Darles trabajo para que no vendan droga

CORDOBA.– Convencidos de que armarse para recorrer las calles del barrio para com- batir a los traficantes de droga no e
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Información general

Lunes 10 de septiembre de 2007

LA NACION/Página 13

UN BARRIO DE CORDOBA QUE CONVIVE CON LA MARGINALIDAD (NOTA II Y ULTIMA)

Darles trabajo para que no vendan droga En Villa Cornú, para muchas familias, el comercio de estupefacientes se ha vuelto su sostén económico; hoy habrá una audiencia pública para que la provincia y la Nación evalúen si es posible dar trabajo a los dealers para que cambien su modo de vida Por Gustavo Carabajal Enviado especial CORDOBA.– Convencidos de que armarse para recorrer las calles del barrio para combatir a los traficantes de droga no es la única solución, los vecinos de Villa Cornú reclamaron al gobierno provincial que se aplicaran planes sociales para que los vendedores de droga tengan un trabajo lícito. En el recurso de amparo que presentaron ante la justicia federal de Córdoba, los vecinos solicitaron que se incorporara a la gente de diversos barrios de la capital provincial que hoy se dedican al tráfico de drogas en planes ocupacionales en el sector público o privado, en un plazo no mayor de dos años, con el objeto de reemplazar por puestos de trabajo digno una actividad ilícita que perjudica a los habitantes de esos barrios. “El problema es que tanto en Villa Cornú como en el resto de los barrios de la capital, la mayoría de los puestos de venta de droga corresponden a “empresas familiares” en las que padres e hijos se dedican al narcotráfico. Las familias necesitan trabajo, no planes sociales que alcanzan para comprar comida para cinco días”, explicó el abogado Aurelio García Elorrio, abogado de los vecinos. Hace quince días la jueza federal de Córdoba Cristina Garzón de Lascano aceptó la posibilidad de que el reclamo de los vecinos se pueda concretar. Hoy se realizará la primera audiencia pública convocada por la magistrada para que tanto representantes del gobierno provincial como del Poder Ejecutivo Nacional presenten propuestas para terminar con el narcotráfico en Villa Cornú y en el resto de los barrios del Gran Córdoba. Según la resolución, el Estado nacional deberá estar representado por “funcionarios del Ministerio del Interior con rango no inferior a subsecretario”. Además, la magistrada dispuso la participación de representantes del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), ONG especializada en estudios sociales y laborales, como amicus curiae. Esa figura de “amigo del tribunal” da la posibilidad a la jueza de convocar a una entidad reconocida en la temática por tratar para que aporte su opinión sobre las posibles soluciones de los problemas que plantea una demanda. Los vecinos reclamaron a la provincia y a la Nación que se buscaran alternativas de trabajo para las familias que hicieron de la venta de droga en el barrio su medio de vida. “Nos convocaron por nuestros antecedentes, por los estudios que hicimos sobre pobreza, marginalidad social y políticas laborales; es que los vecinos plantearon, en su recurso de amparo, el flagelo del narcotráfico como una consecuencia de la situación social”, expresó Osvaldo Giordano, economista cordobés de 46 años y presidente de Idesa. Antes de que la jueza decidiera la participación de Idesa en la búsqueda de alternativas laborales para salir de la pobreza, varios vecinos de Villa Cornú, entre ellos, el jardinero Rodolfo Arrieta, iniciaron emprendimientos para sacar a los chicos de la calle. “En Villa Cornú hay una ausencia total del Estado, tanto municipal como provincial. Con otra vecina, Encarnación García, hemos encontrado chicos moribundos, con pinchazos en los brazos de tanto drogarse. Los sacamos de la calle y los llevamos a nuestras casas. Les dimos una cama y comida. Los que querían ganarse unos pesos podían trabajar en la huerta que tengo en casa, donde hago abono que después se vende en bolsas”, explicó Arrieta. Actualmente, en esa huerta trabajan 16 chicos con problemas de adicción a las drogas. En el Centro Vecinal de Villa Cornú también reciben adolescentes con patologías vinculadas con el consumo de estupefacientes; allí funciona un comedor para adultos mayores en el que 55 abuelos reciben una comida diaria. Pese a los esfuerzos de Arrieta para sacar a los chicos de la calle, los vecinos siguen con miedo por los asaltos, y algunos, como Ernesto Solanille, pusieron rejas en sus casas. “Existen dos aspectos clave para poder evitar que algunos vecinos de Villa Cornú elijan la venta de droga como modo de vida. Uno de los planes es de aplicación inmediata y apunta a dar asistencia a las necesidades de esos hogares. Hay que darle oportunidad a la gente para que produzca ingresos por otra vía que no sea el narcotráfico; de no ocurrir esto, nunca se podrá solucionar el problema. El Estado perderá legitimidad si al combatir una actividad ilegal como la comercialización de estupefacientes no les da un medio alternativo a las familias para que puedan llevar una vida digna. También es obligación del Estado darle una oportunidad a esta gente”, explicó Giordano, que vivió en Villa Cornú hasta que cumplió 25 años. La segunda parte del proyecto elaborado por la ONG apunta a que el Estado aporte elementos para insertar laboralmente a las familias que hoy se dedican a la venta de drogas. Según Giordano, el plan compromete a las familias a cumplir una serie de condiciones para recibir la ayuda, entre las que figuran no sólo dejar de comercializar drogas sino también llevar a los chicos al colegio y al hospital de la zona para que se les realicen controles periódicos con el fin de establecer si volvieron a consumir estupefacientes o no.

Testimonio desde el abismo “Siempre discutía con mi esposo porque no nos alcanzaba la plata. Hasta que un día vi cómo una vecina ganaba plata fácil, vendiendo cigarrillos de marihuana. Me pareció que era una buena salida para llevar algo más de comida a la mesa de mi casa. Entonces, le dije a esa mujer que yo también estaba dispuesta a vender droga. Así, comencé a ofrecer los «porros». Vendía cuando mi marido y mis hijos no estaban en casa. Los chicos venían, me golpeaban la puerta o la ventana, y les daba los «porros». Hice una buena di-

En la huerta de Rodolfo Arrieta hallan cobijo muchos chicos de la calle FOTOS DE IRMA MONTIEL

Doña “Nena”, una abuela que lucha contra los narcos Inició su cruzada cuando balearon su casa e hirieron a su hijo; toma denuncias CORDOBA (de un enviado especial).– “A mí me marcaron la casa por haber denunciado a los que venden droga en este barrio. Acá no se puede descansar ni de día ni de noche por el miedo a ser asaltado. La droga se vende en cualquier lugar, incluso frente a los colegios.” Así, Encarnación García, una mujer a la que los habitantes de Villa Cornú conocen como doña “Nena”, describió cómo se vive en el barrio y cuál fue el precio que tuvo que pagar por haber denunciado a los distribuidores de narcotraficantes. La lucha de esta abuela contra los que comercializan estupefacientes comenzó hace 15 años, cuando en lo que pareció un intento de asalto su hijo fue baleado desde un automóvil en movimiento por un grupo delincuentes que abrieron fuego a mansalva contra su casa. “Al principio no entendía nada, porque no nos robaron nada; directamente nos dispararon. Arremetieron contra mi casa. Eran seis hombres armados con ametralladoras. Mi hijo salió a la

En Villa Cornú, allí donde se ven motos, se presume la venta de drogas

ferencia; gané plata. Por vender un paquete, me quedaban 20 pesos por día”, dijo a LA NACION una vecina del barrio Mariano Fragueiro. La mujer, que explicó cómo funcionan los quioscos de drogas en los barrios, solicitó mantener su identidad en reserva debido a que tiene miedo. Es que cuando dejó de vender marihuana comenzó a denunciar a los traficantes. Además, cocina empanadas en una rotisería con una amiga para juntar dinero para poder construir un hogar para chicos con problemas de adicción. Entre el momento en que decidió convertirse en dealer y esta actualidad en la que trata de convencer a los adolescentes de que dejen las drogas, hubo un hecho que marcó para siempre la vida de esta vecina. “La policía allanó mi casa. Estaban mi marido y mi hijo. Ellos no sabían que yo vendía droga. No entendían nada, pero les gustaba que hubiera comida en la mesa. Me llevaron presa junto con mi esposo. A él lo liberaron una semana después. Yo estuve seis meses en la cárcel. Cuando salí, mi familia me rechazó. Entonces, decidí comenzar, junto con una amiga, a luchar para que los chicos no se drogaran.” Esta mujer que tiene 46 años, pero parece de más de 65, dice: “Siempre hay alguien que les vende droga a los chicos. Ellos vienen y me dicen que quieren juntar plata para poder comprar muchos «porros» y así comenzar a vender. Pero les explico lo que es la cárcel, que pueden perder todo lo que tienen afuera. Entonces, lo piensan. Mientras la mujer que me vendía la droga a mí sigue libre, sospechosamente nunca fue presa”. A diferencia de lo que pasa en Villa Cornú, en Mariano Fragueiro todavía no hubo casos de chicos que consumieran paco. “Acá, los jóvenes se drogan con «fana». Los puede ver que andan con la cara marcada por aspirar esa droga, hecha con pegamento, de las bolsas de leche. Es lo más barato que consiguen, a cuatro pesos la dosis. Parecen como zombis que caminan muertos en vida con los ojos inyectados en sangre. Esos chicos les tienen terror a los «puchos locos», como llaman a un grupo de policías que los detiene para golpearlos y fumarse los cigarrillos de marihuana que compran”, concluyó la vecina.

Doña “Nena” recibe denuncias en su casa

El gran peligro radica en que muchos de los chicos que antes eran consumidores se volvieron vendedores y viven con el riesgo constante de que los maten

A veces tengo ganas de bajar los brazos. Pero si todos bajamos los brazos, ¿qué va a pasar con nosotros? Todos los vecinos tienen derecho a vivir en paz Encarnación García

Zapatillas colgadas, signo de “venta de droga”

vereda y lo balearon, mientras que mi marido, que había sufrido un infarto, se quedó en la habitación. Después de dos años, comprendí que habían atacado mi casa porque había ayudado a una chica que encontré en un baldío. Tenía los brazos cortados con una hoja de afeitar y estaba llena de pinchazos”, recordó Encarnación. Después del atentado, doña “Nena” cargó a su hijo en su Torino y lo llevó a la sala de primeros auxilios, con lo que logró salvarle la vida. Como él sobrevivió, ella se comprometió a trabajar por la seguridad de sus vecinos. “Llevé a la chica a mi casa, la curé y le detuve las hemorragias. La chica logró sobrevivir. Después me enteré

de que cuando estaba en el hospital, cuando la interrogó la policía mencionó algunos nombres. Uno de ellos, correspondía a un poderoso distribuidor de droga, al que luego metieron preso. Entonces, para vengarse porque le había salvado la vida a la chica, los cómplices de aquel traficante balearon mi casa”, relató Encarnación. Según esta abuela, que no tiene miedo a hacerles frente a los narcotraficantes y preside la Comisión de Seguridad de Villa Cornú, la denuncia por el atentado contra su casa nunca fue correctamente investigada. “Ahora se nos metió el paco en el barrio. Los chicos no saben el desastre que produce esa droga. Los que consumen paco durante seis meses pasan a tener la edad mental de un hombre de 80 o 90 años. En la actualidad, el gran peligro radica en que muchos de los chicos que antes eran consumidores se convirtieron en vendedores y viven con el riesgo constante de que los maten los grandes narcotraficantes”, afirmó, preocupada, Encarnación. En su casa, la misma en la que vive desde hace 45 años, doña “Nena” recibe las denuncias de los vecinos sobre bandas de asaltantes y sobre vendedores de droga. En un cuaderno registró las denuncias y lleva una estadística. Afirma que los vecinos acuden a ella porque desconfían de la mayoría de los policías, aunque destacó el trabajo del comisario inspector César Almada y del oficial Cristián Mazza. “A veces tengo ganas de bajar los brazos. Pero si todos bajamos los brazos, ¿qué va a pasar con nosotros? Todos los vecinos tienen derecho a vivir en paz. Además, tenemos que luchar contra la falta de decisión del gobierno provincial para combatir la inseguridad, porque la policía está desbordada”, sostuvo Encarnación. Doña “Nena” es una de las que se oponen a la decisión de varios vecinos de armarse para defenderse de los narcotraficantes. “Acá no se puede andar por la calle después de las seis de la tarde por los asaltos. Pero a los tiros no se arregla nada, porque podemos terminar matándonos entre nosotros y, al final, van a ir presos los vecinos decentes y los delincuentes van a seguir en la calle”, concluyó.