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Turismo

Página 10/Sección 5/LA NACION

[ CANADA ]

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Domingo 21 de octubre de 2007

Circuito rural

Retiro menonita

A una hora de Toronto por la carretera 401, un conjunto de aldeas parece anclado en el pasado. Elmira, Elora y St. Jacobs, hogar de prominentes comunidades menonitas, son un destino más que interesante

Por Pablo Maurette Para LA NACION

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ORONTO.– Entre las consecuencias del panfleto incendiario que Lutero clavó en aquella puerta de Wittemberg se cuentan la fundación de la Compañía de Jesús, y claro, de la Universidad del Salvador; la invención del Bloody Mary, trago que debe su nombre a María Tudor y su cruenta represión de protestantes; el ascenso y caída del pastor Giménez, y cientos de viajes en barco desde el norte de Europa hacia el norte de América. De la descollante cantidad de afiliaciones protestantes

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Elmira St. Jacobs

Elora Toronto ESTADOS UNIDOS LA NACION

que proliferaron como setas después de la lluvia de acusaciones anticlericales de Lutero y sus continuadores, los menonitas son una de las más curiosas. Su fundador, Menno Simons, sacerdote holandés, pasó del catolicismo al anabaptismo y adoptó una postura alineada con la Iglesia estatal en Suiza. Luego de su muerte, sus seguidores se autodenominaron menonitas. Sin embargo, una vez que se le toma el gusto al cisma es difícil ponerle límites al afán de discordia, y los menonitas, como tantas otras iglesias protestantes, se fueron desmembrando hasta atomizarse casi por completo. Igual que muchos otros protestantes demasiado radicales para Europa,

muchísimos clanes menonitas cruzaron el océano y se instalaron en América. Una vez allí decidieron conservar su estilo de vida por los siglos de los siglos. A una hora de Toronto por la carretera 401, en dirección sudoeste, hay un grupo de aldeas menonitas que realmente sorprenden, burbujas congeladas donde los relojes dejaron de funcionar hace cuatrocientos años. Es preciso tomar la salida de Guelph, ciudad por demás interesante, con un nombre muy poco inocente. Considerado uno de los mejores sitios para vivir en Canadá, Guelph fue fundada en 1827 y su nombre honra a la casa real inglesa de los Hannover, que se

consideraban descendientes de los güelfos, aquella dinastía europea que en la Alta Edad Media fue partidaria furibunda del papa, contra los gibelinos antipapistas. El centro de Guelph está dominado por la iglesia de Nuestra Señora Inmaculada, un verdadero monumento neogótico, que como una gárgola imponente domina el paisaje y contrasta violentamente con la geografía urbana amplia y despojada, típica de los pueblitos norteamericanos. En medio de un océano de comunidades protestantes, la Iglesia Católica afirma su presencia vigilante e incólume. Guelph, sin embargo, no ofrece demasiados atractivos y en un día se la puede agotar. Un

buen sitio para almorzar es el Carden Street Café, en pleno centro, 40 Carden St., que tiene cocina fusión asiático-caribeña, a un promedio 12 dólares canadienses por persona. El Days Inn es un sitio céntrico y decente para pasar la noche. Los caminos rurales de la región son un espectáculo de aromas y de colores; a 25 km de Guelph está Elmira, un poblado de diez mil habitantes fundado por inmigrantes menonitas. Por las calles bucólicas de Elmira se puede ver hombres y mujeres vestidos en el estilo conocido como Pennsylvania Dutch, conduciendo carros tirados por percherones. Sombreros de ala ancha, tiradores y zapatos