Adiós a Olga Guillot, la reina del bolero

13 jul. 2010 - Desde las 15, se presentaron L. B.. Roots, Kooper, Shute Reggae, Avio- nes de Papel, 1000 Mother F.A.C.A.
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Espectáculos

Página 6/LA NACION

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Martes 13 de julio de 2010

MUSICA POPULAR La artista cubana tenía 87 años

Salamanca Rock

Adiós a Olga Guillot, la reina del bolero Murió ayer, víctima de un paro cardíaco en Miami; entre sus éxitos se destaca “Tú me acostumbraste” El último suspiro lo dio en un hospital de Miami, como en una parábola de su destino, tan lejos y tan cerca de Cuba. Olga Guillot murió ayer, víctima de un ataque cardíaco. Tenía 87 años. La reina del bolero, como se la conoció en el mundo de habla hispana, marcó historia en la música cubana de la mitad del siglo XX y tuvo incidencia directa en la proyección y popularización que el género alcanzó fuera de la isla, a partir de creaciones como “Tú me acostumbraste”, “Miénteme” o “La gloria eres tú”. Olga Guillot perteneció a la generación dorada del bolero. Fue compañera de época de artistas, como Bola de Nieve, y receptora directa de la efervescente musicalidad cubana entre 1945 y 1955: por esos años, César Portillo de la Luz escribió “Contigo en la distancia”; José Antonio Méndez creó “La gloria eres tú” y “Novia mía”; en 1952, el maestro Adolfo Guzmán compuso “Profecía”, y Frank Domínguez lanzó “Tú me acostumbraste”. Ninguno contaba con la voz idónea para transformarlos en rotundos éxitos hasta que apareció Olga Guillot. La chica nacida en el Oriente cubano había comenzado de adolescente a trajinar los escenarios de La Habana con el dúo Hermanitas Guillot, que formó con su hermana Ana Luisa y posteriormente se sumó como segunda voz al Cuarteto Siboney, que dirigía Isolina Carrillo. El pianista de ese conjunto, Facundo Rivero, quedó tan impresionado con la voz de Guillot que la presentó al ambiente de los night clubs cubanos en los que actuaban los mejores músicos de la época. Entre el gesto dramático del bolero y la influencia del jazz, el filin cubano ganaba terreno y Olga aparecía como una pionera, abordando un repertorio que era interpretado sólo por hombres en la Cuba de mediados del cuarenta. En 1946 graba una versión en español de “Stormy Weather”, que había popularizado la gran Billie Holliday y el nombre de Guillot empieza a resonar con fuerza en el medio musical: la Asociación de Críticos la nombra “la cancionera más destacada de Cuba” y el cantante Miguelito Valdés la llevó a Nueva

York para probar suerte y grabar en el prestigioso sello Decca (que tenía entre sus filas a Louis Armstrong, Count Basie, Billie Holiday, Andrews Sisters, Ted Lewis y Judy Garland), convencido de su aura de estrella. No fue la primera vez que Guillot se proyectó fuera de la isla. Entre 1952 y 1961 –cuando partió definitivamente de Cuba–, los viajes de Guillot por buena parte de América latina fueron constantes. En México, consiguió su primer éxito internacional con “Miénteme”, del autor Chamaco Rodríguez, que sólo en la Cuba de Castro vendió medio millón de discos. La voz y el histrionismo de Olga Guillot parecían hechos a la medida de esos boleros tormentosos que enamoraron al mundo de la canción hispanoamericana. Su interpretación llevaría a la canción romántica más allá de lo imaginado: en 1958, la cubana cantaría con Edith Piaf en plena cumbre de su carrera en Cannes y se transformaría tiempo después en la primera latina en llevar su repertorio de boleros al Carnegie Hall de Nueva York (en 1964). En 1988 celebró sus bodas de oro junto a la canción romántica feliz de haber sobrevivido a los vaivenes de las modas, pero se sentía lejos de la leyenda: “Nunca busqué trascender. Yo hacía lo que me gustaba y disfrutaba de mi carrera y nunca pensé llegar tan lejos”. Filmó una decena de películas y dejó más de cincuenta discos editados con versiones para el recuerdo: “Lágrimas negras”, “Campanitas de cristal”, “Bravo”, “Qué sabes tú” o el dúo con Sandro en “Arráncame la vida”, grabado en 1993. Guillot estaba semirretirada de los escenarios y planeaba sacar su autobiografía: “Tranquila, bonita, es la vida mía sin escándalos ni chismes de artistas”. Se encontraba internada desde el viernes en el hospital Mount Sinaí de Miami Beach. Fuentes allegadas a la cantante dijeron que sufrió dos infartos. Su corazón, que tantas historias de amor había soportado, esta vez no pudo resistir. Guillot, una diva del bolero con perritos incluidos AP

Gabriel Plaza

Divididos conmovió a las 25.000 personas que colmaron el Club Sarmiento

La siesta santiagueña tuvo otro ritmo Por primera vez se realizó la versión rockera del festival Por Leonel Rodríguez Para LA NACION SANTIAGO DEL ESTERO.– En los últimos seis meses, el club Sarmiento de la ciudad de La Banda sólo supo de llenos totales, fiestas y alegrías. En febrero, cerca de cien mil personas acompañaron las cuatro noches del 21° Festival Nacional de la Salamanca; en mayo, el club bandeño obtuvo el ascenso al Torneo Argentino B ante diez mil personas y, si algo le faltaba para cerrar un semestre histórico, eran los dos atardeceres de la edición inaugural del Salamanca Rock, que reunió este último fin de semana a poco más de 25.000 almas sedientas de rock. El municipio local, ya sabedor de su éxito en folklore, apostó al rock con los temores propios de un debutante, pero a la hora de armar la grilla de artistas jugó en primera división. Desde las 15, se presentaron L. B. Roots, Kooper, Shute Reggae, Aviones de Papel, 1000 Mother F.A.C.A., Valores Reggae, Daño Cerebral y Eduardo Schmidt (ex cantante de Arbol), La Yumba y los potentes salteños de Luka Makonia, un trío arrollador que se ganó el corazón y el aplauso de los presentes, con su fuerza y despliegue en el escenario. El cierre fue para Las Pastillas del Abuelo, agrupación favorita del

público juvenil, que realizó un show sólido y prolijo. Las Pelotas y Los Cafres le pusieron el broche de oro a un día que tuvo una tarde soleada y una noche más bien fría, bien típica del invierno santiagueño. La del sábado también comenzó en la siesta santiagueña con Cruxial Clan, Daiban Shee, Reinarás, Patones y Tus Monitores, siendo esta última la primera en llevarse los grandes aplausos de la tarde. Luego fue el turno para Alimaña, Turvia, La Gallega y Aridos del Norte (A.D.N.). Los locales La Calle y Manthra fueron ovacionados al caer la tarde, ante un ya colmado club Sarmiento. Y con la noche salamanquera, más acostumbrada a las chacareras, zambas, gatos y escondidos, llegó el turno de Catupecu Machu, quienes brindaron un espectáculo electrizante y lleno de potencia. El público juvenil enloqueció con la banda de Ruiz Díaz, en tanto los de treinta para arriba aplaudían y esperaban a la Aplanadora. Divididos, ese trío que conmueve a todos los escenarios a los que sube, descargó toda su energía en La Banda. Canciones de Amapola 66 y los clásicos de siempre fueron cantados por las más de quince mil almas que colmaron al estadio. Pasó La Salamanca Rock, definitivamente, la fiesta rockera más importante del norte argentino.