los jugadores pagan una suma fija anual y se les cumplen todas las necesidades en los Grand Slam y Masters 1000.

Roman Prokes, ex encordador de John McEnroe y de Andre Agassi, es otro gurú en la materia. Los tenistas gastan una buena porción de sus ingresos anuales en ese aspecto; aunque es evidente que en el caso de los mejores, el porcentaje no les cambia el panorama. ¿Cuáles son las tarifas en los certámenes más importantes? En el US Open cuesta 30 dólares encordar una raqueta. En Roland Garros, 25 euros. Y en el Australian Open, 35 dólares australianos. Un jugador como Juan Mónaco gasta entre 20 y 25 rollos de cuerdas por temporada, a unos 230 dólares cada rollo, más la mano de obra, lógicamente. Los jugadores tienen diferentes formas de pagar el servicio durante los torneos: en efectivo, con tarjeta de crédito o eligen que se les descuente del premio final. Muchos piden recibo, porque después tienen que rendir los gastos con sus sponsors privados. A veces entra en juego el canje: es decir, las marcas les dan las cuerdas a los tenistas a cambio de que éstos presten su consentimiento para que su imagen sea destinada a publicidades. Sharapova es el extremo, porque llegó a viajar en vuelos privados con su encordador personal. Claro que muchos de los tenistas que juegan Challengers y Futures no se pueden dar el “lujo” de gastar 30 dólares por raqueta y cargan en sus valijas las maquinas portátiles para encordar. Un caso así es el de Paula Ormaechea, que trascendió hace meses y al que hasta The New York Times le dedicó un artículo durante el último US Open. En el mismo torneo, Machi González dio la sorpresa al vencer al polaco Jerzy Janowicz, tras encordarse él mismo la raqueta con un artefacto que le había prestado Chuky Junqueira. En un taller de Buenos Aires, la maquinita portátil se puede conseguir por 1500 pesos; las máquinas computarizadas puede llegar a valer hasta US$ 10.000. “El mundo de los encordados es muy particular para los profesionales. Recuerdo que Agassi estaba molesto, no encontraba una tensión ideal, y en una primera rueda de Roland Garros entró en el partido con 24 raquetas en el bolso, con diferentes tensiones”, recordó Pianelli. Y añadió: “Hoy bajaron mucho las tensiones que utilizan los jugadores debido a que las cuerdas son más resistentes y duras. Hoy la tensión promedio es 50 libras. Cuanto más tensa está, despide menos, pero genera más control. Los jugadores están muy pendientes y, de año a año, se está encordando entre un 15 y 20% más”. En el último US Open, el equipo Wilson encordó 4311 raquetas en casi tres semanas (sumando los días de la qualy), una cifra récord. Sin dudas, el de las cuerdas es un mundo muy particular en la profundidad del tenis.ß

Personalizar el instrumento b^b^b Los tenistas no sólo le prestan atención a la tensión y la calidad de los encordados. También se encargan de personalizar las raquetas a sus gustos, alterando los modelos una vez que salen de las fábricas y laboratorios. “Se le cambia el peso original, se le corre el balance con la utilización de cintas adhesivas de plomo, se modifica el tamaño del grip, se le cambia la longitud, los bumper guards (protectores) y los grommets (los orificios por donde pasan las cuerdas y que se gastan con el uso)”, explicó el encordador argentino Luis Pianelli.