dolor por la muerte de clorindo Testa

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Sociedad

| Viernes 12 de abril de 2013

edificios que son emblemas de la ciudad La Biblioteca Nacional, el Banco de Londres y el Centro Cultural Recoleta son las algunas de las obras más importantes del genial arquitecto baNco de loNdres y américa del sur. Levantado en 1960 en Reconquista y Bartolomé Mitre (hoy es la sede del Banco Hipotecario) fue un símbolo de vanguardia en la city

biblioteca NacioNal. La planificó en la década del sesenta, pero el Estado la terminó de construir tres décadas más tarde en el espacio donde había vivido Eva Perón

ceNtro cultural recoleta. En la década del ochenta, Testa reconvirtió un antiguo asilo de ancianos en un vital espacio para exposiciones artísticas

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patrimonio | había nacido en italia en 1923

dolor por la muerte de clorindo Testa Tenía 86 años y fue uno de los arquitectos más prestigiosos de la historia argentina; deja un legado monumental traducido en obras como la Biblioteca Nacional, el Banco de Londres y el Centro Cultural Recoleta; Macri y Coscia lamentaron su muerte

Un artista que diseñó con poesía y humanismo

Franco Varise LA NACioN

El prestigioso arquitecto Clorindo Manuel José Testa, que, entre otras obras, proyectó el edificio de la Biblioteca Nacional y el Centro Cultural Recoleta, falleció ayer, a los 86 años, en Buenos Aires. Una pérdida que deja un inmenso vacío en el mundo del diseño y el arte argentino, pues “Clorindo”, como se lo conocía, a secas, se erigió como una figura que trascendió su profesión. Su muerte significa una dolorosa noticia, no sólo para su familia y amigos, sino también para numerosos seguidores de todas las generaciones que vieron en él un faro estético y moral a la hora de plantear el urbanismo. Puede que Clorindo Testa se haya ido físicamente, pero se encargó con mucho carácter y trayectoria de transformarse en un ser inmortal con un legado monumental. Testa había nacido en Nápoles el 10 de diciembre de 1923, pero antes de cumplir un año de vida su familia se radicó en la Argentina, donde forjó sus estudios y conformó la primera camada de arquitectos de la nueva Facultad de Arquitectura y Urbanismo (1948). “Aunque italiano de nacimiento, soy un arquitecto argentino, que vive y proyecta en la Argentina sin perder los lazos con la tierra de mi padre”, dijo al agradecer, a los 80 años, el título honoris causa de la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Sapiencia de Roma. A lo largo de su carrera, embelleció la ciudad de Buenos Aires con obras emblemáticas, como la Cámara de la Construcción (1951), el ex Banco de Londres y América del Sur (1960) –actual Hipotecario–, la Biblioteca Nacional (1962), el Hospital Naval (1970), el Centro Cultural Recoleta (1979) y el Auditorium de la Paz (1993), entre muchísimas otras. Académico de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, Testa recibió una gran cantidad de galardones, entre los que se destacan el Premio Arquitecto de América (1987) y su participación de la Exposición The Un-Private House en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (1999). Lo despidieron ayer con salutaciones y cálidos recuerdos todas las academias e instituciones a las que estuvo ligado, así como también los colegas y personalidades de la política y el arte. “Hoy es un día triste para la ciudad. Nos dejó Clorindo Testa, un talento que siempre recordaremos a través de sus admirables obras”, expresó el jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri. El secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, manifestó su pesar: “Es una gran pérdida de un hombre de un espíritu contento, un gran arquitecto y artista plástico. Testa es de los hombres que dejan un testimonio para siempre”. El artista plástico Federico Platener señaló en su cuenta en Twitter: “Dolor por la muerte de Clorindo Testa, un arquitecto increíble, un artista con el que tuve el placer de trabajar y un ser humano muy generoso”. Definido como “el más artista de los arquitectos”, Testa combinó el buen gusto, la pasión y la técnica. “No se trata de hacer ventanas, sino de perforar muros”, definió alguna vez como síntesis de su concepción del diseño y el arte. Sus restos eran velados en la Sociedad Central de Arquitectos hasta hoy, a las 9. Su familia pidió que en lugar de gastar dinero en ofrendas florales se realicen donaciones a la obra Don Bosco, con la cual él colaboraba.ß

opinión Fabio Grementieri PARA LA NACioN

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Clorindo Testa cultivó su pasión por el arte a través de la arquitectura y la pintura

federico guastavino / archivo

Fue un chico grande, querido y querible, un profesional libre y sin ataduras Alicia de Arteaga LA NACioN

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ay un sinnúmero de imágenes y de anécdotas gratas que vienen a la mente cuando se recuerda a Clorindo Testa. Tras seis décadas de trayectoria, el arquitecto y pintor recibió, junto con premios y distinciones, la enorme satisfacción que supone el cariño y el reconocimiento de los alumnos, de cientos, de miles de seguidores, para los que el calendario no tenía ninguna importancia. Clorindo era un chico grande, querido y querible, según probó ayer la cadena constante de mensajes en las redes sociales. A él le hubiera gustado esta ola de afecto contemporánea. Siempre tan al día, sin perder de vista las tradiciones y las buenas costumbres. Como la de recibir a los amigos en su departamento de la avenida Santa Fe, de puertas abiertas los domingos por la noche, para comer pastas al dente preparadas por él mismo, con un pesto digno de un italiano de pura cepa. Las pastas del domingo congregaban a los amigos de siempre y a los amigos de los amigos, en una convocatoria tan generosa que la mesa se iba estirando a medida que llegaban los comensales. El asunto era sencillo: sumaba mesas de bar, las típicas cuadradas, tantas como fueran necesarias, con la complicidad de Teresa, su mujer, siempre dispuesta a seguirle la corriente. Nacido en Benevento, cerca de Nápoles, en 1923, llegó a la Argentina en brazos de su padre, un médico atraído, como tantos, por la fantasía

del sueño americano y, también, por los cantos de sirena de un tío cura que finalmente colgó los hábitos y tuvo dos hijos a los que llamó Eolo y Príamo. Nada menos. De esto y otras cosas hablamos con Clorindo en una de sus últimas muestras, que colgó en la galería Del infinito, en la avenida Quintana. Estaba feliz. Era una buena oportunidad para traer la infancia al presente, porque los acrílicos sobre papel estaban inspirados en los primeros números, que aprendió de niño junto con la frase “Mamá me ama”. Esa tarde me contó la experiencia en el jardín de infantes de la Escuela Montessori, un método de enseñanza admirable que enfadó a Mussolini y abrió las mentes de miles de chicos y jóvenes italianos y no italianos. Entre muchos otros fueron “alumnos Montessori” Gabriel García Márquez y los cofundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page. inclasificable, Clorindo Testa fue un profesional sin ataduras. Un hombre libre que adhirió temprano a las enseñanzas del suizo Le Corbusier y desarrolló durante su carrera un estilo propio, siempre sorprendente en el manejo del espacio, en el uso del color y en la ausencia de estereotipos, algo demostrado de manera cabal en la casa que proyectó para Nelly y Guido Di Tella. Fue catapultado al estrellato por el edificio para el ex Banco de Londres, una imponente escultura de cemento, materia de estudio en la Facultad de Arquitectura, que aún hoy detiene el paso de quienes caminan desprevenidos por la calle Reconquista. o la Biblioteca Nacional, proyecto

compartido con su gran amigo Francisco Bullrich en los años sesenta, que terminó de construirse en 1992. Esa demora absurda explica mejor que mil palabras cuál fue durante todos esos años el lugar de la cultura en la agenda oficial. Ganó su primer concurso en la década del cincuenta, con Rossi, Rabinovich y Gaido, para levantar el edificio de la Cámara de la Construcción. Ese mismo año colgaría su primera muestra en la Galería Van Riel, diri-

Recibió en dos oportunidades el Premio Konex de Platino y el Gran Jurado Konex le entregó una mención especial por su trayectoria en Artes Visuales gida por el muy querido y recordado Franz, decano de los galeristas de Buenos Aires. iniciaba así dos carreras en paralelo, siguiendo la huella marcada por Miguel Ángel y Le Corbusier. Dibujar y pintar; dibujar y construir. Recibió en dos oportunidades el Premio Konex de Platino y, un año atrás, el Gran Jurado Konex le entregó una mención especial por su trayectoria en las Artes Visuales. La popularidad del más porteño de los italianos pudo medirse en el largo aplauso que

acompañó su paso por el estrado, con sus clásicos mocasines color suela y la media sonrisa detrás de los anteojos enormes. Tal vez el más radical de los arquitectos de su tiempo, abierto a lo nuevo y a los cambios, vivía en un departamento típicamente francés, con ascensor jaula y puerta de roble de doble hoja. Tenía su estudio en otro edificio de piedra París y techos altísimos en Santa Fe y Callao. Toda una curiosidad si se piensa en la audacia con que encaraba nuevos proyectos, campus, universidades y, más recientemente, los espacios expositivos en los Arsenales de la Bienal de Venecia. Ganador en la XV Bienal de San Pablo, Clorindo Testa encontró en el arte un camino expresivo ilimitado, libertad en estado puro que compartió con el Grupo de los Trece y con sus amigos informalistas. La formación del arquitecto pintor era también “ítalo-argentina”. Además del Jardín Montessori, estudió en la Escuela Argentina Modelo y en los colegios Roca, Regina Marguerita, Príncipe Humberto de Savoia y Champagnat. Se graduó de arquitecto en la UBA. En los años ochenta, junto con Jacques Bedel y Tatato Benedit ,plantó la bandera de cambio en la Recoleta al transformar el antiguo Asilo de Ancianos Gobernador Viamonte en un Centro Cultural vital y magnético. La forma de exhibir las obras de arte y la relación con el público se modificarían para siempre desde su apertura. El espacio urbano como experiencia lúdica. De eso se trataba, ¿no, Clorindo?ß

ay pérdidas insuperables. Son aquellas que nos dejan sin presencias fundamentales. Clorindo Testa, una figura capital en el olimpo arquitectónico argentino, acaba de dejar para siempre el papel y el lápiz, los instrumentos básicos con los cuales componía su arte en el campo de la plástica y de la construcción. Testa fue nómade e iconoclasta en toda su carrera, la que inició estudiando ingeniería y terminó como gran artista. Su práctica fue siempre colectiva y participó asiduamente de la sana y estimulante costumbre de los concursos públicos y privados asociado en general a colegas más jóvenes que lo “adoptaban” como maestro, ya que él nunca se ponía togas ni dictaba cátedra. Era un gran narrador de formas y espacios en líneas y manchas, en ladrillos y cemento. Por encima de las divisiones del arte y de la política, como otros grandes, como Borges y Leloir, Testa fue un delicioso “enfant terrible”. Afable y sencillo, tímido pero muy expresivo, inclasificable y escurridizo. Era capaz de cambiar de estilos, no sólo para ser de su época, como le gustaba decir, sino también para camuflar su extraordinario talento, para componer masas y espacios que siempre conmueven. Sus proyectos son innumerables y sus obras son muchas en distintas partes del país. Desde las primigenias, como el Centro Cívico de Santa Rosa, en La Pampa, o las balsámicas, como la rambla La Perla, en Mar del Plata. Pero sobre todo, las del apogeo “brutalista” en pleno relanzamiento del país desarrollista y en asociación con otros importantes arquitectos. Tal el caso de la sede del Banco de Londres (actual Banco Hipotecario) en la City porteña, obra máxima de la arquitectura argentina y entre los mejores edificios de la década de 1960 en todo el mundo. o la Biblioteca Nacional, acrópolis cultural en un solar de gran carga histórica. La obra de Testa, que combina humanismo y poesía, vanguardia y monumentalidad, es la continuidad y el cierre de la saga arquitectónica argentina iniciada a fines del siglo XiX, que encontró una identidad en el gran juego del eclecticismo y la desprejuiciada combinación de textos, manifiestos y discursos de resultados singulares y únicos. Ahora el maestro Testa es quien se merece un homenaje permanente. Y el mejor que le podemos hacer es cuidar el patrimonio que él nos ha legado: obras cumbres de la arquitectura argentina y mundial. Salve Clorindo.ß El autor es arquitecto, especializado en patrimonio, y profesor de la UTDT