Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne - ObreroFiel

Anhelamos ver al Espíritu Santo transformar las vidas de los miembros de nuestras iglesias. Queremos disfrutar una cosec
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Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne Contribución

A veces como líderes nos sentimos desanimados en el ministerio porque no vemos como quisiéramos

la mano de Dios trabajando. Anhelamos ver al Espíritu Santo transformar las vidas de los miembros de nuestras iglesias. Queremos disfrutar una cosecha de almas de los perdidos que viven en las vecindades alrededor de nuestras iglesias. Pero en vez de ver a Dios trabajar así, enfrentamos problemas y derrota. Es fácil para el líder espiritual enfocarse en las victorias de otros líderes o iglesias y preguntar, ¿por qué no está pasando en mi iglesia? Recordemos lo que dice Pablo en Gálatas 5:16-17. Estamos en medio de una batalla fuerte. Es una batalla que no se ve físicamente con nuestros ojos, pero sí es real y feroz. A veces no hacemos lo correcto porque dejamos que nuestros deseos carnales estorben lo que el Espíritu Santo quiere hacer dentro y a través de nuestras vidas. El consejo de Pablo es de reconocer los deseos carnales y tomar una decisión firme de no seguir estos deseos. Esta batalla está sucediendo en nuestras vidas personales y también puede existir en nuestros ministerios. Pues, Satanás usa los deseos variados de nuestra naturaleza pecaminosa para atraparnos. El quiere ver a los creyentes viviendo y trabajando en sus propias fuerzas, siendo influenciados por sus propios deseos carnales, en vez de ser iluminados y recibiendo poder por medio del Espíritu Santo. Satanás sabe que Dios ha juntado un gran ejército de creyentes hoy día en todo el mundo que pueden ser embajadores eficaces en diversas comunidades. Pero también reconoce que estos “soldados” están distraídos por las cosas materiales, desanimados por tratar de hacer algo para Dios en vez de dejar a Dios trabajar a través de ellos, divididos entre ellos mismos por celos y conflictos no resueltos, y, muchas veces han olvidado la fuente de su poder para vencer en la batalla espiritual. Estos deseos carnales tristemente pueden reemplazar el lugar que nuestra confianza en la obra del Espíritu Santo debe ocupar en nuestras vidas y ministerios. Por esto, Pablo dice, Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Siendo líderes cristianos, ¿cómo debemos de aplicar este principio en nuestros ministerios? ¿Cuáles son los deseos carnales comúnmente vistos en los pastores y líderes espirituales dentro de nuestras iglesias locales? Debemos evaluar nuestras propias vidas y las bases de nuestros propios ministerios. ¿Realmente estamos dejando al Espíritu usarnos como instrumentos suyos? ¿El poder, la energía y la fuerza de nuestros ministerios vienen realmente del Espíritu Santo? ¿O estamos usando nuestras propias energías y esfuerzos tratando de hacer algo PARA Dios? Es fácil señalar los problemas de otros líderes, pero el enfoque del pasaje que vimos es de evaluar, tomar decisiones, y cambiar nuestras propias vidas. Aquí hay algunas preguntas de evaluación para ayudarnos en nuestra tarea: 1. ¿Cómo tomamos decisiones para el ministerio que Dios nos ha encomendado? ¿Nos basamos en programas y principios desarrollados por otros hombres que han visto éxito, o buscamos aplicar los principios bíblicos a nuestra situación única? 2. ¿Decidimos hacer lo que nos hace ser vistos como buenos por nuestra congregación y las demás iglesias o líderes en nuestras comunidades, o pasamos horas orando y buscando la voluntad específica de Dios para nuestra situación? 3. ¿Solamente intentamos lo que se puede con los recursos que ya tenemos a la mano, o buscamos ejercer fe en Dios y confiar en él para recursos y resultados que solamente él puede proveer? Como líderes del rebaño de Dios, tenemos la responsabilidad de dejar de confiar en nuestras propias habilidades y recursos humanos y llamar a la iglesia de Cristo a esperar con seguridad la obra

transformadora del Espíritu Santo. Él puede y quiere cambiarnos y usarnos para su gloria en su tiempo y de su forma. Reconozcamos y rechacemos nuestra tendencia humana de estar satisfechos con “logros humanos” para él y en fe busquemos su presencia y poder, trabajando a través de nuestras vidas sometidas a él. Las victorias en nuestros ministerios y la transformación de nuestras congregaciones vienen a través de la dependencia total del Espíritu Santo para que él reciba la gloria y honra que merece.

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