MC 9,33-10,27

Mientras caminan, Jesús va preocupado de instruirlos lo mejor posible, antes de revelarles el objetivo del viaje. Los discípulos de Jesús deben liberarse del mal para poder derrotarlo y soportar las dudas y los conflictos.

Para lograr esto, la comunidad de los discípulos debe tener ciertas características, que asegurarán su continuidad con el camino de Jesús.

Una comunidad de últimos y servidores (9,33-37)

La primera característica de la comunidad de los que siguen a Jesús es el servicio. Una comunidad donde no hay poderosos y oprimidos, sino una fraternidad de hermanos dispuestos a servirse mutuamente.

Esta actitud es tan radical, que la comunidad debe recibir al más pequeño e insignificante como a Jesús mismo. Es por eso que Jesús pone como ejemplo un niño, debido a que ellos no tenían ninguna valoración social, salvo por el hecho de que podían llegar a ser adultos. El papel del niño era obedecer y aprender de sus mayores y los padres tenían pleno derecho para hacer de ellos lo que quisieran.

Jesús, al poner a un niño como modelo, invierte los valores sociales. En la comunidad de Jesús, el más pequeño, el más pobre y desvalido, el menos capaz, el de menor importancia, ha de ser el principal.

Así se construye una nueva mentalidad y la comunidad comienza a liberarse de la mentalidad marginadora, que establece diferencias entre las personas.