Con el estilo de Artaza y Cherutti

9 ene. 2014 - Baviera para ser estrenada en Mu- nich en 1781, la obra es resultado de un duro paso del compositor hacia
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espectáculos

| Jueves 9 de enero de 2014

teatro

Con el estilo de Artaza y Cherutti Pato a la naranja. ★★★

bue-

na. autores: William Douglas Home

y Marc Gilbert Sauvajon / Dirección: Carlos Olivieri / Intérpretes: Nito Artaza, Miguel Ángel Cherutti, Adriana Salgueiro, Andrea Estévez y Kitty Locane / Escenografía: Daniel Feijoo / Vestuario: Javier Peloni / Sala: Enrique Carreras (Entre Ríos 1828, Mar del Plata) / Funciones: de martes a domingos, a las 21.30 y a las 23.30 / Duración: 100 minutos.

Daniela y Lila Horovitz hacen buena música más allá de su parentesco

oliVer kornbliHtt / afV

Música

Más que una reunión de familia las hermanas horovitz. ★★★★

muy bueno. intérpretes: Lila Horovitz

(contrabajo), Daniela Horovitz (voz). invitaDos: Marina Ruiz (piano), Emma Chacón Oribe (violoncello), Matías Míguez Mastrarrigo (bajo), Juan Esteban Cuacci (piano), Soledad Maciel (voz y ukelele),Lucia Maciel (baile flamenco). sala: Clásica & Moderna. función: el último viernes.

S

i uno piensa en un encuentro musical de familiares y amigos imagina una guitarreada de trasnoche, alentada por el vino o alguna otra bebida. Si eso se lo traslada a un escenario sonaría más o menos igual, quizá con menos bebida y en un horario acotado a los que fije el dueño de la sala, pero en un clima peñero. Claro que no siempre es así. El encuentro entre las hermanas Horovitz (Lila, contrabajista; Daniela, cantante) tuvo todos los ingredientes y el entusiasmo de un reencuentro familiar (hasta la mamá de las chicas subió a tocar) y un desfile extenso de amigos, pero sin el amateurismo que podría primar en este tipo de reuniones. Lo que sumaron no fue sólo voluntades sino el profesionalismo de cada una y el de todos su invitados. Y casi sin proponérselo crearon un espectáculo que debería repetirse en estas condiciones o en otras similares. Si no tendrá un nueva fecha es porque Lila vive con su familia en España y probablemente haya pasado fugazmente por Buenos Aires para pasar las Fiestas con la familia que vive de este lado del Atlántico. Eso es lo que hacen muchos que viven lejos.

Afortunadamente, la programadora de Clásica & Moderna tuvo el buen ojo (buen oído, mejor dicho) para reunir a las hermanas al menos una vez sobre este escenario. Sucedió el último viernes y tuvo todo lo emotivo que ellas podrían esperar: incluso reencontrarse con mucha gente que hace tiempo no veían. Al mismo tiempo, resultó un muy buen espectáculo musical porque, aunque cada una ha tomado su camino, el punto de encuentro artístico fue genuino ya desde el primer tema, la “Tonada de la luna llena”, que sonó sólo con contrabajo y voz. Lila no se destaca como solista virtuosa sino por ser una música inquieta y creativa, en situaciones como ésta, de dúo o de grupo. Daniela tiene una cuota actoral que le agrega a su voz y es así como hace que las canciones, de muy variados géneros, crezcan en sus interpretaciones. Y quizás lo mejor que ha tenido esta actuación es que todo lo que las arropó (esos músicos amigos) se conjugaron de una manera notable con lo que ellas (juntas o por separado) propusieron. Juan Esteban Cuacci, uno de los mejores pianistas de la actualidad, dio una clase magistral de piano en chacarera que trajo al presente la evolución de

la proyección folklórica que Eduardo Lagos comenzó a trazar en la década del 50. (Cuacci vive con Lila y los dos hijos de la pareja en España, por eso no hay que perder cualquier oportunidad de escucharlo en sus fugaces visitas a nuestro país). Con sus sutilezas, el guitarrista Alan Plachta demostró por qué es el productor ideal de Daniela. La pianista Martina Ruiz se ubicó en un discreto pero a la vez certero plano de acompañamiento. Emma Chacón oribe desplegó la amplia paleta sonora que ofrece su chelo y Matías Míguez Mastrarrigo, la contundencia de su bajo. Soledad Maciel hizo con Daniela una buena dupla de voces francohablantes, como las que comparten en el proyecto La Impertinente Señorita orquesta. Junto a todos ellos, Lila y Daniela pudieron generar una empatía en el repertorio que cada una de ellas viene desarrollando en los últimos años. Lila tiene sus propias composiciones y además impulsa un proyecto de teatro gestual musical, The Funamviolistas. Daniela tiene un par de discos en solitario con temas propios y ajenos, además del proyecto con Maciel y otras ocurrencias, como sus experiencias musicales en torno a la novela negra. Con todo eso se podría armar un programa variopinto. Pero no. Resulta que las hermanas pueden apelar a la cuestión sanguínea para ir más allá de lo afectivo. Pueden general un hecho artístico homogéneo y de muy buena calidad. ojalá que se repita ß Mauro apicella

C

omedia pícara con reminiscencias de Matrimonios y algo más, de Hugo Moser, Pato a la naranja reúne a una dupla clásica de Mar del Plata: Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti. Esta vez el dúo renueva su química sobre los escenarios y se encuentra en un género diferente a la revista, en una obra de texto, aunque Cherutti contente a su público con una imitación de Sandro. Una mujer (Adriana Salgueiro) le confiesa a su marido (Artaza) que tiene un amante (Cherutti). En extremo civilizado, el esposo decide invitar al hombre para dialogar de modo pacífico sobre la división de bienes y a su secretaria (Andrea Estévez), ante el desconcierto de la empleada de la casa (Kitty Locane). Debajo de esa calma aparente, experto en juegos de azar e ingenio, trama un plan para recuperar a su mujer.

Artaza y Andrea Estévez

Una vez sellado el pacto de verosimilitud (por ejemplo, dar por coherente que la empleada doméstica use tacos aguja durante sus menesteres y tenga varios cambios de vestuario en un día), el espectador se sumerge en esta comedia (del francés Marc Gilbert Sauvajon y del inglés William Douglas Home, quien, como Artaza, se desempeñó como político sin pertenecer jamás al oficialismo). Carlos olivieri dirige esta comedia de enredos donde Salgueiro se destaca con su solvencia. Sus años de oficio se advierten como líder invisible de la acción sobre el escenario. El realizador resuelve bien en un espacio muy acotado las innumerables entradas y salidas de los personajes. Resulta un poco extenso y estático el primer acto, a pesar de que se amenice con chistes, casi al ritmo de una sitcom. otra licencia de esta versión son las alusiones a la realidad política argentina, las incursiones más aplaudidas y celebradas, como la mención a Axel Kicillof, Lázaro Báez, Fabián Doman, Sergio Massa y Ricardo Echegaray. Hay un fenómeno para destacar en esta sala (propiedad de Artaza), que también se registraba en la temporada anterior, floja en materia de borderaux para todas las producciones: las largas filas que se arman en la calle y la sala casi –o enteramente– repleta en sus dos funciones.ß Laura Ventura

mauro V. rizzi

cine

Gravity, la más nominada en gran Bretaña El thriller espacial que dirigió el mexicano Alfonso Cuarón encabeza las nominaciones a los premios de la Academia Británica de Cine. En total son 11 las postulaciones, entre ellas la de mejor actriz por el papel de Sandra Bullock, cinematografía y efectos especiales, entre otras. La siguen con 10 nominaciones 12 Years A Slave y American Hustle.ß

mÚsica

regresa Big Time rush La banda surgida de la serie de Nickelodeon volverá a Buenos Aires. Kendall Schmidt, James Maslow, Carlos Pena Jr. y Logan Henderson se presentarán el 16 de febrero en el microestadio Malvinas Argentinas. Las entradas se venderán en www.ticketek. com.ar. También regresará el español David Bisbal: el 5 de abril cantará en el estadio de Ferro.ß

teatro

Sublime, el music hall El grupo Exótica estrena Sublime, un show compuesto por 30 cuadros, 7 artistas en escena, bailarines, transformistas y un gran despliegue de vestuario. Con dirección general de Luis Marcelo Correa y la codirección de Galho Martins, este espectáculo de music hall revisteril hará funciones los viernes y sábados a la medianoche, en el Teatro Moulin Rouge (Rodríguez Peña 411).ß

mÚsica clÁsica

Las criaturas mozartianas Pola Suárez Urtubey —PARA LA NACIoN—

E

n el pasaje del estilo barroco al clásico, también la ópera refleja el cambio. Las novedades se dan no tanto en la estructura, que sigue siendo la de números cerrados con sus recitativos, arias, dúos, conjuntos, sino en la forma de las arias, en la textura del acompañamiento, en el mayor sinfonismo de ellas y en aspectos que hacen a la verdad dramática y la psicología de los personajes. Es que, por encima de aquellas variables que hacen al lenguaje estrictamente sonoro, la ópera acusa en sus argumentos los signos políticos y sociales de los nuevos tiempos. Y es natural que así sea, desde el momento en que surge como género cortesano, ligado a una concepción jerárquica del universo sociopolítico, centralizado en el monarca y sus satélites, miembros de la alta o baja aristocracia. Entre los operistas que pertenecen a la segunda mitad del siglo XVIII sobresalen dos luminarias: Gluck y Mozart. Será este último quien irrumpa en medio de ese código de convenciones aceptadas desde más de un siglo y medio atrás, para desafiar el poder omnímodo de la nobleza y defender

la dignidad moral del plebeyo. Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro) constituye, a través de las figuras de Fígaro y Susana –seres prácticos, de inteligencia activa y verdadera alma de la obra– el ejemplo más elocuente de transmutación de los prototipos de la ópera barroca. Don Giovanni y Così fan tutte (Así hacen todas) ponen en acción personajes cotidianos y verosímiles, cuya humanidad ha sido capaz de barrer con todas las convenciones sociales. En esa fuerza, ese dinamismo arrollador, esa vibración cálida, sanguínea, que transmiten las criaturas mozartianas, está la razón de la inmortalidad de sus óperas, más allá, naturalmente, de las maravillosas melodías que encierran. ******** Pero la arrolladora pujanza creativa del músico, en el campo del teatro cantado, tiene ya un poderoso y decisivo avance, tras una serie de títulos tempranos, en Idomeneo, que incluye la temporada de este año del Teatro Colón. Encargada por el elector Carlos Teodoro de Baviera para ser estrenada en Munich en 1781, la obra es resultado

de un duro paso del compositor hacia el dominio del género. Más de treinta cartas a su padre, cruzadas desde Munich a Salzburgo, dan cuenta de la lucha de este músico de 25 años para lograr una acción dramática concentrada y eficaz. Inclusive esa correspondencia incluye fuerte discusiones sobre las palabras más aptas para ser cantadas en el curso de un argumento que se despliega sobre varios niveles que se interpenetran. Allí están el rey de Creta, su hijo Idamante, la princesa troyana Ilia, y una apasionada princesa Electra. Hoy existe la convicción de que, a diferencia de lo que se ha asegurado durante un tiempo, Idomeneo no es la primera ópera que anuncia las grandes óperas de Mozart. Ella es la primera de las siete grandes, entre otras virtudes porque ya se descubre ahí la ausencia de todo elemento convencional, tradicional y esquemático. Y si fue grande su éxito cuando el estreno en Munich, los últimos decenios del siglo XX han demostrado, a través de sucesivas puestas de la obra, que Idomeneo es igualmente una de las sumas del teatro lírico de Mozart.ß

allegro

El impetuoso y el obsecuente beethoven y goethe. Según muchos investigadores, la historia carece de verosimilitud. otros, en cambio, la aceptan, esencialmente, porque aparece en el libro La vida de Beethoven, de Anton Schindler, publicado en 1841. Este músico, amigo personal de Beethoven, transcribe una carta que el mismo compositor le habría enviado a Bettina Brentano von Armin, la escritora y novelista alemana que vivió entre 1785 y 1859 y que tuvo contacto intenso con los dos protagonistas. En todo caso, para la historiografía que gusta de presentar a Beethoven como impetuoso, enérgico e inclaudicable, el suce-

so viene de maravillas. Escribía Beethoven: “…caminábamos con Goethe por el parque… cuando, a la distancia, vimos a la familia imperial austríaca y una gran comitiva caminando en nuestra dirección. Goethe se soltó de mi brazo sin mediar palabra y se cuadró militarmente para esperar a los príncipes y rendirles pleitesía. A pesar de todo lo que hubiera querido decirle, enfurecido por su desplante y su obsecuencia, me encasqueté el sombrero hasta los ojos, me abroché el abrigo y, con las manos en la espalda, lo dejé y seguí andando enérgicamente en línea recta hacia delante, exactamente hacia donde

estaba la familia real. Los príncipes, los oficiales y los acompañantes se fueron apartando y abrieron un sendero para dejarme pasar. El archiduque Rudolf hasta se sacó el sombrero. La emperatriz sonrió y fue la primera en saludarme ¡Ellos me reconocieron! Después volví la vista atrás y, para mí, fue una gran alegría ver cómo la comitiva continuó avanzando sin prestar ninguna atención a Goethe que se inclinaba rendidamente ante los nobles, con su sombrero en la mano, casi barriendo el suelo”. Claro, son los biógrafos de Goethe quienes niegan la existencia de este hecho y aquella carta.ß Pablo Kohan