APELES Y EL SASTRE DE BERNARD SHAW Por Gustavo Sánchez ...

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APELES Y EL SASTRE DE BERNARD SHAW Por Gustavo Sánchez (Argentina) Usado con permiso ¿Qué quiero, mi Jesús?. . . quiero quererte, quiero cuanto hay en mí, del todo darte, sin tener más placer que agradarte sin tener más temor que el ofenderte. Calderón de la Barca (1600-1681) En la larga nómina de hermanos que menciona Romanos, capítulo 16, aparecen varios nombres, de los cuales nada sabemos. En especial, aparece un tal APELES (v. 10); no podriamos llegar a conocer nada de él, ni su edad, ni lo que hizo, pero la adjetivación del apóstol es muy elocuente para saber qué clase de persona era Apeles, se nos dice que era "APROBADO POR CRISTO". ¿Qué más podría desear un cristiano, por sobre todos los objetivos de la vida? Más allá de cualquier logro, en cualquier ámbito, el anhelo más grande debiera ser llegar a la aprobación de Dios. En la Biblia no se mencionan, como solemos nosotros calificar a los que trabajan, "grandes siervos"; tampoco hay "superhombres", pero encontramos personas comunes, sin ficción, con sus glorias y miserias, que sirvieron al Señor, y él (nada menos) aprobó sus vidas, su conducta, sus motivaciones, lo profundo de sus corazones. Cuando uno piensa en Timoteo, por ejemplo, piensa en un cristiano maduro, alguien que "aventajaba" en su vida espiritual a muchos. Tuvo lo que muchos no han tenido y estaba en un ministerio al que muchos no llegaron. Recibió desde niño enseñanza de la Biblia, bajo la cuidadosa instrucción de su madre y de su abuela. Conoció a Cristo y fue discipulado nada menos que por el mismo apóstol Pablo. Era un delegado apostólico, con la autoridad correspondiente, pastoreaba la iglesia de Éfeso, una importante y trabajadora iglesia. Sin embargo, esto NO ERA GARANTÍA de estar APROBADO por Dios. A él se le dirige la siguiente exhortación: "procura con diligencia presentarte a Dios APROBADO, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad" (2 Timoteo 2.15). El apóstol le dice: a.. PROCURA: si bien la salvacion es por gracia (Efesios 2.8), la aprobación no. Es verdad que la gracia no queda de lado, pero la aprobación hay que procurarla. Ahora bien ¿qué es procurar? El mismo apóstol nos lo graficará más adelante. No sólo le ordena que procure (está en modo imperativo), también dice cómo: b.. CON DILIGENCIA: esto es poniendo empeño, dedicación, verdadero esfuerzo, como dicen los pibes, con todas las pilas. ¿Qué debería procurar y con diligencia Timoteo? c.. PRESENTARSE A DIOS: una clara referencia al tribunal de Cristo (Romanos 14.10, 2 Corintios 5.10); pero podríamos extender el concepto a la cotidianeidad de la vida, presentarse diariamente ante Dios para que él nos apruebe. La "vergüenza" acá tiene que ver con "no usar" bien la Palabra de verdad. Muchos pueden interpretar esta frase "usar bien la palabra" como refiriéndose a una persona que tiene mucho conocimiento, que encuentra rápidamente textos, que puede recitar porciones bíblicas de memoria, o cosas por el estilo. Y si bien estas cosas son importantes para la aprobación de Dios, "usar bien la palabra", tiene que ver más con "hacer buen uso" de la enseñanza de la Palabra, no sólo conocerla, sino vivirla, ser un hacedor de la misma (Santiago 1:25). Si pudiéramos preguntarle a Pablo ¿cómo procuro con diligencia presentarme a Dios APROBADO?, deberíamos saber primero ¿Qué es aprobado?. El apóstol usa acá la palabra DOKIME, que significa haber sido sometido a un examen y "aprobar"; probar la calidad, como los metales preciosos, como el oro, el cual siendo sometido a un análisis, el examinador da cuenta, aprueba, su autenticidad. Esta palabra

DOKIME aparece en la versión griega del A.T. (Versión de los Setenta) por ejemplo en Proverbios 17.3, comparando la prueba de los metales con el juicio de evaluación que Dios hace de los corazones. Seguramente esta idea estaba presente en Pedro al escribir (1 Pedro 1.7): LA PRUEBA DE VOSOTROS, LA FE (textual de Francisco Lacueva). O sea que de la misma manera que el oro se prueba con fuego, la fe nuestra, que en realidad somos nosotros (porque como el hombre piensa, tal es él, dice Proverbios 23.7) es "probada" por Dios. Dios examina nuestra vida a través de las pruebas, para ver la calidad, por así decirlo. Todo el capítulo 10 de 1 Corintios, nos habla de Israel, allí se cuenta su historia y las distintas bendiciones que recibieron, pero también dice que "la mayoría no agradó a Dios". Dios "no los "aprobó". El capítulo insiste en que estas cosas "sucedieron como ejemplo" para nosotros, así que haremos bien en considerar qué cosas NO debemos hacer, pues al hacerlas ellos desaprobaron el examen de Dios. El mismo apóstol temía quedar DESAPROBADO. No temía perder su salvación, pero sí su aprobación, por eso nos da el remedio; él nos explica qué es "procurar con diligencia". Lo dice en el capítulo 9, verso 27 de la misma carta (1 Corintios), Y ESTE TEXTO ES EL QUE DA RAZÓN DE SER A TODO EL RAZONAMIENTO QUE, COMO ILUSTRACIÓN VA A NARRAR PABLO ACERCA DE ISRAEL en el capitulo 10. (leámoslo como una traducción de la frase "procuro con diligencia" ): ... "golpeo mi cuerpo, lo pongo en servidumbre, no sea que yo, habiendo sido HERALDO para otros, venga a quedar ELIMINADO (ADOKIME ). Esta palabra que se traduce eliminado, se podría haber traducido como DESAPROBADO, pues está compuesta por A, que es el privativo (como en castellano a-normal, a-céfalo, etc. ), y DOKIME, que ya vimos significa aprobado. El temor de Pablo se basa en la conducta, por eso habla de "golpear el cuerpo", es una figura muy gráfica del dominio propio, de la persona que se ha disciplinado en base al objetivo de la aprobación de Dios. Durante años se ha interpretado el maltrato del cuerpo, la autoflagelación, como una virtud espiritual que gana el favor de Dios. Pablo no habla acá de eso, habla de dominio sobre los deseos, de autocontrol de las pasiones, de doblegar los sentimientos con el propósito supremo de la aprobación divina. Tampoco hablamos de legalidad, un fariseísmo externo, la cultura del "no manejes, ni gustes, ni aún toques (Colosenses 2.21). Hablamos de disciplina que moldea el carácter. Cierto es que todo es por gracia, que el apóstol decia "todo lo puedo en Cristo". Él nos da el poder para la santidad que Dios aprueba, pero se necesita un acto de entrega de la VOLUNTAD; si no queremos SER SANTOS, NO HABRÁ ningún PODER para lograrlo. Nuestro Dios nos respeta como nos creó: LIBRES. Él no mandará un ángel que impida que pequemos, ni tampoco nos forzará a hacer algo que no queremos hacer. Pero si estamos dispuestos a agradarle, si hay un acto de voluntad de parte nuestra, Dios toma nuestra vida y, como el alfarero de Jeremías 18, la modela con sus manos, sus sabias manos. A través de las pruebas y circunstancias que atraviesa nuestra vida, Dios lleva a cabo su propósito, formar nuestro interior, nuestro carácter, en definitiva de formar a su HIJO, Jesusucristo en nosotros, para ser como él (Efesios 4.13). Para cumplir su propósito en nosotros, Dios se vale de herramientas, como el cincel, en manos del escultor; como por ejemplo las pruebas y el dolor, la disciplina suya como Padre ante nuestras faltas, su Palabra, y el magisterio de su exposición y el control que va tomando sobre nuestra vida, a través de la llenura del Espíritu, de las "riendas" o "timón" que le vayamos entregando para hacer su voluntad. Esto es sobrenatoral, pero no místico; el poder para una vida de santidad pasa por querer SER SANTOS como él es Santo. Quizás el Señor vuelva a obrar con su estremedora justicia, quitando la vida de 23.000 personas, por ejemplo (1 Corintios 10.8); quizás hoy Dios vuelva a tratar con su pueblo eliminando a los ananías y safiras (Hechos 5), No lo sé , pero sí sé que el plan no es éste, porque dice que ya fueron escritas para que nosotros tomemos ejemplo (en griego TYPOS, impresión por golpe), que estas historias nos golpeen, impacten para que no CODICIEMOS cosas malas ni seamos idólatras, ni forniquemos, ni tentemos al Señor como ellos (1 Corintios 6.6-10). El versículo 11 dice claramente que para nuestra amonestación es

que fueron escritas. Veamos ahora las cosas prácticas: 1. LA CODICIA: Dios apunta al interior, al deseo interno. Es una referencia a NÚMEROS 11, cuando el pueblo se cansa de la provisión de Dios, del maná, ese alimento divino que Dios proveía al pueblo durante la peregrinación por el desierto . El pueblo desprecia el maná y añora "el pescado que comíamos de balde"(v. 5). Ellos eran esclavos en Egipto, el pescado que añoraban, eran las sobras de los festines de los egipcios. ¡Cómo es el hombre, desprecia lo que Dios da y anhela la basura de Egipto! Similar es el caso del v. 9 de 1 Corintios 10, donde la referencia es a Números 21.4-9; allí se nos relata un hecho parecido, el pueblo dice: "estamos hartos de este pan tan liviano"; la Versión Popular traduce "esta comida miserable". El punto central es claro y muy aleccionador para nosotros. Egipto es figura del mundo, mundo como sistema, que quiere modelarnos a través de la cultura, las modas e inclinaciones, siempre opuestas a la voluntad de Dios. ¿Cúantas veces deseamos internamente lo que pertenece al mundo? Muchos cristianos sienten una especie de "desprecio" a lo que Dios provee para nuestra vida y anhela, desea, codicia las cosas que pertenecen al "mundo". Bien vale la exhortación de 1 Juan 2.15: "no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo". La disciplina en estos casos fue muy severa, en ambos casos tuvo que ver con la mortandad del pueblo, a través de una peste y de las serpientes mortales que herían al pueblo. 2. NO SER IDÓLATRAS: la idolatría es severamente condenada en la Escritura. Dios no comparte su reinado con nadie. "No tendrás dioses ajenos delante de mí", rezaba el primero de los mandamientos. El texto nos remite a Éxodo 32.6, cuando el pueblo fabrica un becerro de oro para adorarlo. Meditemos hoy si no hay "becerros" en nuestra vida. Cosas, por más que sean lícitas, pero que, al ocupar el lugar que exclusivamente le corresponde a Dios, o sea la primacía, se constituyen en un pecado muy serio porque se transforman en idolatría. La avaricia es llamada así en Colosenses 3.5, pero podemos extender a otros campos el concepto, quizás el trabajo, el estudio, el noviazgo, u otras cosas lícitas, pero que si ocupan el primer lugar en nuestra vida desplazan al Señor de su trono. Lutero decía "todo aquello a lo que se apegue tu corazón, ése es tu dios". El suceso de Éxodo 32.6 suma otro aspecto: el de "divertirse"; lo veremos en el siguiente ítem por su significación, ya que el reproche, según 1 Corintios 10.7 y Éxodo 32.6, es que el pueblo se levantó a "jugar", a divertirse. ¿Dios está en contra de la algarabía? ¿se opone a que los cristianos realicen juegos? ¿qué enseña el pasaje? ¿ de qué juegos habla?. Veamos, dijimos que en Éxodo 32.6 dice que "el pueblo se levanto a "jugar". La palabra que se traduce jugar, o alegrarse, o regocijarse, es la misma palabra hebrea que en Génesis 26.6 se traduce por "acariciaba" a su mujer, connotando un juego erótico, y más claro se ve en Génesis 39.17, donde en boca de la mujer de Potifar, ella mintiendo, dice que José se había llegado para "deshonrarla" a ella. La referencia al acto sexual es clara. Entonces vemos que sumado al pecado de idolatría, y como parte de él, el pueblo se entregó al desenfreno sexual. Acá se unen los mandamientos en el que sigue: 3. NO FORNICAR: la referencia es a Números 25, cuando el pueblo empezó a fornicar con mujeres moabitas, y a través de esto adoraron a los dioses de ellos. La palabra FORNICACIÓN, en el castellano tiene que ver con el sexo ilícito, prematrimonial, pero este concepto restringe la semántica hebrea y griega. Aquella tiene más que ver con la prostitución cúltica pagana y a las orgías que devenían de tales entregas a estas prácticas. Tiene que ver, entonces, con la prostitución tras otros dioses, pero a través de prácticas sexuales desenfrenadas, desordenadas, promiscuas. Y es acá donde cobra nueva significación para nosotros hoy, cuando el concepto de sexualidad se ha pervertido mucho. El sexo es un invento de Dios, un regalo maravilloso que ha dado al hombre para su disfrute, primero; luego, para la procreación y reproducción de la especie. Pero el hombre se ha empeñado en torcer la semántica sexual para que esté en consonancia con sus oscuras pasiones; por eso, el creyente que quiere agradar a Dios, será probado por él; debe cuidar su mente que es donde se gestan los malos pensamientos que llevan a pecados sexuales muy graves. Repetimos, Dios bendijo e inventó el sexo; pero, precisamente por tener él el copyright del sexo, le ha marcado los límites para su disfrute dentro del matrimonio.

4. NO MURMURAR: la referencia acá es a Números 16, a la rebelión del pueblo hacia sus líderes, a la autoridad puesta por Dios. Debemos reconocer en este punto que por naturaleza somos rebeldes a todo tipo de autoridad. Romanos 13 se empeña en marcar que sólo Dios tiene autoridad en sí mismo, pero por eso él la delega al estado, a los líderes de la iglesia, a la familia. De allí que rebelarse a la autoridad es rebelarse a lo instituido por Dios. Él no aprueba ninguna forma de rebelión, salvo la que tiene por objeto el sistema mundo y su aguijón de muerte: el pecado. Sobradas pruebas de ejemplos bíblicos ilustran esto. Pero podemos pensar también que la exhortación es a no murmurar, en el sentido de hablar mal, despectivamente de alguien. Santiago 3 es toda una declaración del daño que se puede hacer cuando la lengua se desata en el chisme y la murmuración. Nuestra experiencia, por otra parte, puede corroborar lo perjudicial que es en las relaciones entre los miembros de una iglesia dar rienda suelta a la murmuración; es como un cáncer que corroe todo el cuerpo local. Debe ser cortada de raíz. La palabra MURMURACIÓN, en griego es PERIERGON, y denota literalmente "hacer una obra alrededor". Así opera el chisme, la murmuración, hace un trabajo en torno, nunca va a la persona, sino a su alrededor. El peligro se agrava al comprobar lo sutilmente que la murmuración accede a nuestro discurso, a nuestras charlas. Debemos pedir a Dios sabiduría para saber cuando estamos entrando en este pecado tan serio y dañino. Noten ustedes los aspectos prácticos de nuestro andar que hemos tratado y que forman el campo de atención del cristiano que busca, que desea la aprobación de Dios. Hablamos de la codicia, los deseos y anhelos internos, la inclinación del corazón, la correcta expresión de la libido, nuestra energía sexual y el peligro de caer en inmoralidades, el inconformismo con lo que Dios nos da, la murmuración, el chisme, etc. por eso 1 CORINTIOS 10.12, dice: "el que piense estar firme mire que no caiga", lo podríamos parafrasear más o menos así : "el que quiere ser aprobado, procure diligentemente, como lo enseña Pablo con su ejemplo, ante el temor de quedar desaprobado, disciplínese, domine su cuerpo en estas áreas en las que el pueblo de Israel falló, y no fue aprobado". PARA ESTO, ES SUMAMENTE NECESARIA UNA CONSTANTE REVISIÓN DE CÓMO NOS ESTAMOS MANEJANDO EN NUESTRO DIARIO CAMINAR. Ahora, es curioso el versículo 13, que dice que: "Dios prueba, o tienta (es la misma palabra en el original) NO MÁS de lo que podemos resistir, o sea lo suficiente para modelar el carácter, pero no en demasía como para destruirnos. Vemos una faceta un tanto desconocida del sufrimiento de las pruebas, un propósito que muchas veces olvidamos: que tienen la finalidad provechosa de formar nuestro carácter para alcanzar la santidad necesaria para la aprobación de Dios. El mismo texto contiene una promesa: "Dios dará la salida", a menudo pensamos en la "salida " como la solución a la prueba que estamos soportando; pero no, dice que "Dios dará la salida... para que podáis SOPORTAR". El objetivo de la prueba es que podamos soportarla, no "zafar", sino SOPORTAR, tomados, claro de su mano. Concluyendo, el apóstol Pablo le pide a Timoteo, y nos pide a nosotros que procuremos con diligencia presentarnos "aprobados por Dios". No habla de la salvación, segura en Cristo, sino de disciplinarnos en la santidad para buscar su aprobación. Él mismo se pone como ejemplo, y dice: "golpeo mi cuerpo, lo obligo a obedecerme, me disciplino porque el hecho de que trabaje tanto no es garantía de que Dios me apruebe". El apóstol pone por ejemplo a Israel, para que no cometamos los mismos errores que ellos. Y finalmente nos da el propósito de las pruebas y las tentaciones: soportarlas para formar nuestro carácter en santidad. Decíamos que para esto es menester una constante revisión, un permanente auscultamiento interior. La cena del Señor, entre otros recursos (como por ejemplo este escrito) es un sano ejercicio de autoevaluación. 1 Corintios 11.28 reza: "Cada uno pruébese a sí mismo. . . y beba". Deberíamos aprender del salmista: "Pruébame, oh Dios, conoce mi corazón." (Salmos 139.23-24). Es de sabios examinarse, autoevaluarse, ver como andamos. Un día, al famoso dramaturgo Bernard Shaw le preguntaron quién era, a su juicio , la persona más sabia. Sin dudarlo ni un instante, él afirmó "La persona más sabia que conozco

es mi sastre..., porque él siempre está tomándome las medidas". El sastre no se confiaba de haber tomado las medidas en otra oportunidad, las volvía a tomar para confirmarlas. No se jactaba de tener todo resuelto y temía no ser efectivo; por eso corroboraba cada vez para ver si todo estaba correcto. Comprobaba periódicamente que todo estaba bien PARA NO COMETER ERRORES. Quiera el Señor bendecirnos para que el Espíritu Santo aplique estos conceptos y revisemos cómo andamos, para crecer en santidad y nos apruebe al examinarla. Que nuestra oración sea ¡Quiero ser aprobado por vos Señor, me entrego para que me modeles para agradarte!. Quiero que ése sea el objetivo máximo, ante el cual TODO pasa a ser secundario. Amén. Usado con permiso. Tomado de la revista "Momento de Decision", www.mdedecision.com.ar ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.