aspectos sociales déla vivienda

de Francia y Consejera técnica de la Inmobiliaria de la Caja ... en Francia; ...... R.: Logement et equilibre humain.—.
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CENTRO DE ESTUDIOS DE SOCIOLOGIA APLICADA (CESA)

Documentación

Social

Lo q u e opinan los Pontífices.

Por D. P. Jgartúa

S O C IO L O G IA RELIGIOSA y URBANISM O.

Por Dr. R. Duocastella

La creación de una ciu d ad y SU PRO BLEM A TICA .

Por D. J. M. íMartinez-íMari

C ó m o d e b e a c tu a r la ASIS­ T E N T A S O C IA L en los g ru ­ pos d e viviendas.

Por SMIIe. De Jíuriado

aspectos sociales déla vivienda

os Servicios necesarios en un g ru p o de viviendas.

Por Dr. R. Duocastella

SECCION SOCIAL DE CARITAS ESPAÑOLA Cuesta Santo Domingo, 5, 2.° D - MADRID-13 A A O I i Pb H H

E IV E R A

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En el presente número han colaborado el Rvdo. D. PABLO IGARTUA, Licenciado en Ciencias Sociales; D. JOSE M .' M ARTINEZ-M ARI, sociólogo-urbanista, Gerente del Patro­ nato Municipal de la Vivienda de Barcelona; la Srta. DE HURTADO, Directora de la Federación de Centros Sociales de Francia y Consejera técnica de la Inmobiliaria de la Caja de Depósitos y Consignaciones de París, el Dr. D. ROGELIO DUOCASTELLA, Doctor en Ciencias Sociales, Director de CESA y de la Sección Social de Cáritas Española, y el Rvdo. D. FRANCISCO ALCALA, Secretario de Redacción.

N O T A Esta Colección de monografías está preparada por la Secretaría del C EN TRO DE E ST U D IO S DE SO C IO LO G IA APLIC AD A y tiene como finalidad facilitar una serie de trabajos monográficos que versen sobre temas de Acción Social. Interesa, pues, a todos aquellos trabajadores sociales, tales como Asis­ tentes Sociales, Directores de Instituciones benéficas y asistenciales, Cole­ gios, Párrocos, Consiliarios de Acción Católica, etc. El Consejo de Redacción solicita, para cada tema concreto, la colabo­ ración de aquellos especialistas que han trabajado en la práctica y conocen a fondo cada uno de los temas, presentándonoslos a través de una visión social y cristiana. A todos, pues, será sumamente útil poseer un cierto número de fór­ mulas prácticas, en vistas a lo que debe constituir una acción social propia para los hombres de la Iglesia.

ASPECTOS SOCIALES DE L A

VIVIENDA

Sumatio Págs. Presentación, por C E S A ......................................... 3 Principios doctrinales de la Iglesia sobre el problema de la vivienda, por el Rvdo. D Pablo Igartúa.................................................... 5 Perspectivas socio-religiosas del urbanismo, por el Dr. R. Duocastella ...................................................................................... 25 A) Urbanismo.—Hogar. Consecuencias socio-religiosas. B) Urbanismo.—Vida social del barrio. Servicios asistenciales. Servicios sociales: Centro Social. Cómo financiar los Centros Sociales: — en Italia; — en Francia; — proposiciones para España. La creación de una ciudad y su problemática, por D. José María Martínez-Marí ................................ . ................................................ 35 I. Premisas doctrinales. II. Problemas sociológicos que deben ser tenidos en cuenta: — de equilibrio humano; — educacionales; — psicofisiológicos: 1) de espacio; 2) de intimidad; 3) de reposo. . Estudio sobre los servicios sociales y religiosos necesarios en un grupo de viviendas, por el Dr. R. Duocastella ....................... 49 — Servicios Culturales. » Sociales. » Sanitarios. » Higiénico-Recreativos. » Comerciales. » Religiosos. La misión de la Asistenta Social en los nuevos grupos de vivien­ das, por Mlle. De H urtado............................................................. 61 1) Problemas urgentes: — materiales; — psicológicos; — morales. 2) Problemas a largo plazo. APENDICES: I. Problemas varios sobre la vivienda y el urbanismo, por el Dr. R. Duocastella ............................................ 73 II. Planificación de servicios para una ciudad belga, por CESA ................ .............................................................. 81 III. Los Centros Comunitarios en Londres, por CESA ... 83 IV. Bibliografía. V. Fichero bibliográfico. Fotografías. Imp. Romero Requejo, S. L. Madrid

Depósito Legal: M. 6.021-1958

Abordamos, en el presente número de ”Documentación Social” y en el siguiente, un problema de vital importancia para España: EL DE LA VIVIENDA. Problema profundamente humano y que constituye uno de los principales objetivos de toda política social. Tanto es así que algunos Estados modernos, entre ellos el nuestro, han llegado incluso a la creación de un Ministerio dedicado exclusivamente a la vivienda, con el fin de contribuir a resolver el problema con más eficacia y prontitud. Pero este problema no es solamente cuantitativo y, por ende, no puede llegar a ser resuelto a base de conseguir índices cada año más altos de construcción, sino que entraña toda una extensa gama de cuestiones com­ plementarias, sin atender las cuales es imposible lograr los objetivos que deben pretenderse con la vivienda, es decir, obtener un lugar de recogi­ miento, de intimidad, un bienestar y la promoción social imprescindibles para el perfecto desarrollo de la primera célula de vida societaria que es LA FAMILIA. No obstante, estos aspectos no deben ser considerados como cosa acce­ soria y superflua, puesto que, de ser despreciados, pueden llegar a com­ prometer los fines fundamentales que se debe proponer toda política en favor de la vivienda. Este número lo dedicamos exclusivamente al estudio de estos ASPEC­ TOS SOCIALES DE LA VIVIENDA, ya que han sido, sin duda, los más descuidados por nuestros constructores. Objeto de un segundo núme­ ro serán los ASPECTOS ECONOMICOS. Para fijar sólidamente nuestra posición, don Pablo Igartúa ha reco­ pilado, ordenado y sintetizado, el pensamiento que emana de la autorizada palabra de los Papas, a través de toda la documentación conocida en este sentido. Sigue, en este aspecto, el Dr. Duocastella., llamando la atención sobre todas las consecuencias socio-religiosas que se derivan del buen o mal

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enfoque dado hoy día cd urbanismo, de lo que se deduce claramente cómo cobra interés nuestro aserto sobre la miopía de una óptica dirigida única­ mente hacia los problemas cuantitativos, despreciando los cualitativos, cuando son éstos precisamente los que condicionan él bienestar que se pretende conseguir con la vivienda, como se infiere del resultado de numerosas encuestas y observaciones comparativas entre la vida en los nuevos bloques y la anterior en chabolas, de muchos de los habitantes de los nuevos grupos construidos en diversas ciudades españolas. El urbanista señor Martínez-Marí, gerente del Patronato Municipal de la Vivienda de Barcelona, nos expone los principios establecidos por el moderno urbanismo, avalados por sus numerosos trabajos de encuesta sobre una inmensa población suburbio1, que personalmente dirige vocacional y profesionalmente. Las experiencias extranjeras y la planificación social de una ciudad satélite son expuestas por el Director de CESA, para que pueda servir de módulo, orientando a otros para la debida ordenación de los servicios sociales necesarios a un grupo cualquiera de viviendas, capaz de albergar a un número considerable de familias. Mademoiselle De Hurtado, consejera técnica de la Sociedad Inmobi­ liaria de Construcción de la Caja de Depósitos y Consignaciones y direc­ tora de la Federación de Centros Sociales franceses, con su autorizada palabra, explica cuál debe ser el plan de acción de todo trabajador social en un sector de viviendas y los problemas que debe afrontar para lograr que la vivienda cumpla su fin social. Finalmente, en varios e INTERESANTES ANEXOS son tratados numerosos problemas prácticos que hacen referencia a los diversos aspec­ tos sociales que quieren ser dilucidados a través de este número de ”Docu­ mentación SociaT\ Si con ello conseguimos prestar una ayuda a muchos de nuestros urba­ nistas, arquitectos y constructores, de quienes nos consta su noble afán de servir al bien de la comunidad, y en cuya conciencia cristiana late una honda preocupación por los problemas humanos que encarnan, nos dare­ mos de sobra por satisfechos.

C. E . S . A .

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Principios doctrinales de la Igl esia sobre el problema de la vivienda

Por D. PABLO IGARTUA, licenciado en Ciencias Sociales.

El Rvdo. don Pablo Igartúa ha hecho un magnífico trabajo, recopilando, de todos los textos de los Papas, alusiones a los problemas morales de la vivienda, sistematizándolas luego para facilitar a nuestros lectores el conocimiento de las ideas bási­ cas que preocupan a la Iglesia respecto a este problema.

INTRODUCCION Este trabajo no tiene otro mérito que el de ser una recopilación, seguramente no exhaustiva siquiera, de textos pontificios sobre el problema de la vivienda. Confieso que no conozco, sin embargo, ninguna más completa. Me he detenido con especial interés sobre el pensamiento de Pío X II. Es en su tiempo cuando el problema adquie­ re dimensiones de verdad gigantescas. Con Pío XI, la necesidad de viviendas es ya palmaria en el mundo, y de ella queda constancia en los textos que precisamente de sus más importantes documentos aquí se recogen. Pero es con Pío X II, sobre todo a raíz de la última guerra, cuando el panorama de Europa sin viviendas ofrece al contemplador una visión de apocalipsis. No es, pues, extraño que año tras año se palpe a través de sus discursos la preocupación por un problema como el de la vivien­ da, acuciante y difícil. He evitado de intento un trabajo personal. He preferido dejar hablar al Papa. Era el suyo, no el mío, el pensamiento que se trataba de ofrecer al lector. Y siempre que uno interpreta, comenta o cubre con formas propias el rodrigón del pensamiento ajeno, suele paliarlo, desenfocarlo o inflarlo en proporciones insospechadas. Se logra así hacer pasar por pensamiento pontificio lo que seguramente no lo es tanto o, por lo menos, brinda el flanco para la discusión y para interpretaciones diversas. Sólo me he permitido, por pura razón metodológica, amontonar los textos en tres capítulos y algunos apartados, cuyo encabezamiento va en cifras para alejar la sombra más remota de ningún encuadramiento lógico valioso. El pensamiento pontificio sobre 5

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la vivienda está ahí. Cada cual lo debe ordenar y valorar conforme lo crea más útil y mejor. Al final, por cuenta y riesgo propios, doy una síntesis personal, la que a mí mejor me ha parecido, del pensamiento pontificio sobre el problema de la vivienda. Eso es todo.

I

El problema «Cada vez más altos y penetrantes resuenan en los cielos . , / , . , europeos y mas alia de los mares los gritos de socorro por las infelices condiciones de la familia y de las generaciones jóvenes. Todos sabemos que en ellos tiene una gran parte de culpa la guerra. Esta es culpable, sobre todo, de la violenta y funesta separación de millares de esposos y de familias y de la destrucción de innumerables habitaciones.» (Pío X II: Discurso ante más de 40.000 mujeres de la A. C. J., 24-VII-1949.)

La guerra destruyó innumerabies viviendas.

« l 0s problemas que la inmigración interna suscita, aun« , , , . ., que no sean tal vez como los de la emigración, pesan más sobre la situación general del país. Son las dificultades de la vivienda con el triste espectáculo de los suburbios, que perdurará mientras exista la marcha hacia las grandes ciudades; la no siempre fácil aclimatación en otras regiones; la carestía de la vida en los poblados centros urbanos; los peligros de orden moral que acechan al forastero.» (Carta de DelVAqua, en nombre del Papa, a la X V 111 Semana Social de España, 30-VI-1958.)

Y la inmigración interna acentuó la escasez,

«Pasan delante de los ojos del espíritu las familias (...) . ., , ... , . . La situación empeora cuando se ven obligadas a vivir en pocas habitaciones, sin muebles y totalmente privadas de las modestas comodidades que hacen la vida menos dura. Si, además, la habitación es única y tienen que servir para cinco, siete, diez personas, cualquiera puede imaginarse los inconvenientes. N i qué decir de las familias que tienen algún trabajo, pero carecen de casa y viven en barracas provisionales, en cuevas que no se destinarían ni a los animales.» (Pío X II: Radiomensaje de Navidad, 24-XII-1952.) «Ante todo, nuestra misma metrópoli tiene necesidad de casas y de trabajo. La

incrementando la densidad de personas por vivienda.

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carencia de las unas y del otro depende de la extraordinaria densidad de población en un territorio relativamente angosto. Las estadísticas—al menos, las que hemos podido consultar—muestran que la densidad de población en la provincia de Nápoles tiene una media de 1.800 habitantes por kilómetro cuadrado, es decir, once veces más alta que la densidad media de la nación.

Gran parte de inmigrantes y prófugos están parados, sin medios para costearse una

Grave es también el problema del paro. De esto deriva , .,

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también la insuficiencia de las viviendas, con un porcencasa* taje de más de dos personas sin habitación, lo que signi­ fica que familias enteras apenas sí disponen de una sola habitación cómoda y salubre. Piénsese, además, que cerca de 30.000 personas escapan a esta demasiado escasa media, refugiados todavía—y lo decimos con tristeza—en cerca de siete mil tugurios que no merecen el nombre de casa. Ni siquiera son dignas de él aquellas demasiado humildes habitaciones, llamadas «bajos», es decir, locales estrechos, inadaptados a la vida de una familia; es éste un problema aparte que, sin embargo, debe ser afrontado y convenientemente resuelto. Del paro y de la falta de viviendas es fácil imaginar los sufrimientos que derivan para nuestro pueblo, bueno y generoso, y las faltas espirituales y morales a que dan lugar, y que, por seros a todos bien conocidas, nos abstenemos aquí de enumerar.» (Pío X II: Discurso a los trabajadores de Nápoles, 9-III-58.)

«En verdad, el animo se horroriza (...) al pensar cuan fre, , . t t , miliar. cuentemente el régimen moderno del trabajo y principal­ mente las irracionales condiciones de habitación crean obstáculos a la unión e intimidad de la vida familiar.» (Pío X I: Quadragésimo Anuo, 15-VI-1931.) Sm

vivienda

aceptable no

hay unión ni intimidad fa-

Y muchas son mente ineptas,

extremosa-

«S i algunos hogares presentan imperfecciones mas o met .

nos salientes, pero inherentes a toda obra humana, otros, por desgracia, han sufrido tales convulsiones que se han hecho realmente ineptos para llenar su función educativa (...). Pensamos en las familias de los emigrados y de los prófugos; en aquéllas en que el padre se encuentra parado y no recibe más que un salario insuficiente; en aquéllas cuya vivienda es demasiado estrecha, insalubre o carece de intimidad...» (Pío X II: Radiomensaje en la jornada de la Madre y del Niño, 6-1-1957.)

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dando origen a lamentables den

domicilio conveniente; si el varón no puede procurarse trabajo y alimentos (...), todos entendemos cuánto se de­ primen los ánimos de los cónyuges, qué difícil se les haga la convivencia doméstica y el cumplimiento de los Mandamientos de Dios y, tam­ bién, a qué grave riesgo se expongan la tranquilidad pública y la salud y la vida misma de la sociedad civil, si llegan estos hombres a tal grado de desesperación que, no teniendo nada que perder, creen que podrían recobrarlo todo en una violenta pertur­ bación social.» (Pío X I: Casti Connubii, 8 - m , 31-XII-1930.) «Ya que, como dice la Sagrada Escritura, ”el comprendió de la vida humana es... el pan, el vestido y la casa” (Eccle., XXIX, 28), no tener casa, estar sin techo y sin hogar, como desgraciadamente toca a no pocos infelices, ¿no es quizá el símbolo de la máxima angustia y miseria?» (Pío X II: Alocución a los recién casados, 15-XI-1939.)

individual, familiar

social,

«Porque si las familias, sobre todo numerosas, carecen de

y

II

Principios 1 Con el trabajo profesional,

«La responsabilidad del hombre ante la mujer y los hijos

sus responsabilidades ante la familia.

nace, en primer lugar, de los deberes para con su vida, con ios cuales ordinariamente se identifica su profesión,

su arte o su oficio. Con el trabajo profesional debe él procurar a los suyos una casa y el alimento cotidiano, los medios necesarios para un seguro sustento y para un conveniente vestir. Su familia ha de sentirse feliz y tran­ quila bajo la protección que le ofrece y da, con pensamiento previsor, la fecunda acti­ vidad de la mano del hombre.» (Pío X II: Discurso a los nuevos esposos sobre la res­ ponsabilidad del hombre en la felicidad del hogar cristiano, 8-1V -1942.)

Por tanto, el salario debe ser suficiente para cubrir aquelias exigencias fundamentales, entre las que se encuentra la yi yien da.

«Nuestros Predecesores y Nos mismo, con repetidas ense_

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nanzas, no hemos dejado ocasión alguna de hacer que todos comprendan vuestros afanes y vuestras necesidades, tanto personales como familiares, proclamando como exigencias fundamentales de la concordia social aquellas aspiraciones que tanto os preocupan: un salario que asegure la existencia de la familia, de suerte que haga posible a los padres el cumplimiento de su natural deber de criar una prole cabalmente alimentada

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y vestida; una habitación digna de personas humanas; la posibilidad de procurar a los hijos una suficiente instrucción y una conveniente educación; y la de prever y proveer para los tiempos de dificultades, de achaques y de vejez. Estas condiciones de previsión social han de llevarse a realidad, si se quiere que la sociedad ya no se vea, de tiempo en tiempo, sacudida por túrbidos fermentos y por peligrosas convul­ siones; antes bien, se apacigüe y progrese en la armonía de la paz y en el mutuo amor.» (Pío X II: Discurso a los trabajadores de Italia, 13-VI-1943.) «Quien desea que la estrella de la paz nazca y se deten’ ga sobre la sociedad (...), defienda la indisolubilidad dei matrimonio; dé a la familia, célula insustituible del pueblo, espacio, luz, tranquili­ dad, para que pueda cumplir la misión de perpetuar la nueva vida y educar a los hijos conforme a sus propias y verdaderas convicciones religiosas; según sus fuer­ zas, conserve, fortifique y reconstituya su peculiar unidad económica, espiritual y jurídica; vigile el que también los criados participen de las ventajas materiales y espirituales de la familia; cuídese de procurar a cada familia un hogar en donde la vida doméstica, sana material y moralmente, llegue a desarrollarse con toda su fuerza y valor; procure que los sitios de trabajo y los domicilios no estén tan separa­ dos que hagan del jefe de familia y del educador de los hijos casi un extraño en su propia casa...» (Pío X II: Radiomensaje de Navidad, 24-XII-1942.}

Sin paz familiar no hay paz social

2 Procuremos q u e los planes de la vivienda se acomoden al plan de Dios,

«Como en otras partes, también en vuestro país se traba­ ja en una enorme obra de construcción de viviendas. ¡Haced todo lo posible porque su planeamiento y ejecu­ ción correspondan a la voluntad de Dios para el matrimonio y la familia!» (Pío X II: Radiomensaje al ”Día de las Católicos Austríacos”, 14-IX-1952.)

asegurando, en primer lugar, el ambiente religioso de la familia,

«En primer lugar, tened cuidado de que el hogar domés­ tico conserve su aire religioso. ¡Afuera las figuras escan­ dalosas! ¡Que el Crucifijo reine en todas las familias!» los Predicadores Cuaresmales de Roma, 10-III-1948.) (Pío X II: Discurso a

y haciendo de la vivienda

«No, no basta el hogar material para el edificio espiri­ tual de la felicidad. Precisa elevar la materia a una atmósfera más respirable y hacer surgir del fuego terrestre la llama viva y vivificante de

un nido vivo y vivificante.

la nueva familia. No será obra de un día, especialmente si se vive, no en un hogar preparado ya por las precedentes generaciones, sino—como es hoy lo más frecuente, al menos en las ciudades—en un domicilio pasajero, simplemente alquilado. ¿Quién crea entonces, poco a poco, día tras día, el verdadero hogar espiritual, sino el trabajo por excelencia de la que ha llegado a ser una señora de edad, de aquella a quien se confía el corazón de su esposo? Sea el marido obrero, agricultor, oficinista, hom­ bre de letras o ciencias, artista, empleado o funcionario, es inevitable que su trabajo se ejerza la mayor parte del tiempo fuera de casa, o que en casa se retire durante largo tiempo al silencio de su estudio, que escapa a la vida de familia. El hogar doméstico será para él un lugar donde, al terminar el trabajo cotidiano, restaurará sus fuerzas físicas y morales en el descanso, en la calma y en la alegría íntima. Para la mujer, en cambio, ordinariamente este hogar será el refugio y el nido de su labor principal, de aquella su labor con que, poco a poco, hará de aquel retiro, por muy pobre que sea, una casa alegre y tranquila convivencia, que se embellecerá no con muebles y objetos propios de hotel, sin estilo ni sello personal, sin expresión propia, sino más bien con los recuerdos, que dejan en los muebles o muestran en las paredes los acontecimientos de la vida juntamente vivida, los gustos, los pensamientos, las alegrías y las penas comunes, huellas y signos a veces visibles, otras veces imper­ ceptibles, gracias a los cuales, con el correr del tiempo, también el hogar material tendrá su alma. Pero el alma de todo será la mano y el arte femenino con que la esposa hará atrayente cada rincón de la casa, siquiera sea tan sólo con la vigilancia, con el orden, con la pulcritud, teniendo pronta y dispuesta cada cosa para cada necesidad y el momento oportuno: manjares para reponerse de las fatigas, lecho para el descanso. Dios ha concedido más a la mujer que al hombre, junto con el sentido de la gracia y del agrado, el don de hacer delicadas y agradables aun las cosas más sen­ cillas, precisamente porque ella, formada semejante al hombre, como ayuda para con él constituir la familia, ha nacido hecha para difundir la gracia y la dulzura en torno al hogar de su marido, y así hacer que la vida de los dos se armonice, se afirme fecunda y florezca en su real desarrollo.» (Pío X II: Discurso a los nuevos esposos sobre la responsabilidad de la mujer en la vida conyugal. 25-11-1942.)

«En varias circunstancias hemos tenido ocasión de mam. , , . . . , A r festar Nuestro ínteres por el ejercicio de vuestra profe­ sión. Efectivamente (para no detenernos más que en lo más amplio y grandioso de sus actividades, de las que vuestro ilustre presidente es insigne maestro), ¿cuál es el múltiple objeto de la edificación? Procurar con toda diligencia un hogar digno, sano

importancia de los múltiples fines de la vivienda.

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y, en cuanto es posible, confortable para todos, especialmente para tantos desventu­ rados, expatriados, refugiados, errantes, sin temor a serlo de nuevo o levantar de sus ruinas los edificios públicos necesarios o útiles para la vida social, comercial e industrial; construir los que piden la cultura intelectual, moral y artística, como son escuelas, institutos y museos; elevar para la gloria de Dios, y para satisfacer las necesidades religiosas de los pueblos, santuarios y templos dignos de su sublime fina­ lidad.» (Pío X II: Discurso a los ingenieros y arquitectos romanos, 17-VI-1951.)

que han de conseguirse atendiendo a los postulados de la comodidad y la belleza,

«Ahora bien; en todo esto, desde la mas humilde habita.,

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C10n basta el mas esplendido edificio hay que saber unir con la utilidad práctica, aumentada y perfeccionada por todos los progresos modernos, la dignidad y el mérito estético, herencia de una tradición que, lejos de desviarse con estrechas deformaciones, se mantiene y enri­ quece continuadamente en el curso de una continua evolución sin incoherencias ni caprichos. Es claro que la perfección de esta alianza entre la técnica de la comodidad y la belleza exigen en el ingeniero y en el arquitecto una ciencia, una experiencia y un gusto que suponen unos dones naturales cultivados y afinados por el estudio y el trabajo.» (Ibídem.)

«Cuando se piensa en la importancia que tiene para el .. bien común la conveniente habitación de la familia, la oportuna colocación de las diversas actividades en condiciones favorables para el trabajo colectivo, el carácter religioso, recogido y que eleva a Dios en los edificios sagrados, es menester reconocer que tenéis derecho al elogio, a la gratitud de cuan­ tos en buena parte os deben el bienestar de su vida doméstica, la comodidad de su trabajo, el progreso y la elevación de sus almas.» (Ibídem.)

y el bien común y el religioso.

4 «Dad pan a los pequeñuelos, casa a los desamparados, , , , , ,. , . empleo a los desocupados, concordia a las naciones, paz al mundo y, a todos, la recompensa de la eterna felicidad.» (Pío X II: Sermón a los fieles de Roma y del mundo. Invocación a Jesús Crucificado, 26-III-1950.) «Sin duda ninguna que hay necesidades que tienen que ser satisfechas urgente­ mente. Los alimentos, el vestido, la habitación, la educación de los hijos, lo nece-

La vivienda, en primera fila de las obligaciones de cari-

dad,

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sario para el alma y para el cuerpo.» (Pío X II: Discurso a las Asociaciones Cató­ licas de trabajadores italianos, 29-VI-1948.) «Efectivamente, por una parte, hemos manifestado muchas veces nuestra preocu­ pación por la urgente y angustiosa necesidad de procurar a miles, a millones de individuos y de familias, un alojamiento que les asegure un mínimum de higiene y de bienestar, de dignidad y de moralidad. Es decir, que, a nuestros ojos, la obra de la construcción es de primerísima importancia.» (Pío X II: Discurso a los dele­ gados de las reuniones de la Comisión de la Oficina Internacional del Trabajo, 25-III-1949.)

5 Las deudas de guerra prestonan sobre las inversiones, orientándolas en un sentido

«Por otra parte, no tenemos que detallar aquí las difi­ ,

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,

cultades que salen hoy al encuentro de nuestra obra. Os son demasiado conocidas y forman el objeto de vues­ tras deliberaciones; pero, en fin de cuentas, pueden reducirse al desequilibrio entre los pueblos acreedores y los pueblos deudores. Las vicisitudes de la guerra y de la postguerra lo han llevado a un punto de tal gravedad que, en un porvenir próximo, la mayor parte de las naciones se verán obligadas a orientar, según una dirección más o menos exclusiva, su producción y, por consiguiente, el trabajo, la explotación del suelo y la inversión de los capitales.

¿Quien sufrirá con mas dureza las consecuencias de esta ., . , , , , * . , .v ™ • construcción, smo la gran masa de la población? Ella tiene necesidad de viviendas, como tiene necesidad de vestido y nutrición. Es una necesidad común a todos los hombres, que debe recibir de una economía normal y dirigida hacia su propio fin, sobre todo con el concurso de la iniciativa privada, su legítima satisfacción.» (Ibídem.)

que impide atender a necesidades urgentes como la vivienda.

Preocupación de los Gobiernos por este problema después de la segunda guerra

«Las medidas de asistencia a la familia os son bien cono.

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cidas; sean de instituciones publicas o de iniciativa primundiai, vada, revisten las formas más variables. Tras la primera guerra mundial, la previsión familiar se ha convertido en una sección de los organismos oficiales de sanidad pública. Los Papas, en sus mensa­ jes sociales, se han pronunciado firmemente en favor del salario familiar o social que permita a la familia proveer al mantenimiento de los hijos a medida que van

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creciendo. Lo que todavía faltaba y lo que se ha intentado con gran valor en algu­ nos sitios es una política de amplia envergadura que deja vacías las viviendas donde los inquilinos están como acuartelados y que crea la habitación familiar. Hoy, des­ pués de la segunda guerra mundial, esta exigencia ha pasado en realidad al primer plano.» (Pío X II: Discurso a la Unión Internacional de Organismos Familiares, 20-IX-1949.)

considerando esta labor co-

«Las obras asistenciales, un tiempo consideradas como

manifestaciones de Caridad privada o publica y sostenidas con donaciones en su mayor parte, son tenidas hoy como un deber social, que las instituciones y aun la nación misma organizan al dictado de los principios de solidaridad y de justicia. Y así nos es dado contemplar una espléndida floración de estudios, de programas, de actuaciones concretas que tienen como objeto el mejoramiento de las condiciones higiénico-sanitarias del pueblo. Pero bien sabido es que en este campo las mejores armas no son sólo los específicos, sino también la habitación sana, la buena alimentación, el trabajo racional; la batalla contra la mise­ ria, el vicio, la ignorancia y la degradación tienden en buena hora a la meta evan­ gélica de mejorar en lo físico a esta pobre humanidad.» ( Carta de DelVAcqua, en nombre del Papa, a la IX Asamblea Nacional de Her­ mandades de San Cosme y San Damián, celebrada en Málaga, «Ecclesia», 9-XI-1957.)

puramente asistencial.

6 La bondad de un sistema económico se mide por su caparidad de atender a las necesidades humanas.

«La economía moderna, tan celebrada, tan orgullosa de ,

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producir cada vez mas barato, no ha llegado, sm embargo, todavía a satisfacer esta necesidad real del hombre y, sobre todo, de la familia. Necesidad real y no ficticia, como se querría a veces insinuar, como si se las pudiera satisfacer ya con tugurios de los pri­ mitivos nómadas, ya con el pisito elegante dotado de todo confort moderno, pero donde no hay sitio para el niño. Si, pues, la industria de la construcción constituye a estimular la economía moderna hacia una producción destinada a satisfacer las nece­ sidades primordiales del hombre, en lugar de dejarse determinar por el movimiento accidental de los precios, habrá merecido bien su título de obra social, porque habrá conducido de nuevo la economía misma desde las desviaciones de una competencia desorientada hasta el camino llano de la colaboración en un orden verdaderamente social. ¡Qué estímulo, efectivamente, constituye esta necesidad de una casa para el pro-

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greso de la economía y de las técnicas! Una economía y una técnica que se regulen de acuerdo con las necesidades primordiales del hombre no tienen que preocuparse de si el número de los habitantes es demasiado grande o demasiado pequeño.» (Pío X II: Discurso a los delegados en las reuniones de la Comisión de la Oficina Internacional del Trabajo, 25-III-1949.)

«Este particular ínteres apostólico por aquellos que, temena sí mismos. do una familia, piden una residencia suficiente y saludable, coincide, por lo demás, con el verdadero interés y con el fin objetivo de la economía nacional. Puesto que precisamente estas personas moral­ mente sanas son las que en todas sus necesidades materiales anteponen lo necesario a lo meramente útil y agradable y no se dejan, por tanto, arrastrar a un consumo sin freno, cáncer de la presente economía social. Ellas están, además, dispuestas siempre a contribuir en los límites de lo posible, con sus propias energías a la construcción y mantenimiento de su vivienda; y por esto también, en el futuro, quieren pertenecer a las fuerzas productoras del pueblo y no ser del número de aquellos que esperan o exigen todo únicamente del Estado. Así, sus disposiciones de ánimo, su entera concepción de la vida, concuerdan con los sólidos principios económicos de vuestros institutos, que no son organizadores de la Asistencia Pública, sino que, socorriendo a cada uno, protegiendo y renovando sus medios respectivos, quieren servir a la genuina productividad de la economía nacional.» (Pío X II: Discurso en el cincuentenario del Instituto Italiano de Casas Populares, 21-XI-1953.)

Hay que ayudar, sobre todo,

Consideramos como meta la

«Que el desarrollo de la técnica moderna, la constitución

de formas adaptadas al derecho positivo y, sobre todo, un pacífico reflorecimiento de la economía nacional, en espe­ cial del aumento de bienes en todas las clases del pueblo, puedan permitir a vuestros institutos extender los notables resultados ya conseguidos. Nos pensamos en metas como la propiedad de una casa o, por lo menos, de una vivienda, pensamos en una utilización del tipo de construcción extensiva, en lugar del tipo mixto, que es el casi umversalmente posible en dichas circunstancias, esto es: de la construcción intensivoextensiva.» (Pío X II: Discurso en él cincuentenario de la Institución Italiana de Casas Populares, 21-XI, 53.) «Entre todos los bienes que pueden ser objeto de la propiedad privada ninguno es más conforme a la naturaleza, según enseña la Rerum Novarum, que la tierra, esto es,

poder ser, la casa-vivienda.

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la finca en que habita toda una familia y de cuyos frutos saca íntegramente, o al menos en parte, lo necesario para vivir. Y en el espíritu de la Rerum Novarum está el afir­ mar que, regularmente, sólo aquella estabilidad que arraiga en un patrimonio propio hace de la familia la célula vital más perfecta y fecunda de la sociedad, reuniendo espléndidamente con su progresiva cohesión, a las generaciones presentes con las futuras. Si hoy el concepto y la creación de los espacios vitales ocupa el centro de las metas sociales y políticas, ¿no se debería pensar tal vez, antes que en ninguna otra cosa, en el espacio vital de la familia y en librarla de las trabas de condiciones que ni siquie­ ra permiten formarse la idea de una casa propia?» (Pío X II: Radiomensaje sobre la «Cuestión Social» en el cincuentenario de la «Rerum Novarum», l-VI-1951.)

III

Fuerzas de solución 1 La de se de

Iglesia, que se preocupa la familia y la juventud, ha preocupado también la vivienda,

«La Iglesia, cuya doctrina social concede tanta importan­ cia a los intereses de la familia, debe por eso mismo pro­ ponerse también el problema de una vivienda conveniente.» (Pío X II: Discurso a los delegados en las reuniones de la Comisión de la Oficina Internacional del Trabajo, 25-III-1949.) «Por nuestra parte, quisiéramos llamar la atención sobre tres puntos : Primero. Digamos por adelantado que todo cuanto pueda contribuir a una sana política social, para bien de la familia y de la juventud cristiana, puede contar siem­ pre con el apoyo eficaz de la Iglesia. Lo que Nos hace dos años decíamos a los hombres de Acción Católica lo repetimos a vosotras: la Iglesia, desde luego, sostiene firmemente el avance de la justicia social. A estos avances pertenece el procurar al pueblo las viviendas necesarias. Ante todo, para aquellos que formen una familia o la han formado ya. ¿Se podrá concebir una precisión social de más urgencia? ¡Cuán penoso es ver a los jóvenes que han llegado a pensar en crear una familia y que deben esperar años y más años solamente a causa de la falta de viviendas con peligro de que en esta espera enervadora todos terminen por marchitarse moralmente! Debéis trabajar en cuanto esté de vuestra parte, con vuestra propaganda y vuestra acción, por la construcción de viviendas, de modo que la dignidad del matrimonio y la educación de los hijos no tengan nada que sufrir por 15

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la carencia de ellas.» (Pío X II: Discurso ante más de 40.000 mujeres de la A. C. J., 24-VII-1940.) «No puede ella (la Iglesia) dejar de advertir y recordar que, según la voluntad del Creador y el orden natural establecido por El, debe ser la familia una unidad espi­ ritual y moral, jurídica y económica y que leyes estrechas e imprescindibles regulan el nacimiento y desarrollo de una nueva vida. ¡Qué peso se origina, en consecuencia, para las conciencias cristianas cuando futuros esposos, nuevos hogares domésticos, familias crecientes, no pueden encontrar ningún abrigo o sólo una vivienda insuficiente y, con frecuencia, demasiado cara! Sólo Dios sabe en cuántos casos similares la debilidad humana ha naufragado en la conducta de la vida cristiana y después en la fe. Vosotros comprenderéis, por tanto, que Nos consideremos y estimemos vuestra obra, sobre todo en su aspecto apostólico y pastoral; pero confiamos que este motivo será precisamente para vosotros de tanto mayor entusiasmo y estímulo.» (Pío X I I : Discurso en el cincuen­ tenario del Instituto Italiano de Casas Populares, 21-XI-1953.)

«Además, en los últimos cien años, después que el progreso . , . / , . . , „ , , , . industrial y el consiguiente desarrollo de las grandes ciu­ dades ha dado un aspecto especial al problema de los alojamientos, los Papas, los Obispos y las asociaciones católicas no han cesado de dedicar a este problema importante, y también doloroso, por desgracia, su peculiar consideración.

especialmente a partir del desarrollo de las grandes ciudades

y a la vista de las consecuen-

EJ problema era penoso ya desde el principio y tal ha . • j i seguido hasta hoy; mas bien, las consecuencias de la guerra han vuelto más difíciles las condiciones y más urgente la necesidad de ayuda. También hoy debemos hacer Nuestras las palabras de Nuestro Predecesor Pío X I, de gloriosa memoria, en la Encíclica «Quadragésimo Anno»: «Da horror considerar las dificultades que el estado totalmente inadmisible de la vivienda crea a la familia.» («A. A. S.», vol. X X III, p. 221.) (Pío X II, discurso arriba citado.)

cías de la guerra.

Deben proponérselo como campo de trabajo las asociacienes obreras,

«En realidad, el sueldo o el salario no son las fuentes um, . , , , , . T . . ' cas de riqueza para el hogar domestico. Los conocimientos

adquiridos en la escuela o los que se refieren al propio oficio, arte o industria; la salud física, el bienestar de la madre y del niño, una habitación sana y linda, son elementos que concurren también al embellecimiento y a la alegría del hogar, con gran provecho de los miembros de la familia. ¡Qué nuevo campo de trabajo éste para la A. C. L. I.» (Pío X II: Discurso a las Asociaciones Católicas de trabajadores italianos, 29-VI-1948.)

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Más de la mitad de las viviendas españolas han sido construidas antes de 1900. Sus condiciones de habitabilidad son insuficientes y su misma existencia muy precaria.

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«Existe, además, un campo de acción en el cual la acti­ vidad de las Conferencias puede dar una contribución directa a los fines que Nos frecuentemente hemos enunciado: el campo de la asisten­ cia social, en el que podéis trabajar aun permaneciendo estrechamente unidos a vuestra institución, la cual, como bien sabéis, procura promover toda obra que mire a la actua­ ción de la justicia social y a la elevación de las clases más humildes. De este modo, procurad que no os sean extrañas obras como los patronatos obreros, las escuelas popu­ lares, las oficinas de colocación, la adjudicación de pisos, las colonias veraniegas y otras formas de asistencia social que el espíritu joven de la Conferencia os sugerirá.» (Pío X II: Discurso al Congreso Nacional de la Asociación de las Conferencias de San Vicente de Paúl, 27-IV-1952.)

las^mismas instituciones be-

y todos los católicos en general.

«Nos confiamos en vosotros de una Cuaresma en otra para proporcionar a los sin hogar un albergue decoroso y algo de comida. ¡Que vuestros ahorros y ofrecimientos les ayuden a pasar el invierno con ropas de más abrigo y en habitaciones más calientes.» (Pío X II, Discurso a los alum­ nos de las Escuelas Católicas de Estados Unidos, 15-11-1956.)

«Otro mal, debido también en parte a las guerras devastadoras, pero consecuencia, además, del exceso de población y particulares tendencias ineptas o interesadas, es la crisis de la vivienda; todos los que se afanan por poner remedio a ella, legisladores, hombres de Estado, miembros de obras sociales, realizan, aunque sólo sea indirecta­ mente, un apostolado de eminente interés.» (Pío X II: Discurso al Congreso del «Frente de la Familia» y de la «Federación de las Asociaciones de las Familias Numerosas», 28-XI-1951.)

2 El Papa bendice y estimula la labor del Instituto italiano de Casas Populares,

«Os saludamos de todo corazón, queridos hijos, venidos ,

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,

de todas las partes de Italia para celebrar el qumcuagesimo aniversario de la fundación del Instituto Autónomo para las Casas Populares de la Provincia de Roma, que esperáis de Nos, al par que una palabra de estímulo, Nuestra bendición para vuestros trabajos. Puesto que todos pertenecéis a la dirección de Institutos similares, puede decirse con todo derecho que vuestra asamblea representa la administración de una parte bastante considera­ ble de un patrimonio que se ha invertido y debe seguir invirtiéndose en terrenos, en casas y en otros inmuebles anejos, en provecho de las clases menos dotadas de la población.» (Pío X II: Discurso en el cincuentenario del Instituto Italiano de Casas Populares, 21-XI-1953.) 17

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«Sin duda, el aspecto exterior de Roma es en algunos barrios bien triste todavía, y tal parece ser también el de otras grandes ciudades. Para no hablar de las casas qué amenazan ruina o que son totalmente malsanas, se ven todavía, o por mejor decir, se ven siempre de nuevo aparecer los moradores de las barracas, los de las cuevas, los de las chabolas, los encaramados en lugares abandonados o de cualquier modo inha­ bitables. Conviene tener presente cuán grande es siempre la afluencia de aquellos a quienes atrae la fascinación, con frecuencia engañosa, de una vida más fácil. Con todo derecho buscáis la solución del problema de la vivienda en un marco más vasto, en «planes regionales», y, finalmente, en una «orientación unitaria para el progreso general del país y un más difuso bienestar para el pueblo italiano.» (Pío X II, Ibídem.)

«Desde sus comienzos, vuestro instituto, aun manteniendo su carácter fundamental, ha ampliado considerablemente su campo de acción y multiplicado su actividad; se ha extendido a las pequeñas y medianas industrias, que han adquirido vitalidad y confianza gracias a los créditos que aseguran y facilitan su producción autónoma. También esta función—en la hora presente de importancia capital—es una feliz y práctica aplicación de la doctrina social de la Iglesia. Los resultados obtenidos, lejos de invitar a un satisfecho descanso, no hacen sino estimular más el ansia de nuevo progreso, en particular el de contribuir con vuestros anticipos pecuniarios a reforzar y acelerar la contribución de viviendas, toda­ vía tan lejos de responder a las más urgentes necesidades; viviendas que, como diji­ mos en otra ocasión (Radiomensaje de Navidad de 1942), dan a las familias «espacio, luz y respiro» para cumplir su misión.» (Pío X II: Discurso a la Banca Nacional del Trabajo, 18-III-1951.)

así como la de la Banca Nacional del trabajo;

3 reconoce el influjo benéfico que puede ejercer la CECA sobre el problema de la vi-

«Otra ventaja de la C. E. C. A. sobre la que queremos

. . .

,

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.



insistir es el progreso social que representa para los países Yienda interesados velando por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, asegurando el empleo de los obreros parados por consecuencia de una mayor mecanización, manteniendo el nivel de salario, procurando a los interesados indemnizaciones a plazo, de transferencia y de desadaptación técnica, procurando sitios destinados a crear nuevos puestos de trabajo o a construir viviendas para las familias obreras.» (Pío X II: Discurso a la Asamblea de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, 4-XI-1957.)

y recomienda que las Cajas

«Sin duda que, proveyendo de crédito al Estado, a las

grandes sociedades industriales o financieras, las cajas de ahorros contribuyen ampliamente al bien común; fundadas, sin embargo, con el fin de ayudar a las clases trabajadoras, deben también preocuparse, en la elección de sus inversiones, de las ventajas directas que de ello obtendrán los que ahorran. Que estas cajas continúen, pues, todavía más que en el pasado, sosteniendo y alentando a las diversas formas de crédito agrario y profesional, a las sociedades de crédito para la construcción de viviendas, así como a todas las instituciones destinadas a promover la iniciativa de los particulares o de las pequeñas empresas, procurándoles primeras materias o el equipo necesario que les permita aumentar el rendimiento de su actividad. De esta forma se realizará la cola­ boración fecunda del capital y del trabajo en provecho inmediato de los trabajadores mismos. La comunidad nacional se enriquecerá con una producción creciente y con una valoración apreciable de todas sus fuerzas útiles.» (Pío X II: Discurso al Instituto Internacional del Ahorro, 16-V-1955.)

créditas°cada este sector.

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4 La familia no existe para la sociedad, sino la sociedad existe para la familia.

«Para el cristiano existe una regla que le permite deter-

El Estado, pues, debe velar por garantizar a la familia los valores que aseguren el orden y la felicidad,

«El Estado debería, por tanto, en virtud misma, por decirlo

.

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,

minar con certeza la medida de los derechos y los deberes de la familia en la comunidad del Estado. Se formula así: la familia no existe para la sociedad, sino la sociedad existe para la familia. La familia es la célula fundamental, el elemento constitutivo de la comunidad del Estado, porque, para emplear las expresiones mismas de Nuestro Predecesor Pío XI, de feliz memoria, el Estado es lo que de él hacen las familias y los hombres, de los cuales se forma, como el cuerpo se forma de sus miembros.» (Ene. «Casti Connubii», 31-XII1930, Acta Apost. Sedis, vol. 22, 1930, pág. 554.)

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asi, del instinto de conservación, cumplir todo aquello que esencialmente y, según el plan de Dios, Criador y Salva­ dor, es su deber primordial, a saber: garantizar abso­ lutamente los valores que aseguren a la familia el orden, la dignidad humana, la salud y la felicidad. Estos valores, que son propiamente los elementos del bien común, jamás podrán ser sacrificados en aras de lo que pudiera ser aparentemente un bien común. Indiquemos solamente, a título de ejemplo, algunos valores que se encuentran a la hora presente en grande peligro: la indisolubilidad del matrimonio, la protección 19

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de la vida antes del nacimiento, la habitación conveniente de la familia, y no de una familia con uno o dos hijos, o sin hijos, sino de una familia normal, más numerosa; la seguridad del trabajo, porque el paro del padre es el desastre más amargo de la fami­ lia; el derecho del padre sobre los hijos ante el Estado, la plena libertad para los padres de educar a sus hijos en la verdadera fe y, por consecuencia, los derechos de los padres católicos a la escuela católica; las condiciones de la vida pública y, particu­ larmente, una moralidad pública tal que las familias, y sobre todo la juventud, no se vean en la certeza moral de padecer la corrupción.» (Pío X II: Discurso a un grupo de padres de familia franceses, 18-IX-1951.)

y respetar y proteger la miclativa privada en este terreno.

«Los poderes públicos deben, como en todo, también en el ,t

-

problema de la vivienda, hacer posible, favorecer y, en todo caso, no contrariar la iniciativa privada y, especial­ mente en el caso de las viviendas populares, la de las cooperativas. Es triste comprobar qué daños causan aquí los falsos principios y cómo las dificultades de la postguerra han impedido avanzar más rápidamente por el recto camino. Cierto que debe existir siempre un fuerte poder público que provea con energía y con método. Las autoridades com­ petentes no deben ni pueden, sin duda, sustraer directa o indirectamente a la propie­ dad todo incremento de valor derivado en exclusiva de la evolución de las circuns­ tancias locales; pero la función social de la propiedad exige que tal ganancia no impida a los otros satisfacer convenientemente y a precio justo una necesidad tan esencial como la de una vivienda. Combatid, pues, con todos los medios que el bien común justifica, la usura fundiaria y toda la especulación financiera económicamente impro­ ductiva con un bien tan importante como el suelo. Las llamadas «colmenas» o bloques de alquiler, de antigua y nueva construcción, son las más de las veces fruto de la negligencia de quienes llevan la responsabilidad del bien común y de las medidas que éste exige.» (Pío X II: Discurso en el cincuentenario de la Institución Italiana de Casas Populares, 21-XI-53.)

IV

Posible síntesis El problema de la vivienda esta ahí, delante de los ojos, , , , , , , t en el mundo actual. La guerra destruyo muchos hogares y la reconstrucción es siempre penosa y lenta, mientras la población del mundo crece constantemente agudizando la escasez de viviendas.

La guerra destruyo muchos hogares y la población crece constantemente.

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La emigración del campo a la ciudad agudiza el problema en las grandes urbes,

La necesidad se hace extrema en las grandes ciudades t

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modernas. La vida fuerza a crear una interminable inmi­ gración interior hacia los grandes centros urbanos. La masa de población adquiere en ellos una densidad extraordinaria.

Hay gente por todas partes: se arracima en estrechas habi. . t t . . . taciones* insalubres e indignas de seres humanos; instala­ da en tugurios* barracas y cuevas que no se destinarían ni a los animales* malvive en las zonas de los suburbios. La intimidad familiar se torna allí imposible y no quedan sino la depresión psicológica y la amargura de los esposos. ¿Quién puede pedir impo­ sibles a quien carece de pan* de vestido y de techo?

haciendo imposible la vida familiar

La moral se resiente* necesariamente* de ello. El mal abra„ t . ma y fácilmente se convierte en resquemor y en desasosiego. Peligran la paz* el orden social* la salud pública. Las gentes sin hogar apenas tienen qué perder y ofrecen la posibilidad de buscar soluciones extremas* las que sean, a ver si sale algo de ellas. Nada pueden perder, puesto que ni casa tienen. Tal vez* en cambio* les llegue algo del grito* de la postura abiertamente disconforme y de la misma revuelta callejera. En realidad* no hay síntoma mayor de la miseria* del des­ amparo y la angustia que el carecer de casa y vivir, al raso de Dios* sin techo y sin hogar.

y poniendo en peligro la misma salud pública.

El trabajo y la previsión so-

trabajo debe proporcionar al hombre un salario que le

posibilite los medios suficientes para salir al paso de las necesidades elementales de su familia: alimentos* vesti­ dos* hogar educación. La previsión social debe llenar este cometido* «si se quiere que la sociedad ya no se vea de tiempo en tiempo sacudida por túrbidos fermentos y peligrosas convulsiones». El problema de la vivienda cobra así categoría excepcional para todas las organizaciones del mundo del trabajo.

para atender a esta necesidad.

El hogar debe hacer posible la Religión y la intimidad familiar.

¿Como debe concebirse la casa? De un planeamiento y de .

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.

una ejecución donde quepa la voluntad de Dios para el matrimonio y la familia. El hogar será un rincón donde la Religión y la intimidad familiar sean posibles. Lugar de descanso y alegre convi­ vencia* la vida correrá en la casa ilusionadamente* embellecida con gusto* con amor; tendrá su alma la casa* confortable y linda; ingenieros y arquitectos harán bien en 21

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esforzarse por lograr hogares bellos, donde la utilidad y la estética vayan de la mano. Casas, edificios públicos y templos deben ir surgiendo en todas partes de acuerdo con un cuidadoso plan de urbanismo para que el bienestar de las gentes sea cada vez más a tono con la dignidad de la grandeza humana y las necesidades de los tiempos.

Por la urgencia del problema

La tarea es urgente, tan urgente como la de dar de comer al hambriento. Millones de individuos y familias aguar­ dan, con impaciencia que no admite dilaciones, un hogar, un alojamiento que les asegure un mínimum de higiene y de bienestar, de dignidad y de moralidad.

deben ponerse en juego to-

Las obras asistenciales, una decidida política de gran em­

Peno y envergadura, no pueden mantenerse al margen del problema. La misma economía hará bien en salir al paso del mismo. Al fin y al cabo, no pueden estar las necesidades al servicio de la produc­ ción, sino ésta, la economía, al servicio de aquéllas. La necesidad de una casa estimuía el progreso de la economía y de la técnica. Llenar las necesidades primordiales del hombre es llevar por cauces sanos el desarrollo económico del mundo, al que lo aportan todo las fuerzas productoras del pueblo, que anteponen lo necesario a lo puramente agradable. Siguiendo esta línea de actuación es de esperar que, poco a poco, se llegue a realizar el desiderátum de la propiedad de la casa-vivienda en que cada cual habita. La meta está clara. A todos apremia el deber de solucionar el problema de la vivienda; a unos más que a otros, evidentemente. Se trata de que cada familia pueda vivir en una casa digna, confortable, alegre. Conseguir para cada familia un rincón donde pueda vivir en paz con la necesaria intimidad familiar. Se va haciendo mucho a este respecto en la actualidad; pero todavía queda mu­ cho más por hacer.

sociedad,

entre ellas, la Iglesia,

La Iglesia considera este problema, digno de su mejor quehacer apostólico hoy; no se conforma con lanzar al espacio un angustioso grito de alerta. Quiere realizaciones prácticas. Nada más en la punta de un apostolado al día que una dedicación seria y eficaz a la solución de la carestía de viviendas. Los fondos de sus más bienhechoras organizaciones y la apor­ tación de todos en forma de limosnas tienen aquí un cometido sin par. Acción Cató­ lica, Conferencias de San Vicente de Paúl, Asociaciones Católicas Patronales y Obre­ ras, encuentran con ello un cauce de actividad sorprendente. La creación de Coope­ rativas de la construcción merece un decidido apoyo de las fuerzas vivas de la Iglesia.

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Todo el que proporciona un techo al necesitado realiza, directa o indirectamente, un bello apostolado, digno del mayor elogio.

Los «planes regionales» y la misma «dirección unitaria * para el progreso general del país» se hacen deseables en la solución del problema de la vivienda. Los institutos y organismos crediticios de los más diversos tipos tienen aquí un posible destino a sus préstamos, acelerando la construcción de viviendas, problema que trasciende al marco nacional y adquiere categoría mundial. De ahí que sean deseables soluciones de tipo internacional hacia las cuales abren la esperanza las nuevas corrientes de la economía europea, como, por ejemplo, la C. E. C. A. y el Instituto Internacional del Ahorro.

y otros institutos y orga-

culminando en el Estado, que debe impedir la usura del suelo y los hormigueros hu-

Finalmente, está la aportación del Estado; su intervención .

. . . . . . .

.

.

n0 puede coartar en este particular a la iniciativa privada. Manos. Al contrario, deberá favorecerla en cuanto le sea posible. Nada de abusos usureros sobre las fincas rústicas; nada de permitir la especulación financiera sobre el suelo. Nada, en fin, de permitir, por desidia y abandono, esos hormigueros de pisos de alquiler, donde la intimidad familiar, el bienestar y la dicha de un hogar sano, espacioso y bello son de todo punto imposibles.

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Perspectivas socio-religiosas del urbanismo(,)

Por el Dr. R. DUOCASTELLA, Director de la Sección Social de Cáritas Es* pañola.

En este artículo, el D r. Duocastella nos descubre una serie de realidades socio-religiosas que abogan por la urgencia de promover una auténtica vida social en los nuevos grupos de viviendas, a través de la fórmula internacional de los ”Cen­ tros Sociales”, ya estudiada en el número 2 de esta revista.

El prestar atención a los problemas sociales ha sido la , i , , , . gran aportación que le debemos al moderno urbanismo, En contraste con la inhumana desconsideración en que se tuvo, a principios de la era industrial, la vivienda de la población obrera, los Estados modernos revelan ahora una inquieta preocupación social sobre este problema. Ahora bien: ¿qué implican los problemas sociales de la vivienda y del urba­ nismo? En primer lugar, el urbanismo debe ser consciente de su función social y huma­ na por su repercusión en el seno del hogar, y en segundo lugar, porque a él también corresponde hacer viable la vida social del barrio y de las ciudades.

Las nuevas tendencias del urbanismo son más sociales.

A) Organismos nacionales e internacionaKxS estudian los aspectos sociales de la vi-

URBANISMO. HOGAR. Sobre este apartado no sólo se ha escrito muchísimo,

. . . , ., r. . . smo que han actuado también con eficacia múltiples or-

vienda.

ganismos dedicados a la protección familiar. Citemos, por ejemplo, la UNAF francesa (Unión Nacional de Orga­ nismos Familiares), la cual organiza con frecuencia servicios de estudios sobre la vivienda; la «Comisión para la Vivienda», de la Unión Internacional de Organismos Familiares (UIOF), y el Comité Permanente «Alquiler y Renta Familiar», de la Federación Internacional de Urbanismo y Habitación (F. I. U. H.), han organizado, (1)

Comunicación presentada al I Congreso Nacional de Urbanismo.

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asimismo, Servicios de Estudio sobre los aspectos sociales de la vivienda bajo los auspicios de las Naciones Unidas.

La primera fase que se observó cuando la vivienda dejó , , , . . , , . . . . . , de ser de exclusiva competencia de la iniciativa privada, pasando a constituir un problema social, fué la preocupación de los Gobiernos de construir viviendas de muy módicos alquileres (casas baratas), con un sentido más bien paternalista y político antes que con verdadera eficacia.

Las primeras tentativas oficiales en pro de la vivienda,

Una segunda fase la constituyó la congelación de los alquileres, con lo cual el mal se fué agravando, al esterilizarse así, como consecuencia de esta medida, la iniciativa privada.

Después de la última guerra europea, todos los Estados han intervenido, con más o menos fortuna, en este pro­ blema, dada la gravedad de la situación. Ha ocurrido, como dice Lucien Fébvre (1), que se ha pretendido «que en el mínimo espacio, a los más bajos precios posibles y en el más breve espacio de tiempo, se hayan podido instalar el mayor número de los sin vivienda, de la manera más confortable y práctica posible».

no han sido muy halague-



Ello ha conducido a soluciones colectivas y apremiantes que se han traducido en tipos desastrosos de vivienda, que a buen seguro tendrán poca duración y, a pesar de ello, habrán costado mucho dinero.

Consecuencias socio-religiosas. En los aspectos morales y religiosos no se habrá progresado mucho con tales soluciones apresuradas y parciales.

Las encuestas sociales han revelado sus males.

Las encuestas realizadas en diversos países, y en Espa­ ña mismo, no son satisfactorias a este respecto. En Grenoble3 un estudio llevado a cabo en el año 1953 por él profesor Lafon y la seño-

(1)

«Avant-propos du tome XIV», de la Enciclopedie Frangaise.

rita Michoud (1) revelaba que lo mismo se daban zonas de delincuencia infantil en las nuevas ciudades obreras como en las barra­ cas, aunque la densidad fuera menor en las primeras. Tales ciudades suelen llevar una vida de ”circuito cerrado”, con múltiples luga­ res comunes no controlados por los padres y maestros.

La criminalidad aparece por igual en chabolas como en viviendas-bloc.

«El proveedor número 1 de la inmoralidad de los adultos lo constituyen las viviendas amontonadas)), escribe el profesor Stancin. ((Con las cifras en la mano hemos podido concluir que, cuanto más estrecha es la calle, mayores son los índices de delincuencia, en proporción al número de habitantes... Para los niños, las ((viviendas económicas)) (H. L. M.) han resultado peores que las chabolas. La promiscpidad se produce en el exte­ rior de la vivienda, en el recinto del gran inmueble; la corrupción deviene recíproca en un ambiente inevitablemente sin vigilancia ni diversiones organizadas. Las bandas de niños son sociedades ordinariamente organi­ zadas de una manera espontánea, en un rincón de la calle, que sustituye a la familia ausente y desorganizada. El ((habitat)) insu­ ficiente no es sólo productor de crímenes, sino también una con­ denación de todos los elementos productores de crímenes.))

La baja práctica religiosa tampoco mejora, con las nuevas construcciones;

En la Semana del Suburbio celebrada en Barcelona el año 1597 se comprobó que la bayísima práctica religiosa de los nuevos blo­ ques de viviendas no era distinta de la que ofrecían las zonas de chábolismo (2).

antes bien, son m a s ím-

«El mejor acondicionamiento en el sistema de vivienda

religiosa.

— dice el autor—no ha influido, en absoluto, en el mejora­

miento de su práctica religiosa.» Y continúa: «Es de temer, pues, que, de no mediar una eficaz acción de proselitismo, será cada día más difícil penetrar en los nuevos ambientes...», sea porque el individuo se halla sujeto a las influencias del nuevo medio social en el que vive, y al que no estaba acostumbrado en su vida anterior al barraquismo, sea porque las influencias directas de «presencia de (1) «Habitat, quartier, ville et inadaptation sociale», en la revista «Sauvegarde de l’enfance».—X-1953. (2) Vide «Los suburbios».—R. Duocastella.—Barcelona, 1957.

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Iglesia» que podía llevar a término el sacerdote con su apostolado entre los ambientes barraquistas serán ya, en adelante, mucho más difíciles, dadas las características del nuevo ambiente urbano.» Se constató, asimismo, cómo se producían diferencias notables de vida religiosa en tales grupos, según que las fórmulas aplicadas a las viviendas fueran más o menos sociales: situación, diversiones, condiciones urbanísticas, servicios comunes, etc.

Mejor practica con la «presenda)) de templo y su párroco,

Otra comprobación, consecuencia de lo que acabamos de ,

.

,

decir, es que la practica religiosa, en los grupos mas redu­ cidos numéricamente (de 2.000 a 5.000 habitantes), llama­ dos de «casas baratas», es más elevada. Ello obedece, aparte del mayor acceso a una acción pastoral de su párroco, dada la mayor individualidad de su sistema de vivienda, a la mayor «presencia de la Iglesia» en los mismos, lo cual nos es revelado por los porcentajes más favorables de práctica religiosa entre aquellos grupos que tie­ nen su templo y su párroco que la de aquellos otros que viven sin Parroquia y sólo van a decirles Misa los domingos. Dentro de la misma tipología de viviendas se da también una mayor práctica reli­ giosa en aquellas parroquias que se hallan en lugares mejor urbanizados, que no en aquellas otras zonas donde el clima, la separación de los núcleos urbanos y sus condi­ ciones de salubridad y densidad demográfica los hacen más inaccesibles a la penetra­ ción del Evangelio.

Una última constatación la sacamos del hecho diferencial . „ , existente entre aquellas zonas suburbiales sitas dentro de una aglomeración urbana, en las que la acción de la Parroquia es muy intensa «social­ mente». Aumenta en ellas la práctica religiosa porque, en tales casos, los suburbios se resienten del dinamismo operante entre sus convecinos no suburbiales. Su proceso de integración ciudadana se realiza en todos sentidos, inclusive el religioso.

y aún más cuando hay integración social con ei barrio.

En uno de los grupos de bloques construi­ dos en Barcelona, en los que no se adoptó nin­ gún criterio selectivo al adjudicar las vivien­ das, los frutos de inmoralidad y contaminación social se produjeron muy pronto. Hemos oído a varios párrocos de distintos lugares de España, en donde se han construi­ do viviendas de este tipo, quejarse al compro-

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bar resultados parecidos, y opinaban que su labor apostólica era más eficiente y más fácil cuando los habitantes vivían en sus chabolas.

La «socialización)) del indivi­ duo resulta más rápida e in­ tensa en los bloques de vi­ vienda.

La socialización del individuo es más rápida e intensa en proporción a los medios que condicionan sus relaciones humanas. Ello explica tales fenómenos. Se producirán reacciones y actitudes favorables desde el momento en que el dispositivo social facilite tales relaciones.

Hay q u e tener en cuenta las exigencias «individuales)), «familiares)) y «sociales)) de la vivienda,

Para la vida del hogar «la vivienda debe ser un abrigo, ja­ más un destierro, y menos una cárcel. Porque el hombre debe vivir y la familia desarrollarse a partir de su hogar, lo cual quiere decir que deben ser tenidas en cuenta todas las exigencias de la vida individual, familiar, comunitaria y colectiva, derivándolas de la vivienda)), dice M. Bahaud (1), di­ rector del Centro interprofesional de la Vivienda de la región parisina. Y añade: «Lo cual quiere decir que la construcción no plantea tan sólo problemas de mano de obra, de materiales y de créditos, sino, y antes que todo esto (y lo subrayamos con toda la intención), trae consigo un PROBLEMA DE INFRAESTRUCTURA.»

Vale también la pena retener la frase de Winston Churchill: «Si nosotros hechuramos nuestras construcciones, en seguida serán nuestras construcciones las que nos hechurarán a nosotros mismos.» Toda vivienda, pues, que no permita el paso del medio social a la intimidad fami­ liar y aun a la misma soledad, no cumple sus fines. ¡Y, por desgracia, se han cons­ truido tantas viviendas que no hacen posible este pasaje!

B)

URBANISMO. VIDA SOCIAL DEL BARRIO.

la cual debe permitir la vida social del barrio

p or j0 que acabamos de ver, se deduce inmediatamente , . . . . . .

como se dan continuas implicaciones entre las dimensio­ nes de la vivienda y clase de servicios que comprende y su proyección hacia el exte­ rior. Si la vivienda, al servicio del individuo y de la familia, no debe limitarse tan sólo a ser un abrigo y un refugio momentáneo, sino que también debe hacer accesi(1) «Equipement et Services sociaux des groupes d’habitation».— Conf. N ational des Centres du Logement.— Rouen, 1957.

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ble la vida comunitaria y colectiva, se comprende fácilmente que el urbanismo no cum­ plirá su misión si no atiende a todos los servicios que se derivan de la vida comunitaria y social. A tales servicios les llamaremos asistenciales unos y socides otros.

a) Son asistencxdes todos aquellos que, planteados y pro­ , , , . curados por el ente promotor (Comisión de urbanismo, Entidad constructora, Patronato, etc.) tienden a facilitar todos aquellos servicios nece­ sarios para una comunidad local (culturales, religiosos, económicos, sanitarios, recrea­ tivos, etc.), los medios de acceso a los barrios (calles, etc.) y, en fin, aquellos otros que tienen una misión mixta recreativa-sanitaria-social (plazas, jardines, árboles, etc.).

con los servicios urbanísticamente «asistenciales»,

cuya carencia provoca gran-

L a carencia de tales servicios trae inmediatamente como

consecuencia una inestabilidad residencial (deseo de eva­ dirse del mismo hacia el grupo selectivo natural que aspira u ofrece una vida mejor, complejo psicológico que se crea en el suburbio, en relación con la ciudad, y vicever­ sa, etc.) y a corto o largo plazo, su conversión en un foco de contaminación y degra­ dación social que atenta constantemente contra la paz y el bienestar de la ciudad entera. La carencia de tales servicios en alguno de los más antiguos grupos de viviendas construidos en Barcelona (Casa Antúnez, con veintiocho años de existencia, por ejemplo) demuestra sobradamente este aserto a quien conozca un poco la vida social de dicho sector de población.

b) Servicios propiamente sociales. Son sociales aquellos servicios que son conducidos o gestionados por la propia población residencial. El convencimiento de la eficacia de este tipo de servicios, fruto del avance social de nuesttros días, ha conducido, en la mayoría de naciones europeas, a crear los llamados Centros Sociales.

y con los servicios sociales,

Un Centro Social lo constituye la agrupación de vecinos . , , , , de un sector determinado, desde el momento en que se unen para poner en marcha unos cuantos servicios que les resultarán útiles y que son gestionados y sostenidos con su propio esfuerzo.

concentrados en un Centro Social,

30

o índice

que hay que prever en seguiña.

La entidad promotora del barrio debe disponer del espa­ ció conveniente para la ubicación del Centro y urgir su creación, haciendo ver a los habitantes su necesidad.

Las ventajas sociales que de ello derivan son enormes. ’ En primer lugar, rinden mucho más efectivos los servicios prestados, al responsabilizar a los usuarios sobre los mismos, redimiéndoles de la con­ dición de sujetos pasivos, de simples receptores y evitando la crítica sistemática de todo cuanto «se han encontrado hecho» por los organismos oficiales. En segundo tér­ mino, realizan una función educadora de primer orden, al crear unos vínculos de convivencia y unas relaciones sociales que elevan culturalmente al barrio en pleno. Por ello, bien puede decirse que un Centro Social es la «escuela de adultos», tan necesaria como lo es la de primera enseñanza para los niños. El suscitará, inmediata­ mente, aquel conjunto de iniciativas y sanas emulaciones que, poco a poco, devienen tradiciones locales que afianzan y enraízan a todos aquellos (por lo general, inmi­ grantes) que se hallaban al margen y despreocupados de los problemas y del espí­ ritu de la ciudad.

Las ventajas que ofrece son

De ahí se deduce una importante consecuencia: la nece^ ^ sidad de promover tales Centros y de entregar su gestión a entidades capaces de suscitar y canalizar aquellas relaciones humanas deseables. La Cáritas en varios países tiene esta misión, como consecuencia de la derivación de su acción benéfica hacia otras de tipo asistencial y social. Máxime en España, donde el volumen de su campo de acción es enorme, ya que alcanza la cifra de 4.600.000 beneficiarios (la séptima parte de la población española.)

por ello, c a r i t a s los promueve, en España

y en Italia,

Así está ocurriendo en otras naciones europeas que tienen planteados problemas similares. Un ejemplo de ello lo constituye la Cáritas italiana, que ha puesto en marcha unos 2.600 Centros Sociales.

Entidades estatales, como la INA-CASA, trabajan desde , « , , , . , « hace anos en tal labor social y no construyen grupos de viviendas sin dotarlos inmediatamente de un Centro Social. Ya son más de 250 los fundados. El eslogan que les sirve de norma y fundamento es el siguiente: «No puede llegarse a una mejora del campo o de la ciudad si antes no se reváloriza al hombre.» Es decir,

donde los construye también INA-CASA, con notables ventajas económicas.

31

O índice

toda industrialización y progreso económico se halla condicionado al valor hombre, y éste no puede producir con eficacia si, al propio tiempo, no se educa en el sentido de la responsabilidad y del civismo, lo cual es función de los Centros Sociales.

iCófflo financiar los Ceñiros Sociales} Italia 7 quién los fínallcia en

En Italia, la propia entidad constructora erige, por su cuenta, los Centros Sociales y, luego, pone al frente de los mismos a un personal especializado (Asistentas Sociales), reclutadas entre las diver­ sas Escuelas existentes en el país (51 en 1959).

.

La fórmula utilizada por la INA-CASA es la siguiente: La Entidad construye un Centro Social para cada grupo de viviendas. Luego, una entidad privada, constituida hace unos años por la mis­ ma INA-CASA, el Ente Gestione de IN ACASA, financia el personal (asistentas sodales) dedicado exclusivamente al servicio de aquéllos, en número proporcional al número de sus moradores. Considera con ello que, además de prestar un servicio a los usuarios de sus viviendas, sale ganando muchísimo dinero, con el ahorro que le supone de gastos de conservación y reparadón de las mismas. Por su parte, la ”Pontifizia Opera Assitenza" (P O A ), la Caritas italiana, construye y financia, por su cuenta y con aportaciones del Estado y de otras entidades, sus Centros Sodales, los cuales pueden ser de tipo "parroquid" y, principalmente, de tipo "comunita­ rio" (1 ).

(1) E l autor de estas líneas ha visitado algunos del norte de Italia, pudiendo constatar sus magníficos y prácticos resultados.

32

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Uno de los servicios que deben ser previstos en el planeamiento de un nuevo barrio son los parques infantiles.

Muchos niños pasaron su infancia en calles como ésta...

¡o índice

El 65 por 100 de lodos los ciudadanos españoles, y el 95 por 100 de la clase asalariada no cuentan con los ingresos necesarios para comprar o alquilar una vivienda suficientemente confortable.

O índice

En Francia el primer plan de equipamiento sanitario y social decretado por el Ministerio de Sanidad Pública y Población, del año 1955, aprobado por el Parlamento el año siguiente, dedicó, de los 360.000 millones de francos destinados a subvenciones del nuevo equipamiento, 260 para el conjunto de servicios sociales familiares, de los cuales más de la mitad se emplearon en Centros Sociales.

j en Francia: el Estada,

junto con aportaciones de entidades promotoras priva-

das.

El Estado colabora cubriendo el 40 por 100 del presu, , , . , . ' . , puesto total de los mismos, dejando cubrir el resto por las entidades promotoras (Unión Nacional de Cajas de Subsidios Familiares, Mutualidades sociales, agrícolas, etc.). Para el nuevo plan 1958-61 se prevé la creación de otros 101 Centros Sociales, distribuidos en 26 pro­ vincias, y se han hecho proyectos de mejoras en 30 de ellos, correspondientes a 26 provincias, cuyo coste ascendía a un total de 2.400 millones. Aparte de ello, el Estado ha dedicado, sólo en el año 1957, 217 millones de francos para Centros de protección maternal o infantil y a guarderías. Por otra parte, las Cajas de Subsidios Familiares dedicaron, sólo en el año 1958, la cantidad de 303 millones para la construcción y equipo de 92 Centros Sociales, asumiendo la gestión directa de la mayoría de ellos.

Proiposición para E sp a ñ a .

Creemos que España no puede quedar a la retaguardia en este movimiento de promoción social, toda vez que nuestro movimiento urbano (crecimiento relativo de las ciudades de más de 10.000 habitantes) es de los más intensos de Europa. Ello nos obliga, por lo menos, a prestar un esfuerzo proporcional al de otras naciones, tanto más cuanto que España, por su condición de país católico, debe preocu­ parse en mayor grado de tales problemas humanos. Hasta el presente, ha sido tan sólo CARITAS ESPAÑOLA la que ha procurado ayudar a financiar y promover estos Centros. Sería conveniente que dentro de los planes de financiación que tienen previstos las Comisiones de Urbanismo y toda suerte de entidades constructivas, entraran:

Proposiciones para España.

1)

Cesión gratuita de los terrenos necesarios para el Centro Social, dentro del capítulo de servicios sociales. 33

O índice

2)

Aportación máxima al coste de la construcción del mismo, en colabo­ ración con el Estado (Ministerio de la Vivienda, de Educación Nacio­ nal, etc.).

3)

Exigir aportaciones adecuadas de las Entidades constructoras de vivien­ das, en forma análoga en que se ha procedido en el extranjero.

4)

Que las Cajas de Ahorro y entidades similares incluyeran entre las obras propias a sus fines sociales, la creación de Centros Sociales.

5)

Buscar la colaboración de Cáritas como Entidad que reúne todas las ga­ rantías a este respecto para confiarle la promoción de los mismos, ya que Cáritas cuenta con varias escuelas de Asistentas Sociales, que ha puesto en marcha en toda España, y que ha promovido una Confederación de Escue­ las de Asistentas Sociales que reúne a 16 escuelas que preparan a más de un millar de asistentas, que es hoy día, en todo el mundo, el único personal técnicamente preparado para asumir tal función.

6)

Respetar siempre el carácter privado de la institución que surja, una vez en manos del vecindario del propio sector.

Al detectar la gravedad de los problemas sociales que se derivan de la continua afluencia de inmigrantes a determinadas regiones españolas y ante la dificultad de absorberles y de integrarles debidamente a la vida de los grandes centros urbanos, con una acción asistencial adecuada, abogamos por la fórmula de los Centros Sociales, promovidos por Cáritas Española, como organización oficial de la Iglesia, especiali­ zada para cumplir tal función asistencial, o por lo menos, dotando a todos los grupos urbanos de servicios asistenciales indispensables.

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LA CREACION DE UNA CIUDAD Y SU PROBLEMATICA111 Sociología de la vivienda

Por D. JOSE MARIA MARTÍNEZ-MARÍ, G e­ rente del Patronato de la Vivienda, de Barce­ lona.

El sociólogo-urbanista Sr. Martínez-Marí, quien lleva va­ rios años al frente de la gestión de los muchos grupos de vi­ viendas del Instituto Municipal de la Vivienda de Barcelona, expone aquí el resultado de sus experiencias y sus conoci­ mientos, adquiridos a través de sus viajes y participación en Congresos Internacionales, dedicados al estudio de este pro­ blema.

I. Prem isas doctrinales presentÍÓ1°g°

^aUar| e

En la gestión urbanística, es decir, en la labor de concebir y formar los planes de desarrollo del suelo urbano, debe hallarse presente la ciencia sociológica y el sociólogo, en dos fundamentales momentos.

expansión urbana.

Primero. al concebirse las lineas generales del planeamiento, para evitar después perniciosas consecuencias.

Ante todo, al concebir las ideas generales orientadoras del t

.

,

,

.

, ,

. -

,

t ,

planeamiento, el urbanista debe estar informado de los re­ sultados últimos que la sociología ha establecido. En esta fase inicial, un desconocimiento de las orientaciones que nos da la sociología produciría más graves perturbaciones que simples fallos técnicos en materiales o estructuras en la fase de ejecución del plan.

Los mejores arquitectos no han vacilado en afirmar este . . , . , , , .t t primado de la sociología, y asi, Alomar nos dice que el plan de ordenación de una ciudad es un «proyecto de organización arquitectónica total... sobre la base de principios dados por la Sociología, la Técnica y la Econo-

Como reconocen l o s mas prestigiosos arquitectos,

(1) Las líneas fundamentales de este trabajo se presentaron en forma de comunicación del autor al I Congreso Nacional de U rbanismo de Barcelona.

35

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mía...», y que «es al urbanismo a quien toca decir, sobre la base de la ciencia socio­ lógica, qué es lo que tiene que hacer; el arquitecto y el ingeniero dirán después en qué forma tiene que hacerse, y el político, con cuáles medios». Gropius nos dice que «los aspectos sociológicos de una sana política de la vivienda son, indiscutiblemente, de importancia más vital que los aspectos puramente económicos», y Lewis Mumford, que alardea constantemente de ser discípulo del sociólogo Geddes, se queja de la escandalosa ausencia de la ciencia y técnica sociológica en numerosos estudios y planes de ciudades, que califica, acertadamente, de «presociológicas».

En realidad, si bien el urbanismo ha recibido su definitivo impulso a partir de las ideas de Howard—pensador de fina percepción sociológica, pero no arquitecto—, el planeamiento de ciudades en donde los hombres puedan vivir mejor ha sido idea fija y constante en una larga serie de filósofos y utopistas, desde Platón hasta Owen, Fourier y Cabot—de tanta influen­ cia este último en Barcelona—, pasando por Bacón y Santo Tomás Moro. Tal vez la conjunción de angustiosas situaciones del hombre urbano de nuestro tiempo y de nuevas posibilidades en técnica y capital, han sido las causantes de la realización de los planes urbanísticos, imposibles de llevar a la práctica en otros momentos histó­ ricos con la actual envergadura y profusión.

los filósofos y reformadores sociales

y hasta las mismos biólogos y médicos,

Los biólogos y los médicos han puesto, además, de maniy ' fiesto la existencia de dos circunstancias o fenómenos que deben ser tenidos en cuenta en la construcción de los grupos de viviendas por los técnicos y luego, más tarde, en su organización, por los administradores.

refiriéndose al complejo de

En primer lugar, parece normal el desarrollo en cierto

numero de beneficiarios de nuevas viviendas de un com­ plejo de agresividad que tiene su nacimiento en toda per­ sona desplazada de un lugar a otro, con pérdida de su ambientación habitual y que, en muchas ocasiones, se ve reforzado por el disgusto provocado en dichos beneficiarios por la excesiva carga financiera que los préstamos que tienen que reembolsar les pro­ ducen y que, por otra parte, han debido concertar para el pago de su aportación inicial en la construcción dé la vivienda y en su posterior decoración, mobiliario y utillaje, cuando no por la imposibilidad de mejorar la vivienda que después de gran­ des esfuerzos han conseguido y que, en su forzado período de espera en la chabola o barraca, se imaginaban mucho mejor.

de nuevas viviendas

36

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y a la necesidad biológica de

y en segundo lugar, los biologos, como consecuencia de

su observación de la necesidad de ritmo creador de armo­ nía en la vida, exigen que como contrapartida a la colecti­ vización forzada de la vida de trabajo (transportes colectivos, trabajo en fábrica, comi­ da en cantina, etc.) se produzca en su vivienda, terminado su trabajo, la posibilidad de soledad y de plenitud de vida individual; la insatisfacción de este ritmo y la impo­ sibilidad de la alternativa entre vida colectiva e individual habrá de repercutir bioló­ gicamente en los ocupantes de los grupos de viviendas, produciéndose desórdenes psíquicos que se traducirán en deficiencias sociales, contra las cuales será imposible que prevalezcan las supuestas ventajas técnicas y funcionales de los proyectos cons­ truidos únicamente bajo pretensiones estéticas, por los mejores arquitectos.

individual.

Segunao: En la fase previa de información social y ejecución,

p ero también la sociología—y el sociologo— debería hallart

r

.

,

.

.,

, ,

,

se presente en la fase posterior de ejecución del plan y, principalmente, en la fase previa de información social.

Es absolutamente necesario que el conocimiento de los t , , , . . . . , , hechos humanos, de los movimientos migratorios, de la dinámica de los grupos sociales se obtenga a través del sociólogo, con sus particulares técnicas y aplicación de sus peculiares conocimientos; ha pasado ya la fase de alegre improvisación y de pura fantasía o imaginación en terrenos acotados ya por alguna cien­ cia. El urbanista consciente llamará a la sociología en la fase de información, le pres­ tará su concurso y medios para que ésta sea lo más completa posible y atenderá sus resultados.

solo el posee las técnicas adecuadas para ello.

,

También deberá estar presente el sociólogo al preverse el establecimiento de los equipos y servicios públicos.

En la fase de planeamiento y ejecución del equipo social

La paz y estabilidad de un barrio dependen mucho del complejo de servicios de que disponga.

La falta de servicios sociales y asistenciales trae mmedia-

, t

t

,

.

. .



;

,

y de los demas equipos y servicios públicos, volverá a contar con la sociología para que determine las necesidades del grupo humano específico y formule sus propias recomendaciones.

. ,

.

.,

. .

, .

tamente aparejada una inestabilidad residencial, complejo que se crea en ei suburbio—que también lo es un nuevo grupo de viviendas cuando carece del alma—en relación con la ciudad y a corto o largo plazo lo convierte en foco de degradación social que atenta contra la paz de la ciudad. 37

O índice

Es esencial dar a la fase de información social y de planeamiento de equipos y servicios una propia personalidad y relieve y asignar este campo al sociólogo.

Por fm, el sociologo ha de

y finalmente, cuando se trata de comprobar el resultado

del planeamiento y la eficacia de determmadas soluciones técnicas, es también insustituible el papel del sociólogo y de sus equipos auxiliares de encuesta y asistencia social. Al lado del técnico más alejado del contacto y calor humano por razón de su propia dedicación, debe hallarse el espe­ cialista en ciencias del hombre, y de la sociedad, que le prestará su concurso hacién­ dole tal vez caer en la cuenta de que, en definitiva, la técnica, si no sirve al hombre para vivir mejor, no tiene utilidad alguna. U n planeamiento debe resultar tan perfecto para el arquitecto o el ingeniero como para el sociólogo.

las diversas medidas.

II. Problem as sociológicos q u e d e b en ser tenidos en cu en ta en la construcción de viviendas Tiene que ser la sociología la que indique al urbanista que redacta los planes generales y, aún más, los planes parciales, las normas fundamentales válidas para todo lo relativo al «housing». En definitiva, como indica Alomar, ”sin una vivienda humana para cada una de las familias de la ciudad no tiene sentido el urbanismo”. Remitiéndonos a trabajos especializados de investigación y teniendo en cuenta la naturaleza de simple resumen de estas páginas, nos limitaremos a sintetizar los principales problemas que ha estudiado la sociología y que debemos situar en la base de los trabajos de planeamiento urbanísticos.

1.— Problemas de equilibrio humano. Se refieren estos problemas a la necesidad de estructurar las viviendas de los polí­ gonos habitables en forma que se eviten tres situaciones anormales de su población: a) viciosa estructura socio-profesional; b) segregación de determinada porción de habi­ tantes, y c) deficiente pirámide de edades. a) Es necesario evitar a todo trance el planeamiento de ' . barrios clasistas, en los que el urbanista, previamente, por la categoría de las viviendas y la calificación de los terrenos, los asigna a clases sepa­ radas; tan condenables como los barrios obreros exclusivamente, son los barrios de

Hay que evitar los barrios clasistas

38

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«ricos»* en los que la opulencia de sus moradores no tolera convivencia con edificacio­ nes destinadas a familias de más modesta situación económica.

El barrio o el polígono de nueva creación debe reflejar los , « t , ., , , , r _ caracteres de la población de la cual forma parte, y por ello, al planificar deben prevenirse viviendas aptas—por su calidad, superficie, coste y emplazamiento—para todas las categorías sociales.

en el mismo momento de planear el barrio,

En el período de ejecución del Plan debe preocuparse el gerente o promotor urba­ nista de hallar incentivos suficientes para que las clases más calificadas, que lógicamente han de dar un tono y una educación al resto del polígono, se sientan más atraídas hacia aquel lugar y allí se radiquen. En interesante comunicación al último Congreso Nacional de Urbanismo, Duocastella hacía notar cómo en nuevos grupos de viviendas, en los que no se adoptó ningún criterio selectivo al adjudicarlas, «los frutos de inmoralidad y contaminación social se produjeron muy pronto» y «la labor apostólica era más eficiente y accesible cuando los habitantes vivían en sus chabolas».

b) Relacionado con ello esta el tema de la adopción de . , „ . ., , _ medidas para evitar la llamada segregación—ghettos so­ ciológicos—en los grandes polígonos de habitación.

asi como la segregación de ciertos sectores sociales,

como lo recomienda la U. I. de O. F. de las Naciones Unidas.

Estudiado el tema por los sociólogos, podemos resumir el estado de la cuestión transcribiendo las conclusiones de la 4.a Sesión de la Comisión de la Vivienda de la U. / . de O. F. de las Naciones Unidas en el Congreso de Barcelona en marzo de 1956, en las que se dijo lo siguiente:

«El éxito de una política tendente a la mezcla social está en gran parte subordinado a la previa formación de un clima de comunidad que favorece la aproximación de las clases. A este fin se impone un esfuerzo de educación de todas las clases sociales. — »Debe proscribirse el emplazamiento de las clases inferiores en barrios es­ peciales. — »La legislación y los sistemas de financiamiento y de construcción, reservando las ventajas a las clases modestas de las sociedades, deben atender la formación de barrios que permitan una mezcla razonable de clases sociales.»

39

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No sólo es deseable la mezcla de clases sociales, sino también la de grupos étni­ cos, religiosos o de ciertas edades, y por ello deben rechazarse las segregaciones en barrios especiales de las gentes de color efectuadas en ciudades occidentales o sudafri­ canas, de judíos, según determinados credos políticos, e incluso de ancianos en asilos e instituciones de asistencia social carentes de todo contacto con la vida normal de la comunidad en la que deben insertarse.

Las investigaciones socioiogi-

Como consecuencia del estudio de la vida de las ciudades

Y de las investigaciones sociológicas llevadas a cabo, se ha llegado a la conclusión de que la segregación de clases sociales sólo puede producir perturbaciones e irregularida­ des en el crecimiento urbano. La mezcla de grupos sociales fué estudiada en la reunión de la Unión Internacional de Organismos Familiares que tuvo lugar en Bar­ celona los días 22 y 24 de marzo de 1956; particularmente aplicable al caso que se estudia, la resolución 25 de dicha reunión dice así: «El confinamiento de las clases inferiores en barriadas especiales debe proscribirse. Una mezcla moderada de familias cuyo nivel cultural y económico no difiere exce­ sivamente y que se hallen dispuestos a aceptarse mutuamente, es necesaria; los planes de urbanismo deben autorizar las construcciones de viviendas de tipos distintos en un mismo barrio.»

segregación de clases es perniciosa,

como se reconoce en las enticas hechas en las ciudades satélites inglesas.

,

En las criticas de las ciudades satélites mglesas producto ,

,

__

de la New Towns Act del ano 1946 se pone de relieve la necesidad de atraer hacia las nuevas comunidades a profesionales y a familias de nivel económico y social elevado, para evitar degeneren en poblaciones exclusivamente habitadas por obreros, con dificultades para elevarse socialmente. Los inconvenientes de los barrios obreros, verdaderos «cinturones rojos» en muchas grandes capitales, los conocemos también en Barcelona, donde demasiados grupos de viviendas baratas albergan a comunidades exclusivamente constituidas por obreros y clases económicamente inferiores de la sociedad. En la esfera de los principios deben considerase los siguientes postulados:

En principio, la función de

La razón de ser y la misión de la comunidad no es la

desintegración, smo la integración de la personalidad, de sus derechos y posibilidades; los miembros deben perfec­ cionarse en el todo, no hundirse en él; y solamente pueden conseguir esto por una recta ordenación, dentro del todo.

de los individuos;

40

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por tanto, la disminución de la unidad atenta contra la formación social.

Toda formación social—familia, pueblo, comunidad, cía­ r

,

.

'

.

,

se, empresa—sufre un detrimento en la misma medida en que se merma su unidad. Cuando los hombres se hacen hostiles o indiferentes unos a otros, se debilita su capacidad de vida, de acción y de rendimiento. Pero la unidad que se pretende para un barrio de viviendas no significa uniformidad y monotonía, sino la diversidad ordenada, al estilo de la que puede p re­ sentar una gran orquesta, que con muchos y variados instrumentos ejecuta—dentro de una unidad de orden—una gran pieza maestra.

Originariamente, las ideas contrarias a todo confinamiento , t , . . . , . . , - ... de clases sociales y propiciadoras de la mezcla de familias provienen: a) de la idea de fraternidad humana, que es la idea madre de la sociología cristiana. El sentido social protesta de toda desigualdad excesiva e irritante y la fraternidad entre todos los hombres exige un mínimo de condiciones materiales, iguales relativamente, en lo esencial: posibilidad de una vida digna de hombres en la comida, el vestido, la cultura, el trato humano, la conside­ ración y la vivienda; y b) de la modernísima doctrina del Cuerpo Místico que asimila a todos los bautizados como miembros y sin diferencia material.

La segregación es contraria, además, a la idea de fraternidad cristiana

De acuerdo con las teorías mas aceptadas, la mezcla de

La disgregación debe impedirse mezclando bloques de distintas categorías,

,

aunque en la practica ello sea difícil por las marcadas diferencias sociales,

,

,

,

-

...

.

,

,

las distintas clases sociales procede facilitarla a base de bloques de viviendas de distintas categorías mezclados en un mismo polígono, intercalados en las mismas vías, evitando la concentración de familias de similar nivel económico en una determinada zona del polígono.

En la practica, no obstante, y en nuestro país, en donde t. r

.

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.

,

^ ,

las diferencias económicas repercuten sobre todo en una poderosa diferencia de nivel cultural y educacional, el evi­ tar la segregación y poder realizar el «cocktail social», es algo difícil e imposible de lograr, si el urbanista, al planificar, no tiene en su mente la obtención de tales resultados. Dadas las grandes diferencias de nivel entre las clases sociales españolas, todo lo que tienda a eliminar los barrios «de pobres» y «de ricos», mezclándolos en barrios más humanos, debe ser propiciado.

41

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por razones psicológicas y económicas, la distribución de edades de un barrio debe acercarse a la normal.

La planificación debe también tener en cuenta que en los ,,

,

,

,

-

...

polígonos de habitación es indispensable situar las familias formando una pirámide de edades similar a la existente en la dudad normal. Por razones de orden psicológico y para beneficiarse mutuamente de los servicios económicos, culturales, sociales, higiénicos y demás, es indispensable un equilibrio entre familias numerosas, jóvenes matrimonios, ancianos solos y solteros, en forma que la convivencia en el barrio pueda realizarse. Particularmente deseable es el contacto y mutua interacción entre niños y ancianos.

2.— Problemas educacionales.

Están formados por los presentados por las familias aso­ . , . , . , . , cíales que se integran en un nuevo barrio, produciendo constantemente perturbaciones entre las demás familias. No podemos extendemos ahora al tratamiento de estas familias—problema que exige una previa educación y una vigilancia constante.

Merecen una atención especial las familias asocíales,

siendo un buen instrumento p a r » su reeducación los «(Centros Sociales».

La solución de los problemas educacionales debe planearse , , , . . . t , ,

a través de los servicios y equipos culturales que deberán procurarse en el polígono. Particularmente, el «centro so­ cial» está llamado a centralizar todo lo relativo a estos servicios.

3.— Problemas psicofisiológicos.

Incluimos aqui una serie de problemas producidos por la insatisfacción de las necesidades que la adecuada vivienda y la planificación no deja atendidas en la pobla­ ción. Sucintamente nos referimos a los más importantes.

A)

PROBLEMAS DE ESPACIO Y DE DISTRIBUCION

El de mayor trascendencia es, naturalmente, el de la super* ficie ideal para la vivienda. Todos los sociólogos han estu­ diado las necesidades familiares en el interior de la vivienda, para el descanso, la separación de funciones y la independencia de los grupos de edades. Se ha compro-

La vivienda familiar requiere

42

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bado la influencia desastrosa de la vivienda demasiado pequeña en la psicología, fisiología y moral de sus habitantes, que devienen irritables y excitados al no encontrar en su hogar la satisfacción de sus deseos. Si bien la vivienda de reducida superficie puede construirse a más reducido precio, no obstante, tal tipo de viviendas debe pros­ cribirse por varias razones:

La vivienda reducida coarta la expansión de la familia, restringiendo la natalidad.

Sociológicamente, la vivienda reducida, maltusiana, im t

,

pide la expansión de la familia y pone trabas a su natu­ ral fecundidad; en un discurso, el Nuncio de Su Santidad en Zaragoza dijo: «Dios quiere la familia honesta, unida y fecunda. La casa, por tanto, debe estar dotada de suficiente espacio para permitir la constitución y desarrollo de la familia de conformidad con la voluntad divina.»

No siempre a menor superficie corresponde menor , ., , . . , . coste, pues la concentración de los servicios y el mejor aca­ bado que exige la vivienda pequeña hace que resulte más cara que una vivienda mayor.

No siempre la vivienda meñor es la más barata.

La sola superpoblación de una vivienda, con independencia de su estado constructivo, se debe considerar ya como cir­ cunstancia que califica a una vivienda de insalubre. Por ello, tan importante como construir y adjudicar las viviendas es el vigilar que no se conviertan en focos de hacinamiento y subarriendo; esta desagradable labor de con­ trol debe llegar, si es preciso, al lanzamiento como medida extrema en casos de mala fe, debidamente depurados a través de expediente.

La excesiva densidad de ha-

mal.

Como mínimo se exigen 14 metros cuadrados por ha­ bitante y vivienda.

Hoy podemos considerar ideales las superficies mínimas de habitación aprobadas por la U. /. de O. E. en Colonia él año 1957, que determinan la superficie y número de habi­ taciones que debe tener una vivienda en proporción con el número de sus habitantes.

La diversidad de viviendas no debe afectar al espacio,

p ara terminar, conviene consignar que la diferencia entre jas viviendas destinadas a cada grupo social no debe radi­

car en su superficie, pues las necesidades de espacio, según los miembros de cada fa­ milia, son idénticos para cada clase, y resulta injusto adaptar el espacio a los medios económicos. 43

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sino a su perfección.

Las viviendas, según esto, serán mejores o peores, no por su distinta superficie, sino por su acabado, decoración, ca­ lidad y cantidad de los servicios y emplazamiento dentro de la urbanización.

En cuanto a la distribución del espacio interior, hay que procurar la cocina aparte

Respecto a la distribución del espacio interior de las . .

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. . .

,

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,

viviendas, nunca insistiremos bastante en la necesidad do cuidar extraordinariamente, en las viviendas de tipo eco­ nómico, la cocina, pieza en la que vive prácticamente la mujer y los hijos a su cuidado* y de separarla del resto de habitaciones, pues la experiencia nos ha enseñado que se repudia la cocina-comedor y se hace todo lo posible para mantenerla diferenciada; ello no sólo ocurre en nuestro país, pues en Francia leemos recientemente que «estos últimos años las encuestas han demostrado que la cocina integrada en el cuarto de estar es rechazada por la mayor parte de las familias, que no dudan en construirse, a veces, una separación para habilitarse una cocina.

También es fundamental—y no se ha resuelto satisfactoria­ mente—que nuestros arquitectos hallen una fórmula cons­ tructiva que permita, sin detrimento de la estética, que las amas de casa aprovechen nuestro sol y el aire para el secado y blanqueado de la colada, sin necesidad de con­ finar la ropa tras estrechas celosías y patinejos, que si bien cumplen su misión de esconder las vistas, no permiten la función normal del blanqueo y secado. Estamos cansados de ver esos patios sombríos totalmente vacíos y, en cambio, lucir la ropa* secándose al sol, en balcones y ventanas.

y el tendedero soleado.

B) NECESIDAD DE INTIMIDAD Y DE RELACION SOCIAL

Como afirma un autor, «casi todas las familias han inani­ festado de una u otra forma el deseo de ser mdependientes de cuanto les rodea, aun cuando mantengan buenas relaciones con sus vecinos. La nece­ sidad de intimidad parece indispensable...». En la misma definición de la vivienda se inserta su característica fundamental de abrigo, refugio y santuario, lugares todos aquellos recogidos y protectores de la inti­ midad de quienes a ellos se acogen. Todas las encuestas arrojan el mismo resultado: las gentes quieren, ante todo, estar tranquilas en casa.

Es imprescindible la intimidad familiar,

44

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a la que se oponen la excesiva densidad, la fácil visibilidad desde el exterior y las escaleras para muchos,

Atentan contra la intimidad del hogar, aparte de la exce­ .

,

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, t , ,

.

,

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. .

,

siva densidad del barrio, la construcción de las viviendas en forma que se permita la vista fácil y continua de su interior por parte de los ocupantes de las demás viviendas o de los simples peatones; la edificación de escaleras de distribución que sirvan a un número exagerado de viviendas, obligando a un trato frecuente y excesivo de sus usuarios; particularmente rechazables son las ventanas bajas en pasillos de acceso obli­ gado a un número de viviendas, en los que, además, se permite el estacionamiento de los usuarios y el juego de los chiquillos.

asi como la superpoblación do una vivienda o su deficiente distribución.

Igualmente atentan contra la intimidad interior las vivien­ ,

,,

, r. .

.,

.,

das cuya superpoblación o deficiente distribución no per­ miten satisfacer la necesidad de aislamiento y soledad de los miembros de cada familia. Se ha estimado inconveniente el rellano de escalera que sirve de acceso a más de tres viviendas, por las facilidades que presentan para altercados y riñas.

También hay que atender a la selección social, a la que puede coadyuvar el Centro Social con todos sus ser­ vicios.

Junto a esta necesidad de intimidad, e incluso de aisla­ miento, se sitúa en un plano opuesto la necesidad de rela­ ción exterior; precisamente a satisfacerla tiende la creación del Centro Social y el establecimiento de lugares de reunio­ nes y de mutuo conocimiento y relación vecinal encargados de romper con el forzoso aislamiento y desconexión de las familias recién llegadas y, por unas causas u otras, en peligro de permanente segregación y hostilidad. También las asociaciones de veci­ nos, las juntas de condueños y las agrupaciones deportivas, culturales, religiosas y de otros tipos tienen, aparte de su específica misión, la de satisfacer las necesidades de relación exterior. El barrio nuevo necesita un «alma», y ésta, de tipo espiritual, se la han de dar los vecinos con su propia vitalidad, deseos y vida comunitaria.

C) NECESIDAD DE REPOSO, DESCANSO Y PAZ

Se ha comprobado que uno de los factores que más pro^ ^ * * ' vocan la irritabilidad es el ruido, y el llamado síndrome vibratorio produce, además, fatiga e incapacidad para el trabajo intelectual. El ruido está en la raíz de la enfermedad del 20 por 100 de los internados en los asilos psiquiá­ tricos franceses.

El ruido es causa de irritabilidad nerviosa

45

O índice

dato que hay que tener eft cuenta en el planeamiento del barrio

— — — — nueva

En consecuencia, debe instaurarse la lucha contra el ruido , . . , , t . .

en las agrupaciones urbanas a base del siguiente pro­ grama:

Coordinación de la investigación científica médica y técnica. Legislación sobre el ruido. Determinación de normas mínimas sobre insonoración de los inmuebles. Estudio de los planes generales y de los proyectos, teniendo en cuenta esta función.

Bajo el lema de «el hombre de nuestros días tiene tanta * necesidad de tranquilidad como de sol» deben estudiarse por los urbanistas los proyectos y planes en forma que eviten los ruidos exteriores pro­ cedentes de la circulación, de los aparatos aéreos y de las industrias, estudiando téc­ nicamente la sombra acústica y buscando el confort a base de los mejores medios de absorción fónica, aislamiento acústico o aislamiento técnico.

para^ conseguir la ((sombra

En nuestras viviendas económicas es indispensable buscar , . . . ., . , , la maxima insononzacion, para evitar las constantes moles­ tías que se producen. (Son frecuentes las quejas de los vecinos que oyen la radio, el «water», los lloros de los niños, las conversaciones de la habitación colindante.)

En las viviendas económicas es muy frecuente el ruido,

.

Si técnicamente parece que los nudos medianos (de 60 a -_ , , . , r , 90 decibeles) que actúan constantemente ya son fuente de perturbación en el organismo, calculemos lo perjudiciales que serán ruidos de este orden, que normalmente no logran evitarse en el interior de las viviendas. (El ruido de una calle de tráfico mediano representa un nivel de 60 dB; una sala de mecanografía, 70 dB; una radio fuerte en una vivienda, 80 dB; un motor de avión en las cercanías, 120 dB.) Existe molestia desde que el nivel sonoro sobrepasa en cinco decibeles, de día, y en tres decibeles, de noche, el nivel ambiente; los niveles máximos de ruidos intermitentes soportables en el interior de las viviendas son de 75-80 dB de día y entre 30 y 60 dB de noche, ventanas cerradas.

y los ruidos soportables tienen un limite en la capacidad humana.

Otro factor que contribuye a la paz y al reposo son las zonas verdes y espaciosas.

/{ ja necesidad de reposo y paz obedecen también las zonas

verdes, las plantaciones de arbolado en las calles y la an­ chura de las vías, productoras todas ellas de protecciones contra los ruidos, a la vez que facilitan lugares de descanso, puntos de vista agrada-

46

O índice

bles y sedantes y condiciones higiénicas favorables para la disminución de la carga de tensión nerviosa que, fruto del clima de la ciudad, todos llevamos a la máxima.

La calidad de la vivienda contribuye a la conciencia de la dignidad humana.

«Es según el hogar en que vive que se puede juzgar de

-

,

.

^

.

la manera mas inmediata y mas tangible el bienestar del trabajador. El hogar es el mismo centro de su vida per­ sonal y de la de los suyos, el lugar donde come, duerme y pasa gran parte de sus mo­ mentos de descanso, el lugar donde puede crearse una vida de familia con su atmósfera propia. Más aún que esto, es el lugar en que se siente más capaz, como persona, de llevar una vida digna y libre. Es la calidad de la vivienda la que, por otra parte, contribuirá, sin duda más que ningún otro elemento de su nivel de vida, a hacerle plenamente cons­ ciente de su pertenencia a una comunidad y a determinar su sentido cívico», son palabras llenas de sentido que pedimos prestadas a un autor para terminar. Que los conceptos sociológicos expuestos tan bellamente se hallen siempre presentes en la mente de nuestros planificadores y constructores de viviendas.

47

O índice

Indine

'La primera labor del técnico de ciudades deberá ser el educarse a sí mismo en la idea de la base sociológica del urbanismo (Alomar E steve.)

Es indispensable instalar a poca distancia de las viviendas aquellos servicios sociales de uso más fre­ cuente (colegios, guarderías, comercios, centro social, templo, etc.)

o índice

El campo no debe ser desterrado de la ciudad. Al contrario, la construcción debe ser un elemento más de su propio paisaje.

El urbanismo debe preceder a la vivienda para voder combatir la construcción anárquica, cuyos re­ sultados son antisociales y, a la larga, antieconómicos. Tenemos aquí un magnífico ejemplo con la labor realizada en este sentido por la Comisión de Urbanismo de Barcelona en el Polígono del Buen

Pastor.

V ) índice

Servicios sociales y religiosos necesarios en un grupo de viviendas

Por el Dr. R. DUOCASTELLA, Director de CESA.

Es el presente un estudio realizado para un grupo de 2.500 viviendas, con una población calculada de 12.000 personas, formando parte de una ciudad satélite de Madrid.

CONSIDERACIONES PRELIMINARES Los problemas que aquí se estudian con relación a los servicios sociales y religiosos necesarios a un grupo de 2.500 viviendas son únicamente los referentes a: 1)

Clases de servicios sociales que son necesarios.

2)

Número y dimensiones de cada uno de ellos.

3)

Manera de ser llevados a cabo; y

4)

Sistemas para su financiación.

La edificación de 2.500 viviendas supone una población de 11.250 personas, según el índice de 4,5 individuos por unidad familiar, cálculo muy probable para barrios de nueva creación. El barrio ideal no debería exceder de 8.000 habitantes, según los urbanistas, y la Pa­ rroquia, al decir de los urbanistas religiosos, no debería exceder de los 6.000 feligreses. Como consideramos que, en nuestro caso, la unidad «barrio» debería coincidir todo lo posible con la unidad «Parroquia», ya que ésta debe estar siempre al servicio del grupo social y su finalidad ha de ser lograr estructurarlo como una comunidad de convivencia, abogamos, en la primera fase de construcción, por la estructuración de dos sectores de ba­ rrio-parroquia, de 1.225 viviendas cada uno, aproximadamente, correspondiendo a una po­ blación aproximada de 6.000 personas por unidad. Se trata de un barrio de nueva creación. La situación anómala, que obliga a escoger el mal menor, existente en la mayor parte de las ciudades de rápida expansión urbana, no nos puede servir de ejemplo. La primera de las causas de la descristianización de éstas debe, tal vez, atribuirse a la imposibilidad práctica de establecer contactos humanos sufi­ cientes entre párrocos y feligreses.

49

O índice

El posible subsanamiento de esta situación perjudicial, a base de la subdivisión de los límites parroquiales en varios «sectores», con un coadjutor al frente de cada uno de ellos, topa, en general, con la dificultad temperamental de nuestro país y la escasa formación personal de nuestros sacerdotes para trabajar en equipo. Se ha demostrado que, de ordina­ rio, rinden más dos pares de sacerdotes puestos al frente de dos parroquias que seis en una sola. Aparte de ello, no tiene motivo de existir una parroquia en la que su párroco no pue­ da, humanamente, establecer contacto con todos sus feligreses por falta material de tiem­ po (1). Una nueva urbanización difiere mucho de aquellas zonas de población que se han ido elaborando con los años y en las que se han establecido paulatinamente congregaciones re­ ligiosas e instituciones que, en cierto modo, han servido de «auxiliares de la Parroquia» en la labor de evangeüzación. El conjunto de servicios que consideramos necesario es el siguiente: A)

Culturales (ya previstos por la Ley de Educación Primaria del 17-VI-1945). — Guarderías infantiles. — Escuelas de párvulos, elementales y de perfeccionamiento. — Escuelas de formación profesional.

B)

Sociales. — Centros Sociales. — Hogar de empleados y trabajadores. — Residencia de ancianos.

C)

Sanitarios. — Dispensarios. — Consultorios médicos. — Farmacias.

D)

Recreativos. — Jardines. — Terrenos de juego. — Salas de espectáculos.

(1) U n párroco, recibiendo a diario durante ocho horas y destinando a cada uno media hora, sólo llegaría a hablar con 5.000 feligreses en un año.

50

O índice

E)

Comerciales.

F)

Cívicos.

G)

Religiosos. — Templo. — Casa rectoral. — Centro parroquial.

I. SERVICIOS CULTURALES (Cálculos para cada unidad de 6.000 habitantes.) La distribución de la población infantil que consideramos más probable (después de observar la que corresponde al total de España* la de las grandes ciudades y la de los barrios de inmigrantes) es la siguiente: Total de población infantil en un barrio de 6.000 habitantes (de 1 a 14 años inclusive) E D A D E S

a)

° / 0 sob re e l to ta l d e la p o b la ció n

N ú m ero

De 1* 2* 3 a ñ o s ..................

7,5

330

De 4* 5* 6 años ...................

7,0

309

De 7* 8* 9* 10 años .........

7,5

332

De 11* 12* 13 y 14 años ...

8,0

349

Tótales .....................

30,0

1.320

Guarderías infantiles.

(Su finalidad* la de servir de albergue y cuidado de los niños de uno a tres años in-^ clusive.) El censo nos puede arrojar un número aproximado de 330 niños y niñas de esta edad. No todos querrán beneficiarse de este servicio* aunque sí la mayoría* por tratarse de una zona residencial alejada de los lugares de trabajo y por no ser frecuentes en nuestro país las «guarderías de fábrica». Por la misma razón* y por quedar lejos de los lugares 51

O índice

de trabajo, eliminamos de ellas los niños en edad de destete (cero años), por ser más bien propias de las guarderías de fábrica, ya que son más accesibles a las madres lactantes y requieren, por otra parte, cantinas complementarias para su sobrealimentación en dicho período crítico para la crianza de sus hijos. Hagamos el cálculo para 250 niños: Suele atribuirse un metro cuadrado de construcción por niño. Teniendo en cuenta la necesidad de una sala para los servicios higiénicos, secretaría y residencia para las asisten­ tas sociales, religiosas o personal puesto al frente de la misma, no inferior al número de ocho, necesitamos un espacio vital de 450 metros cuadrados de edificación. Pudiéndose construir en dos plantas, el solar requiere un área de 225 metros cuadra­ dos. A ello hay que añadir el «jardín de la infancia» con el cajón de arena en el centro, etcétera, lo cual requiere casi doble espacio, es decir, unos 400 metros cuadrados. En to­ tal serían unos 625 metros cuadrados necesarios.

Si a la guardería quisiéramos añadir el «parvulario» para los niños y niñas hasta los seis años, entonces tendríamos que modificar los cálculos. Este servicio lo señalamos en el capítulo siguiente. La financiación de su mantenimiento (y quizá, parcialmente, de su instalación) debe­ ría ser arbitrada también por los organismos oficiales, por las empresas donde trabajan las madres, por las familias de los niños y por entidades que suelen prestar tales servicios, tales como las Cajas de Ahorro, etc. Los servicios complementarios que debería proporcionar la guardería son:

b)

1)

Revisión médica periódica de los niños (con prestación gratuita de medicamentos).

2)

Cantina maternal suplementaria para las madres lactantes más necesitadas.

3)

Desayuno, merienda y almuerzo para los niños, sufragado por los interesados.

Escuelas Je párvulos, elementales y Je perfeccionamiento.

El censo puede arrojar la cifra de 309 párvulos (de cuatro a seis años) y de 330 niños y niñas de siete a diez años y de 349 de once a catorce años.

Párvulos. Requieren la construcción de un edificio aparte, contiguo a las escuelas. Su número, a razón de un metro cuadrado de espacio por niño, además de la vivienda de los 6 maes­ tros, precisa de un espacio vital de 600 metros cuadrados. Puede construirse en tres plantas y ocuparía un área de edificación de 200 metros 52

O índice

cuadrados, además del espacio correspondiente para terreno de juego, que se calcula de doble dimensión, es decir, de 400 metros cuadrados. El total de área necesaria sería, pues, de 600 metros cuadrados.

Escuelas elementales. Para el total previsto de 681 niños y niñas de siete a catorce años se precisan dos grupos escolares, de 276 niños en uno y otro tanto para las niñas, pues es de suponer una deducción de 129 por las bajas que se producirán entre los de trece y catorce años. Una edificación de cuatro pisos, comprendiendo, además de las aulas, las viviendas para maestros y maestras, secretariados y cuartos de aseo, calculando a razón de un metro cuadra­ do por alumno, significa un espacio total de 750 metros cuadrados de superficie por cada grupo escolar, ocupando un área de unos 200 metros cuadrados. Ambos grupos, pues, ne­ cesitan 400 metros cuadrados de edificación, en conjunto. El área para terrenos de juego para ambos grupos (que suele calcularse a razón de 3 metros cuadrados por alumno) sumará 1.650 metros cuadrados (825 m.2 para cada grupo). Para las clases de perfeccionamiento nocturnas o en horarios extra podrán ser utiliza­ das las mismas aulas escolares. Para su financiación y funcionamiento habrá que acudir a los convenios existentes entre el Municipio y el Ministerio de Educación, sin olvidar las aportaciones de la Comi­ sión de Urbanismo, de los Patronatos escolares de suburbios, del Gobierno Civil y del Ins­ tituto Nacional de la Vivienda, con referencia a la dotación para los maestros.

Escuelas de formación profesional y de Enseñanza Media. (A construir de acuerdo con el plan total de la ciudad.)

II. SERVICIOS SOCIALES a)

Ceñiros Sociales.

Llamados también «Centros de Ayuda M utua Social», son una fórmula que demuestra ser muy eficaz y que adquiere sus propias modalidades en cada país. Sólo la entidad cons­ tructora italiana INA-CASA ha construido más de 300 entre sus grupos de viviendas. Podrán establecerse en ellos los siguientes servicios: 53

O índice

— Café-bar (restaurante), con varios departamentos ligeramente separados entre ellos, aptos para celebrar las reuniones de los diversos clubs y entidades que irán surgiendo con el tiempo. — Salón de espectáculos para la celebración de las asambleas de vecinos, concier­ tos, cine-club, exhibiciones escolares, exposiciones, conferencias, etc. — Escuela del hogar para señoritas y consultorio del hogar para mujeres casadas. — Academia cultural para jóvenes y adultos. — Biblioteca popular (con sala de lectura adjunta). — Oficinas diversas para la organización de clubs deportivos, grupos corales, acti­ vidades de tipo profesional y de carácter recreativo-cultural. Oficinas para servi­ cios mutualistas diversos (sirvientas...), para servicios cooperativistas (banca popu­ lar de crédito, etc.) (Para las cooperativas de consumo sería mejor disponer de otros locales, apar­ te del Centro Social, adquiridos en subarriendo por la entidad cooperadora, que tendría tan sólo su sede central en una de las oficinas del Centro Social.) El dispensario local, auxiliar del municipal del barrio, podría localizarse en la primera planta del Centro Social. En la parte superior del edificio debería habilitarse la vivienda para la Asis­ tenta Social, administradora y coordinadora de todas las actividades del mismo. El área del solar para la edificación del Centro Social necesitaría, por lo menos, de unos 400 metros cuadrados, y su planta baja debería ser habilitada en su mayor parte para el salón de espectáculos.

b)

Residencia de obreros y empleados.

Para una ciudad contigua a Madrid, lugar de afluencia de una masa de jóvenes in­ migrantes solteros de ambos sexos, sería oportuno reservar un espacio para la construcción de una o dos residencias para tales grupos (una para cada sexo). Para un barrio de 6.000 habitantes habría que calcularlo con capacidad para un cen­ tenar de residentes. Ello supondría una superficie total de 1.000 metros cuadrados inclu­ yendo, además de los dormitorios, el comedor común, una sala de estar y la residencia para el servicio de los mismos. Esto supone una construcción de cinco plantas, con un área de 200 metros cuadrados. Su financiación habría que resolverla en colaboración con los Centros de trabajo de los mismos y quizá también con la Obra de Protección de Menores, que reserva fondos para la construcción de Casas de Familia.

54

O índice

c)

Residencia de ancianos.

Un barrio de 6.000 habitantes contiene* por lo menos* un 7 por 100 de ancianos de más de sesenta y cinco años. Es decir* una cifra aproximada de 420. Entre ellos los habría que* por incompatibilidades de convivencia con sus familia­ res* o por carecer de ellos* necesitarían de una residencia (1). Se calcula que su número asciende al 5 por 100 del total de los mismos. Sería* pues* necesario habilitar una residencia para unos 84 ancianos entre ambas pa­ rroquias-barrio. Precisaría una superficie de 440 metros cuadrados para ambos grupos (in­ tegrando los dormitorios* 2 comedores* servicios y residencia del personal necesario para su cuidado). Mejor que la residencia constara de dos unidades* aunque la del personal a su servi­ cio fuera común. La edificación* en tres plantas* ocuparía un área de 280 metros cuadrados. Su financiación podría lograrse con la ayuda económica de la Caja de Crédito popu­ lar del barrio* de las Cajas de Pensiones y Ahorros para la vejez* allí establecidas* del Mu­ nicipio* de la Diputación y de la propia CARITAS.

III. SERVICIOS SANITARIOS a)

Dispensarios.

Aparte del Municipal de la ciudad (a construir) serán necesarios* para cada grupo de 6.000 habitantes* un par de ellos. Podrían utilizarse* o bien algún departamento del Centro Social* o bien* mejor aún* alguno de los bajos destinados a tiendas en el sector comercial. Los servicios que deberá prestar serán los de vacunaciones* geriatría* primeras curas y los de carácter asistencial público* maternidad, etc. Los de puericultura podrán ser debidamente atendidos por los servicios complemen­ tarios de las guarderías infantiles ya reseñadas.

b)

Consultorios médicos. A cargo de médicos particulares* quienes se procurarán su propia clientela. En un mismo consultorio podrían prestar sus servicios varios médicos.

(1) De lo contrario, se da el caso frecuente de establecerse contratos entre ellos y alguna fami­ lia que les cuida* esperando heredar la vivienda a su muerte.

55

O índice

Las mutualidades y agrupaciones sanitarias de los vecinos del Centro Social podrían servirse de algunos bajos del sector comercial (tal vez, anejos al Dispensario, o bien en el propio Centro Social). Un médico se halla totalmente ocupado con 2.000 personas. Precisan, por lo tanto, tres médicos para cada Parroquia. Los servicios de especialización habrá que estudiarlos en un plan más general. Entre las especializaciones más esenciales cabe destacar el servicio de los odontólogos. Se requieren varios, pues sólo de cada 1.000 niños de tres a catorce años se calcula que 600 necesitan de un dentista. (Cálculos efectuados recientemente por servicios de las Na­ ciones Unidas.)

c)

Farmacias.

Se calcula que hace falta una farmacia para cada 3.000 habitantes. Más de dos farmacias para cada Parroquia serían, por lo tanto, innecesarias. Recientes disposiciones regulan en España las distancias entre farmacias. Se dispone a razón de una por cada 4.000 habitantes.

IV. a)

SERVICIOS HIGIENICO-RECREAT1VOS

Jardines.

(Ya están suficientemente previstos en la urbanización.) Su conservación planteará problemas educativos, que deberán ser resueltos por la Jun­ ta de Vecinos del Centro Social de cada sector (1).

k)

T«rrenos Je juego.

(Ya previstos en la urbanización general, pero no en la parcial de cada grupo.) Se calculan unas 450 áreas para cada 1.000 personas.

c)

Salas de espectáculos. Precisan cines, salones de baile y de recreo.

(1) Se observó cómo a los pocos días de la inauguración de algunos grupos de viviendas en Barcelona se había acabado con el césped de los espacios verdes y los peces de sus estanques...

56

o índice

Para una sala de cine de 800 personas (ya suficientemente rentable) hacen falta unos 700 metros cuadrados y se exige un desembolso de cerca de 3 millones de pesetas. Su explotación en plan de arrendamiento, por la Junta del Centro Social, com­ binado con la Entidad constructora, podría reportar pingües beneficios en vistas al futuro sostenimiento de las obras sociales de la Comunidad de barrio.

V. SERVICIOS COMERCIALES a) Zona comercial del barrio. Esta debería quedar centrada, todo lo posible, en determinados sectores, con el fin de facilitar el acceso de las compradoras. Y, a ser posible, alrededor de la plaza principal. Fruto de algunos estudios realizados en este sentido, se puede consignar que un ba­ rrio de 6.000 habitantes podría estar constituido por unas 112 tiendas, de las que 52 esta­ rían destinadas al ramo de la alimentación; 22, al equipo doméstico; 16, a indumentaria; 14, al cultural, deportes y diversiones; 6, al sanitario, y 2, al transporte (1). La experiencia aconseja dotar las tiendas con vivienda aneja. b) Zona comercial de la ciudad satélite. La ciudad deberá disponer, para su conjunto, de una zona comercial propia para aque­ llos artículos de uso no diario, tales como almacenes, bazares, artículos de lujo y confort, etcétera, etc.

VI. 1)

SERVICIOS RELIGIOSOS

E l templo parroquial.

Para una parroquia de 6.000 habitantes, la Comisión Pontificia de Arte Sagrado de­ termina una superficie de 600 metros cuadrados para el templo parroquial, a razón de 0,10 metros cuadrados por habitante. Los distintos cálculos hechos por nosotros, ateniéndonos a las necesidades que la rea­ lidad de la práctica religiosa normal en nuestro país podía exigir, coinciden con aquella cifra. (1) Según Stein, para una ciudad americana de 3.000 habitantes precisaba reservar 13.150 pies cuadrados de espacio para el equipo comercial, contando con un gasto anual, por habitante, de 8.300 pesetas, aproximadamente.

57

O índice

Podríamos deducir un 14 por 100 de no obligados, con lo que nos quedarían todavía 5.160 posibles practicantes. Calculando como cifra tope de asistencia a la Santa Misa un 40 por 100 (?) (1), y ateniéndonos a que ciertas Misas absorben el 30 por 100 de los mis­ mos (2), cabría disponer de capacidad suficiente para 626 plazas. Con cierta previsión, pues, para actos de una mayor concurrencia simultánea de los fieles (aunque para algunos de ellos podría utilizarse el espacio libre situado frente al tem­ plo parroquial), precisarían, por lo menos, las siguientes dimensiones: 600 metros cuadrados para los fieles, más otros 200 para espacios accesorios, tales co­ mo baptisterio, sacristía, pasillos, presbiterio, etc. Total, 800 metros cuadrados.

2)

L a C asa Parroquial.

Debe comprender: Vivienda para los sacerdotes adscritos al servicio de la Parroquia y locales, donde puedan hallar cobijo las asociaciones de apostolado seglar y cultual de la misma (A. C., asociaciones piadosas, catecismo parroquial, etc.). Referente al Apostolado Seglar en general, conviene distinguir perfectamente cuál es la misión de los Centros Sociales y la de los lugares de reunión de aquéllos» en la Casa Parro­ quial. En éstos recibirán la capacitación oportuna los militantes, que deberán actuar luego como levadura en la acción social y apostólica a desarrollar a través del Centro Social y de todo el conjunto de actividades sociales, mutualistas, deportivas, culturales, etc., del barrio. Su misión consistirá en ser los mejores elementos para hacer más eficaz la marcha de todos los servicios sociales del barrio, de su profesión, de las agrupaciones familiares y de su futura acción cívica. La reserva de unos 160 metros cuadrados será suficiente para la edificación de la misma en varias plantas. Aunque la residencia de los sacerdotes (dos o tres según las disponibilidades diocesa­ nas) esté prevista en su respectiva Casa Parroquial, no obstante, para los servicios com­ plementarios de labor de equipo, que será necesario establecer entre las diversas Parroquias que irán surgiendo en la ciudad satélite, se procurará establecer, en la futura Parroquia Arciprestal, el centro adecuado apto para Biblioteca común eclesiástica y lugar de convivencia, on el que se pueda elaborar una acción conjunta y centralizar ciertos servicios religiosos co­ munes a la ciudad. (1) Si, atendiendo al posible bajo número de practicantes con que nos encontraremos al princi­ pio, se rebajase la proporción, daría lugar a u n grave problema, al dificultar la absorción de un mayor número de fieles, en el caso de que la escasez de clero obligase a reducir el número de misas, e impediría la afluencia de grandes masas de fieles en actos y días señalados. (2) Las encuestas realizadas hasta el presente nos revelan que ciertas misas absorben del 25 al 30 por 100 de los practicantes. (Vide «M ataré», de R. Duocastella, y las encuestas llevadas a cabo en las diócesis de Valencia y Segorbe, entre otras.)

S8

o índice

RESUMEN DE LOS ESPACIOS EDIFICABLES Y AREAS DE TERRENOS NECESARIOS PARA C A D A G R U P O D E 1.250 V IV IE N D A S

S E R V I C I O S N úm ero d e a s is tid o s

Guarderías. .......................

S u p e rficie to ta l 0)

T erreno n e c e s a r io

A rea d e te r re n o n o e d ifica b le (p a tio s, e tc .)

PA R A L O S D O S

M .2 d e te r re n o n e c e s a r io

G R U P O S : 2.500 V IV IE N D A S

M .2 n o e d ifi­ c a b le s (p a tio s , e tc .)

T o ta l e s p a c io

T o ta l a s is t id o s

250

450 m. 2

225 m. 2

400 m. 2

450

800

1.250

m .2

500

Parvularios...............................

309

600 m .2

200 m .2

400 m .2

400

800

1.200 m .2

618

Escuelas elementales............

276 276

375 m .2 375 m .2

200 m .2 200 m .2

825 m .2 825 m .2

400 400

1.650 1.650

2.050 m 2 2.050 m .2

552 552

800



800 m .2



2.000 m .2

...

Centros Sociales........................



Residencia obreros .......................... Residencia ancianos....................... Dispensario....................... ...............



400 m .2



100

1.000 m .2

200 m .2



2.000

42

220 m .2

140 m .2



280



800 m .2



1.600





200

m .2

84

1.600 m .2

12.000

280

Alquiler T ie n d a 7 x 1 4 T ie n d a 7 x 1 4

Consultorio médico.......................... Templo parroquial.......................... ..

Idem

Id em Id e m

6.000



Casa rectoral. .......................... To

y» 'O

(1)

t a l e s ................................

320

160 m .2 3.020 m á s 4 tie n d a s 7 x 1 4

2.525 m .2

2.450 m .2

T én g ase en c u e n ta q u e m u ch o s de esto s edificios c o n sta rá n d e varias p la n ta s.

6.650

320 m .2 4.900

11.550 m .2

índice

La misión Je la Asistenta Social en los i ■. i nuevos grupos de viviendas

Por Mlle. De HURTA­ DO, Directora de la Federación de Centros Sociales de Francia.

La señorita De Hurtado es la Directora de la Federación de Centros Sociales de Francia. Su rica experiencia y sus con­ sejos sobre el trabajo de la asistenta social en los nuevos gru­ pos de viviendas (1) tienen una posible aplicación en Espa­ ña, y bien desearíamos que las empresas constructoras, tanto oficiales como privadas, comprendieran todo el alcance que supone, en bien de su propia economía, la utilización de este personal especializado. La A. s. tiene una gran mision en el acondicionamient© de las ciudades,

La Asistenta Social tiene un campo de acción muy ímpor-

, , . , , , tante en el acondicionamiento de las ciudades, como de­

tectara de las necesidades y deseos de la población, para lo cual pone a contribución su preparación técnica, que la especializa en la dirección de encuestas, en la investigación social y en el estudio psicológico de las gentes. Por regla general, los urbanistas se han ocupado de crear grandes grupos de viviendas teniendo en cuenta el espacio, la luz, el aire; pero han menospreciado el aspecto humano de estos grupos.

y , no obstante, desde el punto de vista del servicio social, ., , . , . . la creación de estas grandes colmenas encierra una sene de problemas. Estos son de dos tipos: los urgentes y aquéllos cuya resolución admite cierta demora.

puesto que este abarca una serie de problemas humanos:

,

l.°

PROBLEMAS URGENTES

Al dejar su barrio para instalarse en una vivienda, que es, desde luego, un gran beneficio para ellas, pero que las desarraiga de su medio, las familias sufrirán cargas materiales, tal vez muy pesa­ das: aumento del precio del alquiler, compras de mobiliario, casi siempre necesarias;

de orden MATERIAL,

(1) Conferencia pronunciada en las «Jornadas de Estudio del equipamiento Social de los nuevos grupos de Viviendas», París, 1957, y que la autora ha permitido amablemente que fuera publicada en esta revista.

61

O índice

gastos de traslado, de instalación... El primero de los problemas con que se encon­ trarán será, pues, un problema material. A ello habrá que unir, muchas veces, el aumento del precio de los transportes e incluso, probablemente, del coste de la vida. Y aquí se evidencia la importancia del centro comercial del grupo, puesto que, sin él, el coste de la vida subirá, alrededor de nuestras ciudades, de una manera inquietante; y no es raro ver organizarse verdaderos mercados ambulantes donde se venden los artículos, a precios exagerados, a gentes que no pueden comprarlos en otro sitio.

Frente a estos problemas materiales, tan agobiantes y difíciles de resolver, hallamos, empero, problemas psico­ lógicos. Después de la euforia que produce la entrada en el nuevo hogar, limpio, sano, confortable, coquetón, tan diferente de la barraca o del hacinamiento de la casa com­ partida con otra familia (en armonía más o menos perfecta), surge pronto la decep­ ción de sentirse lejos de todo. De súbito, uno se siente desarraigado, echa de menos sus anteriores costumbres, los vendedores habituales, la portera, los amigos... La madre de familia, sobre todo, se siente paulatinamente aislada, casi perdida y sin recursos de ninguna especie. El padre cuenta con la distracción que le proporciona su trabajo, en donde halla a sus camaradas; pero la madre, que se queda en casa, frente a las dificultades materiales, faltada de los contactos con los vecinos, termina por sentirse extraña y muy sola.

de orden PSICOLOGICO

y de

Además, en otro orden, encontrará dificultades de tipo moral: el cuidado y educación de sus hijos. Antes, con frecuencia se había visto obligada a dejar a sus pequeños en una guardería, guarde­ ría de que ahora no dispone en el nuevo ambiente. Otras veces reñirá con sus hijos, a los cuales, antes, por falta de espacio, se había visto obligada a dispersar, pero que ahora no podrá descuidarlos y, por primera vez, deberá hacer frente a su tarea edu­ cativa y ocuparse de ellos. Estos problemas y otros parecidos han sido observados repetidas veces por las Asistentas Sociales... Estos figuran entre los que requieren una atención inmediata y unos medios que podemos calificar de «urgentes».

orden m oral.

¡Qué puede hacer la Asistenta Social ante estos problemas! Para resolver los primeros contamos con la colaboración sindical y de las empresas;

p ara resolver los problemas materiales, los préstamos labo,

,

.

.

,

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rales pueden constituir una ayuda. Por otra parte, las em­ presas suelen conceder rambién préstamos que faciliten el traslado y la compra de mobiliario. ¿Cómo ponderar suficientemente la importancia de estas ayudas, que tantas veces han evitado una catástrofe?

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pero, para que sean eficaces, precisa que la A. S. enseñe a las usuarios a utilizarlos con tino,

No obstante, para que tales medidas sean eficaces es pre­ .

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0

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C1S0 Que la Asistenta Social las haga comprender a los usuarios y procure su recta aplicación. Conviene, asimis­ mo, que a estas medidas se una la comprensión, por par­ te de las familias, especialmente en lo que se refiere a orientaciones respecto a gastos y compras. Las familias a las que solemos asistir—cualquiera que sea su categoría— no siempre han reflexionado suficientemente sobre su presupuesto, y raramente lo tienen bien equilibrado. Basta que los vendedores hagan brillar ante sus ojos cual­ quier objeto que les tiente, y en especial aquéllos de los que se han visto privados durante largo tiempo, para que se enzarcen en deudas que, durante años, gravarán su presupuesto y que, si surge una enfermedad o pérdida de trabajo, acarrearán una catástrofe familiar. Así, pues, la Asistenta Social tiene un importante papel.

Es preciso, antes del traslado, explicarles lo que va a . , . . . . suponer; inducirles a evitar compras excesivas, evitar la aglomeración de compras a crédito; tratar de orientarles sobre la manera más lógica de sacar mejor partido de las cosas, aunque sea buscándoles una ayuda. Esto es lo que se ha hecho en la región parisiense, donde, gracias a los servicios sociales y domésticos de los Subsidios Familiares, y con la colaboración de Asistenías Sociales del sector y de Asistentas de Empresa, se ha conseguido una red de servicios sociales destinados a aconsejar a tales familias antes de verificar su traslado.

ya antes traslado.

de efectuarse

el

En las nuevas viviendas, el trabajo desde el punto de . . , , . . vista material debe ser continuado: instalación en la nue­ va casa, organización del acondicionamiento interior, decoración, utilización correcta de los modernos aparatos puestos a su disposición (y no sólo de los baños y WC, sino de muchas otras cosas). He oído contar que en viviendas dotadas con calefac­ ción central por radiadores, algunas familias abrían las válvulas para tener agua caliente constantemente... Y esto se repite hasta el infinito en todos los dominios: se agujerea la pared con clavos para que entre el sol... Dejan caer el enyesado por no saber taponar un orificio...

Una vez instalados en la nueva vivienda

hay que ensenarles a disfrutarla convenientemente.

Esta educación, necesaria para saber utilizar material, , . . t ... ,, ^ , mente la moderna vivienda, es indispensable. Es lo que se ha intentado hacer al instalar viviendas-piloto y consejeras domésticas en un cierto

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número de inmuebles de la circunscripción parisiense. Allí, los Subsidios familiares han jugado su papel, que es un papel familiar, procurando a las familias consejos, advertencias y, aún más, el apoyo de auxiliares familiares que, en los casos difíciles, ayudan a la madre de familia a hacer frente a sus dificultades de instalación.

Asimismo, a la A. s. toca mejorar el clima psicológico del grupo,

Otro tipo de ayuda, tendente a mejorar el clima psicoló. « ■ , gico, puede ser aportado por otros grupos: me refiero a todos los que forman parte de la localidad en la que se implanta el nuevo grupo de viviendas. Las viviendas están, de hecho, adscritas administrativamente a un Municipio; si éste es pequeño, no ofrece muchos recursos; si es importante, tiene ya los servicios muy sobrecargados. Siempre que en este Municipio una asociación familiar, una asociación de barrio cualquiera, parroquial, escolar, deportiva o cultural, se interese por la vida y la llegada de nuevos vecinos, creo que vale la pena animarla a rendir un servicio de recepción.

Si los vecinos antiguos de la localidad, prevenidos de la

animando a los antiguos hahitantes a acoger cordialmente a los organización industrial y suelo, queda en pie el aspecto puramente económico de la vivienda reducido a los siguientes términos simples: «la capacidad económica de la mayoría de los españoles no les consiente pagar la vivienda que necesitan.» Desechando la solución de una subida de sueldos, por ser un dato incierto, estudia el posible abaratamiento del coste técnico de la vivienda, concluyendo que la econo­ mía que puede conseguirse por este procedimiento representa, como máximo, un 25 por 100 de los costes medios actuales.

V IV IE N D A Título:

La

c r is is

d e ]a

v iv ie n d a .

S e m a n a s S o c ia le s d e E s p a ñ a . X IV

S e m a n a .— B u r g o s , 1 9 5 4 .

S e c r e t a r ia d o P a la c io

Fecha:

de d e la

la

J u n ta

N a c io n a l

de

Sem anas

S o c ia le s .

C r u z a d a . C o n d e B a r a ja s , 1.

M a d r id , 1 9 5 4 .

Volumen integrado por las lecciones y conferencias pronunciadas en la Semana Social de Burgos de 1954. Trabajos de muy diverso valor que estudian todos los aspec­ tos posibles presentados por el problema de la vivienda: estado de la vivienda y déficit existente, intervención del Estado, aspectos jurídicos y administrativos, las causas del problema, los aspectos económicos y financieros, los aspectos sociales, etc., etc. Aunque los hechos han cambiado mucho desde entonces, por la nueva legislación,

V IV IE N D A Título:

C iu d a d e s , u r b a n is m o

Autor:

C a sa s T o r r e s , J . M a n u e l.

R evista:

N u e s tro

F echa:

E n e ro

y g e o g r a f ía .

T ie m p o .

1959. N ú m . 55.

Artículo dividido en cuatro puntos, en los que el autor pone de manifiesto: l.° El gran interés que el urbanismo ha despertado actualmente en España, ya que estamos en los albores de este gran problema que, con anterioridad, tuvie­ ron que resolver las grandes ciudades que consideramos dentro del área de la cultura occidental. La complejidad de los problemas urbanísticos no son exclusivamente técni­ cos, sino que compete a todos, y de manera especial a los geógrafos. • 2.°

Funciones de la ciudad y su distinto radio, ya sea mundial, nacional, regional

¡O índice

En consecuencia, estudia con todo detalle el plan nacional de la vivienda adoptado por el Gobierno español a base de primas, subvenciones y exenciones a la construcción de viviendas modulares, con el fin de reducir los costes económicos y apoyar la capa­ cidad de compras de las familias españolas.

por la intensificación y modalidades de la construcción, e incluso los estudios mismos de este problema se han multiplicado en los últimos años, este libro contiene muchos datos y sugerencias aprovechables para aquellas personas interesadas en la materia.

o local, y que puede ser función de orden exterior o interior. Preferencia que vulgarmente se da al ordenamiento de la ciudad desde el punto de vista mor­ fológico. 3.° División de nuestras ciudades en compensadas, en equilibrio, muertas y con­ gestivas, según su crecimiento e incorporación a la marcha del progreso de la técnica. Urgencia de una estructuración nacional en sus rasgos esenciales. 4. ° Necesidad de un equipo de hombres capacitados que se dedique a estudiar e investigar acerca del urbanismo de nuestras ciudades, en cuyo equipo es imprescindible la presencia del geógrafo.

VIVIENDA

Título: A utor:

H a r m o n ie H o u is t ,

f a m ilia le

et n o rm e s

de

lo g e m e n t .

G uy.

S a u v e g a r d e d e E e n fa n e e .

Fech a :

A v r il, 1958.

En este artículo, el autor, después de dar cuenta de los resultados obtenidos en estudios sociales sobre la vivienda, se levanta contra el adormecimiento que de una parte a acá se observa en su país por lo que toca a la confección de unas normas adecuadas sobre la materia, estimando que la solución del problema de la vivienda para familias muy numerosas reside únicamente en la construcción de cinco y seis piezas y en una seria mejora de las normas, que no han cesado de decaer desde 1947. Por otra parte, los estudios de la Unión Internacional de Organismos Familiares han pedido judicialmente que las viviendas que acojan más de ocho personas com­ prendan una superficie suplementaria para usos varios (taller, sala de juego, una segunda sala de estar, etc.), haciendo posible la separación de una zona de ruido de otra de relativo silencio.

V IV IE N D A Título:

L o g e m e n t e t e q u ilib r e

Autor:

C a illo í , R .

Fecha:

li u m a i n .

E e o n o m ie

e t H u m a n is m e , N ú m .

M a i - J u in ,

1959.

1 1 8 , v o l. X V I I I .

Artículo ameno e interesante en el que el autor trata separadamente de proble­ mas, como fruto de una muestra en algunos distritos de París y ciudades francesas. La distribución de las diversas dependencias de un piso, teniendo en cuenta los fines del mismo en relación con las necesidades familiares y la buena marcha de un hogar. Principalmente destaca las facilidades que debe ofrecer respecto a la educación de los hijos. En la segunda parte comenta, extrayendo al fin unas conclusiones, las cualidades sociológicas y humanas con que deben estar construidos los barrios y bloques de viviendas, previendo la construcción de lugares de esparcimiento para los niños,

V IV IE N D A Título:

En

c o n s t r u is a n t s o n g e - t- o n s u f f is s a m m e n t á E i i t i l i s a t i o n

et

á l ’ e n t r e t ie n ? C. I . L . N o v e m b re , 1 9 57 .

Dos artículos abordan esta cuestión: publicación de los primeros resultados de la encuesta del C. I. L. de Burdeos confiada al Centro de Estudios de Grupos Sociales y consagrada a «La vivienda y el comportamiento de las familias en tres nuevos barrios de Burdeos» (características socio-económicas de las familias estudiadas, la vida familiar dentro de la vivienda, las condiciones de la actividad hogareña de la mujer, el lugar de los niños en la casa, la vida del hombre en la misma, las comidas y las estancias en familia). Esta encuesta, muy detallada, permite sacar algunas conclusiones instructivas sobre la utilización y la convivencia en los inmuebles. Un segundo artículo aborda los problemas prácticos de concepción, de gestión y de conservación de los inmuebles y ofrece numerosos ejemplos de lo que se debe prever y lo que se debe evitar, tanto desde un punto de vista económico como aten diendo a la salud y bienestar de los habitantes, en particular la célula familiar.

escuelas, equipos de servicios públicos que favorezcan el buen desarrollo de la vida vecinal, y rechazando como pernicioso todo lo que induzca a la separación de clases. En particular, el barrio debe ser concebido para la población concreta que lo vaya a habitar.

o índice

VIVIENDA

T ítu lo :

P r o b le m a s s o c ia le s d e la c o n s t r u c c ió n d e v iv ie n d a s .

Autor:

M a rtín e z

M a r i,

C o n f e r e n c ia m o t iv o

Fecha:

Jo s é M a r í a .

p r o n u n c ia d a

d e n tro

d e l c ic lo

o r g a n iz a d o

con

d e l D í a M u n d i a l d e l U r b a n is m o .

B a r c e lo n a , 1 4 n o v ie m b r e

1957.

El conferenciante hace una síntesis de los equipos y servicios necesarios para un grupo de 600 viviendas, emplazado en la periferia de una gran ciudad, tipo Madrid o Barcelona, y habitadas por familias de escaso nivel económico, de reciente inmi­ gración. Con clara visión del grave problema de las grandes urbes, en donde viven hacina­ dos muchos miles de seres humanos en grandes bloques de viviendas, señalando las condiciones que han de poseer estas «pequeñas ciudades satélites». Habla de guarderías, escuelas, residencias de ancianos, consultorios, mercados, equipos religiosos, etc. Señala

V IV IE N D A Título:

Á s p e c ts

A utor:

In fo r m a tio n s

Fecha:

J a n v ie r 1 9 5 8 ,

s o c ia u x

du

S o c ia le s

lo g e m e n t . de L ’ U. N . C . A . F .

Este número reagrupa los informes de dos reuniones de estudios: el ciclo europeo de estudios sobre los aspectos de la vivienda, organizado en octubre de 1957, en Sévres, por la Oficina Europea de la Administración de la Asistencia Técnica de las Naciones Unidas y las jornadas de Estudios sobre el equipo social de los nuevos grupos de viviendas, organizados en noviembre de 1957, en París, por el Comité Francés de Servicio Social y de Acción Social. La concepción social del urbanismo y de la vivienda, la lista de organismos de construcción dentro de una política social de la vivienda, la acción por poner las viviendas al alcance de los presupuestos familiares, la acción educativa con vistas a una mejor utilización social de las viviendas son los principales temas tratados en el Ciclo Europeo y presentados en este número.

V IV IE N D A Título:

C ic lo la

d e E s t u d io s E u r o p e o s s o b r e lo s

a s p e c to s s o c ia le s d e

v iv i e n d a .

A utor:

N a c io n e s U n id a s .

Fecha:

G in e b r a , 1 9 5 8 .

Colección de trabajos realizados por especialistas, en una reunión organizada en noviembre de 1957 por la Oficina Europea de la Administración de la Asistencia Téc­ nica de las Naciones Unidas y celebrada en Sévres, en colaboración con el Secreta­ riado del Estado de la Salud Pública y Población con la Escuela Nacional de la Salud Pública. Todos los temas giran alrededor de la concepción social de la vivienda y el urba­ nismo. Tanto los temas como la preparación de los expertos que los han tratado y la visión universal que nos ofrecen hacen recomendabilísima la lectura de este v o lu m en .* ? índice

las condiciones que deben tener con un criterio social y cristiano. Finalmente, plantea dos órdenes de problemas en la construcción de viviendas: unos de carácter técnico, que deben resolver los arquitectos y urbanistas, y otros de carácter social, cuya solu­ ción corresponderá a moralistas y sociólogos.

Las exposiciones y debates de las Jornadas de Estudio del Comité francés abordan, en una segunda parte, los problemas de equipos sociales, planteados ya por las nume­ rosas concentraciones de viviendas levantadas en el medio urbano, ya por los fran­ ceses barrios satélites no integrados al bloque central de la ciudad.

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