ECLECTICA Mariana Fabbiani define su estilo fashion entre el diseño ...

2 dic. 2010 - York con alguna blusa que a lo mejor es una baratija. Por supuesto que ante todo valoro la calidad y los g
1MB Größe 6 Downloads 76 Ansichten
6

MODA&BELLEZA

I

ECLECTICA

Jueves 2 de diciembre de 2010

Mariana Fabbiani define su estilo fashion entre

el diseño de autor y prendas clásicas como los suéteres de cashmere / Es menuda, suave y risueña como una ardilla; exactamente igual que como se la ve en la tele. Además es atenta. No muchas se disculpan porque llegan cinco minutos tarde a la entrevista. “Es increíble, pero parece que Matilda presiente cuando tengo que dejarla, entonces se prende más a la teta”, comenta a pura carcajada la conductora de RSM, que aparece en el bar a cara lavada, jeans, camiseta y un collar multicolor, enorme, que le pone humor al equipo.

–No soy una fundamentalista anticirugías, para nada. Pero también pienso que con la operación no se termina la inseguridad. Creo que todo en la vida es cuestión de actitud. He visto brasileñas con cuerpos nada perfectos, pero que llevan el bikini tan bien que te dejan muda. Y hay tantas flaquitas, superarmónicas que caminan encorvadas, cruzadas de brazos, como con miedo de que las miren. Mi caso es al revés, yo tenía y se me fueron. Digamos que las perdí por el camino (se ríe).

–Se nota que te divertís a la hora de vestirte...

–¿Cómo fue la historia?

–Mucho. Para mí la moda es un juego. La ropa es algo lúdico, que me deja explorar, incluso comunicar algo. Si estoy triste jamás me visto de negro, por ejemplo. Y ahora, en este momento tan especial de mi vida, ya con la beba, en un estado idílico de familia, me doy todos los gustos.

–Tenía un escote interesante, lo juro. Era más importante, en general. Pero después empecé a bailar, a entrenar porque comenzaba una obra de teatro, Cenicienta, que me demandaba mucho. Después de eso me cambió el metabolismo. Por un lado estuvo bueno porque nunca más hice dieta. Pero por el otro perdí volumen en ciertas partes del cuerpo. Igual no me importa. Hay corpiños maravillosos.

–¿Aumentaste mucho durante el embarazo? –¡Sí! Dieciséis kilos. Pero yo no me daba cuenta, nunca me sentí gorda. Los subí sin comer de más y después los bajé sin hacer dieta, nada. Se nota que el cuerpo lo necesitaba. Pero me veía bárbara, usaba todo lo que me gustaba aunque, por supuesto, con criterio. Mucha calza, remerotes, accesorios, colores.

–Carolina Herrera te eligió varias veces para que lucieras vestidos en diferentes galas. ¿Sos una especie de embajadora de la marca? –No usan ese título, pero tengo un acuerdo que me honra. En ciertos eventos importantes y de mucha exposición uso Carolina Herrera. La verdad es que es un placer. Son vestidos que, de tan bien hechos que están, los podés usar dados vuelta. Una vez, para un Martín Fierro, me mandaron uno que había usado Penélope Cruz y me quedaba impecable. Lo habían achicado para ella, que también es muy menudita, y me fue perfecto. Tuve el placer de conocer a Carolina y me encantó. ¡Qué mujer tan elegante! Y no pasa sólo por la ropa. Es soñada.

–Sos muy de accesorios, ¿no? –Los adoro. Me encanta esa cosa de ponerse un jeans, una remera básica y después jugar con unos aros medio desopilantes o un collar. Lo mismo con los vestidos. Soy muy de cambiar el cinturón o desestructurarlo con la bijou. Me salva una gran amiga, Mercedes Garay, que hace unas cosas divinas. En la vida y en el programa uso collares y aros de ella. Es muy divertida y me siento muy identificada con lo que hace.

–Todas tenemos prendas que figuran en una lista negra. ¿Cuál es la tuya? Aquello que no te pondrías jamás. –Los tiradores. Definitivamente no nacieron para mí. El tiro alto lo estoy incorporando, pero tampoco estaría full time con la cintura allá arriba. Igual tengo etapas.

Siempre sonriente y natural, la conductora de tevé habla de sus cuidados y gustos

Hoy no estoy usando nada de zapatillas. Y no es que las deteste. Tampoco abuso de los colores demasiado pálidos, como el rosa bebe. Soy muy delgada, rubiecita; siento que me suaviza demasiado.

es la que muestra. Entonces te encontrás con esas lolas que quedan afuera del escote, los jeans apretadísimos. Yo digo, si mostrás arriba aflojate abajo, ¿no? Hay que buscar el equilibrio.

–Dirías que las argentinas pecan de…

–Sos de las pocas que lucen natural, sin cirugías. ¿Es por convicción, filosofía, miedo o sólo se trata de tiempo?

–No me gusta generalizar, pero hay cierto grupo de mujeres que considera que sexy

dad. ¿A quién no? Mis favoritos son unas chatas Chanel negras y beige, un clásico indiscutido de toda amante de la moda. Pero también muero por los tacos, las plataformas bien hechas, todo.

–¿Sos culposa a la hora de comprar? –Más que culposa, soy cuidadosa. Le doy valor al dinero. No compro porque sí, aunque prefiero tener poco y bueno.

–¿Cuál es tu debilidad a la hora de atreverte a una compra importante? –Cashmeres, siempre cashmeres (lana de oveja de esos suéteres tan clásicos). Me enloquecen y son muy caros. Cada vez que viajo los busco, pero no tengo nada de culpa porque tengo un marido que hace lo mismo. Mariano (Chihade) también es fanático, así que no me puede decir nada. Lo que me da bronca es que siempre hay más para hombre que para mujer.

–Así que tenés marido cómplice a la hora del shopping. Eso no es poca cosa… –¿Poca cosa? Pero si eso casi lo convierte en el marido perfecto.

–¿Tenés el ropero ordenado? –Sí, lo que pasa es que está por explotar. Por eso ahora la consigna es: entra algo y sale algo.

–Nombrá cinco diseñadores argentinos con los que te sientas identificada. –Son muy diferentes entre sí, pero yo soy eso, ecléctica. Diría Carla Ricciardi cuando quiero dar romántica, Benito cuando estoy divertida, Laurencio por lo chic y equilibrado, Mariano Toledo por lo moderno y Pablo Ramírez porque me matan los vestidos negros perfectos, me parece sofisticado.

–Con hija mujer tenés el futuro fashion asegurado. ¿Lo pensaste?

–Para mí es el detalle de calidad. Acudir al vestido seguro, net, y jugar con algo exquisito, que puede ser un prendedor increíble, unos zapatos, una carterita diferente.

–Sí. La Pipita, como le decimos, es una rosa, un rococó. Juré que no le iba a poner una prenda rosa y ahora está de ese color todo el tiempo. Supongo que saldrá coqueta como su madre, su abuela y su bisabuela. Somos una camada de mujeres pilcheras.

–Hablando de carteras, describí tu favorita.

–No faltará demasiado para armar el tour femenino a los malls de Miami…

–La que más uso de las buenas es una Vuitton clasiquísima, en la que me entra todo. Pero también tengo bolsos playeros que adoro, cachivachines divinos y un par muy lindas de Marc Jacobs. Si me gustan las de marca no es por snob, sino porque nunca se rompen, tienen herrajes bárbaros que no te enganchan la ropa y te dan seguridad en algunos ámbitos. Pero conmigo nunca se sabe. Las cambio sin parar.

–Miami o Nueva York. Muero de ganas. Todos los años me hago una escapada. Este año no pude, pero lo haré. El plan es genial. Agarro la Quinta Avenida y no me paran. No soy nada compulsiva, me considero una compradora prudente y estudiosa, pero no paro. La curiosidad me mata. Un viaje siempre sirve como inspiración, incluso para vestirse. Yo incorporo novedades, pero sin perder mi estilo. Si hay algo que nunca haré es querer parecerme a alguien. Jamás me pongo algo que no hable de mí.

–¿Cuál es la clave para salir divina cuando de pronto surge un evento?

–¿Qué estilo no va con vos? –A grandes rasgos a mí no me gusta la gente que está como salida de la vidriera. No va conmigo el composé ni vestirme de pies a cabeza con una sola marca. Me divierte combinar unos jeans increíbles comprados en Nueva York con alguna blusa que a lo mejor es una baratija. Por supuesto que ante todo valoro la calidad y los géneros. A lo mejor veo algo diferente, divertido, bien terminadito, pero marca pirulo y me lo compro.

POR FLAVIA FERNANDEZ

–¿Sos igual con los zapatos? –Decir que me encantan sería una obvie-