Críticas a Duhalde y la Justicia en el homenaje a Kosteki

27 jun. 2012 - de los manifestantes habían pasado la noche acampando en los alrede- dores de la estación de ferrocarril
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POLITICA

I

Miércoles 27 de junio de 2012

A 10 AÑOS DE LA MASACRE DE AVELLANEDA s MARCHA EN PUENTE PUEYRREDON

A LOS 99 AÑOS

Falleció el abogado Sánchez Sorondo Fue un representante del nacionalismo católico; fundó tres periódicos y fue candidato a senador

SILVANA COLOMBO

Las columnas llegaron a la tarde al puente Pueyrredón; hubo malestar por una reciente decisión de la Justicia que benefició a Fanchiotti

Críticas a Duhalde y la Justicia en el homenaje a Kosteki y Santillán Familiares, organizaciones sociales y funcionarios kirchneristas encabezaron el acto VALERIA MUSSE CORRESPONSALIA LA PLATA LA PLATA.– Después de permanecer una noche de vigilia sobre el puente Pueyrredón, organizaciones sociales y familiares de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán conmemoraron una década de la denominada masacre de Avellaneda, en la que los dos jóvenes murieron a manos de la policía bonaerense en 2002. Los miles de manifestantes que se congregaron se quejaron del sistema judicial, que hace una semana les concedió beneficios a dos policías condenados, y reclamaron que Eduardo Duhalde, presidente en el momento en que ocurrió el hecho, sea encarcelado por su responsabilidad política. “Cárcel efectiva para los ejecutores materiales y autores intelectuales del asesinato de Kosteki y Santillán”, fue la bandera que enarboló el acto homenaje en el décimo aniversario de aquel hecho, que marcó un punto de inflexión en la política argentina. Pasado el mediodía, numerosas

agrupaciones sociales se acercaron lentamente hasta el centro del puente Pueyrredón, donde se apostó el improvisado escenario. Algunos de los manifestantes habían pasado la noche acampando en los alrededores de la estación de ferrocarril de Avellaneda. En el acto central de la noche hubo funcionarios del gobierno nacional, como el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y de la administración bonaerense, como el vicegobernador Gabriel Mariotto. Frente a la multitud, Vanina Kosteki, hermana de Maximiliano, revivió por unos minutos aquel 26 de junio de 2002 al detectar las mismas banderas que se usaron el día del asesinato. Enfurecida, reclamó: “¡No voy a permitir que se cierre la causa! Así se lo prometí a mi hermano el día que murió”. “La masacre de Avellaneda pretendió ser un escarmiento ejemplificador contra la movilización popular”, se denunció en el documento leído ante los presentes, que, en varios fragmentos, cuestionó el accionar

político. “Los asesinatos de Darío y de Maximiliano no fueron un exceso policial, fueron un plan político organizado para acallar al pueblo”, añadió el escrito, al que adhirieron cientos de organizaciones. Como en otras oportunidades, el funcionario que más críticas recibió fue Duhalde. “Debería estar en la cárcel”, enfatizaron los presentes. Minutos antes, el ex presidente había dicho, en declaraciones a Infobae. com, que el asesinato de los piqueteros del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) “es el único caso que no quedó impune”. Otro de los puntos cuestionados, y por el que los familiares de las víctimas sentían indignación, fue el beneficio otorgado la semana pasada a los policías condenados a perpetua Alfredo Luis Fanchiotti y Alejandro Gabriel Acosta. Tanto el ex comisario inspector como el cabo primero fueron trasladados a cárceles de régimen abierto luego de que la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora accediera a la solicitud de la defensa por buena conducta.

Para los familiares de los jóvenes asesinados esta decisión se trata de “un insulto, una provocación”. En diálogo con LA NACION, Alberto Santillán, padre de Darío, demostró su enojo ante la medida judicial. “Esto demuestra el grado de impunidad que hay”, dijo. En tanto, el kirchnerismo volvió a arremeter en la Cámara de Diputados bonaerense contra el gobernador Daniel Scioli y presentó un nuevo pedido de informes, esta vez para conocer los motivos del traslado de los imputados. Ante la multitud, Alberto Santillán, emocionado, se refirió también al saludo de solidaridad que les envió la presidenta Cristina Kirchner. “La misma solidaridad de mierda que permite que Aníbal Fernández esté en el Gobierno”, compensó. Es que el actual senador nacional fue demandado como uno de los responsables de la represión policial del 26 de junio de 2002, ya que formaba parte del gabinete de Duhalde. Como él, ningún funcionario fue investigado por la Justicia.

A los 99 años, falleció el domingo pasado el doctor Marcelo Sánchez Sorondo, analista político, abogado, periodista y personalidad destacada de la vida cultural argentina. Era representante del nacionalismo más tradicional, y fundó y dirigió tres periódicos: Nueva Política (1940), Azul y Blanco (1956) y Segunda República (1961). Fue profesor de Derecho Constitucional y director del Instituto de Ciencias Políticas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, casa de estudios donde se graduó a los 23 años. Nunca ocupó cargos públicos. Siguiendo los pasos de su padre –Matías Sánchez Sorondo, ministro del Interior de José Félix Uriburu–, fue ideólogo e inspirador del Movimiento Revolucionario Nacional. En 1973, fue candidato a senador por el justicialismo en la Capital. En las elecciones de ese año, el peronismo arrasó, pero él perdió contra Fernando de la Rúa, un joven por entonces casi desconocido, que se convertiría luego en amigo personal. Perón acusaba a los nacionalistas de “piantavotos”, pero fue por influencia de Héctor Cámpora que Sánchez Sorondo fue candidato. Según él mismo contó, tenía con Cámpora una muy buena relación. A lo largo de su vida pública, dos veces rechazó embajadas y tres veces fue a la cárcel por sus opiniones políticas. Una de ellas, en 1955, cuando fue a defender la Catedral de Buenos Aires. Su hijo Marcelo es hoy arzobispo, y canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. El Papa lo nombró hace un año asesor en la Pontificia Comisión para América Latina. Marcelo Sánchez Sorondo había nacido en Buenos Aires, en una casona de Florida al 500, frente al desaparecido edificio del Jockey Club, el 17 de septiembre de 1912. En sus lecturas juveniles descubrió al monárquico Charles Maurras, pero quedó deslumbrado por el escritor nacionalista francés Maurice Barrès. Lo fascinó Benito Mussolini y se declaró admirador de Francisco

ARCHIVO

Marcelo Sánchez Sorondo Franco, a quien le elogiaba la reconstrucción de España después de la Guerra Civil y definía como el mejor gobernante que tuvo España desde el reinado de Carlos III. De prosa elegante, fue autor de La revolución que anunciamos, Teoría política del federalismo y La crisis del régimen, entre otras obras, y tradujo del francés Pensamientos, de Charles Peguy. Fue, además, corresponsal de LA NACION en España durante postrimerías de la Guerra Civil. En sus últimas entrevistas, Sánchez Sorondo lamentaba la desaparición de la clase dirigente tradicional de la Argentina y opinaba que el país necesitaba encarar la reconstrucción de su sistema político de partidos. Para eso, exhortaba a que se crearan fuerzas nuevas que se identificaran con las raíces históricas del país. Opinaba, no obstante, que la globalización no era un obstáculo para que cada país ejerciera plenamente su soberanía. Al contrario, creía que en algunas circunstancias la vivencia real de la soberanía podía resultar favorecida por el proceso de mundialización. Buena parte de su pensamiento político está contenido en su libro La Argentina por dentro, publicado en 1987.